Reseña de libros | Generación revolución: el dilema de subvertir el orden establecido

Revista CIDOB d' Afers Internacionals_118
Data de publicació: 04/2018
Autor:
Naomí Ramírez Díaz, Doctora en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos
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Aspden, Rachel. Generation Revolution: On the Front Line Between Tradition and Change in the Middle East. Other Press, 2017, 262 págs.

«Al principio me dejaba perpleja el hecho de que jóvenes que querían empleos modernos, entretenimiento moderno y comodidades modernas pudieran aferrarse a creencias tradicionales sobre roles de género, sexo y matrimonio (…) [pero, comprendí que] invertir la jerarquía era complicado y los resultados inciertos. Dicha lección se aplicaría igualmente al hecho de retar al propio Estado» (p. 49).

Con la mirada de una profesional y desde la observación participante, Rachel Aspden dibuja un retrato en movimiento, poco alentador, de la sociedad egipcia previa y posterior a la caída del régimen de Mubarak en enero de 2011. En concreto, la autora esboza las aspiraciones o falta de las mismas de las jóvenes generaciones de egipcios que participaron en, o fueron testigos de, la revolución que puso fin a décadas de autoritarismo, y que ella denomina «generación revolución». Casi siete años después de la caída de Mubarak, esta generación –nos explica la autora– se habría rendido a los hechos consumados y a la realidad de que el cambio político nunca estuvo de veras en su mano. 

Sin embargo, el suyo no es un análisis político de la situación stricto sensu, sino que se adentra en las entrañas del ethos egipcio para descubrir una sociedad no solo presa del autoritarismo, sino también de tradiciones, comportamientos y moralismos asfixiantes que poco tenían y tienen que envidiar a la represión estatal. De hecho, los cambios políticos y el entusiasmo que se apoderaron de esa generación en los meses posteriores a la dimisión de Mubarak no supusieron un cambio perceptible en lo que se refiere a tales usos y costumbres. Al contrario, estos, como en realidad había sucedido siempre, serían aprovechados para seguir ejerciendo el control político sobre esta nueva generación que ya no se conformaba con el viejo trueque de seguridad a cambio de sometimiento. Los nuevos métodos incluían el uso interesado del discurso y el imaginario religioso, las pruebas de virginidad en las plazas para asegurar que las mujeres manifestantes no habían «manchado» el honor de la familia, las reprimendas a mujeres agredidas por haber osado caminar solas, las acusaciones de falta de moral lanzadas contra los rivales políticos o el sempiterno recurso a la homosexualidad como muestra de depravación, inmoralidad y ausencia de virilidad. 

Lejos de rebelarse contra ello, salvo en contadas excepciones que Aspden también refleja en su relato, hombres y mujeres jóvenes sucumbían a los encantos de los nuevos predicadores que mezclaban en sus discursos lo moderno y lo tradicional. Ello, en definitiva, no era más que un espejismo de cambio, mientras que el empleo del lenguaje religioso incidía en los temores de las familias ante cualquier posibilidad de deshonra o vergüenza, focalizada, una vez más, en las mujeres, su vestimenta y su comportamiento. Las sacudidas de hombros ante el hecho de que «Egipto es una país religioso» no convencían a la autora. De hecho, en repetidas ocasiones, Aspden expresa su incomprensión de que hubiera quien defendiera el islam como único modelo de comportamiento humano capaz de crear una sociedad más justa y abierta, especialmente para las mujeres, cuya situación, como ya habrá adivinado el lector, puede considerarse el verdadero leitmotiv de la obra, que se inicia con un capítulo titulado «Mujeres en un mundo de hombres».

En efecto, la autora parte de una sensibilidad especial hacia el sistema patriarcal y sus manifestaciones (que ella misma ha experimentado), que vincula directamente, como decíamos, con el autoritarismo estatal, hasta el punto de considerar que el cambio político, si llegara a darse, debería incluir un cambio de paradigma social que otorgara una mayor libertad en el ámbito privado. Sin embargo, la red de espionaje social era (y es) tan densa que la única escapatoria para quienes abandonan o se desvían del camino marcado termina siendo huir del país y/o la localidad de origen, o bien llevar una doble vida que no les permite liberarse de sus demonios y les introduce en una espiral de contradicciones. Así, mientras tienen pesadillas con su destino tras la muerte, los jóvenes egipcios sufren una especie de esquizofrenia entre el disfrute de los bienes de consumo y ocio occidentales, por un lado, y la firme condena al «libertinaje» de las sociedades que los producen, por otro. Semejante situación, explotada por las autoridades tras la restauración del régimen militar a cargo de Abdel Fattah al-Sisi, que no logra contener a una población que ha conocido días de mayor libertad, más que por métodos más persuasivos, habría sido factor impulsor del aumento de ataques contra mujeres, la xenofobia y la detención de disidentes delatados por sus conciudadanos. La mejor manera de controlarlos, pues, es mantenerlos enfrentados, siguiendo el antiguo adagio de «divide y vencerás». Solo así se pueden eliminar las expectativas de cambio de toda una generación.

Sin duda, nos encontramos ante un lúgubre retrato de una sociedad viva y diversa, quizá mucho más diversa de lo que parece traslucir la autora, en el que las excepciones parecen contarse con los dedos de una mano y se tiende, en ocasiones, a homogeneizar en la descripción. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, las protagonistas del libro son, en general, lo que Aspden considera más la excepción que la regla, mientras que en el caso de los hombres la proporción parece invertirse. En cierto modo, ello obedece a que la imagen que se transmite parte de una mirada desde la superioridad que le otorga el hecho de ser una ciudadana británica en el país, que expresa sus opiniones desde su propia óptica. No se trata de caer en falsos culturalismos, pero la comprensión de los procesos propios de cada sociedad es ineludible para evitar juicios de valor u opiniones sesgadas. Solo intentando posicionarse desde la igualdad, alejándose en la medida de lo posible de las tradicionales relaciones de poder, se pueden establecer verdaderos diálogos y no miradas que, en vez de reflejarse en los ojos del otro, se sitúan a diferente altura. Esta es quizá la tarea pendiente de los que nos dedicamos a los estudios de área, en especial en la región que ocupa a este libro y que durante meses demostró que tenía importantes lecciones y enseñanzas que ofrecer al mundo. No en vano, Aspden dedica su monográfico a «la gente de Egipto, que fue tan amable conmigo».

En definitiva, el libro Generación revolución: en la primera línea del enfrentamiento entre la tradición y el cambio en Oriente Medio es una contribución clave para comprender las dinámicas autoritarias que terminan por apagar toda chispa de vitalidad en sociedades tan vivas como cualquier otra. Aspden logra hacerlo, además, desde una muy necesaria perspectiva de género que pone el acento en la obsesión por el control social a través del control del cuerpo, los movimientos y el pensamiento de la mujer.

Revista CIDOB d’Afers Internacionals, nº 118 
Cuatrimestral (abril 2018)
ISSN:1133-6595 | E-ISSN:2013-035X

DOI: doi.org/10.24241/rcai.2018.118.1.256