Marcel Ciolacu, de 55 años, entró en la política nacional hace una década. Previamente, fue un oscuro militante del PSD y de sus predecesores, el Partido de la Democracia Social de Rumanía (PRSR) y el Frente de Salvación Nacional (FSN), en su condado natal de Buzău. Según su currículum, es licenciado en Derecho por la Universidad Ecológica de Bucarest, título que obtuvo 15 antes de estudiar una maestría en Gestión de Finanzas Públicas en la Escuela Nacional de Estudios Políticos y Administrativos de la capital rumana.
En 2007 Ciolacu condujo en Buzău, un municipio de 100.000 habitantes, la constructora local Urbis Serv, al año siguiente asumió el cargo de teniente de alcalde de la ciudad y en diciembre de 2012 ganó su primer mandato en la Cámara de Diputados. Ocurrió en las elecciones que dieron la mayoría absoluta a la primera experiencia de gran coalición, duradera en el poder poco más de un año y denominada Unión Social Liberal, entre el PSD que entonces lideraba
Victor Ponta, investido a la sazón primer ministro, y el PNL de Crin Antonescu. En 2015 fue elegido cabeza del PSD en el condado de Buzău y en los comicios de noviembre de 2016, ganados por los socialdemócratas con mayoría simple, renovó en su escaño parlamentario.
En junio de 2017 Ciolacu entró en el nuevo Gobierno socialdemócrata de
Mihai Tudose en calidad de viceprimer ministro sin cartera, a diferencia de otros dos viceprimeros ministros que sí tenían asignadas competencias específicas. Esta peculiaridad, más el hecho de tratarse de un desconocido para el público, proyectó a Ciolacu como una especie de
comisario personal del presidente del PSD, Liviu Dragnea, cuestionado y turbio personaje que en 2015 había heredado el liderazgo partidario del no menos polémico Ponta y que no podía dirigir directamente el Ejecutivo —a cambio, presidía la Cámara de Diputados— al pesar sobre él una condena por fraude electoral, a sumar a otras investigaciones y sumarios abiertos por presuntos abuso de poder y corrupción.
Autoritario e intrigante, Dragnea había forzado la caída, vía moción de censura, del primer jefe de Gobierno nombrado por el PSD tras las elecciones de 2016,
Sorin Grindeanu, y en enero de 2018 repitió la jugada obligando a dimitir a Tudose, quien también le había salido díscolo. Idéntica independencia de criterio afloró en Ciolacu, que una vez sentado en el Gabinete mudó de lealtades y se alineó con Tudose en su forcejeo con Dragnea, por lo que su caída le arrastró a él también. La nueva primera ministra colocada por Dragnea,
Viorica Dăncilă, no otorgó ningún puesto a Ciolacu, que permaneció en la arena política como diputado.
Sin embargo, la acción de la justicia terminó por sepultar la carrera política de Dragnea, al que en junio de 2018 le cayó una condena de tres años y seis meses de prisión por incitación al abuso de poder en su etapa de presidente del Consejo del Condado de Teleorman. El 27 de mayo de 2019 Dragnea vio confirmada su sentencia en segunda instancia y ese mismo día entró en prisión. Entonces, la primera ministra Dăncilă asumió las riendas del PSD. La desaparición política de Dragnea vino a desacreditar a quienes, dentro del partido, le habían secundado con docilidad, mientras que algunos de los que se le habían enfrentado ganaron puntos.
Fue el caso sobre todo de Ciolacu, que con toda rapidez pasó de un discreto segundo o tercer plano al estrellato. Por de pronto, el diputado por Buzău fue investido presidente de la Cámara de Diputados en sucesión de Dragnea. Como tal, Ciolacu asistió a la caída en octubre de 2019 del Gobierno Dăncilă, vulnerable desde la renuncia de los ministros del partido liberal ALDE y víctima de una moción de censura comandada por el PNL. El presidente de los liberales,
Ludovic Orban, alineó un precario Gabinete de minoría. A renglón seguido, en noviembre, tuvieron lugar las elecciones para la Presidencia de la República, que Dăncilă perdió frente al titular aspirante a la reelección,
Klaus Iohannis.
Este doble fracaso arruinó el liderazgo interno de Dăncilă, que el 26 de noviembre, dos días después del balotaje presidencial, renunció a la presidencia del PDS. Ciolacu tomó inmediatamente el mando con carácter interino, a la espera de ser confirmado por un Congreso extraordinario en febrero del año siguiente. El cónclave socialdemócrata se demoró hasta agosto de 2020 de resultas de la COVID-19 y en él Ciolacu pasó cómodamente el trámite con el apoyo de 1.310 compromisarios, frente a los tan solo 91 votos recibidos por su único oponente, el ex ministro de Finanzas Eugen Teodorovici, actualmente presidente ejecutivo de la agrupación. Ciolacu aseguró que bajo su dirección el PSD pasaba página a su problemático pasado reciente y se concentraba en trabajar para "resolver los problemas de los rumanos". De la nueva cúpula socialdemócrata formaban parte también Sorin Grindeanu (vicepresidente primero), Gabriela Firea (vicepresidenta primera), Paul Stănescu (secretario general) y Vasile Dâncu (presidente del Consejo Nacional).
Ya antes del Congreso del PSD, en febrero de 2020, Ciolacu le devolvió a Orban el golpe sufrido por Dăncilă cuatro meses atrás y derribó su Gobierno mediante una moción de censura, si bien Orban volvió a ser nombrado por el presidente (y ex líder del PNL) Iohannis contra el dictamen del Tribunal Constitucional. A continuación, vinieron las elecciones legislativas del 6 de diciembre, vueltas a ganar por el PSD pero con un fuerte retroceso en votos (del 45,5% al 29,3%) y escaños (de 154 a 110 diputados). El PNL, que en el último año y medio había encabezado todos los sondeos para experimentar un desfallecimiento justo al término de la campaña electoral, se las arregló no obstante para continuar en el poder, formando una coalición mayoritaria con los partidos centristas liberales USR y PLUS, más la UDMR de la minoría húngara, y colocando a
Florin Cîtu de primer ministro.
En estas circunstancias, el 19 de diciembre de 2020, cuatro días antes de tomar posesión el Gabinete Cîtu, Ciolacu hubo de dejar la presidencia de la Cámara de Diputados, que pasó a Orban. La turbulenta política rumana no conocía tregua y el 7 de septiembre de 2021 el Gobierno Cîtu quedó en minoría por la marcha de la USR (que se había fusionado con el PLUS) y su paso a la oposición. Ciolacu no desaprovechó la oportunidad y el 5 de octubre el PSD, en su segunda moción de censura exitosa en menos de dos años, tumbó al Ejecutivo de los liberales, a su vez presos de la pelea interna entre Cîtu y Orban. Apoyaron la moción del PSD la USR y la ultranacionalista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), es decir, la oposición parlamentaria al completo.
El país se sumió en una crisis política en toda regla, que Iohannis intentó deshacer sin éxito. Primero, el 11 de octubre, el presidente designó primer ministro al jefe de la USR,
Dacian Ciolos, ya titular del cargo en 2015-2017, pero el Gabinete que propuso, con solo ministros de su partido, no obtuvo la confianza parlamentaria. Después, el 21 de octubre, Iohannis trasladó el encargo formativo al liberal
Nicolae Ciucă, quien sin embargo le devolvió el mandato el primero de noviembre.
El bloqueo parecía insoluble a menos que se recurriera al adelanto electoral, algo que no sucedía en Rumanía desde la promulgación de la Constitución en 1991, pero entonces Ciolacu y Cîtu sorprendieron con un acuerdo de gran coalición que aparcaba el crudo antagonismo de sus respectivas formaciones y al que se sumaron los magiares de la UDMR. El acercamiento fue propiciado por la escisión parlamentaria de Orban y sus leales del sector crítico, expulsados finalmente del PNL por Cîtu, quien ostentaba la presidencia del partido desde el 25 de septiembre. Según los términos del pacto, urgido por la brutal virulencia de la cuarta ola nacional de la COVID-19 y el encarecimiento de los precios de la energía y los alimentos, los liberales colocarían inicialmente al primer ministro y al cabo de 18 meses cederían el turno a los socialdemócratas.
Así las cosas, el 22 de noviembre de 2021 Iohannis volvió a nombrar a Ciucă, el 23 el nuevo Gabinete fue presentado y el 25 el Parlamento le estampó su confianza con una mayoría aplastante de 318 votos contra 126, tomando al punto posesión. La peculiar coalición
semáforo a la rumana incluyó el otorgamiento de las jefaturas parlamentarias a los respectivos cabezas de facción: Ciolacu fue elegido presidente de la Cámara de Diputados, con lo que el líder socialdemócrata regresaba a la posición disfrutada hasta diciembre de 2020, mientras que Cîtu alcanzó la presidencia del Senado.
(Cobertura informativa hasta 25/11/2021)