Reseña de libros | La fórmula Obama

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_115
Data de publicació: 05/2017
Autor:
Paula de Castro, investigadora y gestora de proyectos, CIDOB
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 Reseñas de libros

Chollet, Derek. The Long Game: How Obama defied Washington and redefined America´s role in the world. PublicAffairs, 2016. 262 págs.

A mediados de 2016, cuando el todavía presidente Obama no había terminado su mandato, los expertos ya ocupaban varias páginas de análisis sobre la política exterior de Obama y cuál sería su legado. Una de las primeras aportaciones que se hicieron a este respecto fue el libro de Derek Chollet, The Long Game: How Obama defied Washington and redefined America´s role in the world. Con este libro, quien ocupó altos cargos en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono, y ejerció asimismo como Assistant Secretary of Defense for International Security Affairs de 2012 a 2015, expone la visión de país y de política exterior del presidente Obama como si de una fórmula se tratara. Chollet bautiza esta fórmula como the long game strategy («la estrategia del juego de fondo»). 

La aportación que hace Chollet con este libro tiene tres objetivos: por un lado, exponer la visión de política exterior del presidente Obama; por otro, ofrecer casos concretos que ejemplifican de qué manera the long game strategy guió el proceso de toma de decisiones de Obama y, finalmente, hacer una crítica a la manera de pensar la política internacional por parte de la comunidad de expertos en Washington. Chollet parte de la idea de que para el presidente Obama el excepcionalismo de Estos Unidos es indudable, pero añade que esa grandeza debería venir determinada por el reconocimiento de los límites de actuación que tiene toda nación en el mundo globalizado e interdependiente de hoy en día. Esta visión, que le costó grandes detractores a Obama, fue la que rigió la fórmula de Obama en política exterior y que Chollet describe en sus páginas como una mezcla de equilibrio, restricción, sostenibilidad, precisión, escepticismo y paciencia.

Según Chollet, para el presidente Obama era fundamental encontrar el equilibrio entre las exigencias de una agenda global y los recursos a disposición. Pare ello, era importante sopesar si la crisis en cuestión suponía o no un ataque directo a los intereses nacionales, cuáles eran las herramientas a disposición y realizar una evolución de las consecuencias de actuar o no en un determinado escenario. El siguiente elemento de la ecuación sería dotar de sostenibilidad a sus decisiones más allá de su propio mandato. Según Chollet, Obama tenía la obsesión de dejar un país en orden, a diferencia de cómo se lo había encontrado: un país imbuido en dos guerras (Irak y Afganistán), una profunda crisis económica y una imagen internacional por los suelos. De ahí la obsesión del presidente Obama con la precisión, el escepticismo y la paciencia. La precisión, como método para reducir el margen de error. El escepticismo ante las «respuestas rápidas y justificaciones fáciles» de una comunidad de expertos en Washington que, según Obama, están «obsesionados por el simbolismo, el teatro y la falta de asunción de responsabilidades». Y, finalmente, la paciencia que requiere dejar que las políticas surjan efecto. Una paciencia que, como estamos viendo en los primeros meses de mandato, el presidente Trump ya está poniendo a prueba.

Esta fórmula descrita por Chollet fue vista por los críticos de Obama como la clave de la debilidad, retirada y humillación del país a nivel internacional. Ahora bien, Chollet responde a estas críticas con capítulos enteros dedicados a ilustrar cómo el pensamiento y las acciones de Obama responden a lo que él llama un jugador de riesgo que aplica el «juego de fondo». Entre los ejemplos, Chollet dedica líneas a la situación de seguridad en Afganistán, la inestabilidad de Irak, los conflictos de Libia, Siria y Ucrania, las primaveras árabes y la crisis en Egipto, la emergencia de la organización Estado Islámico, el programa nuclear de Irán y el resurgir de la política ofensiva de Rusia, entre otros. 

Aunque Chollet entona un mea culpa y reconoce que en algunos escenarios como Siria, Ucrania o Libia la Presidencia de Obama hubiese podido hacer más, considera que el mandato de Obama produjo éxitos como la destrucción del arsenal químico de Siria y el pacto nuclear con Irán. De hecho, sobre estos dos casos, el libro hace una reflexión sobre el sobreuso del accionar militar como única respuesta a las crisis internacionales. Sirviéndose de varios discursos y del manifiesto político de Obama –The audacity of hope (La audacia de la esperanza)–, Chollet recuerda que, aunque el uso de la fuerza a veces sea imperioso, existen otros instrumentos que pueden conseguir una mayor precisión de la acción. Los instrumentos: una combinación de diplomacia, sanciones económicas y la formación alianzas internacionales. El resultado: conseguir la destrucción del armamento químico de Siria y nuclear de Irán sin necesidad de una intervención militar.

Con este argumento de Chollet se puede llegar a explicar lo que en su momento fue inverosímil, como la no intervención en el caso de Siria, o difícil de asimilar para algunos socios, como en el caso de Irán (en particular para Israel y los países del Golfo). Sin embargo, no se debe olvidar que el mandato Obama será posiblemente recordado por hacer un sobreuso de la fuerza en otros contextos. Puede que el presidente Obama haya sido el más reacio a poner tropas en los escenarios de conflicto, pero seguramente pasará a la histórica como el presidente que más uso ha hecho de los drones, más asesinatos selectivos ha llevado a cabo y poca claridad ha tenido a la hora de armar o no a rebeldes en escenarios como el de Siria o Ucrania. 

Finalmente, cabe destacar dos reflexiones particularmente interesantes. En primer lugar, la posición de free-rider que han tomado los aliados de Estados Unidos (en particular, su socio europeo) a la hora de responder a las crisis internacionales; una reflexión con la que Chollet pretende justificar la estrategia de Obama de leading from behind en el caso de Libia. Y, en segundo lugar, el breve análisis histórico que ofrece sobre el posicionamiento del Partido Republicano y del Partido Demócrata en materia de política exterior. Sobre este último aspecto es especialmente interesante la comparación histórica que hace Chollet sobre cómo dos republicanos como Dwight D. Eisenhower (1953-1961) y George H. W. Bush (1989-1993) fueron fuente de inspiración para el presidente Obama. Y aún más, Chollet brinda a la literatura académica otros dos modelos que llaman la atención por la particularidad del momento histórico en el que sirvieron y las dificultades a las que se enfrentaron: Richard Nixon (1969-1974) y John Quincy Adams (1825-1829).

Aunque se pueda estar de acuerdo o no con las decisiones tomadas en materia de política exterior de la Presidencia de Obama, no se puede dudar que el libro de Derek Chollet hace una aportación valiosa a la academia, estudiantes y líderes políticos a la hora de analizar cómo ha funcionado el proceso de toma de decisiones dentro de la Presidencia más poderosa del mundo. Derek Chollet logra conseguir esta aportación mediante un equilibrio entre el análisis y la evidencia de primera mano de una persona que estuvo en la mesa de decisión sobre cada uno de estos temas. 

 

 

DOI: doi.org/10.24241/rcai.2017.115.1.203