Egopolítica vs. UE: una panorámica sobre la seguridad planetaria

Anuario Internacional CIDOB_2026
Botella de plástico flotando en el mar
Publication date: 11/2025
Author:
R. Andreas Kraemer, Fundador y director emérito del Ecologic Institute
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¿Está desplazando la egopolítica a la geopolítica? En otros tiempos, los jefes de Estado o de Gobierno poderosos tenían lo que Abraham Lincoln llamaba el «deseo personal» de extender al mundo sus propios valores morales y principios políticos, como algo adicional a su «deber oficial» de defender los intereses de la nación o de la humanidad. En la actualidad están en auge los líderes egoístas con visiones de sí mismos y ambiciones personales que ya no supeditan ni compatibilizan sus intereses con el interés racional de las naciones a las que representan, pero que aun así dominan sus procedimientos y sus efectos a todos los niveles. 

La codicia, el nepotismo y la corrupción están detrás de la aparición, en estado puro o en algún tipo de hibridación, de estados gánsteres cleptocráticos capturados por redes esencialmente criminales, regímenes totalitarios con tendencias monárquicas y dinásticas, gobiernos en deuda con quienes tienen los bolsillos más llenos; algo que afecta incluso a los países más maduros y desarrollados. Estos estados responden a los intereses de unos pocos autoseleccionados y comparten su desprecio por los intereses básicos de la gran mayoría de sus conciudadanos y del resto de habitantes del mundo. El Estado de derecho, donde quienes detentan el poder tienen que responder ante la ley, incluidos los cargos más altos, está dando paso a una instrumentalización del derecho, en el que los gobernantes usan y abusan de la ley y los tribunales para lograr aún más poder y beneficio personal.

El progreso conseguido a través del humanismo, el renacimiento, la reforma, la ilustración, los logros de las revoluciones estadounidense y francesa o, como consecuencia de los horrores de dos guerras mundiales, la elaboración de la Carta de las Naciones Unidas, hace 80 años, se encuentra ahora claramente en peligro. Se observa en cada vez más países un declive de la participación democrática en la elaboración de las políticas gubernamentales, un retroceso del Estado de derecho y de las garantías procesales, hasta el punto de que las autocracias y los regímenes corruptos son ahora mayoría en la ONU. Ningún país está hoy a salvo de la presión ejercida para deslegitimar o abolir los derechos humanos universales, los derechos de los ciudadanos, las libertades esenciales, así como los límites y contrapesos de los ordenamientos constitucionales. 

La corrupción manda

Si no se invierte pronto esta tendencia, podría llegar a ser irreversible, porque hoy la humanidad también se enfrenta a una crisis medioambiental sin precedentes, urgente y existencial. Por su propia naturaleza y casi por definición, las mentes y los regímenes corruptos son incapaces de gestionar la crisis planetaria, puesto que hablamos de bienes públicos cuando hablamos de un océano sano, un clima estable con glaciares estables, un medioambiente saludable con diversidad biológica en suelos fértiles y agua viva o un medio ambiente sin una contaminación que sature las funciones de los ecosistemas. Son bienes que debemos perseguir para proteger y maximizar el bienestar y la seguridad humana global. En cambio, la corrupción tiene que ver, en esencia, con la apropiación privada, mediante fuerza o engaño, de bienes y servicios, dinero y activos, por parte de quienes tienen ese poder a falta de poderes mayores que hagan cumplir las normas generalmente aceptadas. La naturaleza es víctima habitual de la corrupción. Donde impera la corrupción, nadie puede alzarse para proteger los bienes públicos, incluyendo aquí la calidad y la integridad del medio ambiente y los intereses y la supervivencia de las generaciones futuras. La corrupción es un poderoso enemigo del sistema Tierra, sistema que nos provee de bienes esenciales como agua, comida, materias primas y energías renovables, desde la madera sostenible a la energía fotovoltaica. La corrupción es el enemigo de la seguridad humana planetaria.

(In)solvencia planetaria

En «Planetary Solvency», el IFoA (Instituto y Facultad de Actuarios) británico, una de las fuentes más solventes y comedidas a la hora de evaluar riesgos y peligros, ha lanzado una severa advertencia: «El cambio climático y la pérdida de naturaleza, como resultado de la actividad humana, amenazan la estabilidad del sistema Tierra. Los impactos resultantes son ya severos, con incendios, inundaciones, olas de calor, temporales y sequías. Si no se controlan, podrían llegar a ser catastróficos, e incluir también la pérdida de capacidad de producir cultivos clave de manera sostenible, la subida del nivel del mar en varios metros, la alteración de los patrones climáticos y una mayor aceleración del [calentamiento] global. Corremos el riesgo de activar puntos de inflexión como el deshielo de Groenlandia, la pérdida de arrecifes de coral, la desaparición de la selva amazónica y grandes alteraciones de las corrientes oceánicas»1

La cita termina con una referencia a lo que se conoce como un «punto de inflexión», donde partes esenciales de la Tierra pasan de su estado actual (relativamente estable) a uno de inestabilidad y cambio, hasta que quizás se estabilicen nuevamente en un nuevo estado ‒también relativamente estable‒ que es diferente al actual. Estos umbrales críticos incluyen la circulación oceánica, que transporta energía y nutrientes por todo el mundo para hacer posible la vida ‒como hace la sangre en los seres humanos‒ o el deshielo del permafrost, que podría liberar enormes cantidades de metano del suelo. El metano es un potente gas de efecto invernadero, por lo que el deshielo del permafrost provocaría un aumento de las temperaturas y, por tanto, aún más deshielo y liberación de metano, es decir, un círculo vicioso. 

Tal vez el punto de inflexión más conocido sea el deshielo de los glaciares, concretamente al este y oeste de la Antártida, Groenlandia y el Himalaya. Este deshielo se está produciendo en estos lugares de manera simultánea y tiene las mismas causas en todas partes. Los puntos de inflexión están conectados entre sí y pueden activarse mutuamente, produciendo así un efecto dominó o en cascada que implique un daño acelerado e imposible de gestionar. Podemos, por consiguiente, alcanzar un punto de no retorno, tras el cual resulte imposible estabilizar el clima.

El IFoA señala además varios ejemplos impactantes de las posibles consecuencias del calentamiento global, como la pérdida potencial de la mitad de las tierras aptas para la producción de trigo y maíz. Esta institución, calcula asimismo que la economía mundial podría sufrir una pérdida del 50% del PIB entre 2070 y 2090, a menos que se haga frente a los riesgos de manera realista y efectiva, a fin de orientar la toma de decisiones hacia la adopción de medidas que permitan evitar lo peor. 

Aun con políticas eficaces que facilitaran una recuperación del océano y de la atmósfera y el clima, los objetivos de la acción colectiva a escala mundial son enormes. El ascenso del nivel del mar ‒que a su vez provocará también la subida del nivel de los ríos‒ es probablemente ya inevitable. El océano inundará gran parte de las tierras más fértiles de los deltas y los valles fluviales bajos, así como los centros urbanos y las infraestructuras de transporte e industriales de las ciudades portuarias. Algunas naciones isleñas desaparecerán bajo las aguas, y también cambiará la geografía de los países con menos altitud y dominados por sistemas fluviales. 

Todo esto ocurrirá de manera casi simultánea y, por tanto, los mecanismos actuales de ayuda y asistencia internacionales corren el riesgo de verse desbordados. El panorama exige una cooperación internacional urgente y coordinada en interés de toda la humanidad, donde la acción desinteresada es la mejor manera de responder al interés propio, pues la omnipresente multicrisis medioambiental ha hecho indivisible el destino de la humanidad.

Gestión de riesgos y soluciones sin lamentaciones

La ciencia conoce bien las causas, la lógica y la dinámica que subyacen a la destrucción del medio ambiente. Las evidencias y las perspectivas sobre lo que implican y lo que debería hacerse no son ya objeto de controversia científica seria, aun cuando haya científicos que sigan cuestionando la precisión y validez de los datos, la solidez de las teorías, métodos y modelos, y pongan a prueba los límites de aplicabilidad de sus hallazgos. Así funciona la ciencia. El mensaje para los responsables políticos, líderes empresariales e inversores es, no obstante, meridiano: es el momento de llevar a cabo una acción global coordinada a fin de evitar las peores consecuencias del calentamiento global. A pesar de que ya no cabe un cuestionamiento serio, la ciencia, los científicos y el sistema científico como tales están siendo atacados y se les están retirando los fondos con la intención de acallar las voces de la razón. 

El IFoA sostiene que se necesita una evaluación honesta y una gestión eficaz de los riesgos, y pasar de una perspectiva cortoplacista a una a largo plazo, de las métricas económicas a las medioambientales, y que los responsables políticos deben ser formados para este cambio. Las compañías de seguros, que suelen asociarse a la gestión de riesgos, toparán con sus límites. Para que los riesgos sean asegurables deben emanar de sucesos «repentinos, imprevistos y no intencionales» y que estos sean, además, independientes unos de otros, es decir, no conectados sistémicamente. Los daños de cada suceso deben ser también suficientemente pequeños en comparación con el total asegurado. Los sucesos y daños derivados de un agravamiento del calentamiento global no reúnen ninguna de estas tres características y, por tanto, no son asegurables.

A nivel práctico, debe descarbonizarse por completo la economía mundial (su base industrial, su sistema de transporte y su parque inmobiliario, así como los sectores primarios que hacen un uso intensivo de combustibles fósiles, como la agricultura y el sector pesquero); hay que poner fin al uso de combustibles y recursos fósiles, como el que tiene lugar, por ejemplo, en el suministro a la industria química y plástica. El primer paso importante sería abolir todo tipo de subsidios a los sectores fósiles. Esto ahorraría miles de millones de euros o dólares y daría margen fiscal para inversiones urgentes en la resiliencia climática.

La naturaleza es parte de la solución, y debe ampliarse su papel. El gran ecosistema que más rápidamente podría recuperarse es el océano. Hay evidencias que demuestran que la recuperación de este puede ser muy rápida, si se interrumpen prácticas destructivas como la pesca de arrastre o los métodos de pesca industrial. Los ecosistemas marinos y los bancos de peces no solo se recuperan velozmente, sino que su recuperación permite almacenar grandes cantidades de carbono que, de otro modo, estarían en la atmósfera y contribuirían al efecto invernadero. 

En tierra firme, el desafío es almacenar tanta agua como sea posible en los continentes, lo contrario de lo que se hizo en los siglos pasados, cuando la intervención humana fue drenar la tierra y acelerar el flujo del agua hacia el océano. Para estas actuaciones, la naturaleza tiene sus maneras de garantizar la estabilidad e integridad de ecosistemas acuáticos diversos y ricos2. La cobertura vegetal permanente es necesaria para proteger los suelos de la oxidación de la materia orgánica en un clima más cálido y, con frecuencia, más seco. La paludicultura (uso de páramos para la producción de alimentos sin drenaje) y los sistemas agroforestales, en los que los cultivos se plantan a la sombra de los árboles, son buenas opciones tradicionales de uso de la tierra. La combinación de paneles solares con una producción a su sombra de plantas o de cría de animales es el equivalente actual a anteriores usos concurrentes del suelo.

Artículo R. Andreas Kramer_graficas

«Autócratas internacional»

La confrontación política es clara. Por un lado, está la democracia liberal. Un sistema basado en el sufragio libre, igual y secreto, derechos humanos, derechos y libertades civiles, incluyendo la libertad de expresión, el derecho a la oposición política y el reconocimiento de las minorías, y un Estado de derecho, con un poder judicial independiente, eficaz y rápido. La democracia liberal abarca también unos medios de comunicación libres y críticos, una ciencia escéptica y la separación entre religión y Estado. 

Por otro lado, está la «Autócratas internacional», una suerte de asociación no registrada de gobernantes a la que pertenecen Trump, Putin, Orbán... dirigentes todos ellos que están mutuamente comprometidos con la preservación de su poder y que cuentan con el apoyo de plutócratas, procedentes principalmente de las industrias de los combustibles fósiles y la minería, pero también de los sectores químico, agrícola, alimentario y financiero, así como de las industrias más nuevas y menos reguladas que dominan las redes sociales, los negocios basados en Internet o las criptomonedas. Estos plutócratas patrocinan a los autócratas, quienes, a cambio, garantizan que las actividades económicas de los primeros no sean gravadas ni reguladas sin su consentimiento. La regulación y la fiscalidad se equiparan a la expropiación, que debe ser compensada. La lógica sigue el precedente histórico de la esclavitud. Cuando se abolió en el Imperio Británico, los esclavos fueron liberados, con frecuencia con demora, mientras se compensaba financieramente a sus expropietarios. Este precedente late en todos los países de la common law en la actualidad y en él radica la esperanza que guardan los propietarios de activos fósiles de obtener grandes compensaciones por los activos naturales de los que se han apropiado.

La UE es una espina clavada en el costado de estos autócratas y plutócratas, ya que es una democracia multinacional de tamaño continental que sigue teniendo la legitimidad y la capacidad de elaborar políticas y normativas de interés público y de proteger y aumentar los bienes públicos. Debido al tamaño de su mercado interior y a sus relaciones comerciales con el resto del mundo, la UE tiene también el poder de facto de incidir en el establecimiento de normas a escala global. Por ejemplo, quien quiera acceder al mercado europeo debe cumplir con su normativa sobre químicos. Esto tiene también un impacto en las relaciones comerciales entre terceros países. Incluso la Directiva Marco del Agua, muy alejada del comercio mundial, tiene efectos más allá de la UE. Esto resulta evidente en los países vecinos, con los que la UE comparte cuenca hidrográfica, pero también Brasil y Kazajstán se han inspirado en esta directiva. Lo que es conveniente para los veintisiete estados miembros de la UE, con toda su diversidad, y por lo general expresado en los veinticuatro idiomas oficiales, suele ser también un buen punto de partida para desarrollar leyes propias en otras partes distantes del mundo. 

Con numerosas leyes en favor de una mayor transparencia en las cadenas de suministro, la UE también ha ampliado recientemente, de forma consciente y estratégica, su efecto protector a escala mundial. No es casual que estas políticas de la UE sean ahora objeto de esfuerzos concertados para dar marcha atrás en los logros de los últimos años; esfuerzos alentados por las mismas industrias e intereses que están detrás de las tendencias autocráticas.

La UE como una tecnocracia estable

Resulta difícil, no obstante, comprar la política de la UE. Por supuesto, los políticos europeos también pueden verse seducidos por los argumentos de los autócratas, pero el dinero no domina tanto en el sistema político europeo como en EEUU. En esencia, la UE es una tecnocracia en la que los expertos son los que tienen la sartén por el mango. Los funcionarios de la Comisión Europea están comprometidos con la UE en su conjunto y suelen actuar en consecuencia. Atienden a los argumentos fácticos y, a la hora de redactar las leyes, se basan en evaluaciones de impacto preparadas por expertos independientes con métodos reconocidos. La legislación europea suele ser, por consiguiente, bien fundamentada y efectiva.

Casi todos los textos legislativos de la UE llevan incorporado un ciclo de revisión y modificación, algo único en el mundo. Pocos años después de entrar en vigor, los estados miembros informan de su experiencia a la hora de la implementación y explican qué funciona, qué necesita mejoras y qué les gustaría de cara al futuro. La Comisión Europea hace un resumen y lo remite junto con un borrador de mejoras al Consejo de ministros y al Parlamento Europeo, para que adopten una decisión al respecto. El resultado es una gestión adaptable de las políticas, en la que pueden reconocerse y corregirse los errores, y ajustar su implementación, de ser necesario. Este estilo político también tiene un impacto estabilizador en los estados miembros.

No olvidemos que estos procedimientos tecnocráticos de la UE, comparativamente bien protegidos de influencias políticas o incluso populistas, no han caído del cielo. Los padres de la UE ‒lamentablemente apenas hubo madres‒ no confiaban en los pueblos de Europa. Hitler y Mussolini llegaron al poder mediante elecciones ‒manipuladas‒. Décadas después, vemos un nuevo resurgir de la derecha radical que gana elecciones en Italia o Hungría, en paralelo a un declive generalizado de la democracia liberal. 

La UE está hecha para sobrevivir a los mandatos de los autócratas elegidos y así lo ha demostrado ante la elección de gobiernos extremistas en Austria, Dinamarca o Polonia, por ejemplo. En el Reino Unido, la élite financiera británica se ha dado cuenta de ello y, por eso, concluyó que debía abandonar la UE a fin de evitar la regulación europea de su sistema financiero, especializado en la evasión fiscal y el blanqueo de dinero a través de una serie de territorios británicos de ultramar (o «jurisdicciones») con leyes laxas y funcionarios maleables3. Londongrado o la City of London Corporation, como afectuosamente solían llamarla hasta hace poco los círculos rusos, con sus exenciones de impuestos y regulaciones, se ha librado de la «ignominia» de someterse a las leyes de la UE, para alivio y regocijo de autócratas y plutócratas de todo el mundo. Este era y es el único «beneficio» del Brexit, logrado por unos pocos corruptos a expensas de la población del Reino Unido y de la UE.

Lo que ahora está en juego es nada menos que la destrucción de la voluntad y la capacidad de la UE de elaborar políticas «blindadas a futuro» en aras del interés público y de las generaciones venideras y frenar las actividades social y ecológicamente insostenibles que constituyen hoy la esencia de la economía monetaria. Para destruir la UE es necesaria toda la incertidumbre posible, mediante desinformación y distracción de lo esencial, para así disuadir de votar a los electores del centro. Y requiere, ante todo, una polarización para movilizar a los votantes de las periferias políticas, que confían en un gobierno autoritario.

Las lecciones de la historia

El patrón de desestabilización en Europa no es nuevo. Haciéndose eco de la actualidad y analizando la situación en Rusia y en otros países europeos antes de la Primera Guerra Mundial, Ian Kershaw escribió en Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949 (Barcelona: Crítica, 2021) lo siguiente: No solo como reacción a lo que se percibía como una amenaza de los movimientos de izquierdas, sino también para ayudar a los gobiernos con poco o nulo respaldo de las masas a ampliar la base de su apoyo, surgieron contramovimientos de carácter populista. A menudo fueron patrocinados directa o indirectamente por industriales y terratenientes deseosos de desviar a una oposición potencial basada en criterios de clase hacia canales más fáciles de controlar. Intentaron «nacionalizar» a las masas, inspirar en ellas sentimientos de reafirmación nacionalista, imperialista y racista con la intención de favorecer el statu quo político. Y en cierta medida lo consiguieron. El nacionalismo beligerante, el antisemitismo virulento y otras modalidades de racismo se hicieron habituales fuera de la minoría que se veía atraída por las doctrinas del socialismo internacional. La difusión de la educación básica, el aumento de la alfabetización y el bajo coste de los periódicos populares ofrecieron la posibilidad de extender esa influencia. La política de masas se abrió a nuevas formas de movilización tanto por la derecha como por la izquierda. Algunas viejas seguridades empezaron a desmoronarse»4.

Hoy en día no se trata ya de los «periódicos populares baratos» de la Primera Guerra Mundial, sino de los nuevos «medios de comunicación social», a los que se recurre para manipular a través de la mentira; pero, por lo demás, la receta es la misma. 

Si la UE fracasa como poder regulador progresista y eficaz a escala internacional porque una mayoría del Parlamento Europeo prefiere plegarse a los negocios de autócratas y plutócratas, entonces no habrá Estado ni poder que pueda intervenir. EEUU seguirá siendo un país debilitado por la polarización, China continuará desarrollándose hacia un sistema totalitario y se volverá más propensa a cometer errores debido a la falta de oposición; y poca esperanza cabe en unas Naciones Unidas con una mayoría de gobiernos autoritarios en su Asamblea General. Ningún otro bloque tiene la suficiente fuerza y alcance como la UE. Solo la UE puede garantizar la paz, la libertad y sentar las bases para la vida y mantener un planeta a salvo y solvente.

Referencias bibliográficas: 

Kershaw, Ian. Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949. Barcelona: Crítica, 2021, p. 46.

Traynor, Ian; Watt, Nicholas; Gow, David y Wintour, Patrick. «David Cameron blocks EU treaty with veto, casting Britain adrift in Europe». The Guardian, 9 de diciembre de 2011, (en línea) https://www.theguardian.com/world/2011/dec/09/david-cameron-blocks-eu-treaty

Trust, Sandy et al. «Planetary Solvency–finding our balance with nature. Global risk management for human prosperity». IFoA, enero de 2025, (en línea) https://actuaries.org.uk/planetary-solvency.

Notas:

1- Véase Trust et al. (2025).

2- Se podría apelar aquí a la expresión popular inglesa «¡Dejemos que los castores sean castores!», que sugiere la idea de permitir que algo o alguien siga su naturaleza o curso natural.

3- Véase Traynor (2011).

4- Véase Kershaw (2021).

 

Imagen: © Naja Bertolt Jensen - Unsplash