Diálogo Hispano-Alemán, 2013

Los pasados 21 y 22 de noviembre, CIDOB y SWP (Stiftung Wissenschaft und Politik) celebraron la 5ª edición del Diálogo Hispano-Alemán en la sede de CIDOB, en Barcelona, con el apoyo de las dos mayores fundaciones políticas alemanas: Konrad Adenauer Stiftung y Friedrich Ebert Stiftung. Este año, investigadores de las relaciones internacionales, académicos y políticos de ambos países se encontraron para debatir sobre los retos comunes de España y Alemania en una nueva Europa; el futuro de la Unión ante la crisis y el creciente euroescepticismo; y las perspectivas de cambio político y social en el Mundo Árabe.

Los pasados 21 y 22 de noviembre, CIDOB y SWP (Stiftung Wissenschaft und Politik) celebraron la 5ª edición del Diálogo Hispano-Alemán en la sede de CIDOB, en Barcelona, con el apoyo de las dos mayores fundaciones políticas alemanas: Konrad Adenauer Stiftung y Friedrich Ebert Stiftung. Este año, investigadores de las relaciones internacionales, académicos y políticos de ambos países se encontraron para debatir sobre los retos comunes de España y Alemania en una nueva Europa; el futuro de la Unión ante la crisis y el creciente euroescepticismo; y las perspectivas de cambio político y social en el Mundo Árabe.

El seminario fue introducido por Carles A. Gasòliba, presidente de CIDOB, quien puso sobre la mesa cuestiones que suscitaron el debate entre los ponentes, como el uso de la dinámica comunitaria o la intergubernamental para afrontar los retos comunes de la Unión. Asimismo, subrayó la necesidad de crear mecanismos de accountability y transparencia para dotar de una mayor legitimidad democrática a la Unión. Steffen Kampeter, actual Secretario de Estado alemán en el Ministerio Federal de Finanzas, introdujo el debate por parte alemana con la idea de crear una transformation union, basada en la competitividad, contrapuesta a la idea de transfer union, donde las transferencias de unos estados a otros sean permanentemente unidireccionales. Además, confirmó la continuidad en la política europea de Alemania en el marco de una renovada “Große Koalition“.El resto de la sesión giró en torno a las dos grandes cuestiones que los Estados miembros de la UE deben resolver en el contexto actual: políticas de austeridad versus políticas de crecimiento y el diseño de la gobernanza europea. Los participantes empezaron destacando las limitaciones de la actual unión monetaria incompleta, para luego apuntar la necesidad de avanzar hacia una verdadera unión fiscal y presupuestaria, lo que requiere una mayor unión política que permita una mejor gobernanza económica. 

A pesar de los avances realizados de cara a la unión fiscal (Six-pack, Two-pack, Fiscal Comptact), hay que crear mecanismos de coordinación ex ante que doten de estabilidad macroeconómica al conjunto de la UE. A tal efecto, se destacó la importancia de los Convergence and Competitiveness Instruments (CCI) como vehículo hacia una capacidad presupuestaria aumentada que permita en última instancia la suavización de los ciclos económicos. Igualmente, se remarcó la actual falta de mecanismos que permitan una actuación contra-cíclica a nivel comunitario. Una estabilidad que necesita de la limitación de los “canales de contagio” de la crisis: las finanzas públicas, los mercados financieros y el sistema bancario. En este sentido, se discutió la necesidad de adopción de los CCIs para mejorar la competitividad y la convergencia entre las economías europeas, el correcto alineamiento de los incentivos para que los Estados mantengan la disciplina fiscal, avanzar hacia una unión bancaria paneuropea y la creación de un Fondo Fiscal Europeo que actúe como un “FMI europeo”.

En la segunda sesión, se analizó la complejidad de las causas y las consecuencias del creciente euroescepticismo. Si bien los participantes encontraron más preguntas que respuestas, coincidieron en que más que debido a un auge antieuropeísta, la desconfianza hacia las instituciones europeas surge de la percepción pública de que la Unión no se ocupa de “las cuestiones que preocupan a la ciudadanía”. Al mismo tiempo, la desconfianza en los gobiernos nacionales ha ido creciendo, lo que llevó a los ponentes a plantear la posibilidad de estar asistiendo a una crisis de confianza sistémica de las democracias occidentales, más allá del euroscepticismo. Por un lado, la falta de respuesta a las cuestiones que preocupan a la ciudadanía por parte de los partidos convencionales contrasta con la habilidad y dinamismo de los partidos contestatarios o de protesta por “ocupar” esos temas que escapan a la identificación ideológica clásica. Por otro lado, parece que las respuestas comunitarias instrumentadas ante la crisis no convencen ni al sur ni al norte de una Europa polarizada. 

Estamos pues, ante una crisis que, según se apuntó, solo encontrará su fin en el fortalecimiento y consolidación de las democracias nacionales. A la luz de una posible, aunque poco probable, coalición paneuropea euroescéptica como resultado de los próximos comicios europeos de 2014, se hizo una distinción clara entre aquellos partidos que cuestionan el modelo actual apostando por cambiar el rumbo del proyecto Europeo, los eurocríticos o altereuropeos, de aquellos partidos que quieren deshacer el proyecto de la Unión, los antieuropeos o eurofóbicos.¿Qué tipo de regímenes políticos esperamos que se consoliden a raíz de las revoluciones en el Mundo Árabe? O ¿qué tipo de regímenes quieren constituir los ciudadanos de dichos países? Fueron algunas de las cuestiones que motivaron el debate de la tercera sesión del Diálogo. 

Alemania y España, en tanto que actores de la comunidad internacional, deben promover el cambio pacífico y la estabilidad democrática a largo plazo en la región mediante las ayudas económicas, el fortalecimiento de la sociedad civil y la condena de los regímenes antidemocráticos. Entendiendo que el establecimiento de los principios democráticos, la defensa de los derechos humanos y el ejercicio de la buena gobernanza no son cuestiones exclusivamente occidentales, los Estados miembros de la UE deben promover dichos valores activamente mediante un política de vecindad hacia el sur sin complejos, basada en la condicionalidad positiva de “más por más“. Una influencia, sin embargo, de limitado alcance dado el reducido tamaño de la ayuda de estos países en comparación con la que proviene de otros actores importantes en la región. Por la vía del multilateralismo, España, Alemania y los demás estados de la UE deben articular su acción en busca de asociaciones estratégicas con países de la zona, como Túnez o Turquía, para potenciar la creación de estructuras organizativas comprehensivas que confieran estabilidad social y política a la región. Los participantes concluyeron el debate haciendo referencia a la importancia de lograr una mayor y mejor coordinación de los Estados miembros de la UE para proyectar una sola imagen de la Unión en la región y reforzar así la transmisión de un mismo mensaje político a favor de la construcción de procesos democratizadores e inclusivos.