Enrique de Luxemburgo

Gran Duque (2000-2025)
Editado por: Roberto Ortiz de Zárate Arce
Los 25 años de reinado de Enrique, gran duque de Luxemburgo discurrieron entre dos abdicaciones: la de su padre Juan en él, el 7 de octubre de 2000, y la de él, a los 70 años, en su primogénito 26 años más joven, Guillermo, el 3 de octubre de 2025, dos relevos en el trono que fueron anunciados anticipadamente. En este cuarto de siglo, el pequeño y próspero Gran Ducado, ejemplo de monarquía constitucional parlamentaria donde el soberano ejerce de jefe del Estado pero no gobierna ni se inmiscuye en la política, discurrió por unos cauces de estabilidad institucional, fluidez democrática y modernización social.
Enrique, sucedido por su hijo 12 meses después de delegarle la mayoría de sus funciones oficiales, fue un monarca ajustado a los roles ceremoniales y simbólicos definidos por la Constitución, y difundió una imagen de hombre tranquilo y agradable, con un perfil diplomático y europeísta, e inquietudes humanitarias. Su familia se ha atenido a unos cauces de discreción y no ha dado lugar a escándalos sonados (con la excepción del que envolvió las conclusiones del llamado Informe Waringo, en 2020, sobre una serie de lastres en el funcionamiento interno de Palacio centrados en la persona de la gran duquesa María Teresa), tan frecuentes en otras casas reales europeas, lo que le ha asegurado unos niveles de aprobación popular muy elevados.
En 2008 Enrique protagonizó una rara controversia personal al negarse a firmar la ley de la eutanasia por motivos morales, conflicto con el Parlamento que condujo a una reforma constitucional para evitar este tipo de situaciones en el futuro. Tras la asunción de Guillermo V, Enrique conserva la condición de gran duque emérito.
(Texto actualizado hasta 8 octubre 2025).
BIOGRAFÍA
Enrique Alberto Gabriel Félix María Guillermo (Henri Albert Gabriel Félix Marie Guillaume) de Nassau nació en 1955 en el Castillo de Betzdorf como el segundo hijo del gran duque Juan (Jean, 1921-2019) y de la gran duquesa consorte Josefina Carlota de Bélgica (Joséphine-Charlotte, 1927-2005), casados dos años antes.
Juan era entonces el heredero al trono luxemburgués, al que iba a acceder el 12 de noviembre de 1964 por la abdicación de su madre, la gran duquesa Carlota, cuyo esposo era el príncipe Félix de Borbón-Parma, mientras que Josefina Carlota era una princesa belga, la hija mayor del anterior rey Leopoldo III y por tanto hermana del entonces monarca de Bélgica, Balduino, así como del futuro Alberto II. La casa de Nassau-Weilburg (oficialmente, Luxemburgo-Nassau) era de hecho una rama patrilineal de la casa de Borbón-Parma desde 1919, año de la entronización de Carlota y de su boda con Félix.
Enrique tenía una hermana mayor, la princesa María Astrid (Marie-Astrid), nacida en 1954, y tres hermanos más jóvenes, los príncipes Juan (Jean), Margarita (Margaretha) y Guillermo (Guillaume). Juan y Margarita, nacidos en 1957, eran mellizos. El benjamín, Guillermo, nació en 1963.
Príncipe de Luxemburgo/Nassau y príncipe de Borbón-Parma (título éste último que su padre retiró de las atribuciones nobiliarias de la dinastía familiar en 1987, aunque luego Juan lo rehabilitaría en 1995), como heredero del Gran Ducado —de facto desde la abdicación de su abuela cuando tenía nueve años y de manera oficial a cumplir la mayoría de edad en abril de 1973—, Enrique recibió una esmerada educación secundaria en Luxemburgo y en Francia, país este último donde completó el bachillerato en 1974. Al año siguiente obtuvo un certificado superior de estudios en la Royal Military Academy de Sandhurst, una de las más prestigiadas escuelas militares de Gran Bretaña, y luego realizó la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Ginebra y su Instituto de Estudios Internacionales, hasta obtener la licenciatura en 1980.
Aquel mismo año, Enrique accedió al Consejo de Estado y el 14 de febrero de 1981 contrajo matrimonio religioso en la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo con la cubana María Teresa Mestre Batista, nacida en La Habana en 1956. Los jóvenes se habían conocido en la Universidad de Ginebra, donde ella también era alumna de Ciencias Políticas.
La boda principesca dio bastante qué hablar porque la novia, aunque miembro de una familia acaudalada (dueños de ingenios azucareros y bancos, los Mestre-Batista habían emigrado a Estados Unidos al producirse la Revolución de 1959) y con linajes aristocráticos en su ascendencia española, no dejaba de ser una plebeya, dando lugar a un matrimonio morganático que no tenía precedentes en los herederos al trono del Gran Ducado. Durante muchos años, una comidilla de la prensa fue que la gran duquesa consorte Josefina Carlota no terminaba de congeniar con su nuera plebeya.
Los altezas reales alumbraron cinco vástagos, quienes con el tiempo les iban a dar ocho nietos (hasta el momento de la abdicación de Enrique en 2025).
En noviembre de 1981 nació el príncipe primogénito, Guillermo Juan José María (Guillaume Jean Joseph Marie), en aquel momento segundo en la línea de sucesión y casado en 2012, siendo ya gran duque heredero, con la condesa belga Stéphanie Marie Claudine Christine de Lannoy. Los hoy gran duques reinantes tuvieron dos hijos, los príncipes Carlos y Francisco, nacidos respectivamente en 2020 y 2023.
El segundo hijo de Enrique y María Teresa fue el príncipe Félix Leopoldo María Guillermo (Félix Léopold Marie Guillaume), nacido en 1984 y casado en 2013 con la alemana Claire Margareta Lademacher; hasta la fecha Félix y Claire han tenido tres hijos, los príncipes Amalia (2014), Liam (2016) y Baltasar (2024).
En 1986 María Teresa dio a luz al príncipe Luis Javier María Guillermo (Louis Xavier Marie Guillaume), casado en 2006 con la ciudadana luxemburguesa Tessy Antony. Luis y Tessy Antony dieron al gran duque dos nietos príncipes, Gabriel (2006) y Noé (2007), antes de firmar los papeles del divorcio el 4 de abril de 2019, lo cual tuvo lugar días antes de fallecer el abuelo de él, el gran duque Juan, a los 98 años de edad; 14 años antes, en enero de 2005, había fallecido con 77 la gran duquesa Josefina Carlota.
En 1991 nació la princesa Alejandra Josefina Teresa Carlota María Guillermina (Alexandra Joséphine Teresa Charlotte Marie Wilhelmine), casada en 2023 con Nicolas Bagory y madre en 2024 de Victoire Bagory. Finalmente, en 1992 Enrique y María Teresa fueron padres del príncipe Sebastián Enrique María Guillermo (Sébastien Henri Marie Guillaume).
Considerado por la prensa especializada un príncipe heredero de conducta irreprochable y un padre de familia ejemplar, Enrique fue preparándose con discreción para el momento en que hubiera de suceder a su progenitor en la jefatura del pequeño Estado de la UE encajonado entre Alemania, Bélgica y Francia, con una economía basada en los servicios bancarios y la industria siderúrgica que le proporcionaba una influencia bastante mayor de la esperable en una nación con menos de medio millón de habitantes. El Gran Ducado encabezaba con holgura los rankings europeo y mundial de renta per cápita.
El gran duque heredero viajó por diversos países para completar su formación y en calidad de presidente honorario del Consejo de Desarrollo Económico de Luxemburgo, órgano establecido en 1977 para atraer las inversiones internacionales en un país que, gracias al secreto bancario y a su condición de sede de diversos organismos internacionales, gozaba y goza de un extraordinario peso financiero en Europa. Por otro lado, Enrique ascendió hasta el rango de coronel en el Ejército luxemburgués y en 1989 el Ejército británico le nombró comandante honorífico de su Real Regimiento de Paracaidistas.
Posteriormente, ingresó en el Comité Olímpico Internacional y en la dirección de la Fundación Charles Darwin para la preservación de las islas Galápagos. En sus últimos años como príncipe heredero, Enrique enfocó sus actividades sociales en la Mentor Foundation, una fundación patrocinada por la Organización Mundial de la Salud y dedicada a la prevención de los abusos de menores.
25 años al frente del Gran Ducado
El 4 de marzo de 1998, conforme al artículo 58 de la Constitución, Enrique fue nombrado lugarteniente-representante de su padre, previsión constitucional similar a una regencia pero legalmente distinta al tratarse de una dejación de funciones voluntaria y no por causa mayor, como tampoco tenía un carácter temporal. El nombramiento fue hecho considerando la avanzada edad del gran duque Juan —77 años — y como preámbulo a una sucesión oficial en el trono que se suponía cercana. El propio Juan ya había ejercido como lugarteniente-representante en nombre de su madre, la gran duquesa Carlota, desde mayo de 1961, tres años y medio antes de abdicar la monarca a los 68 años de edad.
El acontecimiento sucesorio, anunciado por Juan el 24 de diciembre de 1999, tuvo lugar el 7 de octubre de 2000. Previsto inicialmente para el 28 de septiembre, hubo de posponerse por el grave accidente de circulación que el príncipe Guillermo, el hermano menor de Enrique, sufrió en Francia el 10 de septiembre, tras el cual Guillermo, saliendo de un estado inicial de coma, inició una lenta recuperación.
En la ceremonia, a la que asistieron los reyes de Bélgica y Países Bajos, Juan, tras 36 años de reinado, formalizó su abdicación en el Palacio Gran Ducal; a continuación, Enrique, a los 45 años, prestó el juramento constitucional en la Cámara de Representantes, convirtiéndose en el sexto gran duque desde que en 1890 terminara la unión personal de 65 años con Países Bajos, donde era reinante la dinastía Orange-Nassau, y el trono luxemburgués pasara a otra rama de la casa de Nassau, la Nassau-Weilburg, cuyo jefe era el duque Adolfo, proclamado entonces gran duque. Al producirse la transmisión entre Juan y Enrique el 7 de octubre de 2000, María Teresa pasó a ser la gran duquesa consorte y su hijo Guillermo el gran duque heredero.
En su discurso inaugural, Enrique, en adelante también comandante en jefe de las Fuerzas Armadas con el grado de general, enfatizó valores como la solidaridad, la justicia, la tolerancia y el respeto, nociones que iban a convertirse en pilares de su reinado. Durante un cuarto de siglo, el gran duque, haciendo gala de don de gentes y habilidades diplomáticas, representó a Luxemburgo en más de un centenar de visitas de Estado y misiones comerciales, ayudando a fortalecer relaciones con Asia, América y Oriente Medio. Apoyó la integración europea durante hitos como la puesta en circulación del euro (2002), las sucesivas ampliaciones de la UE y el Tratado de Lisboa (2009), promovió el diálogo internacional, atrajo inversiones y elevó el perfil global del país.
Enrique cultivó una excelente prensa nacional e internacional de monarca constitucional modélico, bien ajustado a su rol representativo y simbólico en democracia parlamentaria, amén de hombre afable, templado y discreto, así como culto. Un gran duque hecho para la modernidad y capacitado, en suma. Pero Enrique fue el protagonista también de un sobresalto inesperado en diciembre de 2008, en plena borrasca bancaria, financiera y económica desencadenada por la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos, gran crisis de la que Luxemburgo salió algo mejor parado que otros países del entorno por el rápido rescate-nacionalización, concertado con los gobiernos belga y holandés, de Fortis, uno de los mayores grupos bancarios del Benelux, acuciado por la iliquidez.
La polémica estalló cuando Enrique se negó a estampar su firma a la norma, aprobada por la Cámara de Diputados en febrero anterior, que legalizaba las prácticas de la eutanasia y el suicidio asistido en Luxemburgo. El monarca, católico practicante, argumentó motivos de conciencia e invocó los valores morales para no querer ratificar una ley que había salido adelante en el Parlamento con una votación ajustada, por 30 votos contra 26.
Se daba el hecho de que quienes habían votado en contra de la norma habían sido los diputados del conservador Partido Popular Social Cristiano (CSV), cuyo líder, Jean-Claude Juncker, era el primer ministro desde 1995. Juncker, en esta legislatura a la cabeza de un Gobierno de gran coalición con el Partido Socialista Obrero Luxemburgués (LSAP), añadió más controversia al acoger la decisión del jefe del Estado con una visible satisfacción, pese al serio conflicto institucional creado.
Sin embargo, la Cámara, donde los partidos promotores de la ley sumaban mayoría, solventó el bloqueo legal de manera tajante: aprobando una modificación del artículo 34 de la Constitución que restringía la potestad del gran duque, retirándole la facultad de sancionar las leyes con su rúbrica como requisito para hacerlas vigentes; en lo sucesivo, el monarca se limitaría a promulgar sin necesidad de asentimiento personal, como un mero trámite protocolario no sujeto a discusión, las normas aprobadas por el Legislativo.
Enrique acató respetuosamente un cambio que recortaba sus capacidades gran ducales, dejándolas en su mínima expresión, pero que al mismo tiempo salvaguardaba sus convicciones morales. El episodio, que recordó el vivido en Bélgica en 1990 con el rey Balduino y la ley del aborto (en aquella ocasión hubo de recurrirse a una abdicación temporal, por 36 horas, del monarca ante su firme negativa a firmar), no dañó la popularidad de Enrique. Luego, en marzo de 2009, la Cámara, de nuevo por 30 votos (de los socialdemócratas, los liberales y los verdes) contra 26 (los socialcristianos de Juncker), aprobó la ley que despenalizaba la eutanasia para los enfermos con diagnóstico irreversible o terminales. La norma, tercera de este tipo de Europa tras las adoptadas por Países Bajos y Bélgica, entró finalmente en vigor.
Más repercusión, esta ya con connotaciones negativas y proporciones de escándalo, tuvo la publicación en enero de 2020 del llamado Informe Waringo, encargado en 2019 por el Gobierno del primer ministro Xavier Bettel para determinar qué había de cierto en el tropel de informaciones periodísticas sobre una conducta caprichosa y despótica por parte de la gran duquesa María Teresa, que tendría atemorizados a los trabajadores cortesanos con su estilo autoritario y temperamento agresivo, y sobre el secretismo de las cuentas de la familia real y los recursos humanos en las residencias oficiales, donde entre 2014 y 2019 51 trabajadores habían causado baja laboral por dimisión, despido o rescisión de contrato.
Las conclusiones del informe, al cabo de una exhaustiva investigación interna de seis meses realizada por el ex director de la Inspección General de Finanzas del Estado Jeannot Waringo, fueron ciertamente críticas, incluso demoledoras: las acusaciones sobre gastos sin justificar, opacidad en el uso de fondos públicos, confusión entre funciones oficiales y privadas de los sirvientes palaciegos, y la existencia de un ambiente tóxico en la corte por el rol "problemático" de la gran duquesa en las decisiones sobre contrataciones, asignaciones y despidos de personal, quedaron confirmadas. Waringo recomendaba tomar como ejemplo el funcionamiento de la casa real de la vecina Bélgica, considerada un modelo de gestión profesional, transparencia y rendición de cuentas.
El escándalo generado por el Informe Waringo obligó a Enrique a anunciar una mejora "constructiva" de la Casa Gran Ducal en aras de la profesionalización de la gestión de personal, el rigor contable y la transparencia financiera, si bien no dejó de defender a su esposa, puesta en la picota.
Enrique optó por continuar la fórmula sucesoria, escalonada y tranquila, antes adoptada por su abuela Carlota y su padre Juan. Así, el 8 de octubre de 2024, plasmando el anuncio hecho el 23 de junio (Día Nacional), el gran duque heredero Guillermo, de 42 años, fue nombrado lugarteniente-representante, condición que suponía la delegación paternofilial de la mayor parte de las funciones oficiales aun no teniendo Enrique ninguna limitación física o mental para ejercerlas. Todo el mundo supo entonces que el monarca, con 69 años, preparaba su abdicación, paso que desde 2013 habían dado en Europa de manera sucesiva Beatriz de los Países Bajos (2013), Alberto II de Bélgica (2013), Juan Carlos I de España (2014) y Margarita II de Dinamarca (en enero de este 2024).
En efecto, en su discurso navideño del 24 de diciembre de 2024, Enrique anunció a los luxemburgueses su decisión de entregar el trono a su hijo mayor al cabo de unos meses. La sucesión tendría lugar el 3 de octubre de 2025. "Queridos conciudadanos, el año 2024 está llegando a su fin y la Navidad es el momento perfecto para reflexionar sobre el año que acaba. Esta vez lo hago con mucha emoción, ya que es la última vez que pronunciaré el discurso de Navidad como Jefe de Estado", dijo Enrique al empezar su alocución.
En esos momentos, desde las elecciones de octubre de 2023, el Gobierno, siempre de coalición en Luxemburgo, reunía a los socialcristianos y los liberales, con el líder de los primeros, Luc Frieden, en el puesto de primer ministro, y el líder de los segundos, Xavier Bettel, de viceprimer ministro y ministro de Exteriores.
De acuerdo con lo anunciado, el 3 de octubre de 2025 Enrique firmó el instrumento de abdicación y acto seguido el mayor de sus hijos prestó juramento en el Parlamento como nuevo gran duque reinante con el nombre de Guillermo V. Enrique conservó la condición de gran duque en calidad de emérito, mientras que su nieto el príncipe Carlos, heredero natural a sus cinco años, pasó a ser el primero en la línea de sucesión al trono.
El gran duque emérito Enrique de Luxemburgo posee doctorados honoríficos en Letras por la Universidad Sacred Heart de Fairfield (Connecticut), en Derecho por la Universidad Miami de Oxford (Ohio), en Economía por la Universidad de Khon Kaen (Tailandia), y en Ciencias Políticas por las universidades de Tréveris (Alemania) y León (Nicaragua).
De entre sus honores extranjeros, se citan aquí la Gran Cruz de la Orden Nacional de la Legión de Honor (Francia), la Gran Cruz Especial de la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania, el Gran Cordón de la Orden de Leopoldo (Bélgica), el Gran Collar de la Orden Nacional de la Cruz del Sur (Brasil), el Collar de la Orden Suprema del Crisantemo (Japón), la Gran Cruz de la Orden de la Corona (Países Bajos), la condición de Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro (España) y la condición de Caballero de la Orden del Mérito de la República Italiana, entre otras distinciones.
(Cobertura informativa hasta 8/10/2025).
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