El bucarestino Florin Cîtu estudió Economía y Matemáticas en el Grinnell College de Iowa, Estados Unidos, durante la primera década de la democracia postcomunista rumana. En 1996 obtuvo la diplomatura (
Bachelor of Arts), en 1999 se sacó la licenciatura (
Master of Arts) y en 2002 redondeó su currículum con el doctorado en Política Monetaria, Macroeconomía Aplicada y Econometría. En 2003, además, adquirió un diploma en Metodología Macroeconómica por el Center for Financial Studies de Frankfurt. Sus primeros trabajos como economista fueron en las plantillas del Banco de la Reserva de Nueva Zelanda (RBNZ) en Wellington y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) en Luxemburgo. En enero de 2005 pasó al sector privado y en los seis años siguientes ejerció de director financiero, economista jefe, jefe de ventas y director ejecutivo en el BAC Investment Bank y la división rumana del ING Bank en Bucarest.
En 2011 Cîtu se instaló por su cuenta al frente de una firma de consultoría y análisis económicos. Su salto a la política se demoró hasta diciembre de 2016, cuando salió elegido senador por Bucarest en la lista del Partido Nacional Liberal (PNL). La agrupación conservadora, liderada por Alina Gorghiu y luego de manera interina por Raluca Turcan, tuvo unos malos resultados electorales y continuó en la oposición a los gobiernos del Partido Social Demócrata (PSD), mandado por el polémico Liviu Dragnea. En la Cámara alta, Cîtu lideró la bancada del PNL, del que pasó a ser también vicepresidente orgánico, y presidió la Comisión Económica del Senado.
En octubre de 2019, la pérdida de la mayoría por el Gabinete que conducía
Viorica Dăncilă, tercer primer ministro del PSD en menos de tres años, animó al PNL, conducido desde 2017 por
Ludovic Orban, a lanzar una moción de censura en la Cámara de Diputados. La votación fue perdida por los socialdemócratas y a continuación el presidente de la República,
Klaus Iohannis (anterior líder de los liberales), designó nuevo primer ministro a Orban, el cual alineó un ejecutivo sin socios de coalición, luego de franca minoría parlamentaria. El precario Gabinete monocolor del PNL quedó constituido el 4 de noviembre de 2019 y en su seno destacaba Cîtu como titular de la cartera de Finanzas Públicas.
Su debilidad congénita no tardó en pasarle factura al Gobierno Orban, que el 5 de febrero de 2020 cayó en la enésima moción de censura, lanzada en esta ocasión por el PSD. Entonces, Iohannis pidió a Orban que formara un nuevo Gabinete y el 10 de febrero el dirigente liberal presentó un equipo de gobierno que no presentaba cambios con respecto al anterior. Sin embargo, el 24 de febrero, el Tribunal Constitucional, en un fallo favorable a la apelación del PSD, requirió al presidente que nombrara otro candidato a primer ministro. Al día siguiente Orban dimitió y una jornada más tarde, el 26 de febrero, Iohannis, en un movimiento discrecional, nominó a Cîtu para sucederle.
La interminable pelotera político-institucional no terminó ahí: el 12 de marzo Cîtu, alegando que, a su entender, el jefe del Ejecutivo y el del partido que lo integraba debían ser la misma persona de cara a las próximas elecciones parlamentarias, comunicó que desistía de formar gobierno. La prensa nacional especuló con que Cîtu se limitaba a seguir las instrucciones de su superior partidario. El caso fue que el 13 de marzo Iohannis volvió a trasladar el encargo formativo a Orban, quien, de nuevo, propuso un Gabinete sin cambios, el cual fue aprobado por el Parlamento el 14 de marzo, para escándalo de los socialdemócratas. Simultáneamente, Iohannis anunció la declaración del estado de emergencia por la propagación en Rumanía de la pandemia COVID-19.
Desde su ministerio, Cîtu trabajó en la liberación de las partidas de emergencia para paliar el destrozo social y económico ocasionado por los cierres comerciales y los parones de actividad. El ingente compromiso de gasto público iba a percutir negativamente en una situación financiera ya muy deteriorada, pero ahora lo urgente era socorrer a las familias trabajadoras y mitigar la caída de la producción; esta se contrajo más de un 12% en el segundo trimestre del año, para luego recuperarse parcialmente en el tercero. 2019 había terminado, calculaba la Comisión Europea, con un déficit superior al 4% del PIB (el valor definitivo iba a quedarse en el 4,4%), índice que se desviaba en varias décimas del objetivo del 3,8% adoptado por el Gobierno en diciembre anterior y que constituía el peor balance de cuentas de la UE.
De hecho Rumanía, el 4 de marzo, vio abrírsele desde Bruselas un procedimiento de déficit excesivo. Según la Comisión, el fuerte desequilibrio fiscal obedecía principalmente al aumento de las pensiones de jubilación un 40%, subida que el Ejecutivo de Bucarest tenía programada para el mes de septiembre del año en curso y que vendría seguida de un nuevo cálculo al alza en septiembre de 2021. Cîtu, en esos momentos primer ministro designado, aseguró que su ministerio ya tenía elaborada una estrategia de contención del déficit negociada con la UE. Pero ahora, la crisis del coronavirus vino a desbaratar el plan de consolidación fiscal. A los pocos días de la apertura a Rumanía del procedimiento de déficit excesivo, el 20 de marzo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, anunció que la UE suspendía las obligaciones del Pacto de Estabilidad y Crecimiento a fin de que los gobiernos pudieran aumentar el gasto público tanto como requirieran las contingencias epidemiológicas.
Primer ministro por los liberales en lugar de Ludovic Orban
Las elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2020, celebradas en pleno embate de la durísima segunda ola europea de la pandemia (desde el 9 de noviembre regía en todo el país el toque de queda nocturno), tuvieron unos resultados decepcionantes para el PNL, que se había ilusionado con la victoria sobre el PSD, muy erosionado por sus escándalos de corrupción. En el último año y medio, todos los sondeos sin excepción habían puesto en cabeza a los liberales, pero en la última semana de la campaña algunas encuestas arrebataron esa posición para los socialdemócratas.
Finalmente, el PSD de
Marcel Ciolacu pudo contener la debacle anunciada y se alzó con una mayoría simple del 28,9% de los votos (de todas maneras, casi 17 puntos menos que en los comicios de 2016) y 110 diputados (44 menos). El PNL hubo de conformarse con el 25,2% de los votos (5,1 puntos más) y 93 diputados (24 más). En tercer lugar quedó la Alianza formada por las formaciones de centro liberal Unión Salvar Rumanía (USR), de Dan Barna, y Partido Libertad, Unidad y Solidaridad (PLUS), del ex primer ministro
Dacian Ciolos; cuarta fue la Alianza para la Unidad de los Rumanos (UNR), novísima agrupación nacionalista de extrema derecha copresidida por George Simion y Claudiu Târziu; y quinta la Unión Democrática Magiar de Rumanía (UDMR) de Hunor Kelemen. Ninguna otra agrupación obtuvo representación parlamentaria, en unas elecciones caracterizadas por la escasa movilización del electorado: la abstención, del 68%, fue la más alta de todos los comicios habidos desde la restauración democrática en 1990.
Tan pronto como se supo la nueva composición del Parlamento, quedó claro que los socialdemócratas, privados de socios, tenían cerradas las puertas del Ejecutivo. Sin embargo, Orban, frustrado por la repetición del segundo puesto por su partido, presentó la dimisión el 7 de diciembre y dejó paso a su ministro de Defensa, el general retirado
Nicolae Ciucă, quien tomó las riendas con carácter interino. Solo dos días después, el 9 de diciembre, el PNL comunicó que el ministro interino de Finanzas, hombre de toda confianza de Orban, era su propuesta para el puesto de primer ministro. El líder liberal prefirió ser investido presidente de la Cámara de Diputados.
El PNL cerró con rapidez un acuerdo de coalición con la USR, el PLUS y la UDMR, de manera que el 23 de diciembre, en la víspera de la Navidad, Cîtu, previamente designado por Iohannis, anunció un Gabinete donde Barna y Hunor le flanqueaban como viceprimeros ministros. El PNL se quedaba con ocho ministerios, entre ellos los de Defensa, para el confirmado Ciucă, Interior, para Lucian Bode, y Finanzas, para Alexandru Nazare. La USR obtenía cuatro carteras además de la vicejefatura del Gobierno para Barna, la UDMR tres y el PLUS, dos. El independiente Bogdan Aurescu continuaba como ministro de Exteriores. De los 21 miembros del Gobierno, solo uno era mujer (la liberal Raluca Turcan, que dejaba de ser viceprimera ministra para llevar el Ministerio de Trabajo y Protección Social), aspecto que suscitó un torrente críticas, pues incluso violaba disposiciones legales sobre la equidad de género. El nuevo cuatripartito gozaba de sendas mayorías absolutas en la Cámara de Diputados, con 169 escaños, y en el Senado, con 75. Todo en un día, las dos cámaras del Parlamento aprobaron el nuevo Gobierno por 260 votos contra 186, tras lo cual Cîtu y sus ministros prestaron juramento ante el presidente Iohannis y tomaron posesión.
(Cobertura informativa hasta 31/12/2020)