Una década de migración en Turquía y la trayectoria de su politización

Sibel Karadağ, profesora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Universidad Kadir Has, Estambul. sibel.karadag@khas.edu.tr. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1965-5675
Este artículo analiza la politización de la migración poniendo el foco en la frontera más conflictiva de la UE: Turquía. El caso de este país presenta particularidades en lo que respecta al sentimiento antiinmigración que se desprende de los debates electorales y en el ámbito político en general. Este trabajo examina las formas y los patrones de la (des)politización de la migración en Turquía mediante el mapeo de la trayectoria de una década de aplicación de políticas migratorias (2014-2024). Empleando un enfoque cualitativo mixto, que incluye el análisis textual de los discursos públicos de actores políticos, documentos políticos y datos primarios –recabados a través de entrevistas semiestructuradas realizadas a diputados de los principales partidos de la oposición–, el artículo presenta tres episodios clave que ilustran la complejidad y la naturaleza polifacética de la politización de la migración en este país durante este período.
En Meditaciones pascalianas, Pierre Bourdieu (2000: 228) afirma que «[e]l poder absoluto es el poder de volverse imprevisible y prohibir a los demás cualquier anticipación razonable, de instalarlos en la incertidumbre absoluta». El régimen de gobernanza migratoria de Turquía en la última década ilustra uno de estos casos de «poder absoluto» en la medida en que millones de personas desplazadas son instrumentalizadas, quedan atrapadas en un limbo temporal distintivo mientras el país se adentra cada vez más en una dinámica de deterioro del Estado de derecho; incluso su propia ciudadanía se aproxima gradualmente a una condición de «desposesión de derechos», en la medida en que las libertades fundamentales han sido progresivamente erosionadas. Simultáneamente, Turquía lleva tiempo sufriendo un grave declive económico, de hiperinflación y empobrecimiento generalizado. Mientras que muchos especialistas consideran que estos hechos reflejan una tendencia hacia el autoritarismo en la última década (Benhabib, 2013; Esen y Gumuscu, 2016), otros logran apreciar una alianza de este Gobierno autoritario con el neoliberalismo y el conservadurismo islámico (Akçay, 2021; Tansel, 2018; Tuğal, 2023).
El presente artículo plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál sería la forma de (des)politización de la migración en un país que, siendo el mayor receptor de personas refugiadas del mundo y la frontera más conflictiva de la Unión Europea (UE), subvierte las políticas de externalización en su propio beneficio político con una forma de gobernar cada vez más autoritaria y opaca, y busca un dominio regional en Oriente Medio? Ello nos lleva a dialogar con la literatura sobre la politización de la migración en la política contemporánea, especialmente en las geografías occidentales, poniendo el foco en el caso de Turquía.
La literatura reciente centrada en Europa occidental recurre a una conceptualización multifacética de la politización, al integrar tanto la visibilidad pública del conflicto (la prominencia) como la polarización de los actores (De Wilde, 2011; Grande et al., 2019; Hoeglinger, 2016; Hutter y Grande, 2014; Hutter et al., 2016; Kriesi, 2016). Exhaustivas investigaciones han evidenciado un aumento considerable de la prominencia de las cuestiones migratorias desde la década de 1990 (Green-Pedersen y Otjes, 2017; Van der Brug et al., 2015), así como su notable aumento en el período posterior a las elecciones de 2010 (Grande et al., 2019). Los trabajos recientes, si bien coinciden en que la creciente visibilidad de la cuestión determina el relato político en los países europeos, discrepan en lo que se refiere a las fuerzas impulsoras de dicha politización. Hay quienes destacan el importante papel que desempeñan como principales impulsores los partidos gobernantes o mayoritarios (Meyer y Rosenberger, 2015; Van der Brug et al., 2015), y también los que identifican a los partidos populistas de derecha radical como los principales «emprendedores temáticos» (issue entrepreneurs) que fomentan estratégicamente la politización de la inmigración (Grande et al., 2019; Green-Pedersen y Otjes, 2017; Hobolt y De Vries, 2015).
En este marco, este artículo persigue tres objetivos principales. En primer lugar, aborda el sesgo occidentalocéntrico de la literatura existente sobre la politización de la migración, que ha hecho en gran medida caso omiso de los contextos no occidentales, especialmente el de aquellos países como Turquía que reciben las mayores poblaciones de personas refugiadas y que se ven más impactados por las políticas de externalización, bajo una gobernanza cada vez más arbitraria y autoritaria que instrumentaliza la migración para obtener un beneficio político. En segundo lugar, mientras que en investigaciones previas sobre Turquía se han analizado las narrativas contra las personas migrantes del discurso informativo y público con ejemplos fragmentados –y la retórica de los partidos políticos en momentos electorales específicos–, este estudio presenta un análisis longitudinal de una década (2014-2024) para seguir la trayectoria de las estrategias dinámicas de (des)politización de los partidos gobernantes y de la oposición, plasmando los cambios cruciales ocurridos en ese período. Y, en tercer lugar, profundiza en las características de la retórica política de quienes integraban los partidos de oposición mayoritarios en el momento álgido de la politización de la migración (2021-2023), en concreto, cuando los partidos de la oposición aparecieron como sus principales impulsores.
En el caso de Turquía, en lugar del incremento gradual en la prominencia de la migración que se ha observado en Europa occidental, se han registrado fluctuaciones marcadas y volátiles a lo largo de una década. Esta inestabilidad se debe a la incoherencia y arbitrariedad de la gobernanza migratoria del partido en el Gobierno, caracterizada por una sucesión de políticas contradictorias, confusiones y percances relacionados con la política del no-saber y el secretismo (Karadağ y Tatar, 2024). Tal opacidad estratégica fomenta el vacío de información, que cumple una doble función: a) para el partido gobernante, crea margen de maniobra para asumir los cambios internos del país y las presiones geopolíticas, y b) para los partidos de la oposición, actúa de factor canalizador de las quejas, el miedo y la preocupación de la población, avivados por el empobrecimiento, la represión autoritaria y la erosión del Estado de derecho.
La periodización de una década (2014-2024) pone de manifiesto unas constantes cíclicas de (des)politización en los ámbitos público, político y normativo. El punto álgido (2021-2023) coincide con la aparición de un partido de derecha radical, cuya retórica nativista reconfiguró el programa político de los partidos mayoritarios de la oposición. Aunque existen paralelismos con las narrativas de la reacción nativista europea (por ejemplo, las tensiones socioculturales y la competencia económica), la singular politización de Turquía se fundamenta en la resistencia a las políticas de externalización de la UE y en el autoritarismo general del partido gobernante.
Para el análisis, este artículo emplea un método cualitativo mixto, que combina los datos primarios recogidos, el análisis textual de declaraciones públicas y los documentos políticos que muestran la evolución de las constantes de (des)politización a través de las distintas fases del decenio estudiado. Los datos primarios se recopilaron en marzo y abril de 2022 con el propósito de estudiar la retórica política de los dos principales partidos de la oposición cuando las campañas electorales destacaban por su discurso antiinmigración. Se realizaron entrevistas selectivas en profundidad y semiestructuradas a diputados del Partido Republicano del Pueblo (CHP, por sus siglas en turco) – de centroizquierda– y del Partido del Bien (Partido IYI) –de centroderecha–. Su objetivo era analizar la movilización estratégica de la retórica antiinmigración por parte de los partidos de oposición mayoritarios durante el apogeo de la politización de la migración en Turquía (2021-2023). Para examinar otras fases de la (des)politización, la investigación se ha basado en el análisis textual de declaraciones públicas y documentos políticos oficiales. Con ello se pretende contribuir a la literatura existente mediante el aporte de datos originales recogidos en el punto máximo de la politización, así como un examen detallado de las estrategias discursivas empleadas durante este momento coyuntural, en un marco histórico más amplio para describir la evolución de la politización a lo largo de una década.
Fase inicial (2014 y 2019): de muhajir a «bocas que alimentar»
Tras el estallido de la guerra civil siria en 2011, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco), que estaba en el poder, aplicó una «política de puertas abiertas» oficial que se tradujo en la llegada en 2013 de 224.655 personas de origen sirio registradas, cifra que creció exponencialmente en los años siguientes hasta alcanzar los 3,6 millones en 20181. La población siria que vivía fuera de los campos de refugiados creció sustancialmente y se dispersó de forma más amplia por todo el país. Al aprobar Turquía el primer marco jurídico integral sobre protección internacional (Ley de Protección Internacional y Extranjeros) en 2014, estas personas fueron registradas en virtud del «estatuto de protección temporal», que establecía las condiciones de registro y residencia en las ciudades. Sin embargo, esta norma no especificaba la duración de la protección; introducía una estructura temporal jerárquica de la protección internacional, que mantenía la limitación geográfica de Turquía a la Convención de Ginebra de 1951 y, por tanto, restringía la aplicación del estatuto de refugiado únicamente a las personas procedentes de Europa. Para los solicitantes de asilo no europeos, se aplican dos marcos jurídicos fundamentales: el estatuto de protección temporal, si proceden de Siria, y el estatuto de protección internacional en los demás casos, quienes deben aguardar el reasentamiento en un tercer país.
Este período coincidió con el pico de la migración masiva de personas sirias desde Turquía a Grecia, en el verano de 2015; un fenómeno que comúnmente es denominado la «crisis de los refugiados» por la comunidad internacional. Inmediatamente después de esta crisis, Turquía se unió al círculo existente de guardianes de las fronteras de la UE y asumió la responsabilidad de aplicar estrictos controles fronterizos a cambio de 6.000 millones de euros en virtud del «acuerdo sobre refugiados» establecido entre la UE y Turquía en 2016 (Karadağ y Bahar, 2022).
A pesar de que Turquía logró entre 2015 y 2017 albergar a la mayor población refugiada del mundo, la migración no alcanzó una prominencia política en el país hasta las elecciones locales de 2019, y solo influyendo de forma marginal en las preferencias de voto (Çarkoğlu y Elçi, 2021; Balta et al., 2022; Irgil y Norman, 2024). Los análisis cuantitativos que examinan la prominencia de la cuestión y el tono de la retórica política también subrayan la escasa importancia de la inmigración como motivo de preocupación política hasta 2019. Además, estos estudios ponen de manifiesto la sorprendente ausencia de divergencias significativas en la retórica tanto favorable como contraria a la inmigración de los partidos políticos (Balta et al., 2022). Del mismo modo, el examen de los discursos parlamentarios pronunciados entre 2014 y 2018 señalan que la inmigración no desempeñó un papel decisivo en la determinación de los debates, pese a la intensificación de las tensiones sociales y el cada vez mayor sentimiento ciudadano de rechazo a las personas inmigrantes (Yanaşmayan et al., 2019).
La fase inicial en Turquía muestra una constante distinta a la de los países europeos, donde la denominada «crisis de los refugiados» impregnó rápidamente el discurso político. Pese a acoger a 3,6 millones de personas provenientes de Siria, y a una creciente población afgana, en el período posterior a 2014 (İçduygu y Karadağ, 2018; Centro Mixto de Migración, 2020), la cuestión no alcanzó prominencia ni produjo polarización de forma significativa entre los partidos gobernantes y de la oposición. Por consiguiente, en este período se percibe una clara división entre los ámbitos ciudadano y político: las tensiones sociales se intensificaron entre la ciudadanía, pero su reflejo en el ámbito político fue mínimo. En este sentido, el discurso político hegemónico encabezado por el partido gobernante dio lugar a la retórica de la «musulmanidad» y el mandato de la Umma musulmana (Kaya et al., 2019). Esta voz, combinada con el énfasis en la «musulmanidad», insinuaba formas tradicionales de hospitalidad y fraternidad con connotaciones religiosas (İçduygu et al., 2017). Semejante caracterización no solo reforzaba la obligación cultural y moral de proporcionar refugio, sino que también evocaba una expectativa de temporalidad, es decir, de que la presencia de esa comunidad en Turquía no sería permanente. Cuando la tragedia del mar Egeo captó la atención de los medios de comunicación internacionales por medio de la amplia difusión de la imagen del cadáver de Alan Kurdi en las costas turcas, en el verano de 2015, Recep Tayyip Erdoğan comenzó a hablar sobre la benevolencia de Turquía frente a la respuesta inhumana de Europa: «Los países europeos han convertido el mar Mediterráneo, la cuna de las civilizaciones más antiguas del mundo, en un cementerio de refugiados y refugiadas, y llevan la carga de la vergüenza por cada uno de ellos que pierde la vida» (BBC Türkçe, septiembre de 2015).
Inmediatamente después, el entonces primer ministro, Ahmet Davutoğlu (2015), escribió un artículo en The Guardian y mencionó los enormes sacrificios que hacía Turquía para acoger a millones de personas sirias, y que el país necesitaría la ayuda de la UE para hacer frente a la «crisis de los refugiados»: «La crisis humanitaria que se desarrolla día a día pone a prueba nuestra humanidad y también nuestra moralidad. Ya es hora de que Europa se mire en el espejo y sea sincera respecto a lo que ve en él, deje de posponer las cosas y empiece a asumir más peso del que le corresponde (...). La cómoda reacción de hacer recaer la responsabilidad en Turquía, adoptando un enfoque estrictamente defensivo con medidas de seguridad en masa y construyendo muros para crear una “Europa fortaleza” cristiana, puede parecer atractiva a quienes no han entendido nada de la historia europea, pero no funcionará».
La obligación humanitaria y la posición superior desde el punto de vista moral de Turquía (Gumus y Eroglu, 2015; Karakaya Polat, 2018; Korkut, 2016) continuaron durante esta fase inicial, y el país «se calificó a sí mismo de voz de la conciencia y la bondad, y, por lo tanto, líder de las naciones insuficientemente representadas» (Cevik y Sevin, 2017: 402). En el plano nacional, conviene analizar esta retórica también en el campo de la lucha por la hegemonía en la definición de las fronteras imaginadas y la esencia simbólica de la nación turca (Saraçoğlu y Balenger, 2019). El discurso de la relación muhajir-ansar (personas migrantes-población de acogida), hecho a medida de la opinión pública nacional, presentaba a las personas sirias como antiguos súbditos del dominio otomano y a su país de origen como «hinterland o traspaís geocultural» del Estado turco (Saraçoğlu y Balenger, 2019: 19). Este planteamiento ilustra adecuadamente el enfoque neootomanista del AKP (Aydemir, 2023), que aspira a ser el principal actor regional en Oriente Medio, en línea con su perspectiva islamista-nacionalista (Korkut, 2016), arraigada en una interpretación islámica suní como principal identidad unificadora.
En este marco, el Imperio Otomano se presenta como la edad de oro de la nación, que sirve de punto de referencia histórico de una identidad colectiva que une a diversos grupos étnicos bajo el paraguas de «la musulmanidad» (Ergin y Karakaya, 2017). Durante el programa inaugural de la Semana de Al Maulid (nacimiento del profeta Mahoma) de 2019, Tayyip Erdoğan repitió este discurso: «Los oprimidos de Rakáin, Siria y Turkistán son nuestros hermanos y hermanas. Hay quienes dicen: “Los sirios deben irse”. Nunca podemos ceder ante esa gente. Recuerden que nuestro Profeta era muhajir. La población musulmana de Medina era ansar. Ahora, Alá nos ha concedido ser ansar (...). No podemos expulsarlos, no podemos enviarlos bajo las bombas. Esta es nuestra manera de entender la hermandad2.
A pesar del discurso del AKP sobre la relación muhajir-ansar, varias encuestas3 indicaron que la opinión pública en Turquía hacia las personas sirias se iba volviendo cada vez más negativa en las zonas urbanas, conforme iban disminuyendo las expectativas sobre la estancia temporal. Los incidentes de violencia intercomunitaria se triplicaron en el segundo semestre de 2017 en comparación con el mismo período de 2016. Según la investigación, al menos 35 personas, entre ellas 24 de origen sirio, murieron en los incidentes de ese año. Otra encuesta realizada en octubre de 2017 puso de manifiesto que el 78% de la ciudadanía turca creía que la presencia de personas sirias había hecho que el país fuera menos seguro. Del mismo modo, una encuesta nacional publicada en diciembre de 2017 reveló que el 75% de quienes la habían respondido no creían posible la coexistencia pacífica con las personas sirias. Además, otra encuesta realizada en Estambul en diciembre de 2016 señaló que el 72% de la población se sentía incómoda al encontrarse con personas de origen sirio, mientras que el 76% manifestaba no simpatizar de ningún modo con la población refugiada. Una vez más, las conclusiones de la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey) indican que la reticencia a tener en el vecindario a población inmigrante o trabajadora procedente del extranjero aumentó considerablemente entre dos rondas de la encuesta (2010-2014 y 2017-2022), a medida que se incrementaba el volumen de personas refugiadas. Grupos marginados, especialmente los divididos por motivos ideológicos, sectarios o étnicos, han percibido cada vez más a la comunidad siria como una amenaza para sus intereses políticos y económicos.
Aunque el análisis cuantitativo suele centrarse en factores demográficos para explicar la xenofobia antisiria, Saraçoğlu y Balenger (2019) aportan una interpretación más profunda de las raíces históricas y estructurales de esta hostilidad a través de su trabajo de campo etnográfico, sobre todo en los barrios de clase trabajadora poblados en gran medida por comunidades kurdas de ingresos bajos. Los factores estructurales del modelo de crecimiento económico basado en las exportaciones adoptado por Turquía, dependiente principalmente de mano de obra barata y la hiperexplotación, abonaron el terreno para la aparición de la hostilidad en el lugar de trabajo. La población siria y otros grupos de personas migrantes fueron absorbidos principalmente por el mercado laboral informal, con salarios significativamente más bajos y condiciones de trabajo precarias. Esta incorporación sistémica de mano de obra migrante vulnerable ha ejercido una presión a la baja sobre los estándares laborales generales en todos los sectores. La ausencia de iniciativas de cohesión social sostenibles que aborden las dinámicas locales, junto con la excesiva centralización y escasa transparencia de las políticas gubernamentales –que a menudo pasan por alto estas tensiones o les restan importancia–, han ido avivando progresivamente la intensificación de las hostilidades entre la población. Pese a ello, la animosidad colectiva, atenuada por la retórica de la «musulmanidad», no fue atendida en la agenda política dominante hasta 2019.
En las elecciones locales de junio de 2019, el partido gobernante AKP perdió el control de Estambul frente al candidato de la oposición, Ekrem İmamoğlu, del Partido Republicano del Pueblo (CHP), lo que supuso la primera derrota del AKP en esta ciudad desde 1994. Ello era especialmente significativo, porque İmamoğlu tuvo que ganar dos veces las mismas elecciones locales para obtener la alcaldía. Tras esta derrota, el descontento ciudadano por la creciente presencia de personas sirias en Estambul cobró cada vez más fuerza (Heinrich, 2019). En respuesta, el Gobierno atribuyó el fracaso en buena parte por la creciente presencia de población inmigrante en las zonas metropolitanas, lo que supuso un punto de inflexión en el discurso político y las políticas del partido gobernante. Apenas un mes después de las elecciones, en julio de 2019, la gobernación provincial de Estambul anunció formalmente la interrupción total del proceso de inscripción en registro de la población siria (Karadağ y Üstübici, 2021). En el comunicado se declaraba que las personas sirias que vivían en Estambul debían regresar a las ciudades en las que se habían registrado inicialmente. Además, se hacía hincapié en que se facilitaría la repatriación voluntaria a Siria de quienes lo desearan. Esto indicaba una securitización de la retórica y las políticas migratorias, así como un considerable endurecimiento del enfoque del Gobierno, y dio lugar a un aumento de los controles e interceptaciones en toda la ciudad. Tales medidas intensificaron la presión sobre las personas sirias para que abandonaran Estambul y regresaran a las provincias en las que se habían registrado previamente (ECRE, 2020).
La fase inicial terminó, así, con un cambio en la retórica y las políticas del partido gobernante. La securitización de las políticas se agudizó aún más en 2020, cuando Turquía anunció que dejaría de asumir la responsabilidad de atender a la población refugiada y abrió los puestos fronterizos con la UE (Amnistía Internacional, 2020; Human Rights Watch, 2020). El 28 de febrero de 2020, tras la muerte de 34 combatientes de nacionalidad turca en Siria, el presidente Erdoğan apareció en televisión y anunció: «Lo dijimos hace meses: si esto sigue así, tendremos que abrir las puertas. Ellos [los países europeos] estaban molestos, no creyeron lo que dijimos. Y ayer lo hicimos, abrimos las puertas. Y ahora, esta mañana, hay unas 18.000 personas que han forzado las verjas; es posible que hoy lleguen a 25.000 o 30.000. No vamos a cerrar estas puertas en el futuro y esta situación continuará. ¿Por qué? La UE tiene que cumplir su palabra. No tenemos por qué alimentar y cuidar a tantas personas refugiadas. Si ustedes son honrados y sinceros, también asumirán una parte. Si no, abriremos estas puertas»4.
Inmediatamente después de este anuncio, miles de personas migrantes se precipitaron hacia el puesto fronterizo de Pazarkule, situado en la frontera terrestre greco-turca. La Policía, la Gendarmería, la guardia costera y la guardia fronteriza turcas recibieron órdenes de retirarse y no intervenir. De la noche a la mañana, los pasos fronterizos pasaron a denominarse «viaje a la esperanza» y se hicieron muy visibles para el público en general, con el propósito de mostrar las condiciones de vulnerabilidad de las personas migrantes y, en particular, retratar los actos brutales cometidos por las fuerzas de seguridad fronteriza griegas. También de repente, la población refugiada, que durante años había sido considerada muhajir, se convirtió en «bocas que alimentar».
Segunda fase: el punto de inflexión de 2021 en la senda hacia las elecciones de 2023
En el camino hacia las elecciones generales de 2023, los sentimientos antiinmigración se convirtieron en una fuerza emocional decisiva en la percepción social y, en última instancia, en el comportamiento electoral. Aunque la migración era un tema frecuente de conversación, de queja e incluso de enfado en las calles, estos sentimientos aún no habían encontrado salida en el ámbito político. La situación cambió con la creación del Partido de la Victoria (Zafer Partisi, ZP) en agosto de 2021 bajo el liderazgo de Ümit Özdağ, figura política bastante conocida en los círculos nacionalistas. Özdağ y su partido, que presentaba paralelismos con los partidos de extrema derecha europeos y su retórica antiinmigración, establecieron un programa restringido, centrado únicamente en la migración, que logró determinar la retórica política en Turquía.
El segundo semestre de 2021 fue un período decisivo en el panorama político del país: una confluencia de acontecimientos nacionales y regionales reconfiguraron el discurso público y acrecentaron la preocupación por la migración. El catalizador de este giro llegó en mayo de 2021, cuando la caída del Gobierno afgano respaldado por Estados Unidos, así como la rápida toma del poder de Afganistán por los talibanes, desencadenaron una importante oleada migratoria. Miles de personas afganas, que huían de la incertidumbre y la represión del nuevo régimen, iniciaron su arduo viaje hacia Turquía, en busca de refugio y estabilidad. En el verano de 2021, la cuestión había adquirido una dimensión más visible y de urgencia conforme los medios de comunicación se veían inundados de imágenes de grupos numerosos de jóvenes afganos que atravesaban el accidentado terreno próximo a la ciudad de Van, al este del país, tras haber cruzado irregularmente a Turquía desde la frontera iraní. Estas imágenes, difundidas repetidamente por los canales de noticias y las redes sociales, tocaron la fibra sensible de la ciudadanía turca. La vista de una afluencia aparentemente interminable de personas migrantes suscitó una preocupación generalizada y avivó el temor a la migración incontrolada y sus posibles consecuencias para la cohesión social y la estabilidad económica del país.
Es en este contexto que apareció la nueva fuerza política liderada por Özdağ y que redefiniría el debate sobre la migración en Turquía. La migración ya se veía como una amenaza intencionada e insidiosa para la nación, y a las personas migrantes –en cuanto categoría homogénea– como ilegales, criminales, incultas, bárbaras, abusadoras y violadoras, etc. En 2022, en una cuenta relacionada con el ZP, se publicó un vídeo de nueve minutos titulado La invasión silenciosa [Sessiz İstila], que se difundió rápidamente por las plataformas de las redes sociales5. El vídeo muestra un futuro distópico en el que la república turca se ha hundido, presentando a las personas turcas como ciudadanía de segunda clase sometida a la discriminación y la opresión de la mayoría árabe. Esta retórica provocadora caló hondo en un sector de la población que ya afrontaba dificultades económicas y una sensación de extrañamiento cultural.
En los meses siguientes se produjo una reorientación drástica del discurso público, al ir haciéndose los medios de comunicación y el discurso político cada vez más eco de las opiniones defendidas por el ZP. La migración se convirtió en el tema dominante del diálogo nacional y eclipsó otras cuestiones acuciantes, como el deterioro de la situación económica del país y las huelgas y movimientos obreros. A finales de 2021, Turquía sufría una grave hiperinflación, y el poder adquisitivo de la población asalariada caía hasta mínimos alarmantes. Sin embargo, pese a los evidentes apuros económicos, el tono de los debates, tanto en los medios de comunicación como en el ámbito político, seguía concentrado en la migración. Para enmarcar esta situación, cabe destacar que la transición de Turquía a un sistema presidencial –un juego político en el que quien gana se lo lleva todo– ha impulsado a los partidos políticos a la formación de coaliciones. En 2018 se modificó la ley electoral turca, lo que convirtió la política mayoritaria en la norma y las coaliciones preelectorales formales en una opción ventajosa o, más bien, en un requisito imprescindible para ganar las elecciones. Como consecuencia imprevista desde el punto de vista del poder legislativo, los partidos más pequeños adquirieron un grado considerable de influencia sobre la política dominante, y uno de estos resultados fue la importancia adquirida por Özdağ y su partido, junto con su ideario.
En aquel momento, los dos partidos más destacados de la oposición (centroizquierda y centroderecha) habían tratado de distanciarse del pujante discurso de la extrema derecha, pero la cuestión de la migración ya se había politizado de un modo irreversible y decisivo. Las entrevistas selectivas realizadas a diputados de la oposición se llevaron a cabo en un período en el que la migración no solo se había politizado, sino que los principales partidos de la oposición –el CHP y el Partido IYI– habían aceptado casi por completo la situación bajo la retórica del retorno de la población siria. El líder del CHP, Kemal Kılıçdaroğlu, adoptó este eslogan: «Devolveremos a nuestros hermanos y hermanas sirios a su patria en un plazo máximo de dos años». El clima político en el momento de realizar estas entrevistas indicaba claramente que las siguientes elecciones se verían muy influidas por la cuestión migratoria.
«Me siento como si estuviera en Oriente Medio o África»: tensiones sociales y culturales
En sus testimonios, los diputados intentaban justificar el hecho de que la migración se hubiera convertido en un punto central de sus programas de campaña electoral, al tiempo que trataban de diferenciar su postura de la del ZP. Este sutil malabarismo ponía de relieve la complejidad de hacer frente a un panorama político cada vez más dominado por la polarización de las narrativas sobre la migración. En este sentido, destacaban las presiones sociales derivadas de la inmigración incontrolada, que vinculaban con las inquietudes ya existentes y en torno al estilo de vida laico. Un diputado del CHP6 asociaba el surgimiento de enclaves culturales con «un aumento de la influencia islamista, que afecta a los estilos de vida (…). Una de las mayores preocupaciones de nuestros votantes es la creciente amenaza a su modo de vida, especialmente durante el ascenso del AKP (…). Cuestiones tales como las relaciones de género, la educación de las niñas, la vestimenta y cambios más amplios relacionados con el estilo de vida –desde los hábitos de alimentación hasta las normas sociales cotidianas– se convirtieron en fuentes de profunda inquietud (...). Ahora, además de todo esto, y aunque no sea la expresión más bonita, hay una sensación de mediorientalización que impregna diversos aspectos de la vida (...). Muchas personas asocian la ideología del AKP con estos grupos, y les preocupa que restablezcan prácticas tales como el matrimonio plural religioso o se opongan a la educación de las niñas. Estas preocupaciones, profundamente arraigadas desde hace mucho tiempo en la sociedad turca, no han hecho más que intensificarse en el clima actual. El reto al que nos enfrentamos ahora es cómo manejar y gestionar con eficacia este malestar».
Un diputado del Partido IYI7 describió el modelo de mediorientalización, señalando que se sentía como si estuviera en Oriente Medio o África cuando caminaba por las calles de Estambul. Aludiendo brevemente a los orígenes, costumbres y tradiciones socioculturales de las personas migrantes que se integran en el entorno del desempleo, en los enclaves formados y en la migración incontrolada, el diputado vinculaba la creación de guetos con las actividades delictivas: «Hechos tales como el acoso a las mujeres, el matrimonio de niñas a una edad aún más temprana de lo que tradicionalmente hemos considerado aquí y formas de prostitución que deberían ser socialmente inaceptables, son fenómenos nuevos y perturbadores. Son acontecimientos graves que una sociedad no puede ni debe normalizar fácilmente». En su opinión, las personas migrantes más competentes y capaces ya se habían marchado a Europa, y en el país se habían quedado las menos cualificadas.
Los diputados del Partido IYI establecían a menudo comparaciones entre los privilegios percibidos que se otorgaban a la población siria y los crecientes inconvenientes a los que se enfrentaba la ciudadanía turca bajo el Gobierno del AKP. Uno de ellos (ibídem) llegó a mencionar la larga lucha del partido prokurdo (Partido Democrático de los Pueblos-HDP) y el movimiento kurdo, en general, por el derecho a la educación en la lengua materna, reivindicación a la que su partido se ha opuesto sistemáticamente debido a su firme ideología nacionalista: «Por ejemplo, fíjese en el HDP: hoy, defiende la educación en la lengua materna, ¿no? ¿Y qué decimos nosotros? No, hermano, la educación en la lengua materna no es posible. Sin embargo, al mismo tiempo, en Turquía ya se imparte educación en lengua árabe. ¿Qué sentido tiene esto?». Los diputados del CHP y el Partido IYI destacaron el hecho de que la población turca «se ha convertido en migrante en su propio país», al gozar de menos privilegios que la de origen sirio. «Por ejemplo, mientras que la ciudadanía turca soporta largas filas en los hospitales, las personas migrantes supuestamente no sufren tales retrasos. Y, lo que es más sorprendente, estas reciben apoyo para la fecundación in vitro, casi como si los nacimientos naturales no aumentaran ya suficientemente su población. Esta situación está avivando la indignación entre la ciudadanía, creando un profundo sentimiento de injusticia y resentimiento» (ibídem).
De manera similar al ZP, los diputados del Partido IYI emplearon una retórica marcada por un enfoque culturalista esencialista, con conceptos como «altas tasas de natalidad», «hostigamiento» y «actividades delictivas», que estaban estrechamente unidos a la noción de mediorientalización; en ocasiones, junto con conspiraciones demográficas o la concesión secreta de la nacionalidad a las personas sirias por parte del Gobierno: «Todas ellas votarán al AKP (…). ¿Qué va a pasar dentro de 60 años si se quedan? Fíjese en Alemania: ha tardado 60 años en integrar a quienes nacieron allí [trabajadores invitados turcos]. Pero podríamos estar hablando de unos 40 millones de personas migrantes, mientras que la población total de Turquía podría alcanzar los 100 millones. ¿Por qué? Porque mientras nuestra tasa de natalidad disminuye, la suya no» (ibídem).
«El almacén de migrantes de la UE»: ambivalencia respecto a Europa
Los diputados del Partido IYI caracterizaron la instrumentalización de la diplomacia migratoria de la UE bajo el prisma de un «almacén de migrantes», mientras que los del CHP adoptaban un marco diferente y empleaban términos como «zona de amortiguación» o «esponja que absorbe la movilidad humana» en la periferia de Europa. «En su paranoia, Europa ha convertido de hecho a Turquía en un almacén de personas migrantes y a Erdoğan en el portero que tiene las llaves; a cambio, le pagan, en términos no solo económicos, sino también políticos. Por coste político me refiero a que probablemente bajan el tono de sus críticas, pensando: “No lo provoquemos; al fin y al cabo, es de Kasımpaşa”. Esta dinámica permite a Erdoğan beneficiarse de la situación, aprovechándola para su propio beneficio político» (ibídem).
Los diputados del Partido IYI mencionaron en repetidas ocasiones el chantaje que el Gobierno hacía a Europa. Los del CHP, por otra parte, consideraban que la relación «transaccional» entre Turquía y la UE era una tendencia creciente que debía problematizarse, al tiempo que citaban el recelo de la clase política europea ante el giro de Turquía hacia políticas aislacionistas, su alejamiento gradual de los valores universales y la disminución de su compromiso con las aspiraciones europeas. Sin embargo, pese a las preocupaciones expresadas, los diputados del CHP señalaron que las partes interesadas europeas no habían adoptado medidas significativas ni concretas para modificar esta trayectoria, y destacaron la desconexión existente entre palabras y hechos en la relación que la UE mantenía con Turquía. «Hay algunos prejuicios históricos en juego. A menudo parece que consideraran a Turquía un país periférico en el confín de Europa (...). Me viene a la mente un viejo dicho: “Bon pour l’Orient” [Bueno para Oriente]»8.El diputado reconocía que estas relaciones transaccionales habían beneficiado principalmente a la clase política de Ankara y Europa, así como a los grupos empresariales cercanos al poder establecido, mientras que «los que verdaderamente han sufrido son el pueblo de Turquía y las propias personas migrantes». Además, este diputado señaló que la UE consideraba a Erdoğan un «buen autócrata» que ayudaba a la UE y estaba abierto al diálogo. «Es casi irrisorio, pero existe; es lo que él dice a la UE: “Estoy manteniendo las cosas estables, no se entrometan demasiado en los asuntos nacionales”».
Un diputado del CHP ofreció un punto de vista más favorable a la UE, argumentando que esta no se había vuelto dependiente de Turquía, ya que seguía evaluando las relaciones bajo el prisma de la democracia, los derechos fundamentales y los derechos humanos. También sostuvo que el incumplimiento de estas normas por parte de Turquía había reducido la relación a una de carácter puramente transaccional, cambio que atribuía a las acciones de Ankara. Criticaba el uso de las amenazas como chantaje por parte de Turquía y señaló que la UE se había resistido a tales tácticas, lo que incluía el refuerzo de los controles fronterizos de Grecia, pero sin nombrar los métodos inhumanos que conllevaba dicha medida. En su opinión, los esfuerzos de Turquía por poner de relieve estas duras medidas no se ajustaban a los principios de un Estado bien gobernado ni de una política exterior responsable9.
«Cada sirio contratado quita un puesto de trabajo a un trabajador turco»: dificultades económicas
La economía es otro factor decisivo en el imaginario de la migración en Turquía. Uno de los diputados del Partido IYI hizo hincapié en el «impacto económico negativo» y planteó la cuestión del empleo, subrayando que las personas sirias conseguían empleo a expensas de la ciudadanía turca. Este sentimiento refleja una preocupación más amplia entre la población turca, que se siente marginada desde el punto de vista económico frente a las personas refugiadas que acceden al mercado laboral aceptando salarios más bajos y modalidades de trabajo informales. Uno de los diputados del CHP destacó la creciente dependencia de Turquía de la mano de obra barata, mientras que los del Partido IYI afirmaban que la población siria, al aceptar salarios más bajos, desplazaba a la fuerza laboral turca. Sin embargo, estos también admitían que la motivación principal de las entidades empleadoras era el beneficio, lo que ponía de manifiesto la dinámica económica subyacente que impulsaba el mercado laboral.
«Le pregunto al empresario: “¿Por qué los contrata a ellos en vez de a un trabajador turco?”. Entro en un taller: hay ocho trabajadores, y cinco de ellos son sirios. Todo está claro; nadie oculta nada ni trata de evitar la comprobación. Entonces el empresario se dirige a mí y dice: “Ah, ni te creerías lo bien cualificados que están para la carpintería”. Tonterías. Se trata de mano de obra barata, ni más ni menos (...). Lo que ocurre está claro: muchos sectores funcionan fundamentalmente con mano de obra casi esclava»10. Este comentario refleja la idea del Gobierno de que «la economía turca podría hundirse si las personas sirias retornaran», lo que pone de manifiesto una discrepancia entre los intereses económicos y la retórica política. Al respecto, cabe destacar que se pueden apreciar frecuentes contradicciones en la retórica de los diputados del Partido IYI sobre la economía política de este asunto. Por un lado, hacían hincapié en la mano de obra barata y las condiciones de trabajo informales, casi esclavistas, en las que trabajaban muchas personas sirias. A continuación, daban un giro brusco y representaban a la población siria como personas no refugiadas, sino migrantes por razones económicas que vivían cómodamente en Turquía, recibían asistencia social y llevaban una vida desahogada, lo que resume el dicho turco «El pan de la mano, el agua del lago». En su opinión, «con estas oportunidades, solo un insensato regresaría a su país».
Cuando se preguntaba a los diputados del Partido IYI la razón por la cual la oposición había respaldado el lema «Devolveremos a los sirios», su respuesta era: «Cuando salimos a la calle, la frase más frecuente empieza por “vamos a echar a estos sirios, ¿no?”. En otras palabras, si hubiera cinco criterios en la preferencia ciudadana a la hora de votar en las próximas elecciones, entre ellos figurarían “qué salario mínimo voy a cobrar”, “cuánto cuesta el pan” y “si se van a ir estos sirios”. Entonces, si en la sociedad existe esta sensibilidad, todos los partidos políticos, incluido el nuestro, tenemos que ofrecer soluciones al respecto» (ibídem). El diputado del CHP, por su parte, respondió con cautela aludiendo al discurso duro y de exclusión de la política dominante. En su opinión, estas narrativas formaban parte de la estrategia de atracción del voto: «En Turquía hay un mecanismo extraño. Cuando abordas la cuestión desde tus propios valores políticos –desde un punto de vista socialdemócrata y, por supuesto, de una manera que coloca los valores humanos en el centro– y te diriges a la población, se produce una gran reacción, quizás debido a los recientes acontecimientos. Y la política, al final, se hace con el apoyo de la gente: consigues votos, te eligen... Esto no se debe olvidar, es lo primero que quiero decir»11.
Para hacer frente a estos retos, la coalición opositora Alianza Nación abogó por unas políticas de inmigración más restrictivas y aumentar la seguridad fronteriza con el lema de la «frontera es honor». La piedra angular de su campaña fue el retorno de las personas sirias a su país de origen. La intensidad de esta retórica se incrementó y esta coalición, que no había conseguido una mayoría legislativa, se colocó a 4,5 puntos porcentuales del presidente Erdoğan antes de la segunda vuelta electoral (Balta et al., 2022). La reacción del líder del CHP, Kılıçdaroğlu, fue recalibrar significativamente su estrategia de campaña en la segunda vuelta, adaptándose más a los sentimientos nacionalistas. Cabe mencionar que la Alianza Nación obtuvo el respaldo del ZP y se alió con su líder, Ümit Özdağ, al que incluso llegó a ofrecer el cargo de ministro del Interior.
De esta forma, el panorama político durante las elecciones de 2023 se convirtió en un campo de batalla en torno al aumento de los sentimientos nativistas y nacionalistas, con la inmigración como eje de la retórica de la campaña. La derecha radical del ZP no se limitó a fijar la agenda de las elecciones, sino que también atrajo a toda la oposición de centro hacia su línea ideológica. Visto en retrospectiva, el tuit que Özdağ publicó un año antes de las elecciones fue revelador. Tras la supuesta decisión de cancelar la ciudadanía de 15.000 personas extranjeras en mayo de 2022, Özdağ, de forma bastante jactanciosa, tuiteó: «Hemos mostrado cómo se hace una verdadera oposición» 12. Sin embargo, esta estrategia acabó fracasando y Erdoğan obtuvo la Presidencia. Una vez más, el caso turco muestra un modelo distinto respecto a los países europeos, en los que las campañas antiinmigración de los partidos políticos vienen recibiendo el apoyo popular en las últimas elecciones.
Tercera fase: después de las elecciones de 2023, un capítulo cerrado por la caída de Assad
La fase actual comenzó tras las elecciones generales del 14 de mayo de 2023, en las que se eligieron el presidente y el Parlamento. Al no alcanzar ningún candidato presidencial más del 50% de los votos en la primera vuelta, se celebró una segunda vuelta el 28 de mayo, en la que Recep Tayyip Erdoğan fue reelegido presidente. Aunque estas elecciones se centraron en el lema «devolveremos a los sirios» y «la frontera es honor», tras los comicios el debate político sobre migración se calmó y la oposición le ha ido prestando mucha menos atención. En las posteriores elecciones locales de 2024, tras la celebración de su congreso y la renovación de liderazgos, el CHP efectuó un considerable cambio estratégico en su retórica antiinmigración. En dichas elecciones, en general, no se registró un alto grado de politización de la migración: los partidos de la oposición, sobre todo el CHP, se alejaron de sus narrativas anteriores y adoptaron en su lugar una visión novedosa centrada en el «municipio social», orientada a la ayuda social para las personas necesitadas (TÜSES, 2024). Ello otorgó al CHP una victoria electoral histórica sobre el AKP (BBC, 2024).
Sin embargo, a pesar de que el conflicto político sobre la cuestión de la migración ha perdido notoriedad en el lado de la oposición, tras los comicios de 2023 también se asistió a un cambio radical en las políticas y las estructuras del partido gobernante, al tiempo que se intensificaban las operaciones «de barrido» en consonancia con el «gran plan de retorno» de la población siria. Las operaciones «de barrido», como las denomina el Ministerio del Interior, comenzaron en 2022 con el acotamiento de numerosas provincias y distritos para la renovación de la inscripción en registro (Birgün, 2022). Además, se otorgó a las personas sirias un plazo de 45 días para registrarse de nuevo en sus provincias y se les informó de que, de lo contrario, sus documentos de identidad quedarían inactivos. El trabajo de campo revela que estas políticas proliferaron enormemente a través de la multiplicación de los controles de seguridad por medio de vehículos de migración ambulantes, visitas a domicilio y redadas en los lugares de trabajo, la desactivación arbitraria de los documentos de identidad y las prácticas de retorno forzoso (Balkan, 2024). En consecuencia, el número de personas sirias registradas con arreglo al régimen de protección temporal, que había sido de 3,5 millones en 2022, se redujo a 3,2 millones en 2023 y a 2,7 millones en abril de 202513. En 2024, tras más de una década de migración, Turquía se convirtió en el segundo país del mundo en acogida de población refugiada, solo por detrás de Irán.
El «gran plan de retorno» se ha puesto en marcha, pero los detalles se han mantenido en secreto para la población, con la excepción de las estadísticas a nivel macro que se publican periódicamente. En el plan se destacaban las obras de infraestructuras de Turquía y la participación de empresas constructoras en el norte de Siria –como viviendas, escuelas, centros de salud y servicios públicos–, planteadas como una iniciativa humanitaria en favor de los «hermanos» (Adar, 2020; Mencütek, 2023)14. En la actualidad, si bien la prominencia de la migración ha quedado limitada a la retórica gubernamental, y adquiere visibilidad únicamente cuando el Ministerio del Interior difunde estadísticas a nivel macro, la polarización del ámbito político ha disminuido. La atención se ha desplazado casi por completo a la dinámica del retorno, y el Gobierno del AKP se ha posicionado como el principal artífice y ejecutor del plan de retorno. Se aprecia en esto el debilitamiento de la politización de la migración impulsada por los partidos opositores mientras el partido gobernante ha dominado los debates públicos con su retórica y con la aplicación del plan de retorno.
Además, el 8 de diciembre de 2024 se produjo una transformación inaudita en Siria: la desaparición del régimen autoritario de la dinastía al-Asad, que se había mantenido en el poder desde 1970, junto con el colapso de la hegemonía política del Partido Baaz, vigente desde 1963. La caída imprevista y abrupta del régimen de Bashar al-Assad planteaba cuestiones fundamentales sobre la trayectoria futura de Siria en materia política y socioeconómica, así como sobre las perspectivas de la comunidad siria residente en otros países. En Turquía, el partido gobernante amplificó la atención que el retorno recibía en los medios de comunicación, haciendo hincapié en el creciente número de personas sirias que se repatriaban voluntariamente a su tierra natal. Así, mientras Erdoğan afirmaba a inicios de 2025 que «hacia el verano, con las vacaciones escolares, la concentración [de personas] en los puestos fronterizos aumentará aún más»15, desde la portavocía del partido gobernante se seguía comunicando el aumento del número de retornos: «Nuestra capacidad diaria de [gestionar] retornos voluntarios y en condiciones de seguridad y dignidad en nuestros puestos fronterizos era de unos 3.000. Esta capacidad era suficiente, ya que pasaban entre 350 y 400 personas al día. No obstante, como el número de cruces puede aumentar [tras la caída de Assad], hemos aumentado esta capacidad a entre 15.000 y 20.000 cupos»16. Según las últimas cifras macro de la Presidencia de Gestión de la Migración, el número de personas sirias retornadas tras la caída de Assad aumentó a 133.00017.
Tras la caída de Assad, el 20 de enero de 2025 se puso en marcha una investigación contra el líder del ZP, Ümit Özdağ, por insultar al presidente. También se añadieron a la investigación los materiales sobre migración publicados por este en las redes sociales desde 2021. El político fue detenido a los pocos días por «incitar a la población al odio y la hostilidad». Así, en la actualidad, mientras la figura clave que impulsó la politización de la migración entre 2021 y 2023 está en prisión, sus promesas sobre la devolución de las personas sirias están siendo cumplidas por el propio partido gobernante.
Conclusión
Este artículo ha analizado la politización de la migración en Turquía, un caso singular caracterizado por presentar fluctuaciones volátiles en lugar de un aumento gradual. El análisis longitudinal de la década de la migración (2014-2024) –durante el cual Turquía se convirtió primero en el principal país de acogida de personas refugiadas para pasar luego al segundo lugar– pone de manifiesto unas constantes cíclicas de (des)politización en los ámbitos público, político y normativo, instrumentalizadas tanto por los partidos gobernantes como por los de la oposición. Las políticas de gobernanza migratoria, arbitrarias y poco transparentes, desempeñan un papel clave en esta instrumentalización: el partido gobernante aprovecha la situación ante las cambiantes dinámicas nacionales e internacionales, mientras que la oposición la utiliza para canalizar las quejas contra el gobierno autoritario.
Examinando las tres fases de este proceso, se observa en la primera que la politización de la migración no está directamente ligada al aumento del número de llegadas. En este período, se percibe un desfase entre los ámbitos público y político: las crecientes tensiones sociales no entraron en la política a través del discurso solidario de la relación muhajir-ansar del partido gobernante, el AKP, hasta 2019. Tras perder este las zonas metropolitanas en las elecciones locales, pasó a aplicar en primer lugar políticas de securitización para, a continuación, visibilizar en grado excesivo el éxodo migratorio abriendo las fronteras de la UE.
La segunda fase, el punto álgido de la politización, muestra la adquisición de poder simbólico por parte de los partidos de derecha radical para influir en la retórica de los partidos mayoritarios de izquierda y derecha (los principales impulsores). Los testimonios de los diputados ponen de manifiesto que la politización no se debía solo a unas narrativas socioculturales y económicas que se asemejaban a las de Europa, sino también a una reacción contra las políticas de externalización de la UE.
La última fase contrasta con el caso de Europa, ya que la elevada politización de la migración durante las elecciones generales no reportó la victoria a los partidos que la impulsaron. Así, los partidos de la oposición recularon y, aunque el el fundador del partido radical fue encarcelado, su relato del «gran retorno de los sirios» fue adoptado por el partido gobernante a nivel político y normativo, en consonancia con las estrategias geopolíticas posteriores al Gobierno de Al-Assad.
El caso de Turquía ilustra el carácter complejo y multidimensional de la política migratoria. A diferencia de lo que ocurre en Occidente, en Turquía la ciudadanía y la población migrante sufren igualmente la erosión del Estado de derecho y el empobrecimiento, mezclándose la resistencia al gobierno autoritario con el sentimiento antiinmigrante. Esta paradoja deja cada vez más al margen las críticas alternativas que conciben la equidad a nivel mundial.
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Notas:
1- La llegada anual de personas sirias al amparo del estatuto de protección temporal puede constatarse en el gráfico oficial de la Presidencia de Gestión de la Migración del Gobierno turco: https://en.goc.gov.tr/temporary-protection27
2- Traducción libre. Para consultar el discurso entero, véase: https://diyanet.gov.tr/tr-TR/Kurumsal/Detay/26091/2019-yili-mevlid-i-nebi-haftasinin-acilis-programi-istanbulda-yapildi
3- International Crisis Group realiza encuestas sobre el aumento de la tensión y el resentimiento en la sociedad. Véase: https://www.crisisgroup.org/europe-central-asia/western-europemediterranean/turkey/248-turkeys-syrian-refugees-defusing-metropolitan-tensions
4- Traducción libre. Véanse las declaraciones televisadas enteras en: https://www.youtube.com/watch?v=NfYfqGHam4k
5- La serie de vídeos (en turco) alojada en YouTube puede consultarse en: https://www.youtube.com/watch?v=EpPo5vjC2bE
6- Entrevista al diputado 3 (22 de marzo de 2022).
7- Entrevista al diputado 1 (17 de marzo de 2022).
8- Entrevista al diputado 3 (22 de marzo de 2022).
9- Entrevista al diputado 4 (12 de abril de 2022).
10- Entrevista al diputado 1 (17 de marzo de 2022).
11- Entrevista al diputado 3 (22 de marzo de 2022).
12- Para obtener información más detallada, véase (en turco): https://www.indyturk.com/node/509296.
13- Para más información, véase: https://en.goc.gov.tr/temporary-protection27
14- El presidente Tayyip Erdoğan anunció en mayo de 2022 con detalle el «gran plan de retorno» en el norte de Siria. Véase (en turco): https://www.iletisim.gov.tr/turkce/haberler/detay/cumhurbaskani-erdogan1-milyon-suriyeli-kardesimizin-gonullu-geri-donusunu-saglayacak-yeni-bir-projenin-hazirliklari-icindeyiz
15- Véase el discurso completo, en turco, en: https://www.youtube.com/watch?v=xw0RAdpiEh8
16- Traducción libre. Véase: https://tr.euronews.com/2024/12/10/esadin-devrilmesinin-ardindan-turkiyedeki-suriyeli-multeciler-evlerine-donmeye-basladi (10 de diciembre de 2024 ).
17- La declaración oficial de la Presidencia de Gestión de la Migración está disponible en: https://www.goc.gov.tr/cumhurbaskani-recep-tayyip-erdogan-8-araliktan-bu-yana-suriyeye-gonullu-olarak-donen-kardeslerimizin-sayisi-133-bin-oldu (07 de marzo de 2025).
Palabras clave: politización, migración, Turquía, discurso político, debates electorales, política migratoria
Cómo citar este artículo: Karadağ, Sibel. «Una década de migración en Turquía y la trayectoria de su politización». Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.º 140 (septiembre de 2025), p.125-147. DOI: doi.org/10.24241/rcai.2025.140.2.125
Revista CIDOB d’Afers Internacionals, nº 140, pp. 125-147
Cuatrimestral (mayo-septiembre 2025)
ISSN:1133-6595 | E-ISSN:2013-035X
DOI: https://doi.org/10.24241/rcai.2025.140.2.125
Fecha de recepción: 13.02.25 ; Fecha de aceptación: 06.05.25