El papel de la Unión Europea en el Cáucaso Sur

Pocas semanas después de que la Unión Europea levantara las sanciones a Rusia por la guerra de agosto de Georgia, el europarlamentario Vytautas Landsbergis destacó en el Desayuno Europeo organizado por la Fundación CIDOB la importancia que, para el futuro europeo, representa la región del Cáucaso Sur y reivindicó la política de la paz y la defensa de los derechos humanos sobre la del poder y los medios militares.

Desayuno Europeo con Vytautas Landsbergis Europarlamentario, Grupo del Partido Popular Europeo y de los Demócratas, vicepresidente de la Delegación en las Comisiones de Cooperación Parlamentaria UE-Armenia, UE-Azerbaidzhán y UE-Georgia. 5 de diciembre de 2008Pocas semanas después de que la Unión Europea levantara las sanciones a Rusia por la guerra de agosto de Georgia, el europarlamentario Vytautas Landsbergis destacó en el Desayuno Europeo organizado por la Fundación CIDOB la importancia que, para el futuro europeo, representa la región del Cáucaso Sur y reivindicó la política de la paz y la defensa de los derechos humanos sobre la del poder y los medios militares

Landsbergis, que forma parte de las delegaciones del Parlamento Europeo en la cooperación con Georgia, Azerbaidzhán y Armenia, reivindicó la condición del Cáucaso Sur como parte integrante de Europa, tanto por su identidad cultural como por su historia nacional. Recordó que los tres países eran independientes durante el siglo XIX y no creaciones de repúblicas satélites del imperio soviético. Subrayó la diversidad cultural con países de mayoría cristiana (Georgia y Armenia) y musulmana (Azerbaidzhán); lingüística (unas 60 o 70 lenguas distintas), y étnica (rusos, armenios, kurdos, osetios, azeríes, cumucos, karachais, balkarios, georgianos, chechenos, abjasios, ingusetios, circasianos y los pueblos del Daguestán). Un puzzle que bien podía compararse con el caso de los Balcanes, no exento de conflictos. El parlamentario lituano denunció la precaria existencia de los 300.000 refugiados georgianos expulsados de Abjasia y Osetia del Sur o la represión en Chechenia (Cáucaso Norte), después de una guerra que calificó de “colonial” o la calma tensa en Nagorno-Karabaj, región azerí ocupada por Armenia, con el peligro de radicalización de refugiados azeríes.

El difícil camino a Europa se presenta a los países del Cáucaso como una aspiración legítima, según Lansbergis, porque se sienten europeos. Aunque matizó las diferentes posiciones en torno a la política de la UE de Georgia, la más proeuropeísta; Armenia, virtualmente un protectorado del Kremlin; y Azerbaidzhán, con un grave déficit democrático y que mantiene una línea independiente de los dictados de Moscú pero sin alinearse con la UE.La región, por su proximidad al mar Negro y al mar Caspio, con grandes reservas de gas y petróleo, es de una gran importancia geoestratégica para la UE, que podría tejer una red de gasoductos y oleoductos que puentearan a Moscú asegurando su independencia energética. El Cáucaso representa la próxima gran frontera europea. Este factor juega un papel esencial, en opinión de Landsbergis, en la oscilante relación de tensión y acercamiento entre la UE y Rusia, quien califica la política europea de expansionista hacia un espacio que cree que debe estar bajo su control.

La UE ya no ve la región como distante sino como próxima a sus intereses y busca proyectar estabilidad, construir democracia y asegurarse la independencia energética. Al mismo tiempo, Landsbergis afirmó que la UE se mantiene demasiado prudente ante un espacio tan próximo a Rusia y evita tener problemas o conflictos que enturbien su relación.Contrariamente a esta visión de real politik, de intereses materiales que diluyen una ideología ya de por sí devaluada en la región, Landsbergis reivindicó el papel que aún juegan los factores de identidad nacional, las diferencias culturales, y el recuerdo de la historia común de resistencia al dominio ruso. En este sentido, Landsbergis, que fue proclamado presidente de su país tras el voto independentista del Parlamento lituano, subrayó el valor ejemplar que ha jugado la restauración de la democracia y la independencia de los países bálticos en una lucha que calificó de “moral por la democracia y la dignidad humana”. Los países bálticos obtuvieron un éxito que les permitió acceder pronto a Europa. 

En cambio, los países del Cáucaso Sur “han llegado tarde a la vía europea”, afirmó. Una vía natural, para Landsbergis, sin la intervención rusa. El parlamentario reconoció las limitaciones de la acción europea. Criticó la falta de voluntad política: “Europa se puede permitir un Cáucaso Sur sin democracia”. Para Landsbergis, la ampliación no es una expansión colonial ni imperialista como afirma Putin; las críticas del ex presidente ruso son el resultado, según Landsbergis, del legado soviético en la cultura política rusa. Para Landsbergis y otros analistas, Rusia adolece de una situación que le asemeja a la Alemania de los años treinta, con una mentalidad poscolonial y un sentimiento de revancha. “La autocracia no es nada nuevo en Rusia”; y añadió “la devoción al zar es más fuerte que las ansias de democracia”.La guerra de Georgia en agosto pasado fue considerada por Landsbergis un toque de atención a las cancillerías de la política del Kremlin hacia la región. “Georgia pretendía asegurarse su independencia y la integridad territorial con la fe ciega en el mito de figurar en un mapa de la OTAN, pero para Rusia no todas las naciones tienen el mismo valor”, afirmó Landsbergis. Para el europarlamentario la creencia en el poder, por encima de los valores, como la justicia y el uso desproporcionado de medios militares, son un desafío para la solidaridad europea y atlantista. El político observó la acción rusa como una respuesta a la independencia de Kosovo y un aviso a los países de la región con las mismas aspiraciones. Sin embargo, advirtió que Rusia “puede quedar atrapada por su propia retórica al apoyar la independencia de Osetia y Abjasia mientras reprime cualquier aspiración separatista en Chechenia”. Además, advirtió de nuevos peligros de separatismo de la minoría armenia en Georgia.El político lituano defendió la paz como valor esencial del que todos ganan. Demandó una mayor implicación de Europa, a la que presentó como solución en su condición de “construcción sin fronteras” en una zona donde es mayor el peligro de un espacio sin ley que el peligro de averiguar qué ley nacional se aplica en según qué territorio.