De Sur a Sur: movimientos transmigratorios de senegaleses hacia Argentina

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_114
Data de publicació: 12/2016
Autor:
Gisele Kleidermacher
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Gisele Kleidermacher, profesora e investigadora posdoctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). kleidermacher@gmail.com

Este artículo analiza las migraciones de senegaleses hacia Argentina, entendidas aquí como «migraciones Sur-Sur», por tratarse, Senegal y Argentina, de dos países de ingresos bajos y medios, respectivamente, entre los que no existen vínculos históricos, culturales o económicos previos –de acuerdo con la definición de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)–. En este contexto, este estudio se focaliza en la conformación de un espacio trasnacional senegalés, como tejido que une a la comunidad en diversos países y a través del cual circulan flujos de dinero, bienes, productos culturales y religiosos. También se presta atención a las redes, tanto familiares como religiosas, que articulan a la comunidad, así como al papel que juegan las tecnologías de la información y comunicación en la construcción de este entramado transnacional.

Los flujos migratorios de senegalesas a Argentina comienzan en la década de los noventa del siglo pasado y se enmarcan en lo que algunos autores han dado en llamar «migraciones Sur-Sur» para referirse a los movimientos poblacionales que se producen entre los países de ingresos bajos y medianos (OIM, 2015); asimismo, este tipo de migración suele involucrar movimientos hacia destinos no tradicionales de migración, con los cuales no se mantienen vínculos históricos, económicos o lingüísticos, entre otras cuestiones. En el presente artículo se analiza si los mencionados movimientos de población de Senegal a Argentina pueden ser entendidos como migraciones transnacionales. A fin de dar cuenta de este fenómeno, se analiza el desarrollo del movimiento migratorio desde Senegal –en principio hacia Europa y actualmente ampliado hacia otros destinos como Argentina–, así como el importante rol que desempeñan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el proceso, las redes sociales existentes en la comunidad –familiares y religiosas– y el papel de la Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina (ARSA)1

La metodología utilizada en este estudio se enmarca dentro de las estrategias cualitativas de investigación; se realizaron 40 entrevistas semiestructuradas a varones senegaleses en la vía pública, durante las jornadas laborales de venta ambulante en distintos barrios de Buenos Aires, así como 20 entrevistas en profundidad –en cafés o en las pensiones donde habitan– a hombres y mujeres senegaleses, de entre 20 y 40 años de edad, con mayor dominio del idioma español2. Asimismo, se utilizan trabajos previos que caracterizan la migración senegalesa hacia Europa y América Latina, para analizar las particularidades que presenta la migración de senegaleses hacia Argentina y, específicamente, hacia la ciudad de Buenos Aires. 

Breve disquisición en torno al transnacionalismo migratorio

En la actualidad, los flujos migratorios difieren de los de décadas anteriores, ya que no se trata de un flujo que parte de un país de origen para asentarse en otro; contrariamente, diversos autores han caracterizado la situación actual como la de una migración transnacional. El enfoque teórico de la transmigración surgió en los años noventa, en el contexto de discusiones críticas acerca de perspectivas teóricas para analizar fenómenos migratorios en relación con desarrollos globales y no exclusivamente como estrategias individuales basadas en decisiones racionales. Los primeros trabajos teóricos en torno a este fenómeno fueron obra de Glick Schiller et al. (1992), que analizaron la migración de caribeños a Estados Unidos. Las autoras mostraron que los migrantes no rompen los vínculos con sus sociedades de origen, sino que, muy por el contrario, mantienen fluidas relaciones económicas, sociales y políticas con sus países de origen a medida que se integran en la sociedad receptora. Estos migrantes, gracias a las facilidades de desplazamiento y de comunicación actuales, han sido definidos como transmigrantes, ya que su vida cotidiana depende de múltiples y constantes interconexiones transfronterizas (ibídem, 1999). Posteriormente, Portes et al. (2003) definieron las actividades migratorias transnacionales como aquellas en las que interviene un creciente número de personas que viven una doble vida: hablan dos idiomas, tienen hogares en ambos países y poseen un contacto continuo y habitual a través de las fronteras nacionales, importando cada vez menos las distancias físicas. 

Cabe destacar, en este punto, el rol de las nuevas tecnologías, sobre todo en telecomunicaciones, que sirven para conectar redes transnacionales con creciente velocidad y eficiencia. Dos características principales de las TIC las convierten en responsables de la dinámica comunicacional de los migrantes y en elementos relevantes en la dinámica transnacional: el bajo costo y la relativa facilidad de acceso (que incluye los lugares públicos y las redes inalámbricas, aunque no deben ignorarse la existencia de una brecha digital). También las remesas desempeñan un papel importante en el mantenimiento de los lazos transnacionales; de hecho, son muchas veces el principal motivo de la salida de los migrantes, que buscan mejores condiciones económicas para sus familias. En este sentido, Claudia Pedone (2002) observa cómo los procesos de globalización económica –acentuados en las últimas décadas del siglo xx– han servido de factores centrales para el desarrollo y consolidación de las migraciones transnacionales, a partir del constante transitar de los trabajadores migrantes entre dos mundos culturales y de la circulación de bienes materiales y simbólicos entre los lugares de origen y destino. La transferencia de recursos monetarios está enraizada y alimentada por fuertes lazos socioculturales, los cuales unen a los migrantes con familiares y amigos en su país natal, lo que, a su vez, genera un proceso social en el que los logros en el exterior se exportan al origen, donde son apreciados y reconocidos (López Montaño, 2009). Como propone Landolt (2006), la migración no disuelve, sino que redefine y reta los códigos establecidos que organizan y dan sentido a los compromisos y las demandas de la familia. Dicho de otro modo, este fenómeno rompe las bases materiales y los códigos discursivos que legitiman las estructuras de estatus y de poder de la familia, impulsa la renegociación de las relaciones de los códigos de género, las relaciones intergeneracionales, la división del trabajo y la estructura de autoridad. 

La migración, de esta forma, no implica solo un flujo en un único sentido, sino un desplazamiento recurrente y circular, un continuo intercambio de personas. Y, por el mismo motivo, no define una situación transitoria, sino que refleja esta emergencia de espacios plurilocales y de comunidades transnacionales. Como observan Canales y Zlolniski (2001: 225), «se trata de la expansión transnacional del espacio de las comunidades mediante prácticas sociales, artefactos y sistemas de símbolos transnacionales». Para ello es útil la categoría de comunidades transnacionales, que remite a «comunidades compuestas de individuos o de grupos establecidos en el seno de diferentes sociedades nacionales, que actúan a partir de intereses y de reflexiones comunes (territoriales, religiosas, lingüísticas), y que se apoyan sobre redes transnacionales para reforzar su solidaridad más allá de las fronteras nacionales» (Kastoriano, 2000: 353); esto es, como forma de articulación de las condiciones estructurales (globalización) con las características individuales de los agentes (perfiles sociodemográficos, estructura familiar), y en una articulación también de los factores económicos, culturales, sociales y políticos que configuran el marco de operación de las redes sociales.

Cabe subrayar también la importancia que adquieren las redes en destino. Las redes sociales de reciprocidad, confianza y solidaridad sobre las cuales se configuran las comunidades transnacionales operan como una forma de enfrentar el problema de la vulnerabilidad social y política que surge por la condición étnica y migratoria de la población, abriendo oportunidades de acción. Los riesgos del traslado, los costos del asentamiento, la búsqueda de empleo y la inserción social en las comunidades de destino, entre otros aspectos, tienden a descansar sobre el sistema de redes y relaciones sociales que conforman las comunidades transnacionales (Canales y Zlolniski, 2001). En este sentido, las redes cobran una importancia fundamental, ya que se construyen a través de las relaciones más íntimas de los individuos –empezando por los lazos del hogar y la familia– y es a partir de ellos que los potenciales migrantes pueden conseguir información sobre la migración, financiar el viaje e insertarse en una nueva localidad, al aprovechar sus contactos en otro territorio. El destino del migrante no es elegido al azar, está basado en relaciones familiares y comunitarias, de tal forma que las personas de una determinada localidad emigran a ciudades específicas en el exterior e incluso se insertan en empleos donde sus familiares y amigos tienen ya lazos y experiencia (Guarnizo, 2003). 

Por lo tanto, como advierte Pedone (2002), a la hora de analizar esta realidad, es necesario considerar no solo la sociedad de origen y la de llegada, sino también una red de lugares interrelacionados entre sí por los vínculos que genera la circulación de personas, bienes, capital, servicios e información entre diferentes lugares de destino entre sí y con el origen. Estas relaciones entre diferentes lugares dan una idea de circularidad, asociada a la formación de espacios sociales transnacionales. A su vez, esta comunidad transnacional habría creado una «cultura migratoria» que, de acuerdo con Durand (1994, citado en Pedone, 2002: 16), es un sistema integrado de normas, valores y sanciones que regulan la actividad migratoria y que es producto del perfeccionamiento de los mecanismos de socialización que permiten a los nuevos migrantes integrarse con facilidad al flujo y manejarse en sus circuitos transnacionales. A continuación, se analizará específicamente cómo esta cultura migratoria se torna visible en el caso de la migración senegalesa, entendiéndola como una migración transnacional con especificidades propias del colectivo: una historia de colonización, una fuerte presencia de vínculos religiosos islámicos y una importante tradición de emigración.

Acerca de la migración senegalesa

La migración senegalesa3 no es un fenómeno nuevo, sino que cuenta con una larga tradición; en este sentido, tal como subraya Moreno Maestro (2005), para analizar el fenómeno migratorio es preciso recordar los contextos históricos y estructurales en los que se ha generado. La realidad de la migración senegalesa debe contextualizarse en el marco de un mundo imperialista y globalizado (pasado colonial, división internacional del trabajo, programas de ajuste estructural). Sin embargo, hay que aclarar que la propia tradición africana precolonial se caracterizó por importantes movimientos migratorios motivados por la búsqueda de nuevas tierras fértiles para la población o para alimentar a los rebaños. Posteriormente, la colonización europea (francesa en este caso), con su política de reclutamiento para las minas y los cultivos de exportación, favoreció este fenómeno. Pero la independencia de Senegal de la mano de Lèopold Senghor en 1960 no significó la independencia económica del nuevo país, de modo que se sucedieron irracionales políticas de desarrollo poscoloniales, inspiradas desde el exterior, que fueron responsables en gran parte del éxodo rural, al fomentar los monocultivos de exportación. De esta forma, sobrevinieron grandes migraciones hacia las ciudades, con el consecuente aumento de la miseria urbana y, posteriormente, importantes migraciones hacia la exmetrópolis y otras zonas del continente europeo (Moreno Maestro, 2006). Otra de las consecuencias de la dependencia económica poscolonial se refleja en los endeudamientos en que se vio envuelto el país para salir de la crisis económica apremiante en la que se encontraba sumergido, razón por la cual debió aceptar, desde mediados de la década de los ochenta, la aplicación de programas de ajuste estructural4. Con ellos se inició un proceso de liberalización y apertura comercial que se intensificó en la década siguiente, de retirada del Estado de la esfera económica y de gran desarrollo del sector informal de la economía –sobre todo en servicios– orientado a la subsistencia.

La emigración africana hacia Europa también puede ser analizada desde la visión que se ha construido en África sobre ese continente, en particular, y sobre Occidente, en general. Kabunda Badi (2000) observa que el imperialismo cultural y publicitario occidental, que ha invadido los suburbios africanos, es en gran parte responsable de la migración, dado que presenta a Europa como el éxito de la sociedad de consumo y el modelo de referencia para todo proceso de desarrollo y modernización. Ello mismo fue mencionado en algunas de las entrevistas realizadas a jóvenes senegaleses residentes en Argentina:

«La gente que toma la decisión de irse, la gente que salía antes de Senegal iba a Europa, antes, hace mucho; ese tipo de gente volvió a Senegal con mucho dinero, compró una casa de 200.000 dólares, un auto de mucha plata, y la gente dice [que] allá está mejor que acá, por eso los pibes quieren irse a Europa, afuera, para ganar más plata» (varón senegalés, 27 años, entrevista realizada en julio de 2010).

«En general en el país que tiene blanquitos, [se] está mejor, como Francia, Portugal. En general, nosotros, los paisanos africanos, pensamos que acá –Argentina– se está mejor que allá. Que todos los países que tienen piel blanca, están mejor que los africanos. Por eso venimos acá» (varón senegalés, entrevista realizada el 26 de febrero de 2012). 

Lo mismo ha sido analizado por Checa (1995), para quien el continente africano trata de aproximarse simbólicamente a los modelos culturales y de consumo llegados desde el exterior, considerados como los modelos ideales a imitar; son modelos importados a la comunidad por emigrantes, que incentivan a los jóvenes a emprender la salida. De esta forma, se ha asociado la idea de prestigio con el consumo y el conocimiento del mundo.  A las imágenes y modelos de vida difundidos por los emigrantes y los medios de comunicación, se debe agregar la situación económica estructural del país, que provoca una progresiva disminución de la cantidad y calidad de empleos disponibles. Entre las alternativas para evitar el empobrecimiento se encuentra la migración, a la que Pierre Bourdieu ha caracterizado como una apuesta de los agentes para evitar el desclasamiento en origen (Jiménez Zunino, 2011) y que es complementaria a otras estrategias de reproducción social –laborales, educativas, matrimoniales, residenciales, etc.–. En ese sentido, Checa (1995) plantea que es la familia, más que el individuo, la entidad que toma las decisiones migratorias. Cuando una familia no tiene suficientemente asegurada su fuente de ingresos a través de sus actividades económicas habituales, o cuando el grupo doméstico no puede garantizar el futuro de los más jóvenes, normalmente tiende a diversificar las fuentes de ingresos, controlando o atenuando sus niveles de riesgo, a fin de realizar una inversión que asegure un aumento de sus ingresos. Una manera rápida de encontrar flujos de remesas hacia el hogar es el envío a trabajar fuera de uno o más miembros de la familia, bien a la ciudad –en el caso del mundo rural–, bien fuera del país. En consecuencia, la migración facilita la transformación de la producción de la unidad familiar, ya que la salida de un individuo no significa que el núcleo familiar se rompa o divida, sino todo lo contrario: su flexibilidad y movilidad son ventajosas para la dinámica familiar y para que sus miembros continúen interconectados. La familia facilita al migrante los gastos iniciales para la partida –visado, billete de avión, etc.– y este incrementa directamente el bienestar en origen enviando dinero para alimentación, ropa, educación y mejora de la vivienda. Un entrevistado ilustraba esta dinámica:

«El año pasado se jubiló mi papá, dos años antes me explicó “ahora vos tenés que buscar trabajo”, yo allá tengo trabajo pero no suficiente para toda la familia. Por eso mi papá me dijo “ahora vos tenés que trabajar para vivir toda la familia”, por eso me juntaron plata, papá me ayudó, mi prima ayudó a juntar plata para venir acá» (varón senegalés, 29 años, entrevista realizada en febrero de 2012).

Según lo antedicho, la búsqueda de ascenso social, de la mejora económica o, en otros casos, el mandato familiar, lleva a que jóvenes senegaleses consideren la migración como una iniciativa viable. El antecedente histórico de movimientos de población intraafricanos, junto con un conjunto de condiciones locales particulares, presenta esa opción de vida como una acción deseable en lo personal y apreciada en la esfera social. Es decir, las condiciones históricas de fomento de la migración por parte de la metrópolis, las imágenes de riqueza que los migrantes transmitían a sus familiares a su regreso desde Europa, las bajas posibilidades de inserción laboral en el país de origen –que cuenta con una amplia economía informal– y las familias ampliadas con pocas posibilidades de sostener económicamente a todos sus miembros, contribuyen a generar una fuerza expulsora para los jóvenes senegaleses, que buscan nuevos horizontes fuera de su país.

Transnacionalismo senegalés

Luego de exponer algunos factores estructurales que inciden en la salida de los jóvenes senegaleses de su país, se analizarán a continuación aspectos de esta migración que, como se verá,  constituye una migración transnacional con ciertas particularidades. Las redes construidas por los senegaleses en origen y en los diversos destinos son fundamentales para entender dicho proceso. En este sentido, Vázquez Silva (2008) refiere dos tipos de redes que los senegaleses conforman en la emigración: las redes de comunicación y de visita a sus familias, y las redes económicas. Ambas refieren a características del transnacionalismo migratorio. 

Respecto a las redes de comunicación, estas se vieron favorecidas por la proliferación de teléfonos celulares y sobre todo de Internet. Gracias a ello se pueden comunicar con mayor frecuencia y en tiempo real con sus allegados a muy bajo costo. Una buena parte de los emigrantes senegaleses recurren a Skype, no solo para reducir el coste de la telefonía, sino también para reducir la virtualidad por medio del intercambio de imágenes a través de la cámara web. Durante el trabajo de campo también se observó que el teléfono celular siempre está presente en la vida de los migrantes senegaleses, se trata por lo general de un teléfono inteligente con muchas aplicaciones, entre ellas, la utilizada para la producción de fotos y videos que luego son publicadas en las redes sociales, especialmente en Facebook. También se advirtió el registro de selfies (autorretratos), que suelen compartir en estos sitios, comprendidos como entornos de comunicación y sociabilidad cada vez mayor entre los migrantes y sus familias y amigos en Senegal, y donde suelen mostrar los logros obtenidos en destino (exhibición de mercadería, viajes por el país, apertura de locales propios, etc.). Además de los perfiles personales, Facebook también es utilizado para la gestión y el intercambio de contenido en grupos de la comunidad. En algunos casos comparten eventos de Senegal, como la lucha senegalesa. En otros, la asociación de migrantes difunde actividades, así como también contenido religioso con ocasión de celebraciones. En general, los contenidos son compartidos en los idiomas wolof y francés y, a veces, traducidos al español. Por otra parte, las TIC son utilizadas como medio de influencia en las cuestiones políticas de su país. De acuerdo con Tandian (2010), a partir de los noventa –momento de la emergencia de las TIC tanto en los países de establecimiento de los emigrantes como en su país de origen–, los televisores e Internet se constituyeron en verdaderos recursos a la hora de recibir noticias de Senegal en el exterior. Asimismo, y de acuerdo con su hipótesis, es gracias a ellos que los expatriados se han implicado más en la vida política de Senegal y reivindicado un lugar en las transiciones políticas. «Los emigrantes aprovechan estos soportes para contribuir a los debates políticos de los que dan cuenta los medios de comunicación y participan en los foros de discusión» (ibídem: 81).

También son importantes los viajes que los senegaleses realizan a su país para visitar a familiares y amigos. A pesar de las distancias cada vez mayores de los países a los que se emigra (entre los nuevos destinos se encuentran países de América Latina y Asia), los adelantos tecnológicos en los medios de transporte y los ahorros para la compra de los billetes aéreos posibilitan que las visitas siempre estén en el horizonte de los migrantes9. Aquellos que pueden viajar lo hacen por períodos que varían de un mes a medio año, sobre todo aquellos que se dedican a la venta ambulante, que suelen aprovechar para estar presentes en las fiestas religiosas de Senegal. Estas estadías son el momento de gastar lo ahorrado y de hacer los regalos que se «esperan» de un emigrante. Asimismo, permiten mantener la visibilidad de los lazos sociales y culturales, lo que es importante para aquellos que planean el retorno definitivo en un futuro. En cuanto a las redes económicas, estas se conforman principalmente por las remesas que los migrantes envían a Senegal. Estos flujos económicos son constantes, y se mantienen a lo largo del tiempo, incluso tras las posibles reagrupaciones familiares, debido a que siempre queda parte de la familia extensa en origen. Ello motiva la continuidad de las remesas, que constituyen uno de los ejes de la migración, ya que muchas familias dependen de ellas para su alimentación, salud y educación.

Además de las redes sociales familiares y comunicacionales, existen otros lazos que unen a los migrantes con Senegal y con otros países: son las asociaciones de migrantes y las cofradías religiosas, que configuran densas redes transnacionales. Uno de los objetivos principales de dichas asociaciones es enviar a Senegal los cuerpos de aquellos que han muerto fuera de suelo senegalés (Vázquez Silva, 2008). También se encargan de resolver problemas cotidianos que puedan surgir con la documentación en los países de destino. Las cofradías religiosas implican también un comportamiento transnacional, que se cristaliza en flujos de ida y vuelta de diferente naturaleza: económicos, de personas, de mandatos religiosos, etc. Asimismo, dictan recomendaciones acerca de cómo practicar la religión islámica y suelen recibir a diferentes líderes religiosos (marabouts). Pero, antes de caracterizar dichos flujos, cabe aclarar la importancia de las cofradías religiosas en Senegal, a fin de comprender su rol en la emigración. En Senegal, la religiosidad musulmana (mayoritaria) se manifiesta principalmente a través de las cofradías religiosas sufíes, que surgieron en el marco de la fe musulmana como una respuesta político-religiosa de resistencia ante las imposiciones, tanto del dominio colonial francés como de las rígidas jerarquías wolof, de modo tal que ideas de libertad, solidaridad y contención pudiesen ser sostenidas por las masas oprimidas (Arduino, 2011). Las cofradías poseen un enorme poder de unión de la población senegalesa, fenómeno que se reproduce al emigrar. Las principales cofradías en Argentina –lo mismo que en Senegal– son la Mouride y la Tidjane. Ambas realizan reuniones semanales o dahíras, donde se reafirman los valores religiosos y culturales de los senegaleses. Se trata de un cuadro de solidaridad y de cohesión del grupo que permite encontrarse regularmente para cantar, recitar poemas al fundador, hablar y discutir problemas. En la emigración, además de ser centros espirituales, estas cofradías son el eje de un sistema de protección social y de desarrollo del conocimiento para una población, en ocasiones, en situación de vulnerabilidad. En muchos casos, los senegaleses llegan al país de destino sin conocimiento del idioma o sin documentación, y son los miembros de la cofradía quienes los acogen y ayudan durante los primeros tiempos.

El sistema de ayuda recíproca se extiende desde la provisión de las condiciones de acogida en la llegada (casa, comida, dinero, trabajo), hasta la ayuda para el regreso, pasando por gastos por enfermedad, celebraciones familiares o repatriación de connacionales. De esta forma, las cofradías constituyen verdaderos núcleos de soporte a sus miembros a partir de redes de solidaridad en el ámbito internacional, de modo que facilitan la realización de proyectos migratorios. En su análisis de los senegaleses en Madrid, Wabgou (2000) observa que es en el comercio donde se manifiestan en mayor medida las redes informales de informaciones intraétnicas y transnacionales entre senegaleses, en un entrecruzamiento de factores religiosos, étnicos y familiares. Y es que en el mouridismo se entremezclan elementos de la sociedad jerárquica tradicional, la cultura islámica y el consumo moderno. Molina (2014), por su parte, plantea que se trata de formas de religiosidad de carácter transnacional, surgidas a través de procesos de negociación y adaptación entre tradición y nuevas experiencias locales, y que se imbrican también con las redes comerciales y de solidaridad. La cofradía, de este modo, actuaría como red transnacional, debido a la participación, tanto en origen como en destino, de las jerarquías religiosas, de la práctica del islam, de su adaptación a los países de asentamiento y de la visita de líderes religiosos. Asimismo, la cofradía Mouride actúa como red económica transnacional en virtud de las colectas que se realizan en todas las ciudades del mundo donde viven senegaleses, para enviar dinero a la ciudad santa de Touba10. De acuerdo con Moreno Maestro (2005), los miembros de esta cofradía se encuentran dispersos por todo el globo y sirven a este proyecto común, manteniendo relaciones con su ciudad a través de sus marabouts y de las inversiones realizadas en Touba (en escuelas, hospitales, etc.). En este sentido, cabe subrayar que la particularidad del colectivo senegalés es su fuerte impronta religiosa islámica y el lazo inquebrantable que mantienen los emigrantes con su país de origen a partir de las dahíras realizadas en las distintas ciudades donde se encuentran asentados, así como de los flujos económicos: por un lado, el dinero enviado directamente a los familiares que suele ser utilizado en las economías de consumo y para la inversión; por otro, el dinero transferido como donativo a las cofradías que se destina a obras sociales y culturales –cajas de asistencia social, construcción de mezquitas u obras públicas, entre otros–.

Relaciones Sur-Sur: transnacionalismo senegalés en Argentina

El movimiento migratorio de población procedente del África Subsahariana hacia Argentina se inició a mediados de la década de 199011. Dada su carácter reciente, son relativamente escasos los estudios sobre el tema, de entre los que destacan las investigaciones de Marta Maffia (2010) y Bernarda Zubrzyski (2011). Estas autoras, desde el campo de la antropología social, han sido pioneras en el estudio de las actuales migraciones subsaharianas hacia Argentina, especialmente en relación con senegaleses y guineanos, así como sobre las redes de asociacionismo y su relación con las comunidades de afroargentinos. También pueden mencionarse los estudios realizados por Gabriel Morales y Gisele Kleidermacher (2014) quienes, desde la sociología y la comunicación, han analizado las representaciones sociales construidas por y hacia los migrantes senegaleses en Buenos Aires. 

El país del África Subsahariana con mayor presencia poblacional dentro de esta corriente migratoria hacia Argentina es Senegal. A diferencia de lo que sucede con otras comunidades migrantes, no se observan vínculos históricos entre ambos países, así como tampoco cercanía geográfica u oportunidades económicas que pudiera ofrecer el país de acogida. Entre los motivos para la elección del destino, en las entrevistas realizadas entre el colectivo se suelen mencionar las crecientes trabas para ingresar a los países europeos, el racismo que dicen vivir allí sus compatriotas, así como el ideal de llegar a Estados Unidos, para lo cual comienzan con una escala en Argentina, aunque posteriormente suelen quedarse. Otros utilizan el pasaporte argentino (obtenido en pocas ocasiones y tras años de residencia en el país) para luego intentar ingresar a Europa. Asimismo, y aunque hasta la actualidad no hay representación diplomática de Argentina en Senegal, ni viceversa, donde solicitar un visado12, los migrantes aducen, entre otros factores, las permisivas leyes migratorias de este país suramericano. Si bien estas leyes no les facilitan el acceso a la documentación, la práctica tampoco apunta a las deportaciones ni a un control efectivo en las fronteras. Entre enero y julio de 2013 estuvo vigente el Plan de Regularización Migratoria para nacionales senegaleses y dominicanos que, bajo un régimen especial, quería intentar resolver los obstáculos y las restricciones que la legislación migratoria imponía para la regularización de ciudadanos extra Mercosur, y por el que se establecía la exclusión del requisito de ingreso legal. Aquellos ingresados al país con posterioridad a esa fecha no han podido acogerse a dicho plan (Kleidermacher, 2015); así, para solucionar su situación documentaria, suelen solicitar refugio ante la Comisión Nacional para los Refugiados (Conare). Si bien la mayoría de los casos son denegados, el trámite suele ser prolongado y se les otorga una «residencia precaria» mientras este se resuelve. Finalmente, incide en la elección del destino la importancia de las redes migratorias, ya que contar con familiares y/o conocidos en el país les facilita su inserción, sobre todo en un primer momento. 

Respecto a la cuantía de la población senegalesa actual en Argentina, no existen cifras exactas debido a la irregularidad en el ingreso. Los datos del último censo nacional de población del año 2010 contabilizaron 459 personas de dicha nacionalidad (Instituto Nacional de Estadística y Censos [INDEC], 2010), lo cual implica un importante subregistro que puede tener varias causas: el temor de los migrantes a ser censados por no contar con documentación, el difícil acceso a sus viviendas por tratarse de hoteles precarios o las dificultades lingüísticas (ya que no todos hablan fluidamente español), entre otros (Kleidermacher, 2013). No obstante, y de acuerdo a datos producidos por la comunidad13, podrían llegar a ser cerca de 5.000 los senegaleses que en el presente se encuentran en el país, mientras que otros afirman que el número es menor, debido a la gran cantidad de jóvenes que han decidido asentarse en Brasil en los últimos años. Las bases de datos Naciones Unidas sobre las migraciones en el mundo y, particularmente, de la comunidad senegalesa presentan el mismo problema. Estas fuentes estiman que son 586.870 los senegaleses que residen en un país diferente al de origen, lo que representa el 3,73% de la población de Senegal. Al basarse en las estadísticas oficiales de los países receptores, un número importante de migrantes senegaleses no se encuentran contabilizados. A pesar de ello, en la tabla 1 puede observarse, tal como se mencionara anteriormente, que el mayor movimiento poblacional de senegaleses se produce al interior del continente africano, seguido por las migraciones hacia Europa –destino tradicional– y, en muy menor magnitud, hacia América Latina y Oceanía, pudiendo observarse la nueva tendencia migratoria Sur-Sur. 

Tabla 1_Afers_114_Kleindermacher

Dentro de América Latina, es notorio el subregistro de la población de origen senegalés en las estadísticas, donde no hay ningún individuo contabilizado para Argentina, tal como se muestra en la tabla 2, donde se muestran los principales países de América Latina con presencia de senegaleses de acuerdo con la base de datos Naciones Unidas (2015).

Tabla 2_Afers_114_Kleindermacher

En relación con los senegaleses en Argentina, y al igual que ocurre en otros países de asentamiento, se halla una preeminencia del género masculino. Como apunta Kaplan (2003: 9), el rol de emigrante, en la sociedad de origen, ha correspondido tradicionalmente al varón. Las mujeres permanecen en el hogar, realizando tareas domésticas y generando los medios para la supervivencia del grupo, «como primeras productoras de alimentos, reproductoras biológicas y culturales, cuidadoras y administradoras de la economía doméstica», si bien en la actualidad están arribando a Argentina (en un número aún pequeño) algunas mujeres cuyos maridos arribaron anteriormente y otras que lo han hecho solas. Tal como lo hacen en España e Italia, también los senegaleses que llegan a la Argentina se insertan en redes y cadenas migratorias que brindan información y apoyos materiales, facilitan el proceso de salida –con documentación, pasajes e información– y la acogida en destino –principalmente mediante la provisión de vivienda y trabajo–. En las entrevistas realizadas durante el trabajo de campo, muchos de los jóvenes comentaban su desconocimiento respecto de Argentina antes de emprender el viaje, no obstante lo cual se encontraban tranquilos por el hecho de contar con familiares o conocidos a quienes llamar a su llegada. La dinámica de recepción suele mantener siempre un mismo patrón: el recién llegado llama a un contacto (pariente, amigo, conocido) en cuanto arriba a la ciudad de Buenos Aires, quien le facilita alojamiento los primeros días de su estancia, generalmente en la misma habitación del hotel donde reside junto a otros compatriotas. Se trata de albergues muy económicos y precarios, ubicados en las zonas más deprimidas del área donde están ubicadas. Suelen situarse preferentemente en la provincia de Buenos Aires (Morón, Moreno, Avellaneda, La Plata) y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (sobre todo en los barrios de Constitución, Almagro, Balvanera, Flores y Liniers). Dicha regionalización obedece a la conformación de redes de migrantes arribados previamente, accesibilidad a vivienda con bajo costo de alquiler, sitios para el ejercicio de comercio informal, facilidad en la movilidad y presencia de mezquitas, entre otras causas (Arduino, 2015; Kleidermacher, 2015).

En cuanto a la inserción laboral, también son las redes las que facilitan el proceso. Durante las primeras semanas, el recién llegado acompañará a algún migrante ya asentado en la ciudad en las jornadas de venta ambulante. Esta persona también le facilitará mercadería en préstamo, le enseñará los rudimentos del español para la venta, así como información de lugares para comprar y vender. La concentración de los senegaleses en la venta ambulante obedece, al igual que en otros países a los que migran, al papel determinante que juegan las redes informales de informaciones intraétnicas y transnacionales, así como a la observación de experiencias más o menos exitosas de otros paisanos. Otros factores se relacionan con la economía argentina que, tras la aplicación de políticas neoliberales en la década de los noventa, ofrece un mercado laboral segmentado, con altas tasas de desempleo y de empleo precario e informal. De esta forma, muchos senegaleses están obligados a dedicarse a la venta ambulante para poder ganarse la vida5. Otras cuestiones que explican asimismo la concentración en este rubro se relacionan con la capacidad de adquirir un capital de partida, la existencia de un mercado activo y la posibilidad de diversificar la actividad en el espacio y en el tiempo. Como menciona Papa Sow (2004: 242) al analizar la inserción laboral de los senegaleses en Europa, «un invierno pueden dedicarse a la venta ambulante en ciertos lugares de paso como las bocas del metro, los bares de gran afluencia, o incluso delante de los grandes centros comerciales; en verano pueden desplazarse a otros lugares como las playas». Lo mismo sucede en Argentina. 

Los senegaleses asentados en la ciudad de Buenos Aires suelen montar puestos fijos en ferias o en las principales avenidas de los barrios más comerciales. Sin embargo, durante el verano, se marchan hacia la Costa Atlántica, a centros turísticos con playas de las provincias de la Patagonia, o a provincias como Córdoba y Mendoza, ya que constituyen importantes centros turísticos donde pueden montar sus puestos en ferias artesanales o bien en la playa. Esta información es transmitida a partir de las redes informales de la comunidad. Los senegaleses con mayor antigüedad en el país, quienes dominan mejor el idioma, tienen mayor capital para comprar en cantidad y poseen vehículo, son los encargados de distribuir la mercadería en esos puntos turísticos durante el tiempo que dura la temporada –de diciembre a marzo, extendiéndose en algunos casos hasta Semana Santa–. La mercadería que comercializan es mayoritariamente bisutería (anillos, pulseras, cadenas, relojes) y, en algunos casos, billeteras y cinturones que consiguen en el barrio comercial conocido como Once6 (en el barrio Balvanera), donde se concentran negocios mayoristas que venden productos importados a precios económicos. En los últimos meses la mercadería se ha diversificado, incorporando gafas de sol, perfumes y bolsos que también son ofrecidos en mesas o mantas en las veredas de los barrios más transitados. Parte de la mercadería que comercializan proviene de Brasil, traída por brasileños y a veces por senegaleses que viajan para comprarla. Sin embargo, otra parte de los productos proviene principalmente de China y Corea del Sur, y son comercializados por migrantes de dichas nacionalidades en la zona de Once, donde los senegaleses concurren a negociar los precios. A través de una compleja cadena de venta de artículos, los senegaleses se sitúan en una dinámica inscrita en el consumo capitalista que alía a productores y consumidores de todo el mundo.

Otro aspecto donde puede observarse la lógica transnacional de la migración senegalesa en Argentina es en la manera de pensar su proyecto migratorio, representado como provisional, como lo advierte Moreno Maestro (2006) en el título de su libro Aquí y allí, viviendo en los dos lados. La migración ya no es pensada como un proyecto definitivo de irse de un país para instalarse en otro, sino como un proyecto que implica diversos puntos geográficos. Es por ello que no son usuales las reagrupaciones familiares, ya que el costo económico es muy alto y la idea siempre es regresar, viviendo la mitad del año en cada país. Por supuesto, esta situación no siempre es posible, pero dicta una lógica que condiciona su modo de vivir en Buenos Aires, ya que no destinan presupuesto en actividades de ocio: todo se ahorra para la vida «allí». La distancia de Senegal a la Argentina es muy extensa y, si bien realizan viajes para visitar a su familia, estos no son periódicos como en el caso de los senegaleses en Europa, sino que se dilatan por varios años7. Por ese motivo, las comunicaciones son muy frecuentes, a través de sus teléfonos celulares o computadoras, ya sea utilizando Whatsapp, Skype u otras plataformas virtuales para comunicarse de manera instantánea. Muchos de los varones senegaleses en Argentina han dejado mujeres e hijos en Senegal, o bien tienen cónyuges en otros países europeos. Durante el trabajo de campo era habitual que los migrantes mencionaran no haber visto a sus mujeres desde hacía varios años, pero que mantenían con ellas conversaciones cotidianas a través del Whatsapp; se enviaban fotos, audios y videos a través de las aplicaciones del celular. Lo mismo fue observado por Liliane Brignol (2015) en el caso de los migrantes senegaleses en el sur de Brasil.

Otra forma de mantenerse en contacto con sus familias en origen es a través del envío de remesas. Este hecho es de vital importancia para algunas de estas familias senegalesas, para pagar la educación y hasta la alimentación de sus miembros. También en destino la obligación de remesar siempre está presente en la vida de los senegaleses. A modo de ejemplo puede mencionarse el agradecimiento del presidente de ARSA a  Western Union8 por su presencia, en marzo de 2016, en uno de los mayores eventos realizados por la comunidad senegalesa en Argentina con motivo de la visita del líder espiritual Serigne Mame Mor Mbacke Ibn Mourta (nieto del fundador del mouridismo, principal cofradía de Senegal). Respecto a otras circulaciones, durante el trabajo de campo se pudo observar que en las habitaciones de las pensiones donde viven suele escucharse música senegalesa, así como partidos de futbol de su país y de las ligas europeas y argentinas; las habitaciones se encuentran decoradas con fotos de Touba, Diourbel y otras ciudades de donde provienen. De ese modo, intentan mantener sus tradiciones, combinándolas con típicas costumbres argentinas como beber mate, vestirse con camisetas de futbol nacional y adoptar expresiones como «che, amigo» para saludar.

Al igual que sucede en otros espacios donde se asienta la comunidad senegalesa, también en Argentina las dahíras y asociaciones funcionan como vínculos transnacionales. La ARSA ha tenido un rol muy activo al actuar como nexo entre la comunidad y las autoridades estatales: ha colaborado en la elaboración e implementación del programa de regularización documentaria junto a la Dirección Nacional de Migraciones; asimismo, ha participado en juicios contra la Policía Federal por racismo institucional expresado en la aplicación discrecional de la reglamentación sobre la venta ambulante. En las dahíras, por su parte, las actividades predominantes en sus reuniones semanales son los rezos, cantos y conversaciones sobre temáticas religiosas y éticas, así como la recaudación de fondos para enviar a Touba. También se invita a líderes religiosos de Senegal, quienes dictan comportamientos a seguir en Argentina, sin alejarse de la propia religión y tradiciones, pero respetando las reglas del país de residencia. Ambos –dahíras y asociaciones– constituyen espacios de sociabilidad al interior de la comunidad, de vínculo con las asociaciones locales y con las comunidades de origen. Un caso ilustrativo es el de la asociación Karambenor, fundada por mujeres senegalesas en Argentina, originarias de la región de Casamance (en la actualidad son alrededor de 15 mujeres), quienes organizan encuentros para recaudar fondos y enviarlos a zonas carenciadas de su región. El principal medio de difusión de sus actividades lo constituye su página de Facebook.

Se destaca una vez más el papel de las TIC para la organización de la red de comunicación entre los migrantes. Las tecnologías móviles, el uso del teléfono celular junto con Internet, fueron ganando importancia en los últimos años como el principal medio de comunicación entre los migrantes. El mantenimiento de los lazos con la familia, el envío de remesas de dinero, la búsqueda de información para el proyecto migratorio, la consolidación de las prácticas comunicativas en las redes y la articulación de las organizaciones de carácter asociativo, cultural y religioso son todos ellos ámbitos en los que la relación de los senegaleses con las tecnologías desempeñan un papel importante.

Conclusiones

El propósito de este artículo ha sido caracterizar la migración senegalesa hacia Argentina en el marco de lo que, entendemos, se trata de un proceso de migración transnacional que no solo une a estos dos países, sino que involucra otros continentes, mediante el intercambio de mercadería, dinero, personas e información. Se trata de una migración particular, signada por fuertes redes que se construyen en base a la historia y tradición migratoria del país, a su religiosidad y a su mayoritaria inserción laboral en la venta ambulante. La migración senegalesa, en los últimos años, ha estado creando espacios sociales plurilocales basados en las redes y en intercambios cotidianos y permanentes, tanto virtuales como reales o concretos, que unen a las comunidades. De esta forma, la comunidad de origen participa del proceso, alienta al migrante y aporta dinero al proyecto, que luego será recompensado mediante remesas periódicas, flujos de bienes y de información.

Asimismo, se ha analizado cómo las redes de la comunidad facilitan la instalación del migrante en el destino mediante apoyo económico, social y cultural. A ello se suma la creciente masificación del uso de Internet y los teléfonos celulares, que permite un mayor flujo de información brindada antes y después de la partida. Como parte de la dinámica migratoria, el acceso y la utilización de las TIC  permiten la configuración de unas relaciones transnacionales que proporcionan mucho más que el envío de remesas económicas a Senegal. Los lazos transnacionales también pasan por las relaciones personales, familiares y de parentesco. En este sentido, los teléfonos móviles han mostrado ser de suma importancia para el funcionamiento de la migración transnacional, para mantenerse en contacto permanente con la comunidad de origen, pero también en el destino, así como para facilitar la lógica comunitaria de la migración senegalesa, donde las redes de migrantes brindan ayuda al recién llegado. 

Sin embargo, el trasnacionalismo senegalés asume particularidades en cada uno de los países donde se ha asentado. Para el caso analizado, las redes conformadas por las asociaciones y las dahíras en Argentina han tenido roles preponderantes en la instalación de los senegaleses. También el mercado laboral argentino ha influido en la elección de la venta ambulante como actividad laboral predominante en la comunidad; una venta ambulante que se basa sobre todo en la comercialización de productos de importación chinos, la venta de los cuales es prácticamente monopolizada por esta comunidad.

Para finalizar, se plantea que las redes transnacionales afectan la elección del destino, el tipo de instalación, el lugar de residencia, la actividad laboral, así como los vínculos que se establecerán con la sociedad de acogida, conformando un nuevo estilo de vida, en el cual inciden también las características de la sociedad de destino en un proceso recíproco de adaptación y desarrollo de estrategias en un mundo globalizado. La dimensión asociativa y organizacional en redes es fundamental. Se trata de procesos gracias a los cuales los inmigrantes construyen y mantienen relaciones sociales múltiples entre su sociedad de origen y la de destino. Los transmigrantes mantienen, de esta manera, relaciones múltiples a través de las fronteras y su situación no puede ser plenamente definida ni en el país de instalación, ni en el de origen, sino en el campo social formado entre ambos.

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Notas:

1- De acuerdo con el artículo 83/2011 del código contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, solo está permitida la venta ambulante para la subsistencia que no implique una competencia desleal efectiva para con el comercio establecido. Véase http://www.buenosaires.gob.ar/areas/seguridad_justicia/justicia_trabajo/contravencional/completo.php (Fecha de consulta: 15.08.2016). A falta de una mayor especificidad en su reglamentación, la venta ambulante suele permitirse en algunos barrios, mientras que en otros es común el decomiso de la mercadería por parte de la policía federal (para mayor información, véase Kleidermacher y Lamborghini, 2016). 

2- El barrio de Balvanera es conocido coloquialmente como Once, por encontrarse allí la terminal de trenes Once de Septiembre.

3- Cabe aclarar que en Argentina aquellos que no han podido acceder a la regularización de 2013 pero han solicitado refugio, y por lo tanto cuentan con una residencia precaria, pueden viajar a Senegal con dicha documentación. Deben viajar por un plazo menor a un año y notificar a la Conare las fechas de salida y regreso.

4- Compañía que ofrece servicios financieros y de comunicación a nivel global, con representación en 200 países para el envío y recepción de dinero.
 

5- Asociación creada a mediados de 2007 con el fin de legitimar la presencia de estos inmigrantes en el país y obtener un reconocimiento formal por parte de las autoridades argentinas.

6- El trabajo de campo forma parte de la investigación financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICET) para el desarrollo de la tesis doctoral en la Universidad de Buenos Aires, defendida en marzo de 2015.

7- Senegal está situado en el extremo oeste de África, limitado por el océano Atlántico al oeste y Mauritania al norte; linda con Malí al este, y con Guinea, Guinea-Bissau y Gambia, al sur. Consta de una superficie de 196.190 kilómetros cuadrados, donde vive una población de 14.133.280 personas. Para más información, véase http://www.gouv.sn [Fecha de consulta: 09 .12.2015].

8- De acuerdo a Alonso y Herrera (2010), estos programas de ajuste significaron la suspensión de subsidios estatales, privatizaciones y reducción del sector público, lo que redundó en una caída de los estándares de vida, una mayor concentración de la riqueza y una expansión acelerada del número de personas marginadas y excluidas.

9- Aunque no todos pueden viajar debido a la irregularidad migratoria, tema que será posteriormente analizado.

10- Fundada en 1887 por un sheikh sufí, Ahmadu Bamba Mbacké (1853-1927), la ciudad entera ha sido construida y continúa administrada por la orden Mourid, fundada también por él.

11- A excepción de la migración forzosa durante la colonización española y la posterior migración procedente de Cabo Verde, la cual se extendió entre fines del siglo xix y mediados del xx.

12- Bajo el mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se dispuso a través del Decreto 1813/2015 la reapertura de la embajada argentina en Senegal, que había sido cerrada en el año 2002. Sin embargo, aún no se ha formalizado la reapertura ni la instalación de una sede diplomática de Senegal en Argentina.

13- En la actualidad se está desarrollando un censo de la población senegalesa llevado adelante por la Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina (ARSA) y en el cual la autora colabora; se prevé que los resultados estén disponibles hacia diciembre de 2016.

 Palabras clave: migración senegalesa, transnacionalismo, Argentina, red

https://doi.org/10.24241/rcai.2016.114.3.183