Nuevos foros para un nuevo mundo
* Este artículo se publicó previamente en el diario Ara
En un contexto de crisis occidental y de la relación transatlántica, nuevos foros internacionales en Qatar, India o Turquía están tomando un rol central como punto de encuentro entre las viejas y las nuevas élites mundiales. Mientras la UE tiene cada vez más difícil relacionarse con Washington, las nuevas potencias regionales de más allá de Europa parecen adaptarse rápidamente al nuevo statu quo trumpista.
Del mismo modo que los protagonistas del mundo ya no son los de siempre, los foros donde se debaten las relaciones internacionales tampoco son ya los mismos. Davos, la reunión por excelencia de las élites económicas occidentales, busca un nuevo propósito desde que Trump ha decidido renegar de la globalización, promover el proteccionismo y las trabas al comercio internacional en forma de aranceles.
La última reunión de la Conferencia de Seguridad de Múnich fue utilizada por el vicepresidente J. D. Vance para proferir un ataque en toda regla contra las democracias europeas y promover la idea de un cambio de régimen en la UE de la mano de las formaciones políticas patrióticas y de extrema derecha.
Si las conferencias occidentales están en crisis y la relación transatlántica hace aguas en directo, surgen nuevos foros que simbolizan su relevo y trasladan al mundo de las ideas la multipolaridad que rige ya las relaciones internacionales. Así, ganan protagonismo el Diálogo de Raisina, en Nueva Delhi; el Foro de Antalya, en Turquía, o el Doha Forum, en Qatar. Todos ellos, brazos de pensamiento y de movilización de actores en los nuevos centros del poder internacional, donde converge la articulación de la conversación de un mundo postoccidental.
En el Foro de Doha, hace unos pocos días, desfilaron el trumpismo y la vieja guardia de Estados Unidos. Hillary Clinton fue cuestionada por su entrevistador en un ejercicio de periodismo libre, y recibió críticas por estar anclada en el mundo de ayer. Donald Trump Jr., socio del fondo de inversión que se enriquece gracias a la presidencia de su padre, recibió, en cambio, el trato que gusta a los nuevos aprendices del autoritarismo: una entrevista confortable donde alabó la imprevisibilidad de Trump como herramienta de negociación mientras seguía aleccionando a los europeos. «Estados Unidos necesita más socios como Qatar y menos como la Unión Europea».
El día antes, Kaja Kallas, alta representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, había hecho todo lo posible para transmitir la desorientación estratégica europea a los asistentes. «Todavía somos los aliados más importantes de Estados Unidos», afirmó, a pesar de que la Estrategia de Seguridad Nacional había puesto negro sobre blanco la percepción que Washington tiene de la UE: un espacio donde se censura la libertad de expresión, donde la regulación «sofoca» y donde la diversidad, es decir la inmigración, hará desvanecer la civilización europea.
La brecha transatlántica se expresa en estos espacios de diálogo mientras países como el anfitrión, Qatar, sacan pecho por su condición de potencias regionales. Ya no son tan solo China o Rusia quienes quieren protagonizar el mundo de mañana. También las potencias medias, regionales y estratégicas en ámbitos como la energía juegan las cartas de una multipolaridad imperante.
El Foro de Doha fue el escenario donde los aliados de Bashar al-Assad decidieron dejar de apoyarle hace ahora un año. En una reunión al margen de la programación oficial, representantes de Rusia, Turquía e Irán constataron cómo los adelantos de la oposición hacían preferible apostar por un nuevo liderazgo. Pocos días después, Assad abandonaba Damasco en dirección Moscú, y la oposición encontraba en el exyihadista Ahmed al-Sharaa la figura para encabezar el nuevo gobierno provisional. Al-Sharaa fue recibido en el Doha Forum de este año con el protocolo propio de un jefe de Estado, occidentalizado en la vestimenta y normalizado en el trato, después de su reciente paso por la Casa Blanca.
Qatar y los espacios de debate como el Doha Forum se adaptan mejor que Europa a los nuevos vaivenes de la geopolítica global. El primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de este pequeño estado del Golfo fue entrevistado nada más y nada menos que por Tucker Carlson, comentarista político de referencia del trumpismo y del movimiento MAGA. Durante la conversación, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al-Thani aprovechó para poner en valor la alianza entre los Estados Unidos y Qatar, que se erige en potencia mediadora para los conflictos de la región, en clara sintonía con la agenda por la paz de Donald Trump.
Carlson, que pocos días antes había sido acusado de complacencia con el antisemitismo después de entrevistar en su programa al agitador de extrema derecha Nick Fuentes, preguntó sobre la neutralidad de Qatar, país que acoge el liderazgo en el exilio de Hamás. Al-Thani respondió que son otros, en una clara referencia a Israel, quienes se empeñan en boicotear el buen entendimiento con Estados Unidos y la voluntad compartida de paz en la región.
Algunos hablarán de oportunismo revestido de adulación recíproca. Pero lo cierto es que, mientras Al-Thani y Carlson mostraban la capacidad de adaptación de Qatar a los nuevos tiempos del MAGA, los asistentes recordábamos el momento en que Trump pidió a Benjamin Netanyahu que se excusara públicamente por los bombardeos a Doha, en una conversación forzada entre el primer ministro israelí y su homólogo catarí, bajo la atenta mirada de Trump, teléfono en mano. El nuevo mundo se reúne en los nuevos foros, y es a los europeos a quienes se nos ve fuera de juego.
Palabras clave: foros internacionales, Trump, UE, Doha, multipolaridad, potencias regionales
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Imagen: © I. Jiménez / Efe (Diari Ara)
E-ISSN 2014-0843