La politización de la migración internacional en España: ¿excepcionalismo duradero?

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_140
Fecha de publicación: 09/2025
Autor:
Sebastian Rinken
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Sebastian Rinken, científico titular, Instituto de Estudios Sociales Avanzados, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IESA-CSIC). srinken@iesa.csic.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7951-8501  

Esta publicación forma parte del proyecto de I+D+i PID2023-149034OB-I00 («Measuring Anti-Immigrant Sentiment: Prevalence & Predictors», MAPP), financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades MICIU/AEI/10.13039/501100011033 y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Unión Europea (FEDER/UE); para más información, véase https://www.iesa.csic.es/en/proyectos/measuring-anti-immigrant-sentiment-prevalence-predictors-mapp/ . Agradezco a Julia Ranchal (IESA-CSIC) la extracción y preparación de los datos de la ESS utilizados en este trabajo. 

 

A partir de datos de varias encuestas, este artículo muestra patrones sorprendentes respecto a la notoriedad de la inmigración como tema político en España y la polarización ideológica que provoca. La aparición, en 2018, del partido de derecha radical VOX no originó una mayor percepción de la inmigración como problema prioritario; al contrario, en los últimos años dicha percepción se ha desvinculado del volumen de inmigrantes irregulares interceptados en las fronteras marítimas. Y, aunque las actitudes hacia la inmigración se correlacionan cada vez más con la ideología política, ello no se debe tanto a una mayor hostilidad por parte de personas con ideología derechista, sino a posturas más favorables expresadas por personas de izquierda. Aunque estos resultados sugieran que la reacción de la sociedad española ante la migración internacional sigue siendo excepcional, es menester advertir que los datos pueden estar distorsionados por presiones de deseabilidad social.  

Por varias razones, el caso español reviste un interés especial a la hora de analizar las reacciones sociales y políticas ante la migración internacional. En primer lugar, la conversión de España en país receptor de inmigración fue inusualmente rápida y de gran alcance. España, que hasta la década de 1970 era un importante exportador de mano de obra, tiene ahora una proporción de residentes nacidos en el extranjero (18,2%) similar a la de países con una trayectoria mucho más larga como destinos migratorios, como Alemania, los Países Bajos o Suecia (Eurostat, 2024). Este espectacular aumento se produjo en dos grandes oleadas: la primera, desde mediados de la década de 1990 hasta alrededor de 2010, y una segunda, aún en curso, que se aceleró tras la pandemia de COVID-19. A lo largo de las últimas tres décadas, la población española ha pasado de unos 40 millones a más de 49 millones de habitantes, debido casi en su totalidad al asentamiento de migrantes internacionales. 

En segundo lugar, aunque las administraciones públicas se vieron sorprendidas por el primer auge inmigratorio, las políticas españolas son ahora decididamente expansivas. En los primeros tiempos, la fuerte demanda de mano de obra inmigrante, por un lado, y los cuellos de botella administrativos en la concesión de permisos de trabajo y residencia, por el otro, convirtieron a cientos de miles de trabajadores migrantes en irregulares. Sin embargo, el régimen político se adaptó. En el año 2000, se concedió a todos los habitantes de los aproximadamente 8.000 municipios españoles un amplio acceso a los servicios públicos, incluidas la asistencia sanitaria no urgente y la educación. Cabe destacar que, para registrarse como residente local, no es imprescindible disponer de un permiso de residencia. Este enfoque, centrado en la integración, marcó el rumbo hacia un ajuste cada vez más pragmático de las políticas migratorias, cuya premisa básica parece consistir en la constatación de que las administraciones públicas son demasiado lentas y engorrosas para gestionar de antemano las necesidades laborales de las empresas españolas, en su mayoría pequeñas, por no hablar de familias que buscan ayuda doméstica (Finotelli y Rinken, 2025). Dado que este tipo de relaciones laborales se establecen más fácilmente de forma directa, a través del contacto personal, el requisito de autorización previa, en teoría fundamental, se omitió tácitamente para la mayoría de los recién llegados; así, la regularización a posteriori se convirtió en la norma empírica. En lugar de fomentar una clase marginada permanente expuesta a abusos empresariales flagrantes, los responsables políticos españoles elaboraron sucesivamente una serie de herramientas normativas que han permitido la transición de una situación administrativa irregular a otra regular, así como vías claras para pasar de un permiso de residencia temporal a uno de larga duración y, en su caso, a la naturalización como ciudadano de pleno derecho. Desde una perspectiva comparativa, estas políticas han convertido a España en un destino claramente amable para la población migrante, ya que en lugar de tratar el cruce irregular de fronteras o la residencia no autorizada como faltas insuperables, se ha normalizado la falibilidad desde el punto de vista procedimental. La reacción nativista en muchos países receptores de migrantes pone de relieve los riesgos de tal expansividad, al igual que la irrupción, en 2018, de un partido de derecha radical como VOX en el sistema político español.  

En tercer lugar, sin embargo, España no ha sido testigo de un aumento del sentimiento antiinmigrante (al menos hasta la fecha). Aunque gran parte de la población expresa preocupación por determinados impactos de la inmigración y recelos sobre las políticas existentes, los sentimientos de la ciudadanía no se han deteriorado de forma visible. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a sus actitudes hacia personas inmigrantes, aunque con matices en relación con algunos grupos de origen (Rinken y Mariscal-de-Gante, 2024). Así, ¿se puede seguir calificando la reacción de la ciudadanía española ante la migración internacional como «excepcional en Europa» (Arango, 2013; Rinken, 2015)? 

En el marco de las realidades demográficas, políticas migratorias y actitudes que hacen que el caso español sea singular desde un punto de vista comparativo, este artículo analiza la evolución reciente de las dos dimensiones constitutivas de la politización: a) la notoriedad del tema como problema prioritario y b) la polarización ideológica de las actitudes (Brug et al., 2015; De Wilde, 2011; Hutter y Grande, 2014). El objetivo del artículo es de carácter exploratorio, es decir, en lugar de examinar exhaustivamente la estructura de oportunidades políticas (Morales et al., 2015) o comparar la distribución territorial de la residencia de los migrantes con el voto a la derecha radical (Le Bras, 2022), se persigue el objetivo más modesto de examinar los datos de las encuestas existentes con respecto a la hipótesis de partida de que tanto la notoriedad del tema migratorio como la polarización relativa a él se ven fomentadas de manera tangible por la irrupción de un partido de derecha radical en el sistema político español.

¿Una preocupación menguante? La notoriedad del tema migratorio en encuestas de opinión pública

A pesar de la proliferación de redes sociales y la gran cantidad de datos generados por Internet (Groves, 2011), las encuestas de opinión pública siguen siendo la mejor opción para medir la importancia percibida de la inmigración como cuestión social y política. Esto se debe a que las encuestas, siempre que se basen en muestreos probabilísticos, se sustentan en reglas metodológicas bien definidas y contrastadas respecto a la extrapolación, con márgenes de error conocidos, de los datos observados (muestra) a la población objeto de estudio. No existen (todavía) procedimientos de este tipo para gestionar las ingentes cantidades de datos derivados de acciones y transacciones digitalizadas (los famosos big data). Se están desarrollando marcos de error para datos de rastreo digital (Biemer y Amaya, 2020), pero estos no ofrecen (al menos por ahora) fórmulas rigurosas para estimar los parámetros poblacionales (Hill et al., 2020). Un aspecto aún más crucial que los sesgos incontrolados es, quizás, el hecho de que esos datos se generan de forma accidental o por razones ajenas a cualquier diseño de estudio previo. Por tanto, como regla general, tales datos no reflejan claramente los objetivos de investigación a posteriori (Groves, 2011; Kitchin, 2014; Salah et al., 2022); aunque la reutilización exitosa de datos de rastreo digital es concebible, ello no está en absoluto garantizado (Mariscal-de-Gante Martín, 2025). Además, las encuestas siguen siendo la mejor fuente disponible para detectar correlaciones con las características de las personas encuestadas, determinar atribuciones causales y poner a prueba hipótesis; ámbitos en los que los datos encontrados en Internet aún tienen poco que ofrecer.

Sin embargo, habría que equilibrar esta valoración positiva de las encuestas con una nota de precaución, ya que los datos que proporcionan sobre la relevancia de temas políticos y sociales son intrínsecamente relativistas y resultan insuficientes para evaluar adecuadamente las actitudes correspondientes de las personas encuestadas. En función del formato de pregunta que se adopte (cerrado vs. abierto), se pide a los participantes que elijan entre una lista preestablecida o que nombren espontáneamente un número limitado de temas de especial relevancia (normalmente, hasta dos o tres). Si se emplea correctamente (lo cual es muy importante; véase Finotelli y Rinken, 2025), el formato abierto arroja resultados más válidos. No obstante, las respuestas espontáneas así obtenidas están definidas en gran medida por contingencias contextuales. Las preocupaciones predominantes sobre la COVID-19 o la inflación, por ejemplo, tienden a reducir las referencias a otros ámbitos de la realidad social y política, sin afectar necesariamente a los patrones de actitud con respecto a temas menos destacados. Por el contrario, las contingencias contextuales que sitúan la inmigración en lo más alto de la agenda –generalmente a través de acontecimientos que desencadenan un intenso debate político y una amplia cobertura mediática– tienden a aumentar la proporción de respuestas sobre este tema, sin que ello implique necesariamente un cambio de actitud. En resumen, los datos de encuestas sobre notoriedad de distintos temas sociales proporcionan precisamente lo que implica la etiqueta semántica (notoriedad): informan sobre percepciones de importancia relativa en un momento dado.

En España, tales datos son recopilados cada mes por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el organismo gubernamental encargado de medir la opinión pública. La línea naranja de la figura 1 representa el porcentaje de menciones espontáneas de la inmigración –a finales de cada año entre 2000 y 2024– como una de las tres principales preocupaciones; mientras que la línea azul representa el número anual (en miles) de inmigrantes irregulares interceptados en el mar, en la mayoría de los casos mientras intentaban cruzar desde África Occidental a las Islas Canarias. Durante la primera mitad del período de observación, los datos sugieren una clara asociación entre ambas variables: la relevancia de la inmigración como tema político aumentó (hasta 2006) y disminuyó (a partir de 2007) de forma más o menos paralela al volumen de interceptaciones marítimas. De hecho, en 2006, la llegada masiva de embarcaciones abarrotadas y en mal estado provocó una amplia cobertura mediática de lo que se conoció como la «crisis de los cayucos». Los datos de fin de año de la figura no reflejan del todo la preocupación de la opinión pública, que alcanzó su punto álgido a mediados de año, con alrededor del 60%. La situación cambió cuando el Gobierno español convirtió una mayor vigilancia policial de los puntos de partida de los cayucos en requisito para la ayuda al desarrollo de los países de África Occidental (Echeverría et al., 2024).

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_140_S.Rinken figura 1

Si nos detenemos en esta primera mitad del período de observación (2000-2012), es perfectamente lógico que la ciudadanía se preocupe por los cruces irregulares de fronteras, especialmente los marítimos: para quienes se preocupan por el bienestar y los derechos de las personas migrantes, los riesgos que entrañan esos peligrosos viajes son intolerables; y para quienes se preocupan por el control de las fronteras, la propia necesidad de las operaciones de búsqueda y rescate implica un chantaje moral, posiblemente incluso incentivando el modelo de negocio que sustenta esos transbordadores irregulares. Dicho esto, cabe señalar que en ningún momento los cruces irregulares representaron más que una fracción de los flujos migratorios: la mayoría de los inmigrantes cruzan la frontera como turistas (con o sin visado, dependiendo de las normas aplicables para cada país de origen) y acaban cayendo en situación irregular por quedarse más tiempo del permitido. Entre 2000 y 2010, la población de origen extranjero en España se triplicó hasta alcanzar aproximadamente los seis millones. Con alrededor de medio millón al año, los incrementos interanuales en 2007 y 2008 fueron similares a los de 2005 o 2006, superando con creces el volumen de permisos de residencia concedidos previamente (Finotelli y Rinken, 2025). Sin embargo, como ilustra la figura 1, la relevancia de la inmigración como cuestión social y política disminuyó drásticamente a medida que disminuían las llegadas de cayucos. Esto nos lleva a concluir que la magnitud en sí misma no influye mucho en la preocupación de los españoles por los flujos migratorios o la situación administrativa de los migrantes, sino que lo que influye es la visibilidad.

La relevancia del tema de la inmigración siguió disminuyendo casi de forma continua (salvo por un repunte transitorio en 2010) hasta estabilizarse en cifras de un solo dígito, a pesar de una crisis económica extraordinariamente grave que en cinco años (2008-2013) destruyó una quinta parte de todos los puestos de trabajo en España. Este hecho es aún más llamativo si se tiene en cuenta que millones de inmigrantes se habían incorporado al mercado laboral durante el período de auge anterior. Es evidente que la crisis situó el desempleo y los asuntos económicos en el centro de las preocupaciones de la ciudadanía, desplazando otros temas. Sin embargo, la inmigración no habría desaparecido del panorama de forma tan clara como lo hizo en este período si una parte importante de la población hubiera considerado a los inmigrantes como competidores indeseados o como chivos expiatorios. Hasta 2008, la despreocupación predominante de la ciudadanía hacia la inmigración se debía a una combinación de principios universalistas y consideraciones utilitarias, pero ante las asombrosas tasas de desempleo estas últimas se evaporaron, mientras que las percepciones de privación relativa (es decir, la impresión de estar sufriendo agravios en comparación con la población inmigrante) ganaron terreno (Rinken et al., 2011). Podría decirse que, a lo largo de este difícil período, España desafió las ominosas predicciones de la teoría de la amenaza grupal (Hjerm, 2007; Quillian, 1995) gracias a la oportuna aparición de partidos de protesta de izquierda y de centro que culparon de la crisis a la miopía y la codicia de las élites políticas y económicas españolas, lo que alivió la presión sobre los trabajadores extranjeros (Rinken y Trujillo Carmona, 2018). El nativismo y el sentimiento antiinmigrante siguieron siendo fuerzas latentes sin influencia política: los partidos de derecha radical, despreciados desde la desaparición de la dictadura de Franco en la década de 1970, siguieron siendo irrelevantes. 

Esto cambió en 2018, en el contexto de otra crisis que enfrentó a los independentistas catalanes con el establishment español: VOX, un partido decididamente nacionalista, comenzó a obtener porcentajes de voto de dos dígitos en todas las regiones del país y a nivel nacional. Si bien inicialmente fue debido en gran medida a indignación por el desafío separatista catalán (Mendes y Dennison, 2021), de forma creciente también influyó el hecho de que esta formación respondía a las demandas de sectores antifeministas, antiinmigración y, en particular, antimusulmanes (Le Bras, 2022; Ortiz Barquero, 2019; Ramis-Moyano et al., 2023) de la sociedad. Cabía esperar que este cambio en la dinámica de la competencia electoral impulsara la relevancia del tema migratorio a niveles sin precedentes, en el caso de que los cruces fronterizos no autorizados volvieran a llamar la atención. Sin embargo, como ilustra la figura 1, en lugar de avanzar en paralelo con los volúmenes récord de interceptaciones, la inmigración no ha despegado como tema político destacado, al menos por ahora. Ello es aún más relevante si se tiene en cuenta que, en el verano de 2024, los titulares de los medios de comunicación informaron sobre miles de menores no acompañados que desbordaban el sistema de inmigración de Canarias. Esto, junto con las consiguientes disputas entre los partidos con responsabilidades de gobernanza sobre su redistribución por toda España, creó una oportunidad para la retórica antiinmigración que VOX buscó aprovechar. Este partido rompió sus acuerdos de cooperación a nivel regional con el Partido Popular (PP), de centroderecha, alegando que este no adoptaba una postura suficientemente contundente contra la inmigración irregular. Semejante desmarque populista tiene su audiencia, a pesar de que, o precisamente debido a que, los tratados internacionales y la legislación española garantizan la prioridad tanto del rescate marítimo como del bienestar de menores de edad sobre el control de las fronteras. Sin embargo, a pesar de la medición errónea y divulgación incorrecta de los datos sobre la percepción de temas prioritarios por parte del CIS en septiembre de 2024 (Finotelli y Rinken, 2025), la antes observada tendencia de evolución paralela entre llegadas irregulares a las costas y notoriedad de la inmigración se ha transformado en una relativa desvinculación de ambas variables, al menos por el momento, a pesar de que un partido de derecha radical haya ganado influencia institucional.

Tal como se ha señalado, la relevancia percibida de un tema es relativista por definición. Es mucho más probable que personas con un ideario nativista mencionen la inmigración como preocupación clave que otras con una mentalidad cosmopolita; sin embargo, los altibajos en la relevancia percibida no reflejan necesariamente cambios de opinión, ni mucho menos indican movimientos tectónicos en las actitudes subyacentes, que son relativamente estables1. Sus tendencias de evolución se pueden captar mediante paneles probabilísticos de encuesta o, en caso de que no estén disponibles (como es el caso de España), mediante operaciones de encuesta transversales repetidas y metodológicamente sólidas, como la Encuesta Social Europea (ESS, por sus siglas en inglés), en la que España ha participado de manera constante. En cada una de sus ediciones bianuales, la ESS incluye algunas preguntas sobre inmigración2 y, aunque son insuficientes para una evaluación detallada de los patrones de actitud, ofrecen información valiosa especialmente cuando se comparan datos recopilados en diferentes lugares y momentos. 

Una de las aludidas preguntas se refiere a si se considera que la inmigración ha transformado el país en un lugar «peor» o «mejor» para vivir. Las respuestas negativas implican una valoración severa: para que la inmigración se perciba como un factor que compromete de manera tangible la calidad de vida en general, su impacto debe considerarse intenso y muy negativo. Por tanto, la proporción acumulada de puntuaciones desfavorables (es decir, aquellas que van del 0 al 4 en una escala del 0 al 10) mide bastante bien la prevalencia de posturas hostiles hacia la inmigración. La figura 2 muestra esa proporción para España y tres países europeos seleccionados (Alemania, Hungría e Italia) con diferentes experiencias y regímenes migratorios.

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_140_S.Rinken figura 2

En la última edición (ESS-11), aproximadamente uno de cada cuatro participantes españoles en la encuesta (23,7%) declaró que la inmigración había convertido a su país en un lugar «peor» para vivir, algunos puntos porcentuales más que en la edición anterior (20,3%), pero menos que los valores registrados a lo largo de la década de 2010 (ediciones 6 a 9). Aunque un cuarto (o casi) no es una proporción residual, entre los países considerados aquí para la comparación (y en toda Europa en general), esa cuota destaca tanto por ser inferior a la de otros lugares, como por su trayectoria descendente (aunque sea levemente) a lo largo de todo el período de observación. En Alemania, por ejemplo, la proporción de puntuaciones negativas aumentó de forma bastante marcada en las ediciones 10 y 11, en un contexto de percepción creciente de que la integración de millones de refugiados, en su mayoría sirios, no estaba avanzando con la rapidez ni el éxito previstos por el Gobierno de Angela Merkel3. En la última edición disponible de la ESS, alrededor del 35% de los alemanes expresó opiniones negativas sobre el impacto global de la inmigración en su país, cinco puntos porcentuales más respecto a los niveles habituales con anterioridad. En España, por el contrario, las valoraciones negativas disminuyeron en una magnitud similar.

Los resultados tanto de Alemania como de España son favorables en comparación con países como Hungría o Italia, donde la retórica antiinmigración ha sido un pilar de la comunicación gubernamental durante años. Las opiniones hostiles se han arraigado en estos lugares: a lo largo de la última década, al menos la mitad de los húngaros e italianos han expresado valoraciones negativas sobre el impacto general de la inmigración, con picos del 60% o más en el período entre 2015 y 2016. La clasificación de los cuatro países en términos de puntuaciones relacionadas con la consideración de «lugar peor para vivir» (que es similar a la de otros dos ítems de la ESS relativos al impacto económico y cultural) apunta a lo que considero ser una paradoja fundacional para la investigación comparativa sobre las actitudes hacia la inmigración y los inmigrantes: la proporción de opiniones antiinmigración es inversamente proporcional al volumen de inmigración internacional. En términos absolutos y per cápita, en los últimos años se han establecido en Alemania o España muchos más migrantes que en Italia o Hungría (Eurostat, 2024).

La postura relativamente benévola de la ciudadanía española se nutre de características específicas de la realidad demográfica, económica, social y política del país, como la elevada proporción de inmigrantes de origen latinoamericano –lingüística y culturalmente próximos–, un mercado laboral segmentado que requiere la incorporación de cientos de miles de trabajadores inmigrantes cada año en períodos de expansión económica, y unas políticas migratorias decididamente pragmáticas, entre otras (Finotelli y Rinken, 2025). Sin embargo, sería ingenuo concluir que la sociedad española es inmune al pensamiento grupal nativista: los sentimientos adversos hacia algunos grupos de inmigrantes, en particular los de origen norteafricano y/o religión musulmana, son mucho más comunes que la hostilidad hacia los latinoamericanos, por ejemplo (González Enríquez et al., 2024).

Una prevalencia incierta: la polarización y su letra pequeña

En España, las percepciones negativas sobre el impacto de la inmigración comenzaron a disminuir desde su plateau anterior de alrededor del 30%, cuando la «Gran Recesión» del período entre 2008 y 2013 dio paso, finalmente, a un nuevo ciclo de expansión económica. A diferencia de la mayor parte de Europa, España no se vio muy afectada por la llegada masiva de refugiados de Siria o Afganistán, ya que pocos de ellos llegaron a la Península Ibérica; España fue uno de los pocos países europeos que no entró en «modo de crisis» en los años 2015 y 2016 (Hutter y Kriesi, 2022). En 2022 (que es cuando, debido a los retrasos provocados por la COVID-19, se recopilaron finalmente los datos españoles para la décima edición de la ESS), se produjo un descenso aún mayor en el número de personas encuestadas que manifestaban percepciones negativas sobre el impacto general de la migración. Es posible que las medidas de confinamiento especialmente estrictas aplicadas en España para combatir la COVID-19 contribuyeron a que se adoptaran opiniones más favorables, ya que pusieron de relieve el papel esencial de las personas migrantes en la producción y distribución de alimentos o en los servicios de atención doméstica, entre otros sectores.

Sin embargo, en ese momento, los factores que influían en las actitudes de la ciudadanía hacia la inmigración también incluían la presencia parlamentaria de un partido de derecha radical, VOX, en todos los niveles administrativos y su participación en varios gobiernos regionales y numerosos gobiernos locales como socio minoritario del PP; el intento de VOX de aumentar su visibilidad como opositor declarado a las políticas migratorias vigentes en España (así como a las políticas de igualdad de género y cambio climático), debido a que el conflicto catalán había entrado en una fase menos álgida; y a un elevado número de llegadas de migrantes irregulares a las costas españolas durante varios años consecutivos (véase la figura 1). En este contexto, cabía esperar un aumento de las actitudes antiinmigración, si no en general, al menos entre la ciudadanía con una ideología política de derechas. A menudo se ha observado que las actitudes antiinmigración y los avances electorales de los partidos de derecha radical se refuerzan mutuamente (Minkenberg, 2021; Rydgren, 2008), siendo la supuesta cadena de efectos aproximadamente la siguiente: las actitudes antiinmigración son un factor importante que impulsa el voto a la derecha radical; el acceso a plataformas de comunicación institucionales y de amplio alcance ayuda a difundir y legitimar el discurso antiinmigración; a su vez, el aumento de la retórica hostil y de las propuestas políticas restrictivas hacia la inmigración activa la demanda latente de este tipo de enfoques.

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_140_S.Rinken figura 3

 La creciente asociación entre las actitudes hacia la inmigración y la ideología política parece respaldar ese razonamiento: en España, la correlación entre ambas variables aumentó de forma constante entre 2013 y 2022 (véase la figura 3), para luego retroceder ligeramente en 20244. Desde una perspectiva comparativa, el grado de polarización política observado en España en relación con las actitudes hacia la inmigración se sitúa en un nivel intermedio; su evolución ha sido similar a la de Alemania, pero a un nivel constantemente inferior; un patrón que podría atribuirse quizás al hecho de que Alternative für Deutschland (AfD) haya recurrido mucho más al discurso antiinmigración que VOX. En países en los que populistas de derecha radical han ocupado durante años cargos gubernamentales de máximo nivel, los datos reflejan diferentes grados de controversia política: mientras que en Italia las políticas antiinmigración se enfrentan al desafío de actores no gubernamentales y a partidos de la oposición (Dennison y Geddes, 2022; Geddes y Pettrachin, 2020), en Hungría gozan de un amplio consenso en todo el espectro político (Farkas et al., 2024). 

Los coeficientes de correlación sintetizan la asociación de dos variables en toda la gama de datos observados, lo que es ventajoso para captar el tenor general, pero inadecuado para determinar qué parte o partes de la distribución empírica impulsan la tendencia. La figura 4 ilustra la evolución de las actitudes desfavorables hacia la inmigración en España para tres amplias categorías de ideología política. Los resultados son sorprendentes: la proporción de personas encuestadas que expresan valoraciones negativas sobre el impacto global de la inmigración se mantiene estable entre quienes se sitúan en la derecha del espectro político, pero disminuye entre quienes tienen opiniones políticas centristas y, especialmente, de izquierda. Entre estos últimos, la proporción de respuestas que indican que la inmigración ha hecho que España sea «un lugar peor para vivir» ha disminuido de aproximadamente un quinto (2017) a una décima parte (2022), precisamente a lo largo del período marcado por la irrupción de VOX en el sistema político. En los últimos datos, recopilados en 2024, esa disminución da paso a un aumento de cuatro puntos, mientras que las tendencias temporales entre las personas con ideología de centro y de derechas se mantienen mucho más estables. Las respuestas de participantes con ideología de izquierdas al enfrentarse a la referida pregunta parecen haber cambiado de una manera que no se aplica a las personas encuestadas con otras orientaciones políticas.

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_140_S.Rinken figura 4

Como se indicó anteriormente, existen razones de peso para que la ciudadanía española exprese opiniones cada vez más favorables sobre la inmigración, tanto cuando el país comenzó a salir de la «Gran Recesión» como durante la pandemia de COVID-19. Es probable que las personas con orientación política centrista y de izquierdas reconozcan estas razones más fácilmente que aquellas con opiniones derechistas. Además, podría haber motivos de fondo –que no se aplican como tales o en la misma medida a personas con otras ideologías– para que la benevolencia de la izquierda disminuya en cierta medida en 2024. Sin embargo, como se ha subrayado en repetidas ocasiones a lo largo de este artículo, la irrupción de nacionalistas de derecha radical en el sistema político español constituye un acontecimiento importante que afecta profundamente a la dinámica de la competencia electoral. La sobrecarga de todos los asuntos relacionados con la inmigración con cuestiones más amplias de lealtad ideológica se vio activamente alimentada por el presidente socialista Pedro Sánchez, que describió repetidamente tanto a VOX como al PP como formaciones ultraderechistas con inclinaciones xenófobas5. Es concebible que este contexto pueda afectar de manera singular a las respuestas de personas encuestadas con ideología de izquierdas.

Las posturas antiinmigración son un ejemplo clásico de lo que en la literatura se conoce como «preguntas sensibles» en las encuestas (Krumpal, 2013; Tourangeau y Yan, 2007), es decir, cuestiones sociales potencialmente sujetas a la percepción de presiones normativas. Esto se debe fundamentalmente a las lecciones extraídas en las democracias liberales, especialmente en las europeas, de los horrores del Holocausto y las dos guerras mundiales. Dado que las conversaciones denigrantes se habían convertido con demasiada facilidad en asesinatos en masa y genocidios (Allport, 1954), las instituciones pasaron a considerar todas las formas de xenofobia y racismo, incluidas las expresiones verbales, como inadmisibles a todos los efectos. Este contexto sin precedentes históricos creó incentivos negativos con respecto a la manifestación de posturas racistas, o cualquier opinión que pudiera interpretarse como indicativa de ellas: sentimientos antiinmigrantes, evaluaciones de impacto desfavorables o preferencias por políticas migratorias restrictivas. El grado de correlación entre las dimensiones afectiva, cognitiva y conativa de las actitudes en materia migratoria es variable (Rinken y Mariscal-de-Gante, 2024), pero todas ellas están potencialmente sujetas al sesgo de deseabilidad social. 

En España, la presión normativa contra la manifestación de actitudes antiinmigración fue fomentada por la cultura política que surgió a finales de la década de 1970 y en la década de 1980, tras el final del régimen franquista (Arango, 2013). Las inclinaciones nacionalistas y autárquicas de la dictadura dieron paso a valores universalistas, que se consagraron como pilares de las políticas migratorias en el 2000 al desvincular los derechos sociales de los permisos de residencia6. Parece plausible suponer que la irrupción de VOX ha cambiado la estructura de oportunidades de los discursos políticos (Morales et al., 2015) de manera diferencial, dependiendo de la ideología de cada actor. Es probable que los «costes reputacionales» percibidos por manifestar opiniones contrarias a la inmigración hayan disminuido para las personas con orientación política de derechas, mientras que tienden a aumentar entre las personas con opiniones políticas de izquierdas en un contexto en el que el riesgo de ser percibido como racista se complementa con un «estigma ideológico» añadido. La asociación cada vez más estrecha del discurso contrario a la inmigración con la ideología de derecha radical puede inducir a personas de orientación izquierdista a expresar opiniones políticamente correctas sobre la inmigración.

Por si este razonamiento pareciera inverosímil, consideremos los resultados de un experimento de encuesta realizado en 2020 en el contexto del proyecto “Explicando Actitudes Sosegadas hacia los Inmigrantes en España” (EASIE), un estudio financiado por el Gobierno sobre las actitudes hacia la inmigración y los inmigrantes en España7. El cuestionario incluía un experimento de listado, una de las técnicas de encuesta no-intrusivas diseñadas específicamente para eludir, o al menos reducir, el sesgo de deseabilidad social, así como para estimar su alcance mediante la comparación con una pregunta directa. Todas estas técnicas introducen algún tipo de “ruido” en el formato de la pregunta para garantizar a las personas encuestadas que su respuesta no revela su verdadera opinión sobre el ítem sensible en cuestión. En un experimento de listado, se pregunta a las personas encuestadas por el número de elementos de un listado que se aplican a su caso, sin especificar cuáles. Al dividir la muestra en dos grupos equivalentes y administrar listados idénticos a ambos, salvo por la inclusión del ítem sensible a modo de tratamiento, los investigadores pueden estimar la prevalencia del ítem sensible al restar el valor medio del grupo de tratamiento del observado en el grupo de control (Glynn, 2013; Miller, 1984). En la encuesta EASIE, se preguntó a sus participantes hacia cuántos, entre varios grupos sociales, sentían antipatía, sin especificar cuáles, sino solo cuántos.

En conjunto, la diferencia de medias entre ambos grupos experimentales sugirió una prevalencia ligeramente inferior del sentimiento antiinmigrante en comparación con una pregunta directa y cerrada sobre antipatía hacia inmigrantes. Estos resultados podrían descartarse como espurios o interpretarse como indicativos de presiones inversas de deseabilidad (Ehler et al., 2021). Sin embargo, tras un examen más detallado, constatamos que el experimento funcionó según lo previsto en algunas categorías de participantes, pero no en otras. Los patrones de respuesta divergentes más pronunciados se observaron con respecto a la ideología política (Rinken et al., 2024), incluso más que en función de las actitudes de los participantes hacia la inmigración y los inmigrantes deducidas de otras preguntas del cuestionario. Cuando se les preguntó directamente, el 27% de las personas encuestadas con ideología centrista o de derechas declararon antipatía hacia los inmigrantes; en el experimento de listado, esa proporción alcanzó el 35%. Por el contrario, solo el 5% de las personas encuestadas con ideología izquierdista manifestaron sentimiento antiinmigrante cuando se les preguntó directamente, y su diferencia de medias entre los dos grupos experimentales se volvió negativa (menos 11%). Esto quiere decir que (en promedio), cuando se enfrentaron al listado más largo de grupos sociales (tratamiento), las personas de izquierdas declararon sentir antipatía hacia un número menor de grupos que cuando se enfrentaron al listado más corto (control). Este resultado aparentemente ilógico se vuelve comprensible cuando se interpreta en términos de una necesidad abrumadora de disociarse del ítem sensible de la forma más clara posible (Rinken et al., 2024; Zigerell, 2011). En las circunstancias de la opacidad del experimento (en el que solo se puede indicar un número), dicha disociación solo puede lograrse marcando una puntuación artificialmente baja. El denominado comportamiento de deflación en experimentos de listado no revela actitudes reales, sino que atestigua inequivocablemente la existencia de presiones de deseabilidad social muy intensas.

Quizás el constructo central de este experimento de listado sea aún más propenso a desencadenar presiones intensas de deseabilidad social que los ítems de evaluación de impacto de la ESS. Asimismo, no podemos extrapolar un patrón de resultados obtenidos en 2020 a otras encuestas realizadas en momentos y/o lugares diferentes. Dicho esto, el comportamiento deflacionario observado en el experimento de listado del estudio EASIE es consistente con la literatura internacional sobre dinámicas de deseabilidad social: revisiones recientes han observado que los experimentos de listado fracasan precisamente allí donde deberían funcionar mejor, es decir, con respecto a actitudes prejuiciadas e ítems muy sensibles (Blair et al., 2020; Ehler et al., 2021). Por tanto, estos resultados desaconsejan tomar por buenos, sin más, la información sobre actitudes ante la inmigración obtenida mediante encuestas –especialmente en contextos en los que el discurso de la derecha radical actúa como catalizador de la polarización ideológica. Esto no significa que las manifestaciones de actitudes benévolas hacia la inmigración por parte de personas con ideología de izquierdas sean necesariamente engañosas. Sin embargo, las evidencias experimentales antes mencionadas sugieren que un contexto de polarización ideológica distorsiona de manera importante la manifestación de actitudes hacia la inmigración, incluso en encuestas que garantizan el anonimato de las personas participantes. A efectos prácticos, en tales circunstancias, la difusión social de actitudes contrarias a la inmigración no puede estimarse de forma fiable.

Volviendo a las tendencias temporales divergentes en distintas partes del universo ideológico (véase figura 4), los datos referentes a participantes españoles con orientación derechista son al menos tan sorprendentes como los relativos a las personas encuestadas de orientación izquierdista. Esto es aún más evidente cuando se compara la proporción de opiniones desfavorables observada en España en este segmento del espectro ideológico con datos análogos para otros países (véase figura 5). 

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_140_S.Rinken figura 5

A lo largo de todo el período de observación aquí considerado (2012-2024), en torno a un tercio de la población española con ideología de derechas ha manifestado opiniones desfavorables hacia la inmigración. Esta proporción tan estable sugiere que, en España, la presencia institucional de la derecha radical no activó una demanda latente de posturas contrarias a la inmigración, ni inclinó las opiniones hacia puntos de vista desfavorables al respecto, siquiera entre quienes se declaran «de derechas». Cabría suponer que es esta su principal audiencia para discursos contrarios a la inmigración, y a priori la parte del espectro ideológico en la que, como reacción a los éxitos electorales de VOX, podría esperarse que aumentara la legitimidad percibida de manifestar opiniones contrarias a la inmigración. El hecho de agrupar la orientación ideológica en tan solo tres categorías implica una pérdida de matices, por lo que futuros estudios podrían considerar desagregaciones adicionales. Aun así, incluso si hubiera tendencias temporales divergentes entre las personas encuestadas de derecha moderada, por un lado, y derecha radical, por el otro, la proporción relativamente baja y estable de posturas manifiestamente contrarias a la inmigración entre los españoles con ideología derechista constituye una excepción notable en comparación con otros países. En Hungría e Italia, por ejemplo, la proporción de personas encuestadas de ideología derechista que afirman que la inmigración ha hecho de su país un lugar «peor» para vivir ha superado sistemáticamente el 50% desde mediados de la década de 2010, alcanzando picos del 70%; en Alemania, un país en el que el doloroso recuerdo de las atrocidades nazis solía sustentar posturas benévolas hacia los refugiados, la retórica de la derecha radical se ha abierto paso de forma contundente en los últimos años. 

Es probable que la sorprendente estabilidad de las posturas antiinmigración profesadas por la ciudadanía española con ideología de derechas esté asociada al hecho de que VOX ha tendido a alimentar el resentimiento específicamente contra las personas inmigrantes de religión musulmana, siendo claramente más favorable a aquellas procedentes de países latinoamericanos cuya presencia puede quizás asociarse al pasado esplendoroso imperial (y que disfrutan de acceso preferente a la nacionalidad española tras solo dos años de residencia regular, frente a los diez años para los demás). Asimismo, VOX ha tendido a oponerse a la inmigración irregular, especialmente la que se realiza por vía marítima, más que a la inmigración tout court, probablemente porque entre sus posibles votantes hay personas emprendedoras y familias de clase media que necesitan mano de obra inmigrante. El inédito endurecimiento de su retórica antiinmigración en julio de 2025, reclamando la expulsión de millones de inmigrantes8, sugiere que VOX ha decidido recurrir en este tramo de la legislatura a la beligerancia generalizada, quizás viéndose empujado a ello por competidores emergentes9. Hasta este momento, el principal partido de derecha radical de España se había basado principalmente en el «hispanismo étnico» (Fernández Vásquez y Lerín Ibarra, 2022). 

Conclusiones

El sentido común sugiere que la irrupción de un partido de derecha radical en el sistema político tiende a fomentar, debido principalmente a la legitimación y movilización del descontento latente, tanto la notoriedad de la inmigración en cuanto cuestión destacada como la polarización de las actitudes hacia la inmigración y los inmigrantes. Sin embargo, estas predicciones no se cumplen en el caso español (al menos por el momento). La relevancia percibida del tema migratorio solía evolucionar en paralelo con el número de inmigrantes interceptados en el mar, pero en los últimos años –tras los importantes logros electorales de VOX– este patrón se ha ido atenuando hacia un relativo desacoplamiento de los dos parámetros. Y aunque las percepciones del impacto de la inmigración en la sociedad se han polarizado cada vez más según la ideología de las personas encuestadas, ello es debido más a una mejora de las posturas declaradas por personas con ideología de izquierdas, que al deterioro de las opiniones manifestadas por quienes profesan orientaciones de derechas. Con todo, hay que tener en cuenta que la falta de sinceridad puede distorsionar las respuestas de las primeras, mientras en el aludido contexto es menos plausible que ello ocurra entre las segundas. Con esta importante salvedad, los datos empíricos analizados en este artículo contradicen la idea de que la irrupción de partidos de derecha radical tiende inevitablemente a desencadenar un círculo vicioso de retroalimentaciones entre la demanda y la oferta de actitudes antiinmigración. 

En comparación con otros países europeos, estos resultados justifican, a día de hoy, seguir caracterizando la reacción de la sociedad española a la migración internacional como «excepcional». No obstante, el modelo de crecimiento vigente en España, con fuerte peso de sectores de baja productividad, es estructuralmente vulnerable a recesiones cíclicas. En un contexto en el que un partido como VOX, de orientación decididamente nacionalista, contribuye a definir la dinámica de la competición política –y a diferencia de la Gran Recesión del período entre 2008 y 2013–, futuras crisis económicas podrían enmarcarse como conflictos intergrupales. El inminente debate parlamentario sobre una regularización a gran escala10 –la primera de este tipo en dos décadas– ofrecerá la oportunidad de evaluar hasta qué punto la retórica nativista o islamófoba condiciona al relato político del centroderecha. Por su parte, la posibilidad de que personas con ideología de izquierdas elijan respuestas «políticamente correctas» pone en guardia contra la idea de que su supuesta benevolencia es necesariamente una realidad incontrovertible. Por todo ello, tanto los estudiosos de la inmigración como los responsables políticos deberían tener en cuenta una advertencia empleada habitualmente por los asesores de inversión: los resultados pasados no ofrecen ninguna garantía sobre la evolución futura.

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Notas:

1-González Enríquez et al. (2024) ofrecen una tipología matizada de las actitudes de los españoles hacia la inmigración y los inmigrantes, basada en datos recogidos en 2020 en el marco del proyecto EASIE (véase la nota 7).

2- Módulos más extensos sobre este tema solo se realizan una vez por década.

3- «Wir schaffen das!», «¡Podemos lograr esto!».

4- En España, la correlación entre las actitudes hacia la inmigración y la ideología política ha evolucionado en paralelo en los tres indicadores de impacto de la ESS, aunque a un nivel inferior respecto a la percepción del impacto económico. Ello sugiere que, respecto a este aspecto, existe una mayor coincidencia desde distintos posicionamientos ideológicos que en lo relativo a la diversidad cultural o a los impactos percibidos en general.

5- Por poner un ejemplo reciente, al dirigirse al Parlamento español en octubre de 2024, Sánchez acusó tanto a VOX como al PP de intentar «inocular el odio en nuestra sociedad (...)»; véase: https://www.lamoncloa.gob.es/presidente/intervenciones/Paginas/2024/20241009-sanchez-comparecencia-congreso-diputados.aspx

6- Cabe señalar que el PP gobernaba España en ese momento.

7- Proyecto de I+D+i CSO2017-87364-R, financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación MCIN/AEI/10.13039/501100011033/ y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) «Una manera de hacer Europa»; para más información, véase https://www.iesa.csic.es/en/proyectos/explaining-placid-attitudes-towards-immigrants-in-spain-easie/ 

8- Véase: https://elpais.com/espana/2025-07-07/vox-habla-ya-abiertamente-de-deportar-a-ocho-millones-de-inmigrantes-y-sus-hijos.html

9- En las elecciones europeas de 2024, la recién estrenada agrupación política «Se Acabó la Fiesta», liderada por Alvise Pérez, una figura populista muy activa en redes sociales, obtuvo casi el 5% de los sufragios a escala nacional. 

10- El País. «La propuesta del PSOE para la regularización: autorizaciones de un año y sin condicionarlas a un contrato de trabajo» (22.05.2025) (en línea) https://elpais.com/espana/2025-05-22/la-propuesta-del-psoe-para-la-regularizacion-autorizaciones-de-un-ano-y-sin-condicionarlas-a-un-contrato-de-trabajo.html 

Palabras clave:  España, inmigración, politización de la inmigración, polarización, VOX

Cómo citar este artículo: Rinken, Sebastian. «La politización de la migración internacional en España: ¿excepcionalismo duradero?». Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.º 140 (septiembre de 2025), p. 79-100 DOI: doi.org/10.24241/rcai.2025.140.2.79

Revista CIDOB d’Afers Internacionals, nº 140 pp. 79-100
Cuatrimestral (mayo-septiembre 2025)
ISSN:1133-6595 | E-ISSN:2013-035X
DOI: https://doi.org/10.24241/rcai.2025.140.2.79

Fecha de recepción:  29.04.25  ;  Fecha de aceptación:  13.06.25

Traducción del original en inglés: Camino Villanueva, Massimo Paolini y redacción CIDOB.