Colombia: ¿todos contra Petro?

El Periódico - 31 may. 2022

Salvador Martí i Puig, investigador sénior asociado a CIDOB, analiza el resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia en este artículo para El Periódico: “Las elecciones del domingo 29 de mayo han dado la razón a las encuestas: el candidato de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, el exguerrillero Gustavo Petro, ganó con el 40,3% de los votos pero no llegó a la presidencia.

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Salvador Martí i Puig, investigador sénior asociado a CIDOB, analiza el resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia en este artículo para El Periódico: “Las elecciones del domingo 29 de mayo han dado la razón a las encuestas: el candidato de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, el exguerrillero Gustavo Petro, ganó con el 40,3% de los votos pero no llegó a la presidencia. Será el día 19 de junio cuando el tándem formado por Gustavo Petro y la afrocolombiana Francia Márquez se medirá con un candidato sorpresa que representa a la derecha populista y antipolítica, Rodolfo Hernández, y que se ha presentado con una plataforma política llamada Liga de Gobernantes Anticorrupción, obteniendo el 28,2% de los sufragios.  

Los resultados de la primera vuelta muestran, sobre todo, el rechazo de la ciudadanía hacia los partidos tradicionales (liberales y conservadores) y la voluntad de un cambio. El cambio que ofrecen los dos candidatos, sin embargo, es totalmente opuesto. Mientras que Gustavo Petro apela a una transformación con justicia social, inclusión y equidad, y con respeto a la Constitución de 1991 y a los Acuerdos de Paz de 2016, Rodolfo Hernández ofrece –exclusivamente– un cambio retórico a partir de un discurso chabacano, machista, clasista e insolente. Es más, Rodolfo Hernández, empresario de la construcción que fue alcalde de Bucaramanga y sobre quien pesan acusaciones de corrupción, se presenta como el candidato contra la mentira, tildando de ratas a los (demás) políticos. En esta línea, Rodolfo Hernández ha adquirido una notable popularidad entre sectores de las clases populares y medias, diciendo que no tiene ningún programa ni plan de gobierno más allá de luchar contra la delincuencia, y que puede gobernar el país como si fuera una de sus empresas, añadiendo que –en caso de ganar– seguirá viviendo en su casa de Bucaramanga y que convertirá el palacio presidencial (la Casa de Nariño) en un museo, a la vez que cerrará más de la mitad de las embajadas.  

No cabe duda, en este escenario, que la cuestión será si en una sociedad tradicionalmente polarizada, Gustavo Petro tiene su techo electoral por debajo del 50%. Todo indica que Rodolfo Hernández podrá aglutinar fácilmente los votos del resto de los candidatos con el fin de bloquear la posible llegada, por primera vez en la historia, de la izquierda a la presidencia de la República. En este sentido, cabe destacar que el expresidente Álvaro Uribe, quien se había mantenido ausente de la contienda por sus problemas judiciales, ya manifestó su apoyo a Rodolfo Hernández poco antes del cierre de las urnas, diciendo que era la mejor forma de parar los pies a la amenaza comunista.  

Queda por ver, en las escasas tres semanas de campaña restantes, si los sectores más reaccionarios del statu quo colombiano activan todos sus resortes para reavivar el temor petrista para vaticinar que una victoria de la izquierda significaría la llegada de guerrilleros al poder y la venezuelización del país. En cualquier caso, para este cometido, nadie mejor que Rodolfo Hernández, que se erige como la encarnación criolla de Trump y Bolsonaro. Es decir, un candidato capaz de concitar (a través de las redes sociales) la adhesión de cuatro sectores cruciales para aglutinar una mayoría electoral, a saber, los sectores más humildes del país, los evangelistas conservadores, las clases medias atemorizadas y las élites económicas.  

Mientras, a Gustavo Petro solo le queda seguir moderando su discurso, tal como lo ha venido haciendo desde hace meses, para tratar de atraer electores de centro y apelar a su experiencia como gestor frente a la falta de programa de Rodolfo Hernández. La transformación de su eslogan de «cambia la historia» por el de «ven… seremos» da cuenta de la necesidad que tiene la izquierda de disipar cualquier pizca de temor entre el electorado. Sin embargo, a lo largo del mandato que se cierra –el de la presidencia de Iván Duque– el temor y el miedo ha sido patrimonio de los militantes y activistas de la izquierda que viven en zonas rurales, muchos de ellos amenazados y algunos (varias decenas) asesinados. El hecho de que en Colombia hayan sido asesinados media decena de candidatos a la presidencia de la República, casi todos de izquierdas, es un elemento a tener en cuenta”.