Conversations with...Seyed Hossein Mousavian. Uno más uno igual a uno más uno

Conversations with...
Fecha de publicación: 04/2013
Autor:
Oleguer Sarsanedas, CIDOB
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Conversations with..., num 3

Seyed Hossein Mousavian . Antiguo Jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán (1997-2005) y ex portavoz del Equipo Iraní de Negociación Nuclear (2003-2005)

Con un tono de voz suave, como corresponde a un alto negociador con muchos años de experiencia tanto en el ejercicio del gobierno como en la diplomacia, el embajador Mousavian luce además una amigable sonrisa. Está convencido de que la racionalidad y el sentido común deben prevalecer sobre las relaciones internacionales, si bien él es muy consciente –a su pesar- de que esto no es tan frecuente como debería serlo, especialmente en el caso de las relaciones de Occidente con Irán. La firmeza de sus ojos revela una mente brillante, rápida y lúcida. Sus afirmaciones son claras y contundentes. Su encarnación actual es la de investigador principal (desde 2009) en el prestigioso instituto Woodrow Wilson de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Princeton.

Es un hecho bien conocido que la línea de comunicación entre Occidente e Irán está alterada por la cuestión nuclear y las sanciones internacionales. La cuestión nuclear se ha convertido en un juego de suma cero. ¿Es esto así debido a la falta de autonomía (frente a Israel) de los EE.UU. en cuestiones de política exterior, especialmente con respecto a Irán? ¿Es ello debido a la ausencia de una estrategia comprehensiva para un rapprochement con Irán a partir de la revolución de 1979, mientras que los sucesivos gobiernos norteamericanos han favorecido el cambio de régimen? ¿Se trata simplemente de un caso de cortedad de miras geoestratégicas? ¿O es acaso una falta de voluntad política, o de falta de buena voluntad, al fin y al cabo? Mousavian cree que todos estos factores tienen un rol en esta cuestión, “además de incomprensiones, además de errores de cálculo, además de malas interpretaciones, y además de percepciones equivocadas”.

Mousavian recapitula y recuerda la situación al día siguiente de la revolución, cuando los árabes, Occidente y Rusia apoyaron conjuntamente la agresión Sadam Hussein contra Irán. “Pusieron toda la presión (sanciones, operaciones encubiertas
y Armas de Destrucción Masiva (ADM)) para provocar un cambio de régimen y someter al país. Un millón de Iraníes murieron o quedaron heridos en una guerra que duró ocho años (1980-1988). Se produjeron grandes errores de cálculo: Sadam no alcanzó ninguno de sus objetivos (o de los de sus aliados) mientras Irán, acabada la guerra, ya se había convertido en un gran poder regional.

¿Están las sanciones vigentes teniendo un efecto contrario al que persiguen? Mousavian afirma que, si el objetivo de las sanciones es perjudicar al iraní de a pie, entonces, combinado con la mala gestión económica del gobierno, las sanciones están siendo un éxito. Por otro lado, si estas medidas de castigo tienen como objetivo cambiar la posición o la política nuclear de Irán, las sanciones han fracasado miserablemente. A modo de ejemplo, antes de las sanciones, Irán tenía 1.200 centrifugadoras, enriquecía al 3,5% y tenía unos pocos kilogramos de uranio enriquecido. Hoy tiene aproximadamente 12.000 centrifugadoras, enriquece al 20% y ha acumulado 8.000 Kg. de uranio enriquecido almacenado. “El mismo fenómeno ocurrió durante la guerra Irak-Irán: antes de la guerra, Irán no producía una sola bala; al día siguiente de la guerra, Irán había puesto en pie una industria de guerra expansiva, alcanzando la autosuficiencia en armas convencionales e incluso ha acabado poniendo un satélite en órbita.” A lo que añade, con astucia: “Los chinos son los mayores beneficiarios de la política occidental de sanciones. Disfrutan ahora de la cuota occidental del mercado iraní.”

El argumento central de Mousavian es éste: Las sanciones no han funcionado en el pasado, incluso en el caso de un país tan pequeño como Cuba, y con seguridad no tendrán éxito en Irán – un centro de poder regional, con enormes recursos naturales y humanos, enraizado en una historia que se extiende miles de años. Los países de esta naturaleza optarán por la autosuficiencia antes que ceder a las presiones. “Irán hoy es auto-suficiente en casi todo”, explica, “así es que una escuela (radical) de pensamiento está diciendo: roguemos a Dios cada día para que las sanciones se mantengan. ¿Por qué? Porque sólo nos queda una cosa por conseguir: hacer que Irán sea independiente del petróleo – entones seremos como Alemania o como Japón”. Mousavian cree que si las sanciones se levantan, Irán estará al lado de Occidente. Pero si las sanciones permanecen, “Irán girará hacia Oriente.”

Mousavian está profundamente convencido de que el dilema nuclear no tiene nada que ver con la bomba nuclear sino que se refiere al derecho legítimo que Irán tiene de enriquecer materiales bajo el tratado de no proliferación (NPT en sus siglas en inglés). Irán ha firmado todas las convenciones sobre Armas de Destrucción Masiva, incluyendo el NPT, que implica derechos y obligaciones parta todos sus signatarios. Occidente, no obstante, ha escogido (contraviniendo la legalidad internacional) “llevar a cabo una ‘política de acoso’ según la cual Irán no tiene derecho alguno. Esto significa una clara discriminación contra una nación orgullosa, que cuenta con una gran historia y con una rica cultura”. Para Irán, la cuestión nuclear es un símbolo: “El orgullo nacional, la tradición cultural y algunos factores emocionales entran aquí en juego. En consecuencia, las amenazas, las acusaciones y las humillaciones son totalmente contra-productivas. Lo que Irán está pidiendo es respeto: se trata en el fondo de una cuestión de dignidad.”

La mejor manera de acabar con la desconfianza entre Irán y Occidente, sugiere Mousavian, sería cooperar en áreas de interés común: “La cooperación en asuntos de interés común genera confianza, y la confianza ayuda a resolver disputas”. Para él, la disputa nuclear no debe oscurecer todos los demás aspectos: “Irán es mucho más que sólo eso. ¿No deberían ambas partes fijarse en otras cuestiones? Ha llegado la hora de ampliar horizontes.” En esto ha consistido, explica, la política estándar iraní desde los años 90 pero, según él, Occidente se ha ido negando repetidamente y al final ha reducido todos los asuntos a uno sólo: un callejón sin salida. “La cuestión nuclear es una cuestión inventada” afirma Mousavian, “puesto que Irán no quiere la bomba.”

Incluso si los informes israelíes han afrimado (“hasta dieciséis veces”) que irán tiene la bomba en fabricación, Mousavian ofrece algunas buenas razones del porqué Irán no la quiere. Entre ellas están: las obligaciones religiosas respecto a las armas nucleares (basadas en la fatwa del líder supremo Ayatollah Khamenei, según la cual el uso de armas nucleares y de cualquier otras Armas de Destrucción Masiva está prohibido (haram); la posesión de armas nucleares sólo proporcionaría a Irán una ventaja regional en el corto plazo (ello desencadenaría una carrera armamentística nuclear en la región, arrastrando tarde o temprano a Egipto, Turquía y Arabia Saudí a la batalla); significaría un obstáculo en el largo plazo para el acceso de Irán a la cooperación tecnológica con países desarrollados (nadie quiere que Irán se vea sometido al mismo aislamiento internacional extremo como el que se ha montado contra Corea de Norte); no tendría ningún sentido racional para Irán utilizar , una vez adquiridas, armas nucleares contra los EE.UU. e Israel (que poseen miles y cientos de armas nucleares respectivamente), lo cual significaría la aniquilación total de Irán.

Afganistán y Siria podrían proporcionar una oportunidad de comunicación entre Occidente e Irán, el tipo de interés común no-competitivo necesario para empezar a hablar y a cooperar. “Irán y los EE.UU. están apoyando al mismo gobierno en Afganistán y en Irak –un gobierno al que se oponen todos los demás en la región. Esto supone una clara evidencia de que el interés común a ambos existe.” De hecho, existen unos cuantos más: la seguridad energética, el control del crimen organizado y del tráfico de drogas, los refugiados, la estabilidad regional, la lucha contra el terrorismo (Hezbollah, evidentemente, es motivo de enfrentamiento, pero “el verdadero problema de la región se lama Talibanismo”). Y los iraníes, recuerda Mousavian, se conocen la región muy bien.

Está de acuerdo en que el diálogo es posible si los participantes deciden hablar entre ellos antes que decirse el uno al otro lo que tienen que hacer –es decir, si ambos compran la idea de una implicación genuina (en comunicación, hay que reflexionar primero sobre el por qué de manera que sea posible llegar al cómo). Pero, primero, ambas partes deben aprender unas cuantas cosas los unos sobre los otros y, en particular, Occidente debe comprender mejor la cultura iraní.

Los dos conceptos clave que hay que tener en cuenta aquí son el Aberu (salvar la cara) y el Maslahat (interés). Según los estándares culturales iraníes, por ejemplo, la solución a la cuestión nuclear debe ser capaz de salvar la cara a ambas partes. “Si Occidente respeta los derechos de Irán bajo el Tratado de No Proliferación, esto es el Aberu: si no se discrimina a Irán, Irán salva la cara. Luego, el Maslahat entra en juego: Irán aceptará casi cualquier cosa en cuestiones de transparencia (puesto que Irán no quiere la bomba). Aceptaría, por ejemplo, limitar el enriquecimiento al 5% -incluso cuando, bajo la regulación del NPT tendría derecho a enriquecer hasta el 100% (el nivel de enriquecimiento actual de la UE es del 96% y el del Reino Unido del 97,3%). Esto quiere decir que Irán estaría dispuesto a aceptar medidas que van más allá de sus obligaciones bajo la legalidad internacional.” Y añade: “Esto significaría salvar la cara también para Occidente. No hay solución sin que ambos salven la cara.”

Mousavian ha dicho repetidamente que la posibilidad de alcanzar un acuerdo diplomático sigue siendo alta, pero también ha advertido a Washington de que es necesario que vuelva al “realismo Nixoniano”. Con esto quiere decir realpolitik, no política de ping-pong: “Si el objetivo es el cambio de régimen a través de una confrontación nuclear, entonces se trata (otra vez) de un enorme error: no se va a producir, no se alcanzará la solución”. Señala que los rusos llegaron a la conclusión, en el 2011, que los EE.UU. y Occidente no querían alcanzar una solución pacífica. “En ese caso”, dice, “iremos hacia la confrontación”.

¿Qué pasos pueden dar los europeos? Jugar un papel y decir algo. “Cuando Europa jugaba un papel, no teníamos sanciones, no había resoluciones del Consejo de Seguridad e irán colaboraba al máximo nivel de transparencia”.

Llegados a este punto, el embajador Mousavian alcanza una hoja de papel en blanco. “Esta es la ecuación que resume la situación actual”, dice, mientras anota lo siguiente: 1 + 1 = 1 + 1. Entonces, levanta la mirada: “Derechos más levantamiento de sanciones por un lado, transparencia más incapacitación de fabricar la bomba por el otro”- en otras palabras: si los derechos de Irán son respetados y las sanciones desaparecen, Irán estará de acuerdo en facilitar la máxima transparencia bajo las normas internacionales (incluso aceptando inspecciones más intrusivas firmando el Protocolo Adicional) y límites inauditos (reducción del enriquecimiento al 5% y limitaciones al almacenamiento). Observa su dibujo y sonríe: “Uno más uno igual a uno más uno: ¡aquí tiene el título para esta conversación!