II Encuentro Convivencia y Seguridad.

Concepción integral, preventiva y participativa: convertir las dificultades en retos y los riesgos en oportunidades.

La ciudad de Medellín ha acogido este II Encuentro sobre Convivencia y Seguridad, denominado “Gobiernos locales y sector privado, una alianza por la convivencia y la seguridad ciudadana”. Continuación del celebrado el año pasado en Barcelona, ha confirmado la necesidad de concitar esfuerzos para crear un marco de encuentro, de reflexión y de difusión en el tema de la convivencia y la seguridad a ambas orillas del Atlántico, teniendo como metodología el diálogo entre gobiernos locales e instituciones públicas y privadas. 

Este II Encuentro ha reunido a 24 especialistas venidos de Argentina, Méjico, Costa Rica, Ecuador, Perú, España y, cómo no, de Medellín; organizado por la Fundación CIDOB, la Consultora Human, Casa América de Catalunya y la Alcaldía de Medellín, ha contado con el apoyo de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín y el Área Metropolitana (ACI), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Diputación de Barcelona y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); ha tenido un total de 130 inscripciones para asistir a sus sesiones. 

Los trabajos se han estructurado en cuatro mesas que pretendían: mostrar el “modelo Medellín”, exponiendo las experiencias de los últimos 20 años en la ciudad; compartir diferentes experiencias de buenas prácticas, mostrando la perspectiva de las administraciones públicas; una visión más académica; y, finalmente, la visión e inquietudes del sector privado en el compromiso con la seguridad ciudadana.

La ciudad donde se ha desarrollado, Medellín, ha constituido un observatorio “privilegiado” para hablar de convivencia/seguridad, seguridad ciudadana/democracia/seguridad, y libertad/seguridad. Por ello que los trabajos arrancaran precisamente con las experiencias intersectoriales de convivencia ciudadana en Medellín en los últimos 20 años, haciendo visibles la demostrada experiencia de esta ciudad al apostar por políticas públicas en materia de seguridad ciudadana, concebidas de manera integral, entretejidas con actuaciones en espacios públicos, rediseños urbanísticos, programas de acción social, basadas en una participación ciudadana real, preventivas e inclusivas. En otras palabras, la apuesta por un modelo que ha conseguido sacar a la calle a una sociedad oculta y escondida durante años a causa del miedo. Muchos son los temas sobre los que se ha debatido, entre los cuales merece destacar:

Necesidad de políticas públicas, frente a la perturbadora e inquietante ausencia de las mismas en algunos países de la región; La apuesta por una seguridad humana, superadora de la tradicional, basada exclusivamente en aspectos policiales y militares, preventiva, integral (inclusión social, nueva concepción y gestión de los espacios públicos…) e instrumento de convivencia, identificando sistemas de alerta temprana; Papel preeminente de las administraciones locales, por su cercanía al ciudadano y responsables del espacio en el que surgen y se desarrollan tales políticas; con la reivindicación de una nueva redefinición de las competencias en la materia y, en todo caso, acuciadas por la necesidad de una mayor colaboración intergubernamental. Alerta permanente en el desarrollo y concreción de tales políticas públicas para evitar los riesgos de desfiguración y alteración de sus fines iniciales, y evitar la tentación regresiva consustancial al binomio libertad/seguridad. 

Papel fundamental de la participación ciudadana, como elemento político imprescindible pero de enorme trascendencia práctica, para involucrar a todos los actores afectados en el intercambio de inquietudes y aportaciones, construcción de pactos sociales de convivencia que promueva el que la ciudadanía se apropie de tales políticas y de los procesos transformadores de todo tipo que les son inherentes. Negación rotunda de toda concepción y práctica que roce cualquier posible violación de los derechos humanos. No son suficientes los instrumentos policiales y jurídicos, aunque sí imprescindibles, pero ajustados en sus contenidos, proporcionalidad y límites al respeto incuestionable de los derechos humanos. Y, como se ha puesto de manifiesto en las diferentes mesas, ninguno de estos temas se agotan en las reflexiones abiertas en este foro, sino que merecen la colaboración y el intercambio continuado en el tiempo de inquietudes, ideas y proyectos.