Interpretar el nuevo Magreb: antes y después de la Primavera Árabe

CIDOB y el Instituto Francés-Barcelona (IF-B) organizaron los días 18, 19 y 20 de junio un encuentro con investigadores del Magreb procedentes de España y Francia titulado “Interpretar el nuevo Magreb: dinamismo político, movimientos sociales y desafíos económicos”. En el marco de este encuentro, CIDOB acogió el seminario “La investigación del Magreb antes y después de la primavera árabe”, en el cual los especialistas tuvieron la oportunidad de debatir sobre el estado de la investigación en ambos países, sobre cómo los acontecimientos de la primavera árabe han transformado la agenda de investigación y cuál ha sido la respuesta de la academia a estos cambios sin precedentes.

CIDOB y el Instituto Francés-Barcelona (IF-B) organizaron los días 18, 19 y 20 de junio un encuentro con investigadores del Magreb procedentes de España y Francia titulado “Interpretar el nuevo Magreb: dinamismo político, movimientos sociales y desafíos económicos”. En el marco de este encuentro, CIDOB acogió el seminario “La investigación del Magreb antes y después de la primavera árabe”, en el cual los especialistas tuvieron la oportunidad de debatir sobre el estado de la investigación en ambos países, sobre cómo los acontecimientos de la primavera árabe han transformado la agenda de investigación y cuál ha sido la respuesta de la academia a estos cambios sin precedentes.

Miguel Hernando de Larramendi, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y codirector del encuentro, hizo un repaso de la historia de la investigación del Magreb en España desde sus inicios. “El Magreb empieza a interesar en España a partir de los años 80 con la adhesión a la UE y a la OTAN y, en especial, desde el momento que España se convierte en un país de inmigración”. Según Larramendi, la agenda investigadora está muy mediatizada por la política y algunos temas como la inmigración y la seguridad han prevalecido en detrimento del entendimiento de las dinámicas sociales. 

Larramendi estima que la producción española es poco leída a nivel internacional por el déficit lingüístico. Además, señaló que hay pocos investigadores magrebíes integrados en el sistema científico español y que el relevo generacional de investigadores en el Magreb está amenazado por la crisis económica. Myriam Catusse, investigadora en el Institut de Recherche et d’Etudes sur le Monde Arabe et Musulman (IREMAM) y codirectora del encuentro, subrayó que la investigación en Francia está más focalizada en el Máshreq que el Magreb y que, como ocurre en España, la determinación de la agenda de investigación viene dada en función de la agenda política, y esto lleva a la marginalización de ciertas disciplinas y temáticas. “Se invierte poco en ciertas temáticas que el terreno nos sugiere investigar”. 

Otro punto importante que abordó Catusse es cómo el pasado colonial de Francia y la presencia de la inmigración han influido en la organización del sistema de investigación. Para esta experta, el mundo académico hoy en día está menos comprometido que antes, tanto durante la guerra de Argelia como con el conflicto israelo-palestino. Durante la segunda sesión del seminario, bajo el título “La misma región, diferentes enfoques disciplinarios” se abordó un interesante debate sobre los problemas y especificidades de las diferentes disciplinas de las ciencias sociales a la hora de aproximarse al Magreb. 

En esta charla intervinieron la economista Aurelia Mañé, profesora de Economía de la Universitat de Barcelona; la historiadora Isabelle Grangaud, investigadora del IREMAM; el geógrafo Pierre Arnaud Barthel, investigador en Laboratoire Technique, Territoire et Societé (LATTS) en la Universidad de Paris-Est; la experta en Relaciones Internacionales y profesora de esta disciplina en la Universitat Autònoma de Barcelona Laura Feliu; el sociólogo Thierry Desrues, investigador de Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC; Raquel Ojeda, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Jaén y Jean Philippe Bras, profesor de Derecho de la Universidad de Rouen, que aparte de moderar el encuentro aportó una visión jurídica de los estudio del Magreb. En la última sesión, “Investigación, opinión pública y acción política; ¿cuál ha sido la respuesta académica a la primavera árabe?, el debate giró en torno al papel de los think tanks y de los académicos a la hora de dar respuestas a la opinión pública. ¿Son los think tanks los que deben hacer de puente entre la academia universitaria y los medios? ¿O, por el contrario, los think tanks han arrebatado parte del trabajo de los expertos? Para algunos, los investigadores deben hacer un esfuerzo de divulgación, mientras otros criticaron la aparición de los periodistas como expertos. Otros temas que se trataron durante el encuentro fueron la interacción y capacidad de influencia de la investigación en la acción política y viceversa. Las líneas que separan las acciones y respuestas de unos y otros no son fáciles de delimitar y normalmente acaban entremezclándose. 

En esta charla intervinieron Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid; Sarah Ben Nefissa, investigadora del Institut de recherche pour le développement, Universidad de París 1; Eric Gobe, investigador del Centre national de recherche scientifique, Khadija Mohsen-Finan, investigadora asociada al Institut de relations Internacionales et études stratégiques; Lurdes Vidal, responsable de la sección Mundo Árabe y Mediterráneo del IEMed. En este mismo marco, el Instituto Francés-Barcelona acogió los 18, 19 y 20 de junio un ciclo de tres conferencias bajo el título “Interpretar el nuevo Magreb: dinamismo político, movimientos sociales y desafíos económicos”. Los investigadores intentaron acercar al gran público sus opiniones y experiencias en el terreno en los países del Magreb durante las revueltas y en el periodo posterior a las movilizaciones. Durante la primera mesa redonda, el día 18 de junio, titulada “Las (r)evoluciones políticas de la primavera árabe y la aparición de nuevos actores: ¿hacia una transición democrática?“, Myriam Catusse trazó un panorama general de la primavera árabe en los diferentes países de la región. Para Catusse, los países de la región han trazado grosso modo tres trayectorias diversas. 

La primera sería la de aquellos países que han conseguido mediante las revueltas expulsar a sus presidentes, como es el caso de Túnez, Egipto o Yemen. En segundo lugar, donde ha habido una gran represión llegando incluso al conflicto civil como Siria, Libia o Bahrein y, en tercer lugar, donde los levantamientos, normalmente más pacíficos, han sido cooptados o sofocados a base de promesas por el régimen como el caso de Marruecos. Catusse señaló que entre los investigadores todavía no se habla de democratización o transiciones democráticas, “los debates todavía están focalizados en la revolución”, pero lo que es cierto es que “la situación es muy incierta y es difícil predecir hacia dónde se encaminan estos países”. ¿Por qué estallan en 2011 y no antes? Probablemente esta sea una de las preguntas más recurrentes que le han hecho en el último año a Sarah Ben Nefissa, experta en movimientos sociales y sociedad civil en Egipto. Su respuesta es simple: “es un misterio, no lo sabemos, pero lo que sí podemos intuir es que sin el precedente tunecino en Egipto no hubiese habido revolución”. En 2004, cuenta, se produjo un gran cambio, los movimientos sociales se multiplican en función de las categorías sociales. Según Ben Nefissa, “en Egipto no estamos en una transición sino en la restauración autoritaria, pero se ha producido un cambio de mentalidad muy grande, en cierta forma ha cambiado la cultura política y el uso del espacio público”. Thierry Desrues, experto del Consejo Superior de Investigaciones Sociológicas, se centró en la trayectoria de Marruecos. Todo el mundo pensaba que la revolución vendría de Marruecos porque tenía más nivel de asociaciones y movimientos asociativos, sin embargo, explicó Desrues, cuando en surgió el Movimiento 20 de Febrero, el gobierno actuó de forma muy inteligente: mediante promesas, aceleración de procesos sociales bloqueados, cooptación de todas las fuerzas que podían amenazar al régimen, incluso con una oferta de reforma Constitucional. 

En la segunda mesa redonda, el día 19, trató sobre los “Desafíos económicos y luchas sociales en el nuevo Magreb”. Iván Martín hizo una panorámica de la situación económica en el Magreb, centrándose en Argelia. Constató una disfunción del modelo económico y de la relación económica con la UE. Además de una incapacidad por parte de los Estados para responder a las necesidades de la población, “la élite social piensa más en la redistribución de los subsidios que la transformación real del modelo económico”. Irene Bono, investigadora en el Centro marroquí de Ciencias Sociales de Universidad de Hassan II en Casablanca, explicó cómo se habían gestado la frustración y los movimientos de protesta en Marruecos durante la primavera árabe. El Movimiento 20 de Febrero, según la experta, fue una ventana de oportunidad para muchos grupos de la élite económica, si bien su protesta no fue explícita. Eric Gobe, investigador del CNRS y redactor jefe de L’Année du Maghreb, constató que desde la primavera árabe los datos económicos en los países del Magreb han ido a peor. Gobe, cuya investigación se centra en Túnez, argumentó que ciertos grupos profesionales en este país han utilizado las movilizaciones para sus propios intereses. 

Durante la mesa redonda del día 20 “La política mediterránea de la Unión Europea tras la Primavera árabe”, Khadija Mohsen-Finan advirtió que existe una demanda espontánea de que la Unión Europea esté al lado de la sociedad civil tunecina y del proceso de democratización. La sociedad civil ha sido el actor olvidado del Proceso de Barcelona y el problema ahora es cómo definir esa sociedad civil. “En Túnez la revolución ha puesto de manifiesto que el país estaba dividido en dos en diferentes ámbitos: geográfica, social y económicamente”. “¿Quién va a representar a esta sociedad civil? ¿Quién va a definir la justicia transicional?”, se preguntó durante el debate la experta tunecina. Ernest Urtasun, consejero del Secretariado de la Unión por el Mediterráneo, expuso la importancia de la UpM para la cooperación regional y apuntó a que antes se trabajaba en descoordinación con la UE en lo que se refiere a las políticas europeas de vecindad (PEV) pero que desde la primavera árabe se han puesto en marcha mecanismos para trabajar de forma coordinada. Para Jordi Vaquer, director de CIDOB, la aproximación general de la UE al Mediterráneo no ha variado y si se sigue pensando en la región de la manera burocrática las cosas no saldrán bien. “Es necesario que la UE repiense el punto de vista político y la estrategia sobre la región, la UE no puede limitarse a dejar que la Comisión piense las nuevas políticas; es positivo, pero no es suficiente”. Debemos pensar en regiones reales interconectadas desde la geopolítica, no en tener una mirada de la región burocrática. 

Este punto de vista fue compartido por Pere Vilanova, profesor de Ciencia Política de la UB, quien a su vez advirtió a la UE de no volver a cometer los errores del pasado “si queremos democratización debemos acatar los resultados electorales, no hagamos lo mismo que con Hamás”. Anne Grillo, cónsul general de Francia en Barcelona, clausuró el encuentro de investigadores sobre el Magreb hispano-francés haciendo hincapié en la importancia de estos encuentros conjuntos entre investigadores procedentes de España y Francia para poder intercambiar opiniones y experiencias sobre una región “clave para los dos países”. Todo lo que ocurre en la región del Magreb nos afecta de manera muy directa y viceversa, todo lo que sucede en nuestros países también repercute en el Magreb, de ahí la relevancia una investigación conjunta y de aunar esfuerzos para conocer mejor la región, puntualizó Grillo.