La defensa abre una nueva brecha en Europa
Aflora en el mapa del continente el distanciamiento entre países muy dispuestos a un refuerzo militar y otros reticentes. Las causas de la divergencia son claras. Pol Morillas, director del centro de estudios CIDOB y autor de En el patio de los mayores. Europa ante un mundo hostil (Debate), apunta a dos ejes interpretativos fundamentales, uno de índole económico e industrial, otro de carácter político y de percepción de amenazas. “Por un lado, están países con más margen fiscal, como puede ser el caso de Alemania, en los cuales la inversión en defensa no supone tanto sacrificio de gasto social como en otros; o países en los cuales la industria de defensa es importante, como en Francia o el Reino Unido y, por lo tanto, tienen un interés especial en estas inversiones”, dice Morillas. “Por otra parte”, prosigue el experto, “está el eje configurado por la percepción de la amenaza. Aquellos que, como Polonia, la perciben muy cerca, son muy proclives al gasto en defensa. Quienes la notan menos cercana, como España, están en el otro lado del eje”, dice Morillas.