Francia como potencia europea
Europa está cambiando y, con ella, el equilibrio de fuerzas entre los países integrantes de la Unión. Existe un amplio consenso sobre la consolidación de Alemania como principal potencia europea pero, ¿Qué papel desempeña Francia en el directorio de la construcción europea? ¿Sigue vigente el eje franco-alemán? ¿Cómo le afectarán las de son lasnte el eje franco-alemi consolidacipróximas elecciones al Parlamento Europeo? ¿Cuáles son las respuestas de Francia a la crisis económica? Estas y otras preguntas son las que se intentaron responder durante de la mesa redonda organizada el pasado 23 de octubre por CIDOB y el Instituto Francés de Barcelona con Christian Lequesne, director del Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales (CERI) de Sciences Po Paris, como principal ponente.
Europa está cambiando y, con ella, el equilibrio de fuerzas entre los países integrantes de la Unión. Existe un amplio consenso sobre la consolidación de Alemania como principal potencia europea pero, ¿Qué papel desempeña Francia en el directorio de la construcción europea? ¿Sigue vigente el eje franco-alemán? ¿Cómo le afectarán las de son lasnte el eje franco-alemi consolidacipróximas elecciones al Parlamento Europeo? ¿Cuáles son las respuestas de Francia a la crisis económica? Estas y otras preguntas son las que se intentaron responder durante de la mesa redonda organizada el pasado 23 de octubre por CIDOB y el Instituto Francés de Barcelona con Christian Lequesne, director del Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales (CERI) de Sciences Po Paris, como principal ponente.
Chirtian Lequesne descartó que vayamos asistir a grandes cambios a nivel de construcción europea, ya que tras el fallido referéndum para la Constitución Europea, París opta por una política pragmática, de “pequeños pasos”. Para Lequesne, una de las causas por las que Francia tiene dificultades para liderar cambios a nivel europeo es la incapacidad para articular un mismo discurso a nivel nacional y a nivel europeo. A nivel nacional, asegura Lequesne, la división partidista clásica izquierda-derecha se ha desdibujado y tanto la sociedad francesa como los partidos intentan encontrar respuestas a preguntas como: ¿Qué quiere decir ser francés? ¿Cómo abordar la diversidad y la inmigración? ¿Qué hacemos con el paro? En estos y otros temas, la división política en Francia empieza dentro de los mismos partidos políticos. En estas circunstancias es difícil presentar un modelo alternativo al alemán: “No tenemos [los franceses] narrativa de sustitución para decir lo que queremos que sea Europa”.
Francia, al igual que ha hecho Alemania, debería primero encontrar el modelo económico y social que funcione a nivel interno, para luego poder presentarlo a Europa como una alternativa creíble al modelo alemán. En una Europa atravesada por una línea de falla que separaría los países del norte y del sur, no queda nada claro en qué lado se sitúa Francia y si puede o quiere desempeñar un papel de intermediario entre ambos bloques. Por un lado, Francia es partidaria de aumentar la solidaridad hacia los estados del sur y aboga por políticas dirigidas a fomentar el crecimiento económico más allá de la austeridad fiscal propia de los estados del norte. Por otro lado, ni se considera ni le consideran un país afectado por los mismos problemas que los países del sur. Más importante todavía, Francia no pretende ser el contrapeso de Alemania y, en esta línea, se apuntaron las similitudes entre los planteamientos de ambos países en los ámbitos financiero y presupuestario. Christian Lequesne puso punto final a su intervención refiriéndose a la opinión pública francesa considerando que ya no era vista como un vector de modernización política y social sino como un proyecto de carácter instrumental y eminentemente económico.
Tras esta primera intervención, se sucedieron una serie de comentarios por parte de algunos de los asistentes, como Joaquim Llimona, responsable de relaciones internacionales del Ayuntamiento de Barcelona, Joan Botella, catedrático de Ciencia Política de la UAB, Francis Ghilès, investigador senior asociado de CIDOB, Lluís Foix, periodista de la Vanguardia, y Fernando Guirao, Catedrático Jean Monnet de la Historia de la Integración Europea de la UPF. En este debate se subrayó la importancia de que Francia no sólo asuma un compromiso mayor con el proyecto europeo, sino que además, vuelva a volcarse en el Mediterráneo. También se destacó que quizás Francia podía desempeñar un mayor liderazgo en una Europa que prestase más atención a la cultura. El papel de las élites fue uno de los temas recurrentes, con varios participantes preguntándose quienes eran hoy en día las élites en Francia y si el ámbito del pensamiento tenía capacidad de incidencia en la formulación de políticas públicas.
También se apuntó que el modelo alemán no era aplicable a todo el continente europeo pero que Francia parecía incapaz de poner sobre la mesa un modelo alternativo. Cuestiones de actualidad, como la situación de la población gitana en Francia o el ascenso del Frente Nacional en las encuestas, también generaron inquietud entre los participantes. Una vez finalizado el debate en CIDOB, el Instituto Francés de Barcelona acogió un debate entre Christian Lequesne y el periodista y escritor Andrés Ortega. El debate, animado por Joan Botella abrió el foco para reflexionar, no ya sobre el papel de Francia, sino sobre el estado general de la construcción europea. La necesidad de reconectar con la ciudadanía, la prueba que van a suponer las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014, las lecciones aprendidas de cómo se ha gestionado la crisis europea, con constantes referencias al caso griego, y la controversia que despierta en Europa la posibilidad de seguir ampliado la Unión Europea, especialmente hacia los Balcanes y Turquía, fueron algunos de los temas abordados en este intercambio de ideas.