"Desayuno Europeo con Joan Maria Nin: ""¿Es posible un gran acuerdo comercial transatlántico? Oportunidades para España"""
El pasado 7 de octubre, Joan Maria Nin, presidente del Consejo España-EEUU, impartió una conferencia en CIDOB sobre la alianza atlántica y los principales objetivos y ventajas que propone el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), actualmente en fase de negociación entre la Unión Europea y los Estados Unidos.
"El pasado 7 de octubre, Joan Maria Nin, presidente del Consejo España-EEUU, impartió una conferencia en CIDOB sobre la alianza atlántica y los principales objetivos y ventajas que propone el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), actualmente en fase de negociación entre la Unión Europea y los Estados Unidos.
Una vez el presidente del CIDOB, Carles A. Gasòliba, hubo dado la bienvenida a los asistentes, Joan Maria Nin dio unas pinceladas sobre el escenario global actual, que ha cambiado completamente en menos de una generación. La incorporación gradual de China y otras economías emergentes en la globalización económica ha desplazado el centro de gravedad hacia el Este, terminando con un orden global y dando paso a potencias regionales. Así pues, en los últimos años, el vínculo atlántico ha ido perdiendo centralidad en favor de los mercados emergentes, especialmente China.
En este contexto, Nin explicó por qué el ámbito del TTIP no sería sólo económico, sino que tendría una doble dimensión estratégica y técnica. Por una parte, el Tratado establecería un marco de diálogo permanente en importantes ámbitos regulatorios y se convertiría en un punto de referencia para otras relaciones bilaterales; por otro, eliminaría barreras comerciales, daría respuesta al problema del coste regulatorio UE/EEUU y generaría un nuevo marco de actuación, aumentando la competencia y el impacto positivo en los precios. Para la Unión Europea, el acuerdo tendría un impacto de +0,48% en el PIB durante la próxima década. El 80% de los beneficios provendrían de la reducción de los costes que generan la burocracia y la reglamentación, así como de la liberalización del comercio, de los servicios y de la contratación pública. España es uno de los países que potencialmente más se beneficiaría de este acuerdo, con un incremento per cápita de entre un +0,31% y un +6,55%, superior al de la media de la Unión Europea. A nivel global, el acuerdo ayudaría a dar un impulso a las relaciones transatlánticas por encima de otras dinámicas.
El mundo en su conjunto podría ver incrementada su renta per cápita en un +3,27%. No obstante, la negociación y el diálogo con Estados Unidos plantea importantes retos dentro de la propia Unión Europea donde conviven diferentes sensibilidades hacia temas cruciales dentro del TTIP. En este sentido, se debería trabajar para asegurar aspectos como la protección social y ambiental, la posibilidad de que las empresas europeas puedan importar energía y materias primas de los EE.UU., el respeto a las Denominaciones e Indicaciones Geográficas Europeas en EE.UU., la no discriminación de las empresas de propiedad pública o la incorporación al acuerdo de los servicios financieros (banca y seguros). Del mismo modo, sería conveniente evitar rebajar la regulación que protege la salud, el medio ambiente, la privacidad, o los derechos de los trabajadores y consumidores.
Otros aspectos a prevenir serían la liberalización de los servicios públicos, la pérdida de ciertos monopolios estratégicos, la posibilidad de que puedan entrar empresas extra-europeas a la concesión de monopolios regulados o la limitación de los diferentes estados a tener derecho a regular ciertos mercados. En este nuevo escenario de poder fragmentado, se hace aún más crítico para la UE saber fortalecer los lazos atlánticos. EE.UU. también está negociando el ""Trans-Pacific Partnership (TPP)"" con Australia, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Si el TTIP no llega a buen puerto y el TPP se consolida, Europa perdería una centralidad que ahora le es, hasta cierto punto, natural. En cambio, si el TTIP entre Europa y EEUU es un éxito, la armonización de los estándares entre la UE y EE.UU., podría suponer la base para su aplicación en terceros países (estándar global único) y la Unión Europea y los EE.UU. reforzarían su liderazgo político en el ámbito internacional. Así pues, Europa y Estados Unidos tienen ante sí una oportunidad para definir los estándares mundiales del comercio del siglo XXI.Sin embargo, la posición negociadora entre la Unión Europea y EE.UU. no es la misma. Existen diferentes grados de unidad política y de unidad de acción hacia el exterior: mientras los Estados Unidos cuentan con una mayor unidad política y un solo interés nacional, la Unión Europea dispone de menor unidad política y más de un interés nacional. Además, no estamos ante una sola Europa, sino ante tres: la Europa Mediterránea-católica vs. la Europa central-calvinista/luterana; unidas por el eje franco-alemán con capital en Bruselas; más el Reino Unido, que es otra manera de entender Europa y unos intereses diferentes (a veces incluso más cercanos a la sensibilidad de los EE.UU.).
Los Estados Unidos tienen una posición geopolítica privilegiada respecto a la UE: su doble vocación atlántica (TTIP) y pacífica (TTP) representa dos fuentes de prosperidad que suponen una ventaja geoestratégica única en el mundo. EE.UU. tiene una protección natural de dos océanos, cosa que ha influido en el desarrollo de sus instituciones políticas. En cambio, Europa tiene más limitadas sus opciones, teniendo en cuenta los riesgos geopolíticos en el Este: Eurasia (Rusia-Ucrania), revoluciones en el mundo árabe, ISIS, países hostiles a Occidente como Irán o inestables y frágiles como Irak o Siria.Con todo, existen fuertes lazos históricos e importantes consideraciones estratégicas que hacen del Atlántico una alianza natural. Las implicaciones de este nuevo escenario supondrían más facilidad para exportar a los Estados Unidos al reducir el impacto de la barrera de la regulación. Al mismo tiempo, el mejor acceso al mercado europeo de las empresas de Estados Unidos dibujaría un mercado europeo y nacional más competitivo donde los consumidores se beneficiarían de productos más innovadores, de mayor calidad y a mejor precio. Todo ello derivaría en un mayor bienestar pero también en unos mercados más ágiles y dinámicos, tanto en Europa como en Estados Unidos, lo que implica también un mayor esfuerzo de adaptación y más exigencia para empresarios y trabajadores.
Con estas consideraciones, Joan Maria Nin finalizó su exposición afirmando que, con el TTIP, el eje atlántico se consolidaría como principal punto de anclaje, fortaleciendo el binomio seguridad/estabilidad global en un mundo carente de normas internacionales claras a nivel global. Asimismo, el Atlántico recuperaría cierta centralidad geoestratégica: el rearme continuo de China e India y, al mismo tiempo, la mayor solidez del vínculo Atlántico reequilibrarían el escenario global a favor de una mayor centralidad europea."