Entre China y Taiwán: el caso de Nicaragua y el Gran Canal Interoceánico
Carmen Grau Vila, periodista especializada en Asia Oriental; intérprete de japonés y consultora en proyectos entre Asia, España y América Central; colaboradora de La Prensa (Nicaragua). carmen.grau.vila@gmail.com
La concesión del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua por el Gobierno sandinista a la empresa china HKND no parece responder a un cambio en la política exterior nicaragüense en favor de la China continental y en detrimento de Taiwán, sino más bien un paso más hacia la consecución de un sueño nacional nicaragüense en el que la empresa inversora es china. La historia nicaragüense –enlazada a cantidad de proyectos canaleros durante siglos–, la influencia diplomática de Taiwán –basada en la cooperación al desarrollo– y la permanencia de Daniel Ortega en el poder llevan a determinar que en Nicaragua, a corto y medio plazo, el statu quo entre China y Taiwán no se verá afectado por este proyecto. No obstante, todo apunta a una estrategia geopolítica de China en la región y la concesión del canal a una empresa de este país levanta polémicas.
Los recientes acontecimientos en torno a la construcción del Gran Canal Interoceánico en Nicaragua, que unirá el océano Pacífico con el mar Caribe, abren nuevos debates que atañen a países de América Central, a Estados Unidos y a la conexión de este continente con Asia. Por una parte, el secretismo y silencio diplomático alrededor del proyecto hacen despertar sospechas en cuanto a la viabilidad real de una obra de grandes magnitudes en uno de los países más pobres de América Latina que, además, se encuentra a poca distancia del Canal de Panamá. Las críticas internas en Nicaragua no se han hecho esperar, en un contexto en el que se debe tener en cuenta la influencia política del líder sandinista y actual presidente de la República, Daniel Ortega, quien aúna su destino político a un proyecto considerado sueño histórico del imaginario nacional. Por una parte, se esgrimen argumentos en contra de ese aferramiento recurrente al sueño hasta ahora fallido: la falta de información, el uso del proyecto como arma política del Gobierno y la opaca relación con las empresas chinas. Por otra parte, se habla de un giro geoestratégico de la República Popular China en América Latina, concretamente en América Central, región de influencia de los Estados Unidos desde el siglo xix.
Al mismo tiempo, con una República de China (Taiwán) cada vez más aislada internacionalmente y el auge económico y militar de la China continental, el reconocimiento de Taiwán por parte de 22 estados es el único apoyo internacional que se mantiene para la isla. En este sentido, Nicaragua –país que desde la dictadura de Somoza de mitad del siglo xx hasta el actual Gobierno sandinista ha pasado por una revolución, una guerra y una tentativa de democracia– ha ido virando en sus distintas etapas históricas hacia el reconocimiento de Taiwán o el reconocimiento de China. En la actualidad, a pesar de que Taiwán mantiene en el país centroamericano una de las pocas embajadas de las que todavía dispone y es un gran actor de la cooperación al desarrollo en este país –con una de las rentas per cápita más bajas del continente americano1–, un nuevo factor de carácter geoestratégico provocado por los intereses asiáticos puede haber entrado en juego en la región. El Gran Canal Interoceánico, aprobado en 2012 por el Gobierno nicaragüense y cuya concesión fue otorgada en 2013 a una empresa china, permanece a fecha de hoy rodeado de especulaciones, por lo que se mantiene la duda de si las empresas chinas actuarán como nuevos actores de desarrollo económico en la región.
Para comprender mejor el contexto en el que se enmarca el proyecto del Gran Canal Interoceánico, así como sus posibles consecuencias, este estudio aborda, en primer lugar, las relaciones bilaterales entre Nicaragua, China y Taiwán; para ello, pone el foco en la importancia de la cooperación taiwanesa en Nicaragua y las relaciones comerciales entre los dos países. En segundo lugar, analiza el proyecto del Gran Canal como un sueño nicaragüense; revisa las negociaciones con empresas chinas para la concesión y da cuenta de la oposición y los desafíos del proyecto. Finalmente, se interroga acerca de los posibles intereses geoestratégicos en torno al mismo y ofrece algunas conclusiones del proceso. Este análisis está basado, además de en fuentes primarias y secundarias, en conversaciones con funcionarios extranjeros en Nicaragua, periodistas, ingenieros y otras personalidades nicaragüenses durante una estancia de la autora en el país2.
Relaciones bilaterales entre Nicaragua, China y Taiwán
El caso aquí presentado centra el análisis en años recientes, concretamente desde 2012, cuando el Gobierno nicaragüense inició negociaciones con la empresa china HK Nicaragua Canal Development Investment Co. Limited (HKND). Sin embargo, los antecedentes históricos de las relaciones bilaterales entre Nicaragua y China, por un lado, y con Taiwán, por otro, resultan imprescindibles para entender la estrategia política de Nicaragua y analizar las repercusiones diplomáticas que el Canal Interoceánico podría tener a corto y medio plazo.
Desde la fundación de la República Popular China en octubre de 1949 –y la subsiguiente lucha con Taiwán por el reconocimiento diplomático– y hasta 1971, Taiwán predominó respecto a China en el contexto internacional, fue reconocido por las Naciones Unidas y estuvo bajo el amparo de las distintas administraciones estadounidenses hasta la llegada de Nixon. Por su parte, en la República de Nicaragua, la dinastía Somoza, que prevaleció en el poder de 1936 a 1979, daría su apoyo a Taiwán a partir de 1949. Nicaragua seguía así la línea dictada por los distintos organismos internacionales y la Administración Eisenhower, cuya política de seguridad y ayuda al desarrollo de los países periféricos del bloque comunista harían de Taiwán un aliado principal (Gambone, 1997: 227). En 1974, Anastasio Somoza realizó una visita de Estado a Taipei para agradecer la cooperación al desarrollo taiwanesa en agricultura y la asistencia de este país tras el terremoto que asoló Managua en 1972. Taipei contestó la iniciativa con el agradecimiento del apoyo diplomático internacional recibido por parte de Nicaragua (Taiwan info, 1974). De esta manera, y hasta la caída de los Somoza en 1979, Nicaragua mantuvo el apoyo a Taiwán.
Con el triunfo de la Revolución Sandinista y con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el poder entre 1979 y 1990, Nicaragua se convertiría en 1985 en el primer Estado centroamericano en reconocer a China. Pero, según un estudio (Esteban, 2013), las relaciones entre Nicaragua y China se establecieron básicamente por motivos ideológicos, es decir, más por solidaridad y romanticismo revolucionario que por razones económicas. Y si no se habían establecido antes fue por la invasión china de Vietnam en 1979 y la gran estima que la Revolución Sandinista le tenía a Vietnam y a sus dirigentes (Esteban, 2013: 518; Belli, 2003: 365). Sin embargo, Daniel Ortega quedó decepcionado en su visita a China en 1986, cuando los líderes de ese país únicamente le ofrecieron apoyo moral como ayuda. Al parecer, China no quería perjudicar su relación con Estados Unidos por un acercamiento excesivo a Nicaragua, y las declaraciones de Deng Xiaoping afirmando que no brindaría apoyo al régimen sandinista enfadaron a Ortega hasta el punto de interrumpir su visita (Esteban, 2013: 518).
El peso de Estados Unidos y los lazos de colaboración entre las élites conservadoras de la zona centroamericana durante la Guerra Fría también influyeron a la hora de establecer relaciones diplomáticas con China. Los líderes sandinistas se sentían más cercanos a China que sus antecesores conservadores (ibídem: 517). El apoyo nicaragüense a China duraría apenas cinco años, ya que la Unión Nacional Opositora –con Violeta Chamorro a la cabeza– le ganó las elecciones al FSLN en 1990. Hasta 2007 se volvió al reconocimiento diplomático de Taiwán, por los lazos ya existentes anteriormente. En el momento en que el Gobierno de Chamorro reconoció a Taiwán, China rompió relaciones con Nicaragua. Según fuentes cercanas a Chamorro, el objetivo de la presidenta fue recuperar unas relaciones con Taiwán antaño beneficiosas; de acuerdo con Esteban (2013: 524), en esos años y durante los posteriores gobiernos de Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños (2002-2006), Taiwán reforzó las donaciones y la cooperación con el país centroamericano, y se convirtió de esa forma en un actor apreciado por los distintos gobiernos nicaragüenses. En las elecciones de 2007, el FSLN, con Daniel Ortega, llegó de nuevo al poder. En contra de lo esperado de los sandinistas, que antaño abogaron por China, y de los cambios producidos en la región –Costa Rica había reconocido a la República Popular China en 2006–, el Gobierno sandinista mantuvo el apoyo a Taiwán. A pesar de que se daban los factores para un cambio de reconocimiento, China no pareció dispuesta a adquirir compromisos de ayuda concretos, por lo que Ortega prioriza el apoyo taiwanés. Al contrario que su homólogo costarricense, Ortega tuvo más en cuenta el factor de la cooperación, debido principalmente al menor desarrollo económico de Nicaragua frente a Costa Rica (ibídem: 516).
Respecto a las relaciones actuales, la llegada al poder del presidente taiwanés Ma Ying-jeou en 2008 abrió un nuevo período en la política exterior tanto de China como de Taiwán. Ma apostó por fortalecer los lazos económicos a los dos lados del Estrecho de Taiwán y mantener el statu quo sin buscar la independencia ni atender a la reunificación; comenzó así la tregua diplomática entre los dos estados, que sigue vigente en la actualidad. Con esta tregua, aunque el ritmo de la asistencia al desarrollo a países que otorgan el reconocimiento de Taiwán no decae, hay una política menos agresiva de no intervención. Taiwán ha tratado de mantener el apoyo de los países latinoamericanos y del Caribe que todavía le reconocen y Nicaragua no ha sido una excepción. De acuerdo con funcionarios taiwaneses en Nicaragua, en la actualidad –y a pesar de la polémica suscitada por el Canal, por un posible acercamiento de Nicaragua a China–, la política del Gobierno de Taipei busca mantener el statu quo y, con ello, su relación diplomática con Nicaragua. Por otra parte, el Gobierno nicaragüense ha realizado diversas visitas a Beijing. Sin embargo, voces cercanas a este Gobierno afirman que no hay intenciones de cambiar la situación actual. Aunque Nicaragua ha aprovechado la tregua diplomática vigente entre China y Taiwán, la derrota del partido de Ma en enero de 2016 en Taiwán y la nueva presidencia de Tsai Ing-wen en mayo podrían resultar en un cambio de política exterior, lo que podría afectar la tregua y las relaciones con Nicaragua.
Importancia de la cooperación al desarrollo taiwanesa
Diversos estudios mencionan la importancia de la cooperación taiwanesa en las relaciones bilaterales con sus aliados internacionales (Esteban, 2008; Mendelson y Moreira, 2008; Pérez, 2004), como estrategia de distinción frente a la política de la República Popular China, menos propicia a entregar asistencia a países pequeños. Mientras que en las últimas décadas China ha priorizado las relaciones comerciales con países grandes de América Latina y mayores productores de materias primas como Brasil, Perú o México (Gallagher y Porzecansk, 2010), Taiwán ha basado su diplomacia en ayudas a países pequeños a cambio de legitimidad internacional (Rawnsley, 2000: 60). Además, las visitas de Estado a países que le brindan apoyo han servido para que Taiwán realizase paradas de tránsito en Estados Unidos sin molestar a China (Lee, 2010: 244). La cooperación taiwanesa en América Latina es la herramienta utilizada frente al auge económico e influencia comercial de China, que cuenta con cada vez más apoyos políticos y actividad en organismos internacionales (Esteban, 2008: 217). Los países pequeños y de escasos recursos no tienen la capacidad de aprovechar las sinergias comerciales que ofrece el gigante asiático, por lo que se decantan por mantener la ayuda al desarrollo, vinculada –como es el caso nicaragüense– a proyectos de infraestructuras, educativos o técnico3. Atendiendo al análisis relacionado con el Canal Interoceánico, se observa que, desde 2014 y hasta la actualidad, la agenda oficial taiwanesa en Nicaragua es muy activa mensualmente; a continuación (tabla 1) se exponen algunos ejemplos de contactos y donaciones ininterrumpidas al Gobierno nicaragüense.
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Además de las actividades descritas y de diversas donaciones al Ejército de Nicaragua, durante este período se produjeron visitas bilaterales entre ambos gobiernos. En un año y medio, autoridades taiwanesas visitaron Nicaragua cinco veces, mientras que autoridades nicaragüenses visitaron Taiwán cuatro veces. El objetivo principal de estos intercambios es promover la cooperación, el intercambio judicial y el comercio exterior. Cabe destacar la visita presidencial de Ma a Nicaragua en julio de 2015; el presidente taiwanés viajó acompañado de una comitiva de funcionarios gubernamentales y empresarios, además de medios informativos. Las conclusiones de esta visita se analizan más adelante, ya que resultó interesante para entender la política de Ortega en torno al Canal Interoceánico, así como sus planes para Nicaragua.
Relaciones comerciales
A pesar de la firma en 2006 del Tratado de Libre Comercio Nicaragua-República de China (Taiwán)4, la importancia de la región asiática para el comercio nicaragüense es baja si se compara con sus principales socios comerciales: Estados Unidos, como socio por excelencia, y otros países de América Latina. A modo de ilustración, se presentan los datos del Banco Central de Nicaragua (2015) correspondientes al año 2015. Los principales productos exportados por Nicaragua son café, oro, carne, langosta, camarón, azúcar, ganado bovino, queso, frijol y maní; mientras que importa productos petrolíferos, combustibles y lubricantes, maquinaria y material para construcción. El total de las exportaciones en 2015 fue de 2.240,8 millones de dólares y las importaciones representaron 5.412,9 millones de dólares, por lo que la balanza comercial fue negativa para Nicaragua. En cuanto a los principales socios comerciales, cinco mercados representan el 69% del total de las exportaciones: Estados Unidos (36,7%), Venezuela (12,4%), El Salvador (10,3%), Costa Rica (5,2%) y Guatemala (4,5%). Las exportaciones a Estados Unidos, en primer lugar, aumentaron un 14,6% respecto al año 2014 y alcanzaron la cifra de 821,7 millones. En segundo lugar, Venezuela adquirió productos por valor de 277,3 millones de dólares. En tercer lugar, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y Honduras representaron el 23,3% del valor total exportado con 522,7 millones de dólares. Así, a nivel comercial, el continente americano se sitúa en primer lugar con un 82,8% del total; las exportaciones a Europa (principalmente Reino Unido, Países Bajos y Bélgica) representan el 10,5% del total, alcanzando 222 millones de dólares en 2015; por último, las exportaciones a Asia representaron solamente el 5% del valor total, 111,7 millones. Los principales destinos en Asia fueron Taiwán (55,6 millones), China (18,4 millones) y Japón (15,5 millones).
El Gran Canal Interocéanico y sus repercusiones
El 21 de febrero de 2012, en la conmemoración por el asesinato del general Sandino, el presidente Ortega dio muestras de querer retomar la construcción de un canal (Envío, 2013); en mayo de 2013 anunciaba, por primera vez en el exterior, durante la cumbre de presidentes centroamericanos en Costa Rica y dirigiéndose concretamente al también participante Barack Obama, su intención de construirlo: «Presidente, nosotros vamos con el canal por Nicaragua, estamos trabajando con una empresa china, y claro que nos interesaría que inversionistas norteamericanos participen de este proyecto». Al mismo tiempo, el Gobierno de Nicaragua informaba a los medios de comunicación de haber trabajado directamente con «una gran empresa de la República Popular China» en el proyecto, cuyo costo, según Ortega, podría superar los 40.000 millones de dólares (Salinas, 2013). Días más tarde, el presidente se dirigió a la población nicaragüense durante la celebración del nacimiento de Augusto Sandino y afirmó que ya le había notificado al presidente estadounidense que el canal sería construido y que se trataba de una «obra gigantesca» (ibídem). Según diversas investigaciones, Ortega pretende situarse como el promotor del fin de la humillación nicaragüense, colocando el proyecto del canal en medio del orgullo nacional (Wünderich, 2014: 27). Las promesas de empleo y desarrollo económico que supondría han dado resultado; de acuerdo con encuestas de 2013 y de enero de 2016, en vísperas de elecciones, Ortega mantenía un gran apoyo popular (Rogers, 2013; López, 2016).
Un sueño nicaragüense
Para entender las actuaciones del actual Gobierno nicaragüense en relación con el proyecto, así como el escepticismo de algunas voces nacionales y el silencio de la comunidad internacional, resulta necesario analizar la historia de Nicaragua en torno a los intentos fallidos de situarse como centro de operaciones marítimas a través de un canal y levantar así la economía nacional. Desde el siglo xix, gran cantidad de proyectos canaleros y distintos actores han hecho considerar el canal como elemento decisivo del desarrollo nacional. Varios gobiernos nicaragüenses han unido el canal a la expectativa de liberarse del atraso, lo cual ha contribuido a formar un destino histórico colectivo; incluso la propia imagen de los ciudadanos nicaragüenses está impregnada de esa perspectiva hasta día de hoy (Wünderich, 2014: 27; Baracco, 2005: 34). Autores extranjeros (Wünderich, 2014; Baracco, 2005) y nicaragüenses (Kinloch, 1994) resaltan la necesidad de entender ese imaginario nacional para contextualizar el proyecto en las políticas gubernamentales. Se afirma que es un sueño de larga tradición que conforma el imaginario nicaragüense, ya que desde antaño se mantiene la autoconcepción de pequeño país favorecido por su posición en el istmo, la idea del acercamiento de los continentes y la identificación del comercio con el progreso. La historia de Nicaragua cuenta con demasiados proyectos ambiciosos que fracasaron antes de iniciarse, por eso se plantea si es conveniente ocuparse de un proyecto aparentemente desmesurado y que fácilmente podría terminar en estafa (Wünderich, 2014: 25). A pesar del escepticismo sobre la realización del proyecto, este domina la agenda política de Nicaragua desde 20135. Ortega ha unido su destino político al Canal Interoceánico y renueva mandato tras las elecciones generales de noviembre de 2016, por lo que es de esperar que insista en su construcción. Una investigación reciente (Van der Post, 2014) describe 72 intentos de construcción de un canal; algunos corresponden a propuestas formales, otros fueron anécdotas, pero todos fracasaron. Sin embargo, todos ellos han contribuido a crear un imaginario para el que difícilmente hay vuelta atrás. Los gobiernos actuales han continuado utilizando el canal como arma política y esperanza de desarrollo de la nación.
Durante siglos varias potencias se interesaron en abrir una ruta marítima por el istmo centroamericano; documentos históricos así lo atestiguan. Fue la Corona Española la primera en estudiar la posibilidad de abrir nuevos puertos en América Central para comunicar colonias de ultramar como el reino del Perú (De Peralta, 1887: 6). A pesar de que en 1620 las armadas reales hacían uso de los puertos de Puertobelo y Panamá, era necesaria una ruta más segura debido a las numerosas muertes por la mala calidad de la tierra en los puertos (ibídem: 6). En un informe remitido al rey Felipe iii (1598-1621) se describía la geografía de lo que hoy es Nicaragua y las ventajas técnicas y marítimas de la apertura de una ruta entre San Juan del Norte y San Juan del Sur, pasando por el río San Juan, el lago Cocibolca y el puerto de Granada. Ya en 1620 se detallaron las obras de ingeniería necesarias (ibídem: 8). Además, por primera vez se mencionó la importancia estratégica para una potencia de dominar una ruta directa a través del istmo, más segura y menos costosa, entre España y las islas asiáticas de Filipinas y Molucas, priorizando también el paso por Cuba y Perú (ibídem: 12). Siglos después, incluso Napoleón afirmaría que se trataba del «proyecto del siglo» (Van der Post, 2014: 2).
Tanto las propuestas pasadas como las actuales fracasaron debido a muchos factores (Van der Post, 2014: 8): falta de recursos financieros centroamericanos en la etapa poscolonial; falta de preparación de los promotores implicados; inestabilidad política; diferencias entre gobiernos implicados, así como conflictos entre Nicaragua y Costa Rica; razones técnicas que derivaron en la elección de Panamá por presentar mayores ventajas y, finalmente, cambios de gobierno tras las elecciones presidenciales en Nicaragua, lo que obstaculizó la toma de decisiones.
La propuesta actual parece heredar aspectos de los últimos proyectos diseñados, de los que destaca concretamente el de Japón de 1989. Según esta propuesta, se considera el canal como parte de una infraestructura global del siglo xxi, se busca la cooperación de los países del continente americano y se propone construir, además de puertos e infraestructura, una ciudad canalera, centros de negocios, centros logísticos y comerciales, institutos de investigación y universidades, para que la función del canal vaya más allá y se aborden proyectos de desarrollo de cara al futuro (Bolívar, 2006: 215). En todas las ocasiones, Nicaragua estuvo dispuesta a ofrecer concesiones y derechos a potencias extranjeras. Y así es como se ve esta nueva concesión actual. La polémica suscitada por las leyes 800 y 840, por las que se otorgan los derechos de concesión y se establecen las pautas de trabajo de la Comisión del Gran Canal, se debe a la opacidad en la licitación y a unas estipulaciones consideradas desventajosas para Nicaragua y que comprometen su soberanía. La concesión incluye la obligación del Banco Central de Nicaragua de responder, con bienes y reservas del país, ante cualquier eventualidad o disputa con la empresa HKND. Esta obtiene el derecho exclusivo de financiar, construir y operar el Gran Canal, además de los puertos, aeropuerto, zona franca y complejos turísticos proyectados durante 50 años, además de otros 50 años prorrogables: «pertenece a la tradición de las grandes concesiones a las compañías madereras y bananeras de los tiempos del imperialismo, cuando se colocaban departamentos enteros a disposición de compañías extranjeras. La única diferencia es que el concesionario no es europeo ni norteamericano, sino un ciudadano chino» (Wünderich, 2014: 29).
Negociaciones con empresas chinas
La Comisión del Gran Canal creada en 2012 está compuesta por miembros del propio Gobierno sandinista, entre ellos el hijo del presidente, Laureano Ortega. En 2013 se creó el Comité técnico asesor con autoridades nacionales provenientes de instituciones empresariales, industriales y educativas. La concesión se otorgó ese año a la empresa china HK Nicaragua Canal Development Investment Co. Limited (HKND), cuyo presidente es el pekinés Wang Jing. Sobre el empresario chino se ha escrito mucho en los medios de comunicación nicaragüenses, pero no se han despejado las dudas acerca de si su figura está vinculada al Gobierno y al Ejército chinos, de por qué está detrás de proyectos como el de Nicaragua y otro puerto de aguas profundas en Crimea, o de dónde sacará la suma de 50.000 millones de dólares necesaria para la construcción del canal. Una investigación periodística6 apunta a que detrás de HKND hay un entramado de 15 empresas repartidas entre Islas Caimán (Reino Unido), Nicaragua, Países Bajos, Hong Kong y la ciudad de Beijing (Confidencial, 2014).
La polémica suscitada por la entrada de empresas chinas en el proyecto se debe a la cantidad de empresas implicadas y la falta de información precisa. A pesar de que el Gobierno reitera que la obra está abierta a múltiples actores e inversionistas, teniendo en cuenta la información oficial de HKND Group, destaca la participación de las compañías chinas. La gran mayoría de empresas descritas para realizar actividades del proyecto son chinas y de carácter estatal: China Railway Construction Corp., encargada de estudios de viabilidad técnica; Xuzhou Construction Machinery Group, de maquinaria pesada para la construcción; China Railway SIYUAN Survey and Design Group, como contratista de diseño y para el subproyecto de la carretera; Civil Aviation Engineering Consultancy Company of China, para el diseño del subproyecto del aeropuerto; CCCC Second Harbour Consultants, para el diseño de los puertos; Shenzen LAY-OUT Planning Consultants, para el diseño de la zona franca y complejos turísticos, y Changjiang Institute of Survey, Planning, Design and Research para el diseño del proyecto del canal. Por otra parte, las empresas extranjeras mencionadas, algunas como invitadas y otras como contratadas, son McKinsey & Company, de Estados Unidos, encargada de la investigación y análisis del proyecto; Environmental Resource Management (ERM), del Reino Unido, contratada para llevar a cabo el estudio de impacto ambiental; Mining Engineering Consultants, de Australia, encargada del movimiento de tierras; CSA Global, de Australia, designada para realizar estudios del terreno y uno geofísico de la ruta del canal y la orilla del lago Cocibolca, y SBE, de Bélgica, especializada en diseño y evaluación de factibilidad de esclusas y canales hidráulicos con experiencia en Panamá, entre otros lugares.
De las empresas mencionadas, solamente ERM contiene en su sitio web información breve sobre los estudios del canal. Tras dos años de trabajo, esta empresa presentó en mayo de 2015 el Estudio de Impacto Ambiental y Social (EIAS), aprobado por el Gobierno de Nicaragua en noviembre de 2015. El resto de empresas no han publicado, en sus páginas oficiales, ninguna información sobre su posible participación en un proyecto de tales magnitudes, lo cual sorprende en un mundo globalizado donde las sinergias entre determinados proyectos atraen más capital y son garantía de competitividad (Ruiz, 2015: 4). En contraposición, la empresa HKND publica que varios estudios como el de McKinsey & Company sobre viabilidad comercial y negocios, junto con otros estudios técnicos encargados a China Railway SIYUAN Survey and Design Group, ya fueron completados en junio y diciembre de 2014 respectivamente (HKND Noticias, 2015). A esta falta de información habría que añadir las declaraciones que el Ministerio de Comercio de la República Popular de China emitió a finales de 2012, advirtiendo a las empresas chinas de no participar en el proyecto de construcción del Canal de Nicaragua (Confidencial, 2014: 11; Ruiz, 2015: 14).
Con independencia del proyecto del canal, el Gobierno de Nicaragua, a través del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones otorgó en 2013 a la empresa de comunicaciones Xinwei, propiedad del empresario Wang Jing, una licencia para operar y brindar servicios de telefonía pública en el país (Calero, 2015). Según representantes de la empresa, las operaciones ya empezaron en Managua y planeaban ampliarlas al resto del país a mediados de 2016 (Chávez, 2015).
Oposición y desafíos del proyecto
El canal tendrá 278 kilómetros de largo –105 de ellos atravesando el Gran Lago de Nicaragua (o lago Cocibolca)–, 520 metros de ancho y 30 metros de profundidad; un lago artificial, el lago Atlanta, similar al lago Gatún del Canal de Panamá; dos puertos de aguas profundas, uno ubicado en la costa oeste, en Brito, y otro en la costa este, en Punta Águila; superará en recorrido, profundidad y capacidad a los canales de Panamá y Suez por permitir el tránsito de buques contenedores de hasta 25.000 TEU7; un aeropuerto internacional, zona franca y complejos turísticos (HKND y ERM, 2014). El Gobierno y HKND afirman que se generarán 50.000 puestos de trabajo directos y 200.000 indirectos; de la mano de obra directa, 12.500 trabajadores vendrían de China. Con todo, las protestas de diversas comunidades, personalidades y organizaciones no se han hecho esperar. Desde la concesión, se han presentado decenas de recursos por inconstitucionalidad de la Ley 840 a la Corte Suprema de Justicia, todas ellas desestimadas (Wünderich, 2014: 29). Campesinos y productores, tanto de la costa del Pacífico como del Atlántico de Nicaragua, han organizado marchas en las zonas afectadas por la ruta. Al grito de «fuera chinos» se han mostrado contrarios al proyecto por la falta de información en expropiaciones. Grupos ambientalistas y comunidades indígenas implicadas también se han manifestado; las repercusiones medioambientales de la construcción preocupan sobremanera a parte de la población nicaragüense, que reclama más información. En octubre de 2015 se convocaron consultas públicas con motivo del Estudio de Impacto Ambiental, pero la Comisión del Gran Canal afirma que el resultado del estudio confirma que el proyecto ayudará a mantener y regenerar unos ecosistemas ya de por sí deteriorados, tanto por la calidad del agua del lago como por la deforestación de los bosques. La ruta seleccionada, aunque más costosa, pretende minimizar el impacto y disminuir los reasentamientos de población (HKND Noticias, 2015). Aun así, voces en contra insisten en la derogación de la Ley 840.
En cuanto a la capacidad de las empresas chinas de llevar a cabo la obra, testimonios consultados se muestran escépticos ante los desafíos que ello presentará. Se afirma que, aunque la empresa china tenga los fondos necesarios –tanto la mano de obra para construirlo como los ingenieros expertos para superar los retos técnicos–, la experiencia fallida del Canal Kra de Tailandia sugiere que este tipo de proyectos puede venirse abajo por cambios en el poder, sobrecostes, corrupción y el rol de actores sin experiencia (Storey, 2013). Tampoco hay que olvidar que la empresa HKND ha invitado a empresas extranjeras a participar. Otro de los puntos en conflicto es la financiación del proyecto y el tiempo estimado de cinco años para completarla. De momento, aunque la ceremonia de apertura se celebró el 22 de diciembre de 2014 –fue televisada e interrumpió la programación nacional en todas las cadenas del país–, las obras no han comenzado. El desplome de la bolsa china en 2015 parece haber afectado a la empresa de telecomunicaciones Xinwei, y la fortuna de Wang Ching podría haber disminuido en un 84% (La Prensa, 2015b). La desaceleración de la economía china podría afectar, por tanto, los futuros acontecimientos relacionados con el canal. Preguntado por el retraso de las obras, el asesor de HKND Bill Wild insistió en que 2016 era clave para concluir y avanzar en los estudios necesarios, y que los trabajos de construcción en el puerto del Pacífico comenzarían en agosto o septiembre (Bejarano, 2016). ). Sin embargo, y a pesar de que la empresa realiza actividades de promoción, se siguen posponiendo los comienzos de la obra.
¿Intereses geoestratégicos?
Una posible y nueva geoestrategia de China en la región ha despertado suspicacias internacionales. Aunque el Gobierno chino ha desmentido en varias ocasiones estar detrás del proyecto, diversas fuentes diplomáticas no dudan del objetivo geoestratégico que representaría para China crear una nueva ruta comercial por el istmo centroamericano. Sin embargo, el hecho de que el Gobierno lo haya desmentido y que empresas chinas también estén participando en la ampliación del canal de Panamá (La Vanguardia, 2015) hace que se mantengan las dudas. Si atendemos a investigaciones sobre los intereses geoestratégicos de China en América Latina (Teufel, 2006; Gallagher y Porzecansk, 2010; Erthal, 2013), no se puede desestimar tan rápidamente este factor. En esta línea se enmarcaría la idea de que la motivación principal de Beijing en sus relaciones con América Latina y el Caribe es, más que económica, geopolítica, ya que según el liderazgo chino y su visión del mundo multipolar, esta es una región crucial en la evolución del nuevo orden mundial (Teufel, 2006: 2). Al contrario de Estados Unidos, que abandera la lucha por la democracia y los derechos humanos, Beijing se centra en los lazos regionales y globales, así como en el mutuo desarrollo económico, aunque nuevas fricciones podrían surgir si las inversiones chinas prometidas no aparecen (ibídem: 11). En cuanto a las repercusiones de este proyecto para Estados Unidos, no es algo nuevo ni reciente que la presencia de China ha erosionado la influencia histórica de Occidente en la región. China es ya un competidor directo para el poder económico, político, militar de Estados Unidos y Europa (Erthal, 2013: 191). Además, por razones ideológicas y económicas, el país asiático es una opción muy atractiva para los estados de la región, que lo ven como un nuevo actor de desarrollo (ibídem: 192). Tras el anuncio de Ortega de construir el canal, Estados Unidos ha mantenido el silencio diplomático. Las relaciones económicas entre China y los Estados Unidos son importantes, por lo que el hecho de que no se desafíen (Teufel, 2006: 12) es un indicio más de los cambios que se están produciendo en la región.
En los intereses de Nicaragua, predomina el desarrollo económico y la posibilidad de situar al país en la escena internacional. Sobre las posibles fricciones de Nicaragua con Estados Unidos, China y Taiwán, Ortega ha reiterado que el proyecto está abierto a cualquier interesado. En julio de 2014, Wang Jing se reunió con la embajadora de Taiwán en Nicaragua e invitó a Taiwán a participar en el proyecto, aunque antes el Gobierno ya había invitado a compañías taiwanesas a participar (Noticias de Taiwan, 2012). Del mismo modo, resultan interesantes las declaraciones de Telemaco Talavera, presidente del Consejo Nacional de Universidades de Nicaragua y portavoz de la Comisión del Gran Canal, realizadas en enero de 2015 con motivo de un encuentro en Casa América en España; Talavera explicó los motivos por los que Nicaragua apuesta por la construcción del canal, al mismo tiempo que perfilaba la estrategia internacional del Gobierno sandinista respecto a las dos repúblicas chinas y su relación con Estados Unidos: «Nosotros consideramos que Nicaragua está en su mejor momento. Estar en su mejor momento no significa ausencia de problemas. Tenemos problemas de todo tipo y tamaño (…) estamos avanzando y consideramos que vamos en la dirección correcta (…) Nicaragua tiene como guía, como norte, el Plan Nacional de Desarrollo Humano. Necesitamos que en Nicaragua crezca su economía, que haya estabilidad, que no esté fluctuando y eso nos permita generar empleo, reducir la pobreza e igualdades sociales. Cualquier cosa que hagamos, y dentro del Gran Canal, va en esa dirección. (…) Para Nicaragua, en una lógica de alianza internacional, Estados Unidos sigue siendo principal destino de las exportaciones y principal origen de las importaciones. Nicaragua fue el primer país en ratificar el AdA, el acuerdo con la Unión Europea, la parte formal. Y la CELAC [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños], que acaba de reunirse en Costa Rica, y Nicaragua ha sido promotor de ello. Tenemos relaciones diplomáticas con China-Taiwán y relaciones comerciales con China continental. Esa es Nicaragua. Esa lógica de alianza nacional con internacional es parte de la estrategia clave que tenemos».
Esta estrategia orteguista recuerda a la política de la República Popular China de las últimas décadas, donde se ha creado un régimen que, sin ser de tinte político capitalista ni democrático, aboga por los beneficios económicos y comerciales: «El mundo ha cambiado. Hay conflictos del tipo político e ideológico, pero ya no vivimos en tiempos de la Guerra Fría. Incluso China continental y China-Taiwán, que en términos diplomáticos, todos sabemos la situación, pero en términos comerciales tienen un pragmatismo muy claro [sic]. El estrecho de Taiwán es un estrecho de intercambio comercial. China y Estados Unidos que muchos se preguntan, bueno y ¿qué dicen China y Estados Unidos? Son interdependientes económica y comercialmente. Cada vez las inversiones de China en Estados Unidos son mayores y [las de] Estados Unidos en China son mayores también. Hay una realidad concreta (…) Una cosa es el ámbito político. En términos económicos hay un pragmatismo real más allá de las diferencias políticas e ideológicas»8.
Tras estas declaraciones, no sorprende que Nicaragua mantenga relaciones diplomáticas con Taiwán y haya enviado misiones de funcionarios y delegaciones nicaragüenses a China continental, con Laureano Ortega a la cabeza, en diciembre de 2014, marzo de 2015 y junio de 2015. El objetivo de estos viajes no se hizo público, pero algunas fuentes apuntan a que la primera podría tratarse de una exploración para abrir relaciones diplomáticas con China y la captación de inversiones, mientras que en la segunda misión no oficial Ortega transmitiría a Wang Jing su preocupación por los atrasos en el proyecto y la falta de inyección de recursos. En la tercera visita, se participó en el iv Foro de Inversión en Infraestructura y el i Foro de Cooperación en Infraestructuras China-CELAC. En septiembre de 2015, Telemaco Talavera se reunió, durante el Foro CELAC-China en Ciencia, Tecnología e Innovación con el ministro de Ciencia y Tecnología chino. Por otra parte, durante la visita a Nicaragua del presidente taiwanés en 2015, Ortega volvería a sorprender solicitando apoyo a Taiwán para la realización del Puerto Monkey Point en la costa del Caribe (La Prensa, 2015a); la noticia sorprendía por estar este puerto a menos de seis kilómetros del puerto de aguas profundas Punta Águila proyectado en el canal. A pesar de que una empresa coreana y otra brasileña abandonaron este proyecto, Ma se mostró dispuesto a colaborar siempre y cuando se le presentasen los estudios de viabilidad. Según fuentes diplomáticas, Ortega quizá desconfíe, en vistas de que el canal no da muestras de iniciarse, y busque atraer cualquier tipo de inversión en el país. Cabe mencionar que Rusia proporcionará seguridad en la zona en caso de provocación de terceros países. En julio de 2014 Putin visitó Nicaragua y se firmaron diferentes acuerdos que permiten la presencia de buques de guerra y aeronaves rusas en aguas nicaragüenses (Ruiz, 2005: 8).
Finalmente, los países centroamericanos y caribeños se verán altamente afectados por el proyecto del canal nicaragüense. En el caso de Panamá, aunque el Gobierno nicaragüense afirma que no pretende competir sino ofrecer nuevas soluciones a mayores demandas, el administrador del Canal de Panamá, Jorge Luis Quijano, ha pedido que el interés se centre en la actual ampliación del canal panameño (La Vanguardia, 2015). Para Cuba, de realizarse este nuevo canal, el desarrollo del potencial económico que pueden ofrecer las exportaciones e importaciones por esa vía sería beneficioso tanto para la isla como para las regiones costeras de Estados Unidos y Canadá, así como para el mercado asiático (Ruiz, 2015: 7). En cuanto a Costa Rica, que limita con Nicaragua por el río San Juan, este país se muestra preocupado por la falta de información sobre el impacto medioambiental. Sin embargo, y a pesar de la incertidumbre, el peso del proyecto ya está dando resultados en la región. El Foro Latinoamericano de Liderazgo en Infraestructura, celebrado en Guatemala en junio de 2015, le otorgó el premio «Proyecto Estratégico del Año».
Conclusiones
El análisis presentado enmarca el Gran Canal Interoceánico en el contexto nacional nicaragüense, incide en su significado para el Gobierno sandinista de Daniel Ortega y las repercusiones en Nicaragua, así como en el ámbito internacional, donde la política exterior nicaragüense en relación con China y Taiwán es clave para detectar posibles cambios geopolíticos en la región centroamericana. Por un lado, a nivel nacional, Daniel Ortega ve en el canal la oportunidad de alcanzar la prosperidad económica y el desarrollo que históricamente se ha vinculado al proyecto. No se trata de una decisión nueva, pues otros gobiernos impulsaron antes este proyecto a lo largo de la historia nicaragüense. Para Ortega, el canal es de alta prioridad en la agenda política y, al ser un sueño nacional, le ha servido para reforzar su imagen en vísperas de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, que ganó. El canal, así, refuerza el poder e imagen de Ortega ante la población, pero al mismo tiempo han surgido nuevos actores en contra y, con ello, más detractores del Gobierno sandinista. Retrasadas las obras tres años después de la aprobación, su consecución y viabilidad todavía son cuestionables. Mientras la comunidad internacional mantiene el silencio diplomático, la larga historia de fracasos del canal, la recesión de la economía china, el alto coste del proyecto y su falta de financiación levantan suspicacias. La polémica en torno a la Ley 840 y la opaca concesión, consideradas injustas para el bienestar de la nación, ha provocado protestas y marchas de productores y ganaderos afectados, grupos ambientalistas, partidos políticos, comunidades indígenas y ciudadanos.
Por otro lado, otorgada la concesión a una empresa china, el proyecto se vincula a los intereses geoestratégicos de China en la región. Una nueva ruta marítima por el istmo centroamericano controlada por China afectaría a las futuras relaciones de Asia con el continente americano y a los distintos actores regionales, entre ellos Estados Unidos. China niega cualquier vinculación oficial y el Gobierno nicaragüense, que parece tantear una posible reapertura de relaciones con China, tampoco pretende romperlas con Taiwán y dejar de recibir la cooperación al desarrollo en la que se basa su relación diplomática. La derrota en enero de 2016 del Kuomitang y cambio de Gobierno en Taiwán, con el Partido Democrático Progresista, podrían afectar a la tregua vigente entre China y Taiwán, lo cual, a su vez, podría repercutir en Nicaragua. Pero mientras la política de mantenimiento del statu quo entre China y Taiwán no cambie y Taiwán mantenga la cooperación –además de la reelección de Ortega como presidente en noviembre–, es poco probable que a corto y medio plazo haya un giro de reconocimiento oficial hacia China por parte de Nicaragua. Sin embargo, de llevarse a término el proyecto, la inversión y entrada de empresas chinas en Nicaragua influirá en la política exterior nicaragüense.
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Notas:
1- El Banco Mundial compara economías utilizando el Ingreso Nacional Bruto per cápita, considerando el de Nicaragua (de 1.870 dólares en 2014) como el segundo más bajo en el continente americano, después de Haití.
2- Estas fuentes permanecerán anónimas.
3- Se puede encontrar más información sobre la cooperación taiwanesa en Nicaragua en los estudios antes mencionados.
4- Para una información detallada sobre este tratado, véase la Organización de los Estados Americanos (OEA) en http://www.sice.oas.org/Trade/nic_twn/nic_twn_s/index_s.asp
5- Fuentes diplomáticas, periodísticas y gubernamentales consultadas en Nicaragua muestran escepticismo ante un proyecto de tal magnitud por falta de información transparente y lo consideran un proyecto personal de Ortega. Desde 2012, medios de comunicación extranjeros cubrieron el tema sin darle credibilidad. En la actualidad el interés ha aumentado, pero el aplazamiento continuo de las obras mantiene las dudas.
6- Véase más información sobre la concesión del canal y las conexiones del empresario Wang Jing en https://confidencial.atavist.com/la-telaraa-de-wang-jing-y-la-conexin-militar-con-china-clone-4nxgh
7- N.de E.: Las siglas TEU (acrónimo del término en inglés Twenty-foot Equivalent Unit, que significa Unidad Equivalente a Veinte Pies) representa una unidad de medida de capacidad inexacta del transporte marítimo (…) expresada en contenedores. Una TEU es la capacidad de carga de un contenedor normalizado de 20 pies.
8- Encuentro con Telémaco Talavera, presidente del Consejo Nacional de Universidades (CNU) y portavoz de la Comisión del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua. Casa de América, Madrid (29.01.2015).
Palabras clave: Canal Interoceánico, Nicaragua, Taiwán, China, relaciones internacionales