¿Qué explica la supervivencia de los grupos terroristas? Alianzas y competencia
¿Por qué algunos grupos terroristas perduran más que otros? ¿Qué nos revela esta longevidad sobre la eficacia de las organizaciones terroristas? Este artículo examina, en primer lugar, por qué la supervivencia organizativa puede considerarse un factor de eficacia organizativa. En segundo lugar, se revisa la literatura sobre la longevidad de los grupos terroristas –incluyendo el examen sistemático de diez estudios cuantitativos sobre este tema. El análisis muestra que unos pocos factores están asociados a la longevidad recurrentemente –entre ellos, el tamaño del grupo y la participación en alianzas de grupos terroristas. En tercer lugar, y dado el interés teórico por las relaciones interorganizativas, se toman en consideración argumentos para explicar por qué las alianzas de grupos terroristas, y también la competencia entre grupos, probablemente contribuyen a la longevidad del grupo. Por último, se ofrecen sugerencias para avanzar en la investigación sobre esta temática.
Algunos grupos terroristas llevan a cabo un solo atentado y luego desaparecen; otros, en cambio, sostienen campañas de terror durante décadas1. ¿Por qué algunos grupos terroristas perduran mucho más que otros? Un corpus de investigación cada vez mayor ofrece una evaluación empírica en profundidad de esta importante cuestión (Cronin, 2006 y 2009; Daxecker y Hess, 2013; Gaibulloev y Sandler, 2014). Sin embargo, han sido pocos los esfuerzos dedicados a consolidar los resultados obtenidos hasta ahora. La longevidad de los grupos terroristas es relevante para el tema de este número monográfico, esto es, la eficacia del terrorismo, pues la durabilidad puede considerarse un componente de la eficacia. Para alcanzar el éxito, los grupos terroristas necesitan, ante todo, sobrevivir. «El objetivo mínimo de cualquier organización es sobrevivir», sostiene Crenshaw (1987) inspirándose en los clásicos de la teoría organizativa (Wilson, 1974). A pesar de la importancia de comprender la longevidad de los grupos terroristas, todavía existe confusión sobre los motivos por los que unos grupos perduran más que otros. Aproximadamente una docena de análisis cuantitativos de muestras de grupos terroristas a escala mundial han intentado comprender la durabilidad de los grupos, tal como relata este trabajo, pero los resultados son dispares. Solo unas pocas variables se han relacionado de forma consistente con la durabilidad del grupo.
Uno de los conjuntos de factores que muestra cierta relación con la longevidad del grupo tiene que ver con su dinámica organizativa; concretamente, con la cooperación y la competencia del grupo terrorista. Según algunos estudios, la cooperación contribuye a la supervivencia del grupo; mientras que otros, por el contrario, sostienen que existe una relación entre la competencia y la supervivencia del grupo. La cooperación y la competencia son conceptos interesantes porque la investigación ha demostrado que, por un lado, las alianzas entre grupos terroristas están relacionadas con la letalidad de los grupos (Asal y Rethemeyer, 2008; Horowitz y Potter, 2014) y, por el otro, que la competencia entre los grupos terroristas contribuye a la innovación y a una violencia más extrema (Bloom, 2004 y 2005; Conrad y Greene, 2015). Ambos tipos de relación entre grupos son bastante comunes entre las organizaciones terroristas. El conflicto en Siria, por ejemplo, nos ofrece una buena muestra: el afiliado local de Al Qaeda, el Frente al-Nusra, coopera con varios grupos terroristas en el país2; esta cooperación ofrece ventajas sustanciales al Frente, como el acceso a armas que los países occidentales han entregado a grupos relativamente moderados (Hubbard, 2015) y el poder mayor que ofrecen los atentados conjuntos (Lister, 2015a; The Daily Star, 2014). En todo el mundo, casi la mitad de los grupos terroristas ha cooperado con otros terroristas en algún momento (Phillips, 2014). En relación con la competencia, y siguiendo con el mismo ejemplo, el Frente al-Nusra ha mantenido una rivalidad violenta con Hezbolá y la organización Estado Islámico (EI), entre otros grupos. Tras la ocupación de una ciudad siria por parte de Hezbolá, el Frente al-Nusra respondió con el uso de un coche bomba en Líbano para matar al líder de la organización libanesa (Al Jazeera, 2014). El «ojo por ojo» ha sido frecuente en la rivalidad entre los grupos. Sin embargo, y como en otros contextos, la competencia no parece que destruya ninguno de estos grupos. De hecho, es muy inusual que la rivalidad violenta perjudique seriamente a las organizaciones terroristas; por el contrario, hay evidencias de que las relaciones competitivas pueden generar innovación, nuevas motivaciones y otros beneficios para las organizaciones terroristas implicadas (Bloom, 2004; Phillips, 2015a).
Poner el foco en las relaciones interorganizativas, así como en las consecuencias de la longevidad de los grupos terroristas, es congruente con el interés cada vez mayor de la literatura hacia la dinámica organizativa de la violencia política (Christia, 2012; Bakke et al., 2012; Shapiro, 2013). Asimismo, en los últimos años han aumentado considerablemente los estudios cuantitativos, en base a la investigación previa relevante (Crenshaw, 1985 y 1987) y a la introducción de nuevas fuentes de datos (Jones y Libicki, 2008; Asal y Rethemeyer, 2008). Los estudios organizativos son importantes porque reconocen que los actores no estatales violentos difieren de forma significativa, y su heterogeneidad contribuye precisamente a explicar dicha violencia. Así, en primer lugar, este artículo sostiene que la longevidad del grupo es una forma de eficacia organizativa; en segundo lugar, explora la literatura sobre la longevidad de los grupos terroristas y muestra que los estudios no han encontrado muchos factores relacionados de forma consistente con este resultado; a continuación, en tercer lugar, describe la cooperación entre grupos terroristas y argumenta cómo ello puede fortalecerles; y, en cuarto lugar, explica la competencia entre grupos terroristas, constatando que este tipo de relación –contrariamente a lo que pudiera parecer– puede contribuir a la longevidad del grupo. En este sentido, la competencia alienta a los civiles a tomar partido, ayuda a los grupos terroristas a aprender, proporciona nuevos incentivos a los miembros del grupo y puede arruinar negociaciones de paz que hubieran llevado a la desaparición de los grupos. En último lugar, ofrece sugerencias para avanzar en la investigación sobre la longevidad de los grupos terroristas y las relaciones interorganizativas.
La longevidad del grupo como medida de eficacia
La longevidad de un grupo terrorista puede considerarse una dimensión de la eficacia. Hay muchas formas de medir la eficacia, pero que el grupo sobreviva y pueda poner una bomba un día más es un indicador del grado de logro. La longevidad, por consiguiente, es un objetivo crucial para las organizaciones terroristas, tal como sugiere la cita incluida al inicio de este artículo: «El objetivo mínimo de cualquier organización es sobrevivir» (Crenshaw, 1987). De forma similar, Krause (2013) sostiene que «el propósito fundamental de cualquier organización política, armada o no, estatal o no, es maximizar su fuerza y asegurar su supervivencia». Conseguir de forma continuada el objetivo de la supervivencia es por lo tanto un logro en sí mismo, especialmente si tenemos en cuenta que muchos grupos terroristas no duran ni siquiera un año (Rapoport, 1992)3. Ante el reto de la longevidad de los grupos terroristas, la supervivencia continua puede considerarse como un cierto grado de eficacia, pues los grupos necesitan seguir existiendo para poder plantearse la consecución de otro tipo de objetivos como el cambio político4.
Más allá del ámbito de los estudios sobre terrorismo, otras áreas de investigación consideran la durabilidad como un resultado importante, un objetivo básico para cualquier grupo. Los investigadores sobre estudios organizativos, por ejemplo, analizan con frecuencia la longevidad de los grupos lícitos, como los sindicatos o los fabricantes (Hannan y Freeman, 1988; Wagner, 2013); generalmente, los estudios organizativos asumen la importancia de la longevidad para los grupos (Simon, 1964). Un estudio clásico sobre mortalidad organizativa utiliza éxito como sinónimo de supervivencia (Baum y Oliver, 1991: 215). Los investigadores sobre movimientos sociales, por su parte, justifican su enfoque en la longevidad de los movimientos por considerar que «es congruente con el énfasis de la literatura organizativa en la supervivencia como objetivo primario de las organizaciones» (Cress y Snow, 1996: 1.096). Si asumimos que la supervivencia es un objetivo primario de las organizaciones, los grupos que sobreviven mientras sus iguales se quedan en el camino están alcanzando cierto grado de éxito, logrando uno de sus objetivos.
Otra de las razones por las que la longevidad puede considerarse una forma de eficacia es que es un indicador del alcance de objetivos organizativos importantes. Esto es especialmente relevante atendiendo al argumento de Krause (2013) según el cual hay tres tipos de eficacia: táctica, organizativa y estratégica. En relación con la eficacia organizativa, Krause argumenta que los grupos terroristas se fortalecen con la movilización de reclutas, fondos y apoyo5. Esta movilización de recursos es esencial para la durabilidad del grupo; por ello propongo esta supervivencia continua como un indicador del éxito en estos objetivos. Si los grupos terroristas son incapaces de alcanzar los objetivos de movilización y sobrevivir, es poco probable que sean capaces de alcanzar sus objetivos estratégicos o políticos; por lo tanto, es más probable que los grupos que son eficaces en términos de durabilidad tengan éxito con los demás tipos de objetivos.
¿Los grupos terroristas que resisten durante más tiempo son a la vez los más competentes en otros aspectos como, por ejemplo, para alcanzar sus objetivos políticos? Algunos datos sustentan la idea de que la longevidad podría contribuir por sí misma de forma significativa al eventual éxito político o estratégico de los grupos, tal como se muestra en la tabla 1. Los datos de Jones y Libicki (2008) sobre cientos de organizaciones terroristas codifican la forma en que «llegaron a su fin» cada uno de los grupos que había dejado de actuar antes del final del estudio, en 2006. Uno de los finales posibles es la «victoria», un ejemplo de la cual es el hecho de estar en el bando ganador en una guerra civil o de recibir concesiones suficientes para que el grupo abandone el terrorismo6. Como indica la tabla 1, entre los 405 grupos terroristas que llegaron a su fin entre los años 1968 y 2006, el promedio de supervivencia fue de 7 años; no obstante, para los grupos que acabaron en «victoria», el promedio de supervivencia había sido de casi 12 años. La durabilidad es un objetivo en sí mismo, pero también puede ofrecer a los grupos terroristas herramientas fundamentales que necesitan para su eventual éxito estratégico. Asimismo, la tabla 2 muestra cómo también parece que la longevidad del grupo está relacionada con el logro de objetivos por parte de otros tipos de grupos políticos. El proyecto «Minorities at Risk» de la Universidad de Maryland ofrece datos sobre organizaciones que afirman representar a grupos étnicos en Oriente Medio, en una base de datos llamada «Minorities at Risk Organizational Behavior»7. Los grupos etnopolíticos –como cualquier grupo político (incluidos los terroristas)– generalmente desean tener un impacto político, y una medida de dicho impacto es si el grupo ha recibido concesiones del Estado. Las negociaciones son un paso hacia las concesiones, a menudo denegadas por los estados, por lo que también merece la pena analizarlas8.
Entre los grupos etnopolíticos de Oriente Medio, la edad promedio de los grupos que recibieron concesiones por parte del Estado fue de 33 años, y la edad promedio de los que empezaron a negociar pero no recibieron concesiones lo fue de 30. Sin embargo, la edad promedio de los grupos que nunca iniciaron negociaciones con el Estado ni recibieron concesiones fue de 22 años. Así pues, los grupos más longevos son más exitosos en términos políticos. Los estados se enfrentan a muchos actores que reclaman su atención y un puesto en la mesa de negociación; eventualmente, el Estado puede ceder hasta cierto punto, pero parece que esto es menos probable con los grupos más nuevos. Las organizaciones necesitan sobrevivir para luego tener posibilidades de alcanzar objetivos estratégicos o políticos. Como resultado, la longevidad en sí misma representa cierto grado de efectividad.
Investigación sobre la longevidad de los grupos militantes
En los últimos diez años se ha producido un auge de los análisis sobre la longevidad de los grupos terroristas, sobre todo de estudios cuantitativos. Investigaciones previas sentaron las bases para el estudio de la longevidad, con trabajos teóricos de grupos (Crenshaw, 1987), estudios de caso (Ross y Gurr, 1989; Cronin, 2006) y análisis de datos descriptivos sobre docenas de organizaciones terroristas (Crenshaw, 1991). Sin embargo, no fue hasta la introducción de bases de datos globales de cientos de grupos terroristas, que se allanó el camino para que los investigadores observaran las tendencias esenciales del universo de los grupos terroristas en la era moderna del terrorismo internacional.
Las monografías de Jones y Libicki (2008) y de Cronin (2009) exploraron las distintas vías por las que los grupos terroristas podrían llegar a su fin, y buscaron factores asociados a la finalización en general. Los libros incluyen abundante información relevante, entre la cual destaca el descubrimiento de que muy pocos grupos terroristas terminan su actividad como resultado de estrategias militares. La mayoría de grupos terminan su actividad por el trabajo policial o por integrarse en la política no violenta (Jones y Libicki, 2008). Cada uno de estos libros aprovecha este ejercicio histórico para inferir lecciones que podrían ser aplicadas, por ejemplo, para combatir a Al Qaeda. Otros libros más recientes también han estudiado la longevidad de los grupos: Weinberg (2012) explora cómo los grupos pueden terminar en fracaso, éxito o transformación, mientras que el libro de Della Porta (2013) sobre violencia política clandestina incluye un capítulo sobre las vías por las cuales termina la actividad de los grupos, atendiendo a factores tanto grupales como individuales.
Una oleada de investigaciones cuantitativas relativamente recientes intenta determinar los factores asociados a la longevidad en general, observando a menudo ejemplos a escala global. Muchos de los estudios se describen en la tabla 3, por lo que respecta a las variables independientes que tenían relación con la longevidad según cada estudio. Los trabajos incluidos fueron escogidos por su comparabilidad: son de muestras globales y algunas de las variables independientes que utilizan coinciden. La tabla incluye, hasta donde tengo conocimiento, todos los artículos con análisis multivariante de la supervivencia de los grupos terroristas a partir de una muestra global que controla tanto las características organizativas como estatales9. La forma de medir algunas variables varía un poco entre los diferentes estudios, pero todas las variables son suficientemente comparables como para ser consideradas. Es importante mencionar, sin embargo, que la tabla no muestra la totalidad de las variables de cada estudio; por razones de espacio, solo se incluyen las variables analizadas en al menos más de un estudio.
Resulta interesante constatar que, como sugiere la tabla 3, en múltiples estudios de alcance global son muy pocos los factores que están relacionados con la longevidad de los grupos terroristas. La variable que sí aparece –relacionada con la longevidad– en la mayoría de los estudios es el tamaño del grupo, entendido como el número de miembros del mismo. Esta variable está relacionada positivamente con la durabilidad del grupo en seis de los siete estudios que la incluyeron10. El tamaño del grupo se considera una medida de la fortaleza de este. El hecho de que los grupos fuertes tienen más probabilidades de sobrevivir es congruente con la idea de que la longevidad es un tipo de éxito. El tamaño del grupo es probablemente endógeno a muchos otros factores, por lo que merece una investigación más matizada. Otra variable relacionada positivamente con la longevidad del grupo en numerosos estudios es el tamaño de la población del país, de aquel en el que el grupo actúa principalmente o del país objetivo del grupo11. Esta variable es significativa estadísticamente y está relacionada con la longevidad en cuatro de los ocho estudios que la incluyen. Existe la teoría de que a mayor población del país, mayor la longevidad del grupo, porque es más difícil para el Estado acabar con los grupos cuando hay una amplia población en la que pueden esconderse; aunque aquí, los académicos podrían haber pensado de forma un poco más creativa en cuanto a lo que representa la población y sobre cómo podría condicionar el impacto de otros factores.
Curiosamente, hay otra variable a nivel de país que destaca por carecer de relación con la longevidad del grupo: la democracia estatal. Se dice que el tipo de régimen del país es crucial para explicar por qué algunos países experimentan mayor terrorismo que otros (véase, por ejemplo, Chenoweth, 2013), pero ello no parece tener ninguna relación con la supervivencia del grupo terrorista. Esto sugiere que las causas de la durabilidad del grupo terrorista son distintas de las causas del terrorismo en general. Cabe asimismo mencionar que otros factores que se supone que son importantes para la violencia política[BM1] , como la fragmentación étnica del país o los objetivos religiosos de los grupos terroristas, no están claramente relacionados con la longevidad del grupo terrorista12. En consecuencia, cuando intentamos entender a las organizaciones terroristas, debemos ir más allá de aquellos factores explicativos que, en teoría, son importantes en relación con el terrorismo en general y debemos pensar en las dinámicas organizativas específicas. Esta falta de resultados consistentes debería alentar a los investigadores a replantearse la teoría y pensar en otros factores que pudieran explicar la supervivencia del grupo terrorista. Una cuestión a considerar, según se ha expuesto más arriba, es que numerosas variables independientes incluidas en los modelos de longevidad son importantes para explicar el terrorismo en términos del número de atentados en un determinado país o por país-año. Sin embargo, parece plausible, especialmente ante los datos de la tabla 3, que también distintos tipos de factores explican la longevidad del grupo terrorista. Una segunda cuestión metodológica, relacionada con lo anterior, tiene que ver con la disponibilidad de los datos: las características de las organizaciones son difíciles de recopilar en el caso de los grupos clandestinos, sobre todo para todos los grupos a nivel mundial y durante décadas.
En la tabla 3, asimimismo, no se han incluido las variables independientes utilizadas tan solo en un artículo; por limitaciones de espacio, no es posible incluir todas las variables utilizadas en alguna ocasión. No obstante, cabe destacar algunas de las variables independientes que se ha comprobado que son importantes en solo un estudio: el respaldo estatal (Carter, 2012), la represión (Daxecker y Hess, 2013) y la eliminación del líder (Price, 2012). Tanto el respaldo estatal como la represión tienen relaciones condicionales complejas con la supervivencia del grupo, pero la eliminación del líder parece estar incondicionalmente asociada a una menor probabilidad de supervivencia del grupo terrorista. Otros estudios quizá quieran incluir por lo menos la eliminación del líder como una variable de control en sus análisis. En la tabla 3, no obstante, sí aparecen otras dos variables que tienen cierta relación con la longevidad del grupo, aunque en muchos artículos no están incluidas: las alianzas del grupo terrorista y la competencia entre organizaciones. Los tres estudios que incluyen una medida de las alianzas del grupo terrorista detectan que estas tienen relación con la longevidad del grupo. Respecto a la competencia, los resultados son más dispares, pero es importante señalar que los distintos estudios midieron la competencia de forma diferente13. A continuación se analizan con mayor detalle la cooperación y la competencia como relaciones interorganizativas que podrían afectar a la longevidad del grupo terrorista.
Alianzas y longevidad
En junio de 2014, diez miembros del Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU), armados con chalecos bomba, rifles y granadas, atentaron en el Aeropuerto Internacional Jinnah de Karachi y mataron a docenas de personas, además de a ellos mismos. Los investigadores supieron que el MIU había perpretado el atentado con el apoyo de otra organización terrorista, los talibanes pakistaníes. Mientras que el MIU había aportado el personal, los talibanes pakistaníes habían proporcionado la red de apoyo local y ayudado a planificar el atentado. Este fue solo uno de los diversos atentados en que el MIU y los talibanes pakistaníes habían unido fuerzas para asaltar varios objetivos pakistaníes –desde la mansión del gobernador hasta una base aérea local– (Roggio, 2014). Se trata solo de un ejemplo más de grupos terroristas que trabajan en equipo para perpetrar atentados. En todo el mundo, las organizaciones terroristas hacen entrenamientos conjuntos, se facilitan apoyo logístico y combaten uno al lado del otro en ataques conjuntos. A veces, la cooperación se da entre grupos con objetivos similares, como entre los grupos que atentaron en el Aeropuerto International Jinnah. Sin embargo, también existen casos de, por ejemplo, grupos de extrema izquierda emparejados con grupos etnonacionalistas (Karmon, 2005). Un corpus de investigación cada vez mayor aborda la cooperación entre grupos militantes, desde grupos estrictamente descritos como grupos terroristas (Asal y Rethemeyer, 2008; Moghadam, 2015) hasta grupos rebeldes en una guerra civil (Christia, 2012). Por ejemplo, Moghadam (2015) argumenta que hay cuatro tipos de afiliaciones de los grupos terroristas, de menor a mayor grado: cooperación transaccional, cooperación táctica, asociación estratégica y fusiones.
¿Por qué trabajan juntos los grupos terroristas? Hay numerosos obstáculos a la cooperación entre grupos terroristas (Bacon, 2015). Bapat y Bond (2012) advierten de que la cooperación entre grupos terroristas tiene riesgos, ya que no se puede establecer una relación de confianza entre ellos. Además, la cooperación podría volver más vulnerables a los grupos frente a la lucha antiterrorista, pues las infiltraciones del Gobierno en un grupo podrían revelar información también sobre los aliados del grupo. Asimismo, la cooperación puede convertirse en dependencia o competencia (Mendelsohn, 2011: 42-44). Algunos grupos terroristas, como Sendero Luminoso en Perú, han evitado la cooperación con otros grupos (Halloran, 1987). No obstante, y a pesar de las desventajas potenciales, muchos grupos terroristas cooperan entre ellos. Esto se debe probablemente a distintas razones, descritas inicialmente en un artículo anterior (Phillips, 2014): la primera y principal, que la cooperación interorganizativa facilita la transferencia de recursos entre grupos militantes; la segunda, que la cooperación ayuda a aumentar el número y el impacto de los ataques. Ambas razones juntas pueden ayudar a que los grupos terroristas sobrevivan.
La idea de que la cooperación entre grupos terroristas les ayuda a compartir recursos concuerda con las investigaciones sobre otros tipos de organizaciones. Wiewel y Hunter (1985) sugieren que el intercambio de recursos es una de las formas más importantes por las que los grupos se benefician de la interacción entre ellos. McAdam (1996) sustenta que los aliados son uno de los atributos importantes de la estructura de oportunidad de los movimientos sociales. Lichbach (1995: 255-256) apunta que las coaliciones entre grupos disidentes les ayudan a compartir recursos; y compartiendo recursos, los grupos no tienen tanta necesidad de movilizar a nuevos miembros o de reunir otros activos por sí mismos. La cooperación puede, así, ayudar a los grupos a satisfacer sus necesidades de personal, entrenamiento, armas e información, entre otras necesidades esenciales.
A modo de ejemplo, Lashkar-e-Taiba redujo sus necesidades de personal mediante la cooperación. Cuando este grupo quiso incrementar los ataques a las principales ciudades de la India (por la oposición de este país a la independencia de Cachemira), pudo haber reclutado nuevos miembros y construido una nueva infraestructura logística, pero optó por formar equipo con grupos de las zonas en las que quería atacar (Tankel, 2009). Por su parte, los grupos terroristas latinoamericanos, como en otros lugares, han llevado a cabo entrenamientos conjuntos y han colaborado en secuestros para obtener fondos. Estos grupos también han cooperado con grupos europeos (véase, por ejemplo, Johnson, 1993). Los grupos unionistas de Irlanda del Norte se coordinaron para encargar armas al extranjero, una transacción que probablemente hubiera sido menos eficiente si cada grupo hubiera interactuado con los traficantes de armas por su cuenta (The Guardian, 1988). Los lazos entre organizaciones también son importantes para facilitar a los grupos el aprendizaje de nuevas tácticas, como por ejemplo las bombas suicida (Horowitz, 2010). En la guerra civil de Siria existe una cooperación extendida entre grupos terroristas que, entre otras cosas, comparten recursos. Muy a pesar de los Estado Unidos, los grupos moderados a los que donaron sus armas las han compartido con el afiliado de Al Qaeda, el Frente al-Nusra, tal como ya se ha expuesto (Lister y Razek, 2014). Estos ejemplos muestran cómo la colaboración ayuda a los grupos a obtener recursos y habilidades, cruciales para su longevidad.
La cooperación también puede aumentar la eficacia de los ataques de los grupos, lo que a su vez les permite obtener recursos y sobrevivir. El Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés) utilizó sus conexiones con la Fracción del Ejército Rojo (RAF, por sus siglas en alemán) para matar a tropas británicas fuera de servicio en Alemania Occidental (Owen y Evans, 1988)14. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) empezaron a cooperar con el IRA y «la pericia de los ataques de las FARC aumentó tras la llegada de miembros del IRA» (Seper, 2002). Las FARC también planearon ataques con ETA sobre autoridades colombianas en España, y los grupos «se beneficiaron mutuamente de conexiones logísticas y tácticas» (Berti, 2009). En todo el mundo, las organizaciones terroristas con más aliados suelen ser más letales (Asal y Rethemeyer, 2008; Horowitz y Potter, 2014; Pearson et al., 2015)15. Aunque los ataques son un resultado distinto de la longevidad del grupo, el aumento de la violencia puede servir como propaganda para ayudar a reclutar nuevos miembros o para dar relevancia al grupo, lo cual, a su vez, puede contribuir a su durabilidad. Hoffman (2006: 247-249) argumenta que la capacidad de los grupos terroristas para llamar la atención a menudo se basa en el éxito de sus ataques. Este éxito de los ataques puede medirse de varias formas, pero las acciones conjuntas pueden contribuir a que los ataques sean una posibilidad y más letales. El incremento de la visibilidad obtenida con los ataques puede atraer reclutas y donaciones (véase, por ejemplo, Bloom, 2004). Una campaña de ataques también puede presionar al Gobierno para que ofrezca concesiones, las cuales pueden proporcionar un apoyo esencial para los esfuerzos continuados de los grupos terroristas. En definitiva, los lazos de cooperación contribuyen a la obtención de recursos, facilitan los ataques y, por consiguiente, contribuyen a satisfacer sus necesidades de movilización, lo cual a su vez facilita la supervivencia de las organizaciones.
En resumen, los análisis cuantitativos sustentan la idea de que la cooperación de un grupo terrorista con otros está asociada a su durabilidad (Price, 2012; Phillips, 2014; Pearson et al., 2015); y esta relación se mantiene incluso cuando se tienen en cuenta factores como el número de miembros del grupo, su motivación primaria (religión, etnicidad, etc.) y las características del país en el que el grupo opera mayoritariamente. El análisis muestra que el efecto de las alianzas en la durabilidad del grupo no solo se da en los grupos más antiguos que desarrollan alianzas cuando ya tienen algunos años, sino que muchos grupos desarrollan lazos cooperativos siendo jóvenes y ello les ayuda a sobrevivir. Es más, parece que las alianzas permiten una mayor longevidad en los entornos en que los grupos terroristas normalmente tienen dificultades para sobrevivir, es decir, en los países con una fuerte capacidad antiterrorista y en los países autoritarios (Phillips, 2014).
Competencia y longevidad
Evidentemente, la cooperación no es el único tipo de interacción entre grupos terroristas, ya que los grupos también compiten con frecuencia16. Esta competencia se manifiesta en ocasiones cuando las organizaciones se enfrentan por el apoyo popular; hecho que suele ocurrir entre grupos militantes que intentan representar el mismo grupo étnico, como es el caso de los palestinos, los tamiles o los católicos y protestantes en Irlanda del Norte (véase, por ejemplo, Bloom, 2004). El apoyo popular es importante porque puede conllevar más recursos, entre los cuales, miembros y donaciones. Krause (2013: 272-273) argumenta que la rivalidad puede ayudar a determinar el éxito en el ámbito organizativo, pues los grupos atacan a los demás para mejorar su propia posición entre varios grupos que compiten por ese apoyo.
La competencia entre organizaciones con objetivos políticos similares –como los grupos que reclaman un Estado-nación para su grupo étnico o los que intentan introducir el comunismo en un país– puede describirse como una rivalidad intrafield (Phillips, 2015a). Ejemplos de ello son los Tigres Tamiles y la Organización para la Liberación de Tamil Eelam (TELO, por sus siglas en inglés) en Sri Lanka, así como Fatah y Hamas en los territorios palestinos. Esta competencia entre grupos que buscan apoyo entre los miembros de una misma comunidad puede conducir a tácticas más radicales, un proceso descrito como «puja» (Bloom, 2004 y 2005). Un segundo tipo de competencia es la rivalidad interfield, es decir, la competencia violenta entre grupos con objetivos políticos sustancialmente distintos u opuestos, como las organizaciones de extrema derecha y las de extrema izquierda, o los grupos que representan a comunidades étnicas distintas. Algunos ejemplos son las FARC y las Autodefensas en Colombia; el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) y los Lobos Grises en Turquía, o el IRA y la Asociación en Defensa del Ulster (UDA, por sus siglas en inglés) en Irlanda del Norte17. Sea interfield o intrafield, la competencia puede ser indirecta o directa. Es, en cierto modo, indirecta cuando los grupos compiten en términos de ideas o denunciándose unos a otros; no obstante, a menudo es más bien directa, pues los grupos se atacan directamente unos a otros. Por ejemplo, como se expuso en la introducción, el Frente al-Nusra se ha enfrentado violentamente con diversos grupos; los grupos de extrema izquierda de Colombia se atacaron entre ellos durante años a la vez que también luchaban contra las Autodefensas de extrema derecha o pro statu quo; y, en Irlanda del Norte, el IRA atacó objetivos estatales pero también estuvo a menudo implicado en actos violentos contra grupos que representaban a las comunidades protestantes. La competencia entre grupos militantes es, de esta manera, cada vez más el centro de atención de la investigación académica. Abrahms (2008: 90-92) sostiene que «el fratricidio terrorista» es uno de los principales quebraderos de cabeza del terrorismo; Staniland (2012), por su parte, muestra cómo este comportamiento puede alentar a miembros del grupo a desertar y a unirse a milicias proestatales; otros académicos afirman que la competencia puede acarrear mayor violencia o nuevas formas de violencia (Bloom, 2004 y 2005; Chenoweth, 2010; Conrad y Greene, 2015)18.
Entonces, ¿qué podemos argumentar sobre la relación entre la competencia y la longevidad del grupo? En una investigación previa describí cuatro maneras en que la competencia debería afectar a la longevidad del grupo (Phillips, 2015a). En primer lugar, porque esas relaciones de competencia pueden fomentar que los civiles no afiliados apoyen a un grupo determinado; los rivales violentos podrían directamente forzar el apoyo de los civiles o este apoyo podría ser consecuencia de que los ataques al grupo inspiren solidaridad entre la población. En el caso de la coacción, durante los conflictos, los civiles no implicados a menudo son forzados a buscar protección en un determinado grupo, lo cual luego puede obligarles a ofrecerle apoyo (Humphreys y Weinstein, 2006)19. También hay evidencias de lo contrario, de cómo la competencia puede conducir a un nuevo apoyo público no forzado por el grupo: un estudio sobre residentes en Irlanda del Norte revela que la victimización de la violencia política o el hecho de que un amigo o un miembro de la familia hayan sido victimizados aumentan las probabilidades de que la persona apoye a grupos militantes y se oponga a la entrega de las armas (Hayes y McAllister, 2001). Otros ejemplos son los del terrorismo de extrema derecha en Argentina a principios de los setenta del siglo pasado, cuya existencia incrementó el apoyo público hacia los grupos de extrema izquierda (Gillespie, 1995: 214), y el terrorismo anti ETA en los ochenta, que hizo aumentar la solidaridad con ETA (Reinares y Alonso, 2007: 125).
En segundo lugar, otra manera está relacionada con el hecho de que la competencia puede animar a los grupos a aprender e innovar. La competencia permite a los grupos aprender nuevas tácticas al enfrentarse entre ellos, y les fuerza a adoptar dichas tácticas para sobrevivir. Cuando disponen de nueva información, los grupos terroristas modernizan su funcionamiento (véanse, por ejemplo, Enders y Sandler, 1993; Im et al., 1987; Jackson et al., 2005) y es más probable que aprendan de otros grupos con los que tienen relación. Kenney (2007) muestra como la «adaptación competitiva» ocurre cuando interactúan las redes ilícitas y los gobiernos, pero también cuando interactúan el mismo tipo de actores. La competencia directa entre grupos terroristas puede llevar consigo innovaciones (Bloom, 2004), como demuestra también la investigación sobre empresas (Porter, 1985; Barnett y Hansen, 1996). En tercer lugar, otra vía por la que las rivalidades violentas contribuirían a la longevidad del grupo es el proporcionamiento de nuevos incentivos para los miembros del grupo o sus miembros potenciales. Crenshaw (1985), basándose en Wilson (1974), argumenta que los incentivos no materiales como los «finalistas» y «solidarios» pueden ser relevantes para la movilización del grupo terrorista. Los «incentivos finalistas» son la razón de ser que el objetivo político original de la organización representa para sus miembros. Sin embargo, cuando un grupo tiene un rival violento aparece «otra razón de ser» nueva, adicional: combatir al rival. En relación con los incentivos finalistas, el hecho de centrarse en el otro puede unir a los miembros del grupo y profundizar los vínculos entre ellos, lo cual se corresponde con los «incentivos solidarios» según el término de Wilson (1974)20. La naturaleza paradójicamente útil de la violencia entre grupos en relación con la solidaridad del grupo es comparable a los argumentos que afirman que la represión estatal puede reforzar la cohesión de los grupos terroristas (Post, 1987; McCauley, 2006).
Por último, en cuarto lugar, encontramos las situaciones de sabotaje, o spoiling en inglés (Pearlman, 2009; Stedman, 1997), por la vía de la interrupción de las negociaciones de paz que podrían llevar a los grupos a abandonar las armas. El comportamiento saboteador a menudo ocurre entre moderados y extremistas, cuando los segundos intentan socavar los esfuerzos de paz (Kydd y Walter, 2002). En ocasiones, un grupo que subsiste ataca a otro relativamente moderado; en otros casos, ante la perspectiva de posibles negociaciones con el Gobierno, los radicales se separan del grupo principal y forman un nuevo grupo, más extremista (Bueno de Mesquita, 2005). En Irlanda del Norte, por ejemplo, los grupos republicanos más extremistas como el Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA, por sus siglas en inglés) o la Organización por la Liberación del Pueblo Irlandés (IPLO, por sus siglas en inglés) incrementaron sus ataques (contra distintos tipos de objetivos) cada vez que el IRA, relativamente moderado, negociaba con el Gobierno británico. Su intención era sabotear el proceso de paz (McKittirick y McVea, 2000: 218). Estas dinámicas son sabotajes entre rivales intrafield, pero las distorsiones también se dan entre rivales interfield, como cuando los grupos atacan para impedir concesiones a sus enemigos. Por ejemplo, las Autodefensas de Colombia atentaron reiteradamente para impedir concesiones a sus rivales, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las FARC (véase, por ejemplo, Romero, 2003: 24 y 125). Este tipo de violencia puede provocar que el Gobierno rompa negociaciones que podrían haber llevado a la desmovilización voluntaria de un grupo. En una rivalidad violenta, un grupo podría atacar a otro, al Estado o a civiles aleatoriamente para arruinar las negociaciones de paz en las que participa su rival. Independientemente de quién es el atacado, el comportamiento saboteador a veces pone fin a las negociaciones de paz. Como consecuencia, grupos terroristas que podrían estar cerca de abandonar la violencia a cambio de concesiones finalmente resisten.
La relación entre la rivalidad violenta del grupo terrorista y la durabilidad del mismo la sustentan análisis sobre centenares de grupos a nivel mundial (Phillips, 2015a). Los análisis empíricos tienen en cuenta la posibilidad de que sean solo los grupos fuertes o resistentes ex ante los que tengan rivalidades. De acuerdo con muchos factores, los grupos con rivales tienen generalmente más probabilidades de resistir que aquellos que no los tienen. Sin embargo, análisis adicionales sugieren que, cuando se distingue entre rivalidades intrafield e interfield, solo las segundas –es decir, la competencia entre grupos con objetivos políticos sustancialmente distintos– tienen relación con una mayor durabilidad. Otros estudios también han encontrado relación entre la competencia y la longevidad (Price, 2012)21. Asimismo, esta idea de que la rivalidad contribuye a la durabilidad del grupo, en lugar de a su destrucción, es congruente también con el análisis de datos descriptivos sobre grupos terroristas (véanse, por ejemplo, Jones y Libicki, 2008; Cronin, 2009) y con el seguimiento de los procesos por los cuales los grupos ponen fin a su actividad. El análisis de estos datos sugiere que, como consecuencia directa de la rivalidad violenta, hay muy pocos casos de grupos que acaben realmente con su actividad. Quizá los únicos casos claros se dieron en Sri Lanka, en los ochenta, cuando los Tigres Tamiles o Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE, por sus siglas en inglés) causaron tanto daño a sus grupos rivales intrafield que todos ellos salieron del negocio del terrorismo. Esto concuerda con la idea de que la competencia es especialmente beneficiosa para el «grupo top» de un país (Young y Dugan, 2011); en ese caso, el «grupo top» pudo aniquilar a los grupos terroristas rivales, aunque ello es inusual.
En relación con la importancia de los hallazgos en la investigación sobre este tema –a priori contrarios al sentido común– según los cuales la competencia a menudo está asociada a la durabilidad, cabe decir que muchos gobiernos han hecho la vista gorda e incluso han apoyado la violencia entre grupos terroristas con la esperanza de que eso les debilitara o quizá les destruyera. En ocasiones, los estados han apoyado directamente a uno de los rivales, tal como ocurre actualmente en la guerra civil de Siria. También ha habido apoyo estatal, por lo menos parcial, a grupos terroristas de extrema derecha o pro statu quo en muchos países. La deducción de que la rivalidad del grupo terrorista parece ofrecer ventajas a las organizaciones militantes implicadas, debería plantear serias preguntas respecto a las políticas gubernamentales destinadas a facilitar o tolerar esta competencia.
Conclusión
En este ensayo se ha intentado poner de relieve la creciente tendencia en la investigación sobre terrorismo a analizar la longevidad del grupo terrorista y, en este sentido, se ha argumentado por qué la longevidad puede considerarse una medida de eficacia organizativa. Para ello, se han ofrecido pruebas de por qué esto es plausible y, además, se han revisado sistemáticamente los análisis globales cuantitativos recientes para sugerir que pocos factores explican la longevidad del grupo terrorista de forma consistente. Esto incluye variables importantes en el estudio del terrorismo en general como, por ejemplo, la democracia. A continuación, se han considerado los motivos por los que las interacciones del grupo terrorista –la cooperación y la competencia– parecen tener un papel significativo en la durabilidad del grupo y se han aportado ejemplos ilustrativos de cooperación y competencia entre grupos terroristas en todo el mundo. En líneas generales, esto sugiere que, para explicar un fenómeno organizativo como la supervivencia del grupo, los factores organizativos son cruciales; especialmente los factores interorganizativos –las relaciones del grupo– parecen importantes para la durabilidad del mismo.
Quedan pendientes varias cuestiones para la investigación futura. En primer lugar, ¿de qué otras formas se puede medir la eficacia del grupo militante? ¿Están estas relacionadas con la cooperación y la competencia interorganizativa? Algunas posibles formas de medir la eficacia del terrorismo incluyen el tamaño del grupo, la letalidad, la popularidad, los logros en la captación de fondos, así como los tipos de concesiones gubernamentales. De entre estos resultados, las relaciones interorganizativas solo han sido analizadas en relación con la letalidad de la organización. La cooperación del grupo terrorista está asociada a su letalidad (Asal y Rethemeyer, 2008; Horowitz y Potter, 2014), pero la relación entre competencia y letalidad no está tan clara (Findley y Young, 2012; Nemeth, 2014. ¿Cómo afectan la cooperación y la competencia a otros tipos de eficacia del grupo como pueden ser su tamaño y su popularidad?
En segundo lugar, este ensayo ha argumentado que la longevidad es un tipo de eficacia organizativa pero, visto que Krause (2013) sostiene que los grupos militantes también pueden ser evaluados atendiendo a su eficacia táctica o estratégica, ¿están relacionados estos tres tipos de eficacia? Los grupos que sobreviven (siendo la supervivencia un componente de la eficacia organizativa), ¿es más probable que realicen buenos ataques (eficacia táctica) y que alcancen objetivos políticos (eficacia estratégica)? ¿Es el caso de los grupos terroristas con aliados o de los grupos terroristas en rivalidad?
En tercer lugar, aunque este artículo ha analizado la longevidad del grupo terrorista, ¿es posible que la cooperación y la competencia tengan efectos similares en la durabilidad de los grupos rebeldes implicados en guerras civiles y en la de las guerras civiles en general? Una literatura cada vez mayor observa la dinámica interorganizativa en el conflicto civil, con un claro enfoque en la fragmentación del grupo (Bakke et al., 2012). Algunos trabajos sugieren que esto lleva a la longevidad de la guerra civil (Cunningham, 2006). ¿De qué otra forma afectan las dinámicas interorganizativas a la longevidad de una guerra civil? ¿Qué diferencias hay entre la durabilidad de los grupos particulares y la del conflicto en su conjunto?
En cuarto lugar, este ensayo ha demostrado que hay pocos factores sistemáticamente asociados a la longevidad del grupo terrorista. Sin embargo, esta conclusión se deriva del análisis de cientos de grupos terroristas, básicamente todos aquellos de los que se conoce la existencia a nivel mundial durante décadas. Pero, si se usaran muestras más pequeñas de grupos terroristas, ¿las conclusiones serían diferentes? Por ejemplo, quizá vale la pena distinguir entre los numerosos grupos terroristas pequeños y las organizaciones más grandes como las FARC, el IRA o EI. Como muestra la literatura sobre la organización industrial, la dinámica de grupos, incluso respecto a la durabilidad, es bastante distinta entre empresas pequeñas y grandes (Geroski, 1995). ¿Existe la misma diferencia entre grupos terroristas? Esto tendría su lógica, pues se estarían analizando unidades más comparables, y por la cuestión relacionada de los debates sobre las diferencias entre grupos terroristas y otro tipo de actores violentos (De la Calle y Sánchez-Cuenca, 2011).
En definitiva, la longevidad del grupo terrorista es un aspecto importante de la eficacia del grupo, pero no está claro por qué algunos grupos sobreviven más tiempo que otros. Parece que ello tiene que ver con las relaciones interorganizativas, aunque queda mucho trabajo por hacer para comprender en profundidad la durabilidad de los grupos terroristas. La investigación continuada sobre este asunto puede aclarar los significativos interrogantes relacionados con la dinámica organizativa del terrorismo, incluida la eficacia de los grupos terroristas.
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Notas:
1- El terrorismo es el uso premeditado, o la amenaza de uso, de la violencia por parte de individuos o grupos subnacionales para conseguir un objetivo político o social mediante la intimidación de un público numeroso, más allá de sus víctimas inmediatas (Enders y Sandler, 2012: 4). Los grupos terroristas son organizaciones políticas subnacionales que utilizan el terrorismo (Phillips, 2015b: 231).
2- El proyecto «Mapping Militant Organizations» detalla bien estas relaciones. Véase el perfil de al-Nusra en: http://web.stanford.edu/group/mappingmilitants/cgi-bin/groups/view/493 [Fecha de consulta 20.09.2015].
3- Rapoport sostuvo que el 90% de los grupos terroristas duran menos de un año (1992: 1067) y Hoffman lo reiteró (2006: 241). Análisis más recientes sugieren que la tasa de mortalidad no es tan extrema. Según los datos de Jones y Libicki (2008), el 40% de una muestra de 648 grupos perduraron hasta un año y el 60% restante, más de un año. Las diferencias entre las conclusiones de Rapoport y las de Jones y Libicki son probablemente debidas a la diferencia entre las muestras de grupos terroristas analizadas (Phillips, 2015b). En cualquier caso, una parte sustancial de los grupos terroristas no perduran más de un año, por lo que la supervivencia continuada es un logro.
4- Independientemente de si es un medio para otros tipos de eficacia, la supervivencia puede convertirse también en un objetivo en sí mismo, en el sentido weberiano (Della Porta, 1995: 84) o por razones psicológicas dentro del grupo (Crenshaw, 1981: 396-397).
5- Weinsten (2007: 42) sostiene que el reclutamiento es el «clásico reto» de los grupos rebeldes.
6- Además de «victoria», los autores establecen los siguientes tipos de final: por vigilancia policial, por acciones de las fuerzas armadas, politización (integración en la política no violenta) y escisión.
7-Para más información sobre los datos de «Minorities at Risk Organizational Behavior», véase http://www.cidcm.umd.edu/mar/
8- En su estudio sobre organizaciones terroristas, Cronin (2009: 212-215) analizó distintas negociaciones y encontró una fuerte relación entre la edad del grupo y las negociaciones con el Estado.
9- No se han incluido otros dos interesantes estudios porque estos no contemplaban ningún tipo de control sobre las características de ámbito estatal (Vittori, 2009; Pearson et al., 2015); por lo tanto, no son comparables con los que se describen en la tabla.
10- El único estudio que no encontró una relación estadísticamente significativa fue el de Price (2012). Este estudio midió el tamaño de forma distinta a los demás: utilizó un tamaño estimado del grupo de entre estos cuatro valores (registrados posteriormente): 10, 100, 1.000 y 10.000. Los otros estudios utilizaron una variable ordinal (0-3) en lugar de los grandes números registrados. El artículo de Price no describe todos los resultados de las variables de control, pero él me envió amablemente una descripción detallada de las variables y de los resultados. Le agradezco esta aportación.
11- Algunos estudios analizan el país objetivo del grupo, mientras que otros analizan el país en el cual el grupo opera principalmente. Para la mayoría de grupos, el país es el mismo en ambos casos. Por ejemplo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se asocian a Colombia en los dos casos.
12- Algunos de los estudios que muestra la tabla 3 no incluyen una variable sobre motivación religiosa, pero la dejan como categoría de referencia para las variables de motivación incluidas, como por ejemplo de extrema derecha o de extrema izquierda. Es el caso del estudio de Blomberg et al. (2011), el cual revela que los grupos cuyas motivaciones no son religiosas tienen más probabilidades de desaparecer que aquellos con motivaciones religiosas (la categoría de referencia). Por este motivo, en la tabla 3 se indica que el artículo detecta una relación positiva entre la motivación religiosa y la longevidad del grupo.
13- Por ejemplo, algunos estudios midieron la competencia como el número de grupos terroristas en el mismo país (Gaibulloev y Sandler, 2013; Young y Dugan, 2014), mientras que otros la midieron como la violencia directa entre grupos terroristas (Phillips, 2015a).
14- Si bien abundan los ejemplos sobre grupos ampliamente conocidos como el IRA, es posible encontrar ejemplos de grupos más pequeños que también cooperan. Durante los ochenta y los noventa, por ejemplo, la Asociación en Defensa del Ulster (UDA, por sus siglas en inglés) se unió a la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UFV, por sus siglas en inglés). En 1989, la policía británica informó de que los dos grupos estaban «planeando asesinatos conjuntamente» (Dettmer, 1989).
15- Resulta interesante comprobar que algunos estudios encuentran diferencias entre el número de aliados que tiene un grupo y su arraigo en una red más amplia de «aliados de aliados», un concepto descrito como la centralidad de vector propio en la literatura sobre redes sociales (Horowitz y Potter, 2013; Pearson et al., 2015).
16- Una diferencia interesante entre la cooperación y la competencia es que la cooperación puede darse a nivel internacional e incluso global (de hecho, suele hacerlo), mientras que la competencia normalmente es un fenómeno local. Agradezco este apunte a uno de los revisores anónimos que han evaluado este artículo. La investigación futura debería tener en mente esta distinción al comparar estos dos tipos de relaciones interorganizativas.
17- Es discutible hasta qué punto los grupos proestatales como las Autodefensas en Colombia, los Lobos Grises en Turquía o los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) en España son grupos terroristas o una entidad estatal. Todos estos grupos tienen vínculos con autoridades gubernamentales, si bien en distinto grado. Véanse por ejemplo Romero, 2003; Pope, 1992 y Woodworth, 2002.
18- Si bien a menudo existe la idea de que la competencia trae consigo más terrorismo y hay evidencias de ello, los datos sobre esta cuestión son en cierto modo dispares (véase, por ejemplo, Findley y Young, 2012).
19- Esta idea es congruente con las investigaciones que demuestran que una mayor competencia entre facciones durante las guerras civiles conlleva más muertes civiles (Bakke et al., 2012).
20- Krause (2013), por su parte, sostiene que, más allá de objetivos tácticos o estratégicos, los terroristas tienen objetivos organizativos que explican su comportamiento de rivalidad. Puede que las rivalidades violentas no contribuyan a los objetivos políticos a más largo plazo, pero se dan en un contexto de competencia entre los grupos por el apoyo popular.
21- as pruebas de esta relación en otras investigaciones han sido escasas o dispares (Gaibulloev y Sandler, 2014; Young y Dugan, 2011). No obstante, como se expuso más arriba respecto a la tabla 3, estos estudios habitualmente han medido la competencia simplemente como el número de grupos terroristas en un mismo país. La investigación futura debería matizar, en la medida de lo posible, la forma de medir la competencia o la rivalidad.
Palabras clave: grupos terroristas, supervivencia organizativa, alianzas, competencia,longevidad
DOI: https://doi.org/10.24241/rcai.2016.112.1.99