Turquía e Israel: unas relaciones enquistadas

El día 12 de abril, CIDOB acogió una reunión de expertos sobre las relaciones entre Turquía e Israel, el papel de la UE y las implicaciones para el Mediterráneo. Este encuentro, que reunió a participantes de procedencias y perfiles distintos, tuvo como objetivo identificar los factores que habían desembocado en el actual deterioro de las relaciones bilaterales y debatir si el factor internacional y en concreto la dimensión europea y mediterránea podía desempeñar algún papel. El acto fue organizado por CIDOB y la Israel-European Policy Network con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert.

El día 12 de abril, CIDOB acogió una reunión de expertos sobre las relaciones entre Turquía e Israel, el papel de la UE y las implicaciones para el Mediterráneo. Este encuentro, que reunió a participantes de procedencias y perfiles distintos, tuvo como objetivo identificar los factores que habían desembocado en el actual deterioro de las relaciones bilaterales y debatir si el factor internacional y en concreto la dimensión europea y mediterránea podía desempeñar algún papel. El acto fue organizado por CIDOB y la Israel-European Policy Network con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert. 

Los participantes atribuyeron el actual deterioro de las relaciones entre ambos países a causas estructurales como el hecho de que Turquía no dependa de Israel tanto como antes y viceversa pero también a factores coyunturales como la operación Plomo Fundido y la contundente y emocional reacción de Erdogan y, más recientemente, la escalada de tensión alrededor de la Flotilla de Gaza y la intervención israelí sobre el Mavi Mármara.

El diagnóstico que hoy en día puede hacerse de las relaciones israelo-turcas es que se encuentran atrapadas en un círculo vicioso y que para romper ese círculo será necesario un cambio en las posiciones de la opinión pública en ambos países, una evolución positiva del proceso de paz en Oriente Medio o un golpe político o económico que empuja a cualquiera de las dos partes a revaluar la necesidad de restablecer las relaciones bilaterales. En cuanto al papel de la comunidad internacional, hubo un claro consenso en que la UE, sola y en el escenario regional actual, tiene poca capacidad para modificar las prioridades de política exterior y el discurso en ambos países a pesar de que Turquía sea un país candidato y de que Israel mantenga relaciones privilegiadas con la UE.