Andrej Babis
Primer ministro (2017-2021, 2025-)
Editado por: Roberto Ortiz de Zárate Arce
Entre diciembre de 2017 y diciembre de 2021 el magnate Andrej Babis, líder del partido populista y liberal-conservador ANO 2011, encabezó en la República Checa dos gobiernos, el segundo en alianza con los socialdemócratas, que se apuntaron varios logros económicos pero que concitaron denuncias de mala gestión de la segunda fase de la COVID-19, erosión democrática y conflictos masivos de intereses. En las elecciones legislativas de octubre de 2021 ANO empató con el Partido Cívico Democrático (ODS) de Petr Fiala, cuya coalición de centro-derecha moderado y proeuropeo mandó a Babis, protagonista de recias controversias, a la oposición.
Cuatro años después, en los comicios del 3 y el 4 de octubre de 2025, ANO ganó con autoridad (el 34,5% de los votos y 80 diputados), aunque lejos de la mayoría absoluta, y su jefe, a los 71 años, fue nombrado el 9 de diciembre primer ministro por el presidente de la República, Petr Pavel, quien en enero de 2023 le derrota en la elección directa para la jefatura del Estado. Esta vez, Babis regresa al poder asociado a dos partidos, Libertad y Democracia Directa (SPD) y Automovilistas Por Sí Mismos (AUTO), cuyo extremismo de derechas no desentona mucho con la propia evolución ideológica de Babis, quien abandonó el vago centrismo liberal de sus orígenes para abrazar un derechismo euroescéptico y ambiguo con respecto a Rusia.
Hombre desenvuelto que alardea de pragmatismo y realismo, lo que para sus detractores no es sino cálculo oportunista, Babis, nacido en Eslovaquia y con la doble nacionalidad, se describe a sí mismo como "un hombre de negocios obligado por las circunstancias a entrar en la política" y que ofrece un historial de éxitos empresariales, el compromiso con la defensa de los intereses nacionales ("Chequia primero") y un don de cercanía a la gente. Comparado con Silvio Berlusconi y Donald Trump, de quien se proclama admirador, el dirigente checo reivindica un perfil que no sería "ni populista ni ideólogo", ya que él "no promete lo que no puede cumplir" y se concentra, arguye, en la obtención de resultados beneficiosos para el país centroeuropeo.
Sin embargo, viene siendo blanco de señalamientos por fraude y corrupción, incluido un proceso penal, por el cobro irregular de unas subvenciones agrícolas de la UE para una graja de su propiedad, que arrastra desde hace una década. Babis fue absuelto por el Tribunal Municipal de Praga en enero de 2023, vuelto a juzgar en septiembre del mismo año y nuevamente declarado absuelto por la misma instancia en febrero de 2024. En junio de este 2025 el Tribunal Superior de Praga ordenó a la corte municipal la celebración de un tercer juicio cuya fecha de arranque se desconoce.
Babis, tribuno del discurso anti-establishment pese a formar parte de la élite plutocrática (con un patrimonio estimado de 4.700 millones de dólares, posee la sexta fortuna privada del país), ya vio levantada su inmunidad parlamentaria de diputado en 2017, 2018 y 2022, y la fiscalía ha enviado a la Cámara un cuarto suplicatorio. Él siempre ha insistido en que es víctima de una "cacería de brujas", una campaña de acoso periodístico y judicial que obedece a motivos políticos, y asegura que los corruptos son los cuatro partidos del anterior Gobierno Fiala, a saber, el ODS, TOP 09, el KDU-CSL (integrantes los tres de la coalición SPOLU) y STAN.
El nuevo Gobierno tripartito de Babis, presentado el 26 de noviembre, tomó posesión el 15 de diciembre y descansa en una mayoría absoluta de 108 escaños. El líder de AUTO, Petr Macinka, es el nuevo ministro de Exteriores, mientras que el líder de SPD, Tomio Okamura, ha preferido reservarse la presidencia de la Cámara baja. Se trata del único Gobierno de la UE donde se sienta un partido, SPD, perteneciente al grupo más marcadamente ultraderechista del Parlamento Europeo, Europa de las Naciones Soberanas. En tanto que ANO, anteriormente adscrito a los liberales de la ALDE, fue miembro fundador en 2024 de Patriotas por Europa (PfE).
En su programa electoral, pensado para un efecto catch-all, Babis invoca el crecimiento económico y el bienestar social con salarios, pensiones y subsidios más altos, jubilaciones topadas en los 65 años e impuestos y tarifas eléctricas más bajos, así como la soberanía nacional y el rechazo explícito a las políticas "activistas" de la UE. Insiste en rechazar la adopción del euro, el Pacto sobre Migración y Asilo de la UE, el Sistema de Comercio de Emisiones 2 para hogares y transporte (ETS2) y el conjunto del Pacto Verde Europeo. Asimismo, critica el "despilfarro" de la ayuda integral a Ucrania, de la que promete clausurar el programa de suministro masivo de municiones fabricadas en Chequia. Tampoco ve con buenos ojos el compromiso de la OTAN —conminado a todos los aliados precisamente por Trump— de destinar el 5% del PIB a la defensa.
Sin embargo, Babis rechaza de plano abrir un debate nacional o convocar referendos sobre la salida del país de la UE (Czexit) y la OTAN, algo que viene pregonando su socio Okamura, abiertamente prorruso, y niega que vaya a formar un "club" de afinidades euroescépticas con el primer ministro húngaro Viktor Orbán, colega de PfE, y el eslovaco Robert Fico. Además, como en las ocasiones anteriores, Babis se resiste a vender su emporio multisectorial, Agrofert, que es lo que le exigen sus críticos para zanjar el problema constante de los conflictos de intereses, y a cambio promete ceder toda la administración del holding a un blind trust con carácter vitalicio. Con esta fórmula, espera satisfacer la exigencia de desvinculación empresarial hecha por el presidente Pavel, un ex general de intensas credenciales europeístas y atlantistas.
(Texto actualizado hasta 17 diciembre 2025).
BIOGRAFÍA
Magnate de la industria centroeuropea: el emporio Agrofert
Los orígenes del primer jefe de Gobierno checo arribado a la política desde los negocios multimillonarios están en la vecina Eslovaquia. Andrej Babis nació en 1954 en Bratislava, en el seno de una familia eslovaca muy bien situada en virtud de sus credenciales políticas. El padre, Stefan Babis, era un alto funcionario empresarial y diplomático del Gobierno comunista checoslovaco, al que sirvió como representante nacional ante el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) en la misión permanente de la ONU en Ginebra.
El hijo recibió una formación privilegiada en escuelas de París, Ginebra (el College Rousseau) y Bratislava. Luego, siguiendo los pasos de su progenitor, estudió Comercio Exterior en la Universidad de Economía de Bratislava (EUBA), en 1978 entró a trabajar en la sección eslovaca, luego llamada Petrimex, de la compañía petroquímica estatal Chemapol y en 1980 adquirió la membresía en el Partido Comunista de Checoslovaquia (KSC).
Babis fue adicto al régimen comunista hasta el mismo momento de su caída en la Revolución de Terciopelo de diciembre de 1989. Los históricos acontecimientos democráticos de su país los vivió en Marruecos, donde desde 1985 dirigía la delegación local de Petrimex PZO, cuyo monopolio importador de materias primas para la industria agroquímica eslovaca tenía en los ricos fosfatos marroquíes una de sus mejores provisiones.
Casi tres décadas después, el Instituto de la Memoria de la Nación (UPN), un organismo público de la República Eslovaca, iba a divulgar el descubrimiento en unos viejos archivos policiales desclasificados de una serie de fichas en las que Babis, tras el nombre clave de Bures, aparecía identificado como un informante secreto del servicio de seguridad checoslovaco, la StB, tras su posición de agente comercial de Petrimex.
Confrontado a este testimonio documental, Babis salió a negar cualquier colaboración con la policía política comunista, llegando a asegurar que a principios de los ochenta, al contrario, la StB le presionó, sin conseguirlo, para que trabajara para ella y que llegó a interrogarle para que diera explicaciones por su negativa a comprar una partida de fosfatos de mala calidad procedente de Siria. En 2013, con su carrera política a velocidad de crucero, Babis demandó al UPN por difamación y al año siguiente un tribunal de Bratislava estableció que no había pruebas de que el denunciante hubiese trabajado nunca para el StB.
Babis no regresó definitivamente a Checoslovaquia desde su plaza africana hasta 1991, cuando el país centroeuropeo ya era una democracia pluralista presidida por el dramaturgo Václav Havel. Luego de producirse la disolución pactada de la federación en diciembre de 1992 y de echar a andar las Repúblicas Checa y Eslovaca como estados separados independientes en enero de 1993, Babis optó por trasladarse a Praga y adquirir la ciudadanía checa, aunque siguió con un pie en Bratislava.
Babis Estaba resuelto a hacerse con una sustanciosa parcela en el nuevo marco de la economía de libre mercado que el Gobierno derechista de Václav Klaus venía desarrollando en Chequia a toda velocidad. El ultraliberal Klaus adoptó una estrategia de terapia de choque y medidas de inspiración thatcherista, como la campaña de privatización masiva de empresas estatales mediante la emisión de bonos abierta a todos los ciudadanos, los cuales luego podían canjear estas participaciones de propiedad por acciones. En otras palabras, el primer ministro checo se decantó por un modelo de "capitalismo popular", sin gradualismo ni cortapisas.
En cambio, en Eslovaquia, donde el poder quedó en manos del dirigente nacionalista Vladímir Meciar, las autoridades adoptaron un proceso de privatizaciones mucho más cauteloso, nada atractivo para Babis. El neoliberalismo económico de Klaus, jefe del Partido Cívico Democrático (ODS), creó el escenario idóneo para la irrupción triunfal en el sector privado de emprendedores ambiciosos y avispados como Babis, quien poseyendo una sólida experiencia en los negocios internacionales y una agenda de contactos de postín parecía estar abocado, en estas circunstancias tan favorecedoras, a construir su propio imperio corporativo.
Babis arrancó su nueva carrera de empresario privado coincidiendo con el acceso de las naciones checa y eslovaca a la soberanía estatal. En enero de 1993, partiendo de su condición de director del Departamento de Ventas y miembro del Consejo de Petrimex, se agenció el puesto de director ejecutivo de Agrofert, firma que empezó operando como una subsidiaria para el mercado agroindustrial de la antigua compañía del Estado pero que con Babis al timón no tardó en adquirir las formas de una sociedad por acciones y un conglomerado autónomo con vocación multisectorial, hasta situarse como una de las mayores empresas comerciales de Chequia.
Como director, que no aún como dueño, Babis orquestó por su cuenta y riesgo una agresiva y a la vez oscura capitalización de Agrofert, a la que a partir de 1995 afluyeron grandes sumas de dinero a nombre de una sociedad de inversiones suiza llamada Ost Finanz und Investition (OFI) y de la que virtualmente no se sabía nada. Periodistas de la prensa checa y de otros medios europeos insinuaron que detrás de esta opaca operación habría podido estar el polémico comerciante y financiero belga Marc Rich, imputado en 1983 en múltiples delitos económicos por la justicia federal de Estados Unidos. Sin embargo, hasta el día de hoy no se han presentado pruebas de esta conexión.
La capitalización de Agrofert por OFI, el inversor invisible, tuvo el efecto de convertir a Babis en socio mayoritario de la firma. Al menos, así pensaban quienes veían a la misteriosa OFI como un mero testaferro anónimo de los intereses del director de la compañía. La transformación societaria conducida por Babis de manera unilateral enfureció a la directiva de Petrimex, la teórica empresa matriz, que envió una carta de despido al administrador que oficialmente era su empleado para a continuación llevarle los tribunales por abuso de funciones y fraude. Las acciones legales emprendidas por Petrimex no detuvieron a Babis, que ganó el pleito en su contra y en 1999 tuvo la satisfacción añadida de contemplar la bancarrota de la antigua empresa madre.
Una vez erigido en el dueño pleno, si no sobre el papel desde luego sí en la práctica, de Agrofert, Babis lanzó un plan de crecimiento de la compañía, que se puso a adquirir multitud de firmas, más de 230 en el transcurso de la siguiente década, fundamentalmente de los ramos de la agroindustria y la agroquímica con presencia en los mercados de los abonos, los pesticidas y los piensos animales en los países vecinos (Eslovaquia, Alemania, Hungría, Polonia). Luego, Agrofert incursionó con fuerza también en sectores tan dispares como la alimentación, la producción de semillas, la maquinaria agrícola, la silvicultura, la energía, el transporte, la logística y los medios de comunicación.
En noviembre de 2001 la posición de Babis en Agrofert ganó más relieve con la venta por OFI de su cuota accionarial del 50% a otro socio suizo, hasta entonces poseedor de un paquete minoritario del 5%, Ameropa, una empresa dedicada a la importación y exportación de fertilizantes y compuestos químicos. Al poco, en diciembre, el holding de Babis fue el beneficiario de una trapacera privatización de la distribuidora de hidrocarburos Unipetrol. La empresa estatal fue poco menos que adjudicada a dedo por el Gobierno socialdemócrata de Milos Zeman, que prefirió venderla a Agrofert a un precio de puja de 11.700 millones de coronas pese a que otra compañía concursante, la británica Rotch Energy, ofrecía 14.500 millones.
El escándalo se hizo mayúsculo cuando trascendió que Agrofert no había pagado una corona al Estado por la transacción. Entonces, Babis salió a solicitar la rescisión del contrato de privatización de la petrolera y en noviembre de 2002 el Gobierno del Partido Social Demócrata (CSSD), ahora encabezado por Vladimír Spidla, decidió abrir un nuevo concurso de venta que tres años después iba a desembocar en la adquisición de Unipetrol por el grupo polaco PKN Orlen, al cual respaldaba públicamente Agrofert. De nuevo, saltó el escándalo cuando la prensa habló de pagos de comisiones de PKN y Agrofert a miembros del Gobierno.
Al comenzar la segunda década del siglo XXI, Agrofert era un emporio que facturaba ingresos por 92.000 millones de coronas (unos 3.700 millones de euros), se embolsaba 6.000 millones en beneficios, disponía de un total de 73.000 millones en bienes y empleaba a 24.000 trabajadores, cifras todas llamadas a crecer significativamente en los años venideros.
Salto a la política con el partido populista ANO 2011
El 11 de mayo de 2011, cuando el Gobierno checo, como resultado de las elecciones de mayo de 2010, estaba dirigido por el líder del ODS, Petr Necas, en coalición centroderechista con los partidos TOP 09 de Karel Schwarzenberg y Asuntos Públicos (VV) de Radek John, Andrej Babis sacudió la escena política nacional al salir a presentar un partido propio que venía a sumarse a un pelotón de formaciones bastante apretado y a agudizar en consecuencia la competición electoral, hasta hacía un par de años limitada a las formaciones surtidas en el período 1990-1991: el ODS, el CSSD, los comunistas del KSCM y los democristianos de la KDU-CSL.
Se trataba de la Acción de los Ciudadanos Insatisfechos (ANO 2011), nombre bien elocuente del mensaje populista con el que el multimillonario irrumpía en un panorama agitado por la proliferación de escándalos de altos vuelos, la fragilidad gubernamental y el impacto de la Gran Recesión, que en 2009 se había comido el 5% del PIB checo y disparado el déficit público, obligando al Gobierno Necas a aplicar recortes de austeridad.
El magnate, con ínfulas de outsider transgresor y vocero del malestar de sus paisanos, se erigía en el nuevo paladín de la lucha contra la corrupción y las otras "enfermedades" que afectaban al sistema checo, sistema que deploraba a pesar de tratarse él de un preclaro exponente de las élites económicas enriquecidas y empoderadas bajo su cobijo.
Fuera de las consignas fáciles de la moralización de la vida pública, la regeneración de la clase política, el desarrollo nacional sobre unas bases sociales más justas y la bajada de los impuestos, Babis no precisó la adscripción ideológica de su plataforma, que por defecto cabía situar en un vago liberalismo de centro. Además, la sigla del partido mandaba un lema de asertividad por cuanto ano significa sí en el idioma checo. Inspirado en el obamiano Yes we can, Babis acuñó el eslogan Ano, bude líp (Sí, estaremos mejor).
El regreso de la recesión económica y los escándalos gubernamentales en el bienio 2012-2013 dieron insospechadas alas al proyecto político, neófito pero muy prometedor, de Babis. En junio de 2013 el Gobierno Necas, en la cuerda floja desde hacía más de un año, cayó finalmente de resultas de un estruendoso caso de corrupción y espionaje. El Gabinete que le sucedió, un equipo de tecnócratas encabezado por el economista independiente Jirí Rusnok, se sostuvo provisionalmente por unos meses, hasta la cita electoral adelantada del 25 de octubre.
Babis no ocultaba que sus ambiciones políticas apuntaban a lo más alto, pero no por ello descuidó sus negocios. Precisamente, estos últimos tomaron un vericueto claramente destinado a impulsar aquellas. En junio de 2013, mientras el Gobierno Necas se desmoronaba, Agrofert, en una operación de muchos quilates, adquirió a su propietario alemán la sociedad MAFRA, un grupo mediático de Praga que publicaba los periódicos Mladá fronta DNES, el segundo de mayor circulación de la República Checa, y Lidové noviny, y operaba el canal de televisión musical Ócko así como algunos de los más visitados webs de noticias y portales de Internet. Meses después, Babis iba a hacerse también con la emisora Rádio Impuls, según los estudios de medios la más escuchada por los checos.
Con un programa raquítico y valiéndose básicamente de su verbo populista, Babis dio la gran campanada en las generales de 2013: de golpe y porrazo, ANO 2011 se alzó como el segundo partido nacional con el 18,6% de los votos y 47 de los 200 escaños de la Poslanecká Snemovna o Cámara de los Diputados. Por los pelos (el 20,4% de los votos y 50 diputados), el CSSD de Bohuslav Sobotka retuvo la primera posición reconquistada en 2010, solo que pírrica e inútil para gobernar entonces, a costa del ahora descalabrado ODS.
Por lo que se veía, el casi millón de votos capturados por ANO 2011 procedían en esencia del electorado moderado o conservador antes adscrito al ODS (caído del segundo al quinto puesto), TOP 09 (de tercero a cuarto) y VV, que, al igual que su escisión de 2012, los Liberales Demócratas (LIDEM), ni siquiera concurrió a las elecciones.
La marejada que sacudía el sistema de partidos checo favorecía la emergencia de figuras aventureras como Babis y el también hombre de negocios, de origen asiático, Tomio Okamura, cuyo partido, Amanecer de la Democracia Directa (ÚSVIT), ofrecía un discurso anticorrupción muy similar al de ANO 2011, aunque más orientado a la derecha nacionalista.
Por de pronto, Babis, flamante diputado por Bohemia Central, quedó investido como el árbitro de la democracia parlamentaria checa, que con estos resultados electorales afrontaba un escenario de lo más incierto. El empresario, haciendo gala de oportunismo y flexibilidad, notificó que estaba abierto a participar en diferentes fórmulas de gobierno, incluido un improbable tripartito CSSD-ANO-ODS, pero siempre que se le otorgara a él el decisivo puesto de ministro de Finanzas, desde el que echaría freno a la subida de los impuestos a las rentas altas y las corporaciones. Durante la campaña, sin embargo, había afirmado que no pensaba tender puentes al CSSD.
La opción acariciada por Sobotka antes de las elecciones, un Gobierno en solitario con el respaldo parlamentario del KSCM, tercera fuerza en escaños, no podía ser porque la suma de socialdemócratas y comunistas ni siquiera se acercaba a la mayoría absoluta. El 11 de noviembre de 2013 el jefe socialdemócrata dio cuenta del arranque de unas negociaciones con Babis y los democristianos de Pavel Belobrádek con vistas a la creación de un Gobierno transversal apoyado en una mayoría de 111 escaños, una decena por encima de la mayoría absoluta. El 21 de noviembre el presidente de la República, Milos Zeman, el antiguo primer ministro socialdemócrata que, según un opinión muy extendida, mantenía unos discretos nexos de interés con Babis, encargó a Sobotka la formación del próximo Gabinete.
El 12 de diciembre Sobotka, Babis y Belobrádek cerraron un acuerdo que solventaba sus diferencias en las materias de impuestos, previsión social y restitución de propiedades confiscadas durante el régimen comunista. Los socialdemócratas tuvieron que hacer algunas concesiones a sus socios del centro-derecha. La principal, una exigencia indeclinable de Babis, era la renuncia a elevar en 2014 el impuesto de sociedades a las compañías y el impuesto sobre las rentas altas. La coalición no descartaba abordar estas subidas en 2015, en función de la coyuntura del momento.
Sin embargo, Sobotka mantuvo a flote otros aspectos clave de su programa, como el aumento gradual del salario mínimo, la eliminación de los copagos en la sanidad pública y la abolición del llamado segundo pilar de las pensiones, todo lo cual no casaba mal con la autopromoción de Babis como defensor de las clases populares. En 2015 entrarían en vigor un nuevo IVA reducido del 5% para determinados productos como medicinas, libros y pañales para bebés, un nuevo sistema de revalorización de las pensiones en función de la inflación y un aumento de las deducciones fiscales para los padres con hijos.
La intención era elevar la capacidad de gasto de la población y empujar la demanda interna. El objetivo de los presupuestos equilibrados, causa de la persistente recesión (en el tercer trimestre del año el crecimiento del PIB había vuelto a ser negativo, con una contracción de medio punto) en opinión del CSSD, dejaba paso a una meta menos exigente, la consecución de un déficit no superior al 3%, justo lo que requería el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, que en 2009 le había abierto a Praga un procedimiento de déficit excesivo.
En 2012 el desequilibrio en las cuentas del Estado había rozado el 4%. Como había unas necesidades sociales que atender, la reducción del déficit tendría que venir de una mejora de la recaudación de los impuestos y de los recortes en la administración pública. En este punto condescendió Babis, que defendía la viabilidad de liquidar la totalidad del déficit en los cuatro años de legislatura con políticas de estímulo fiscal de la oferta.
El último escollo era el reparto de los puestos del Gabinete, lo que requirió otra tanda de reuniones y regateos. Hasta el 6 de enero de 2014 no firmaron los líderes de los partidos el acuerdo de coalición CSSD/ANO/KDU-CSL y no se conocieron los nombres de los ministros. Pese a las reservas que podían suscitar sus atribuidos vínculos con la StB comunista hasta 1989 y, sobre todo, su conflicto de intereses, potencialmente descomunal, Babis se aseguró el Ministerio de Finanzas y con el rango de primer viceprimer ministro, para que no quedaran dudas de que entraba en el Gobierno como el segundo de a bordo y con ganas de lucirse como gestor.
Evocando la figura del italiano Silvio Berlusconi —con el que, por cierto, detestaba que le comparasen ("él tiene escándalos sexuales, evade impuestos y engaña al Estado, cosas que yo ni hago ni haré")—, Babis era de los que pensaba que un hombre de negocios con mentalidad práctica y la debida experiencia podía administrar un Estado mejor que cualquier político de casta. "No habría entrado en la política si el país funcionara normalmente", declaró el empresario en una entrevista para la agencia Reuters a finales de 2013.
ANO 2011 consiguió otras cinco carteras en el Gobierno Sobotka, las de Defensa, Justicia, Transportes, Medio Ambiente y Desarrollo Regional, idas respectivamente a Martin Stropnicky, Helena Válková, Antonín Prachar, Richard Brabec y Vera Jourová. El 17 de enero Zeman nombró a Sobotka primer ministro y el 29 de ese mes, no sin surgir unos desacuerdos de última hora con Babis sobre la persona designada por el CSSD para flanquearle como adjunto en el Ministerio de Finanzas, el nuevo Gobierno de tres entró en funciones.
En el momento de asumir responsabilidades en el Gobierno, donde además de elaborar los presupuestos administraba las participaciones empresariales del Estado y canalizaba los subsidios europeos, Babis pretendió dejar zanjado el conflicto de intereses en que obviamente incurría renunciando a la Dirección General de Agrofert, cargo que quedó abolido. La nueva Presidencia del Consejo Directivo de Agrofert pasó a un ejecutivo de la entera confianza del magnate, Zbynek Prusa. Babis se apartaba de la dirección operativa del holding, aunque seguía siendo el dueño legal del mismo en tanto que propietario del 100% del capital social. Sus detractores pusieron de relieve este punto, pero el caso era que Babis se ajustaba exactamente a lo que la normativa nacional le exigía.
Con un patrimonio neto de 2.000 millones de dólares al cambio según la revista Forbes, que en 2013 lo situó en el puesto 736 de su lista de multimillonarios, el ahora ministro de Finanzas era el segundo particular más rico de la República Checa, por detrás de Petr Kellner, el presidente de la compañía de inversiones PPF. Cuatro años después, en 2017, Forbes iba a elevar la posición global de Babis hasta la 564 con arreglo a un patrimonio acrecentado de 4.100 millones de dólares.
Ministro de Finanzas en coalición con los socialdemócratas de Bohuslav Sobotka
Mayo y junio de 2014 fueron unos meses faustos para Babis, al que las encuestas señalaban como el político más popular del país con mucha diferencia, sacándole hasta diez puntos de ventaja al primer ministro Sobotka. Por un lado, la UE le levantó a Chequia el procedimiento de déficit excesivo al certificarse el éxito de los esfuerzos de consolidación financiera. Ya 2013 había terminado con el déficit achicado al 1,3% del PIB, mientras que el valor para 2014, el año del regreso del crecimiento tras un bienio de retrocesos con un avance positivo del PIB del 2,7%, iba a ser el 1,9%. Desde la oposición, el ODS y TOP 09 reivindicaron el mérito de la supresión del déficit excesivo, obra en realidad del Gobierno Necas y su énfasis ahorrador.
En segundo lugar, Babis, como se anticipó arriba, ganó la demanda interpuesta al UPN eslovaco en el caso de su atribuida condición de informante de la StB. El Tribunal del Distrito I de Bratislava dictó que no había evidencias de esa colaboración, entendida por tal la propia de un "agente intencional". El argumento de Babis era que él, lo reconocía, había mantenido reuniones con agentes del servicio de seguridad checoslovaco por cuestiones relacionadas con su trabajo en Petrimex, pero jamás había cooperado en tareas "políticas", de inteligencia o espionaje, ni realizado labor alguna para la StB. En 2015 el UPN apeló al Tribunal Regional de Bratislava, que ratificó lo dispuesto por la corte local. Sin embargo, la disputa no quedó zanjada porque el Instituto de la Memoria llevo su recurso hasta el Tribunal Constitucional eslovaco.
Por otro lado, las elecciones al Parlamento Europeo hicieron de ANO 2011 el primer partido de Chequia con el 16,3% de los votos, lo que le dio derecho a cuatro eurodiputados, los mismos que TOP 09 y el CSSD, receptores de menos votos. Al estrenar sus asientos en la Eurocámara, los representantes de ANO se adscribieron al Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ADLE), filiación que debía disipar cualquier duda sobre la vocación europeísta del partido.
"Lo que gana es mi programa, y este es terriblemente simple: yo no miento, no robo y trabajo", comentó Babis en una entrevista concedida en octubre de 2014. Sin embargo, el acaudalado ministro de Finanzas, tachado de "oligarca" por sus detractores, empezó a despertar sospechas de ejecutar políticas públicas favorables a sus intereses corporativos, a la vez que afloraron ciertos viejos manejos empresariales que presentaban indicios de graves irregularidades.
En mayo de 2015 tres partidos de la oposición conservadora, TOP 09, ODS y ÚSVIT, iniciaron una moción de censura en el Parlamento en protesta por la decisión del Ejecutivo de prolongar el esquema de fiscalidad reducida a los biocombustibles, medida que según aquellos buscaba sobre todo favorecer la división de Agrofert dedicada a producir aceite de colza. El intento de descabalgar a Babis y de paso a Sobotka naufragó al recabar el apoyo de solo 47 diputados.
Más gravedad revistieron las alegaciones de que en el pasado, antes de meterse en política, Babis se había beneficiado de subsidios europeos mediante artimañas. En marzo de 2016, sobre la base de una investigación conducida por la Policía checa a partir de una denuncia anónima, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) emprendió una investigación oficial de las circunstancias que rodearon la percepción en 2008 de dos millones de euros (al cambio, 50 millones de coronas) en fondos europeos por una explotación agropecuaria localizada al sur de Praga, Stork Nest Farm, cuyos dueños en aquella fecha permanecían en el anonimato y que en 2013 pasó a pertenecer al grupo Agrofert.
Quienes sostenían la pertinencia de la investigación tenían razones para sospechar que el verdadero propietario de la granja en cuestión, ya en 2008, era Agrofert; de haber sido así, se habría cometido un fraude, pues aquel programa de ayudas de la UE estaba destinado a pymes, no a empresas grandes. Babis negó de plano esta versión y aseguró que las pesquisas de la OLAF contra su compañía no tenían fundamento porque en 2008 Agrofert no había adquirido aún la Stork Nest Farm, sino que solo la estaba aprovisionando con cesiones de terrenos y garantías de crédito.
Sin embargo, existía el testimonio de un documental televisivo en el que Babis se refería a la Stork Nest Farm como "su granja" antes de comprarla en 2013. Más aún, la web de periodismo de investigación Neovlivní.cz informó que la granja había pertenecido al holding antes de 2008, solo que se la había desagregado de su estructura justamente para satisfacer los requisitos del subsidio; una vez cobrado este, la Stork Nest Farm había vuelto al seno de Agrofert.
Pero la verdadera tormenta, que paradójicamente no hizo más que magnificar la popularidad del primer viceprimer ministro y ministro de Finanzas, sobrevino en enero de 2017, semanas después de aprobar la Cámara de Diputados unos presupuestos correspondientes a este año que preveían un déficit de 60.000 millones de coronas (2.400 millones de euros), necesario, según Babis, para cubrir la prometida alza salarial a los trabajadores del sector público. Este déficit moderado sucedía al histórico superávit del 0,7% del PIB con que había acabado 2016 de la mano de un crecimiento del 2,6% (en 2015 el déficit público se había derrumbado hasta el 0,6%, alcanzando el crecimiento de la economía el 5,3% en los 12 meses).
Babis, que en un alarde de prudencia calculaba incurrir en un déficit que tal vez podría devenir superávit al finalizar el año (tal como había sucedido en 2016, ejercicio para el que el Ministerio de Finanzas había previsto inicialmente un déficit del 0,6% y que había terminando dejando en caja un sobrante de 98.000 millones de coronas), no pudo dejar de percibir como una añagaza de establishment la aprobación por la Cámara de Diputados de una moción que anulaba el veto interpuesto por el presidente Zeman a la enmienda endurecedora de la Ley sobre el Conflicto de Intereses, cambio que había sido promovido por el CSSD.
La Lex Babis, así llamada por la prensa al estar claramente dirigida contra los intereses privados del potentado, establecía que los miembros del Gobierno ya no solo tenían prohibido dirigir empresas, sino también ser los dueños de medios de comunicación o de cualquier compañía que recibiera subsidios públicos o contratas del Estado. Puesto que el CSSD y la KDU-CSL se enfrentaron abiertamente a ANO 2011 en este tema, la integridad del Gobierno de coalición quedó seriamente en entredicho.
Babis estalló contra un cambio legal que le obligaba a traspasar el control directo de su imperio agroquímico y mediático: "Voy a luchar por mis derechos. No es normal que los partidos tradicionales, podridos por la corrupción, cierren las puertas a las personas que han logrado algo y deseen ayudar a nuestro país (...) Esta ley pretende hacerme abandonar la política. Pues no les voy a dar ese gusto a los autores de tan sucio truco", manifestó con tono victimista el ministro, para añadir que pensaba solicitar el amparo del Tribunal Constitucional.
Pero, por de pronto, Babis no tuvo más remedio que acatar la norma, que entraba en vigor en febrero. Así que, siguiendo el proceder en estos casos de incompatibilidades, colocó el capital y los bienes de Agrofert en dos fondos fiduciarios, el 90% del patrimonio en uno y el 10% restante en el otro. Ahora bien, estos fideicomisos no eran del tipo blind trust, donde la cesión de los derechos sobre los activos se hace a un fiduciante oculto que no informa de sus operaciones al beneficiario, sino que quedaron en manos de personas de la confianza de Babis, entre familiares y ejecutivos del holding, de manera que el magnate, de todas maneras, preservaba cierto grado de control sobre su compañía.
El acatamiento de la Lex Babis no disipó el ambiente borrascoso en el Gabinete, cuyos miembros tenían la mirada puesta en las elecciones generales del otoño, a las que ANO 2011 acudía arrasando en los sondeos, mientras que al CSSD estos le vaticinaban algo parecido a una catástrofe. En abril de 2017 Babis y Sobotka, socios de gobierno y a la vez rivales políticos, se enzarzaron en una fuerte polémica política y personal a propósito de la adquisición por el primero en 2012 de un paquete de bonos por cuyos intereses acaso no habría pagado impuestos.
El primer ministro alentó las sospechas de prácticas no éticas e ilegales en los negocios del titular de Finanzas e insinuó que podría echarlo del Gobierno. Babis replicó con el aviso de que en tal caso todos los ministros de ANO 2011 darían portazo. La enganchada saltó a Twitter, con Sobotka reclamando a Babis, un sujeto "acostumbrado a intimidar a la gente", que diera "una explicación sobre los bonos y otros casos", y Babis echándole en cara a Sobotka haber provocado al país perjuicios cuantificables en "miles de millones de coronas" por sus decisiones en su etapa de ministro de Finanzas entre 2002 y 2006.
El 2 de mayo Sobotka dio un golpe de efecto al anunciar la dimisión del Gobierno ante lo "inaceptable" de que la segunda persona del mismo fuera "incapaz de probar el origen de su patrimonio, especialmente si se trata de un miembro del Gobierno que ha basado su programa en la lucha contra el fraude fiscal". "Al Gobierno le resulta imposible perseguir a pequeños empresarios si un multimillonario esta evadiendo impuestos", siguió explicando Sobotka.
El primer ministro indicó su intención de rehacer el Gobierno sin Babis, pero esperaba que el empresario se marchara voluntariamente, pues obligarle a hacerlo le convertiría en un "mártir" de aquí hasta las elecciones. Para el señalado, la decisión del primer ministro resultaba "incomprensible", pues suponía "destruir uno de los gobiernos más exitosos desde la Revolución de Terciopelo". "Se ha comportado como un cobarde y no entiendo en absoluto el paso que ha dado", dijo Babis de Sobotka.
El 5 de mayo la pendencia iniciada por Babis y Sobotka subió otro escalón. Tras consultar con el presidente Zeman, el primer ministro rectificó: no haría efectiva su dimisión y en cambio le exigiría a Babis su propia y exclusiva renuncia. La situación se enrevesó aún más cuando Zeman, obviando sus obligaciones constitucionales, se resistió a aceptar el pedido de destitución formulado por Sobotka. El confuso tira y afloja político e institucional se prolongó unos días más, hasta que Babis se resignó a abandonar el Gabinete sin arrastrar a su partido tras de sí. El 17 de mayo de 2017 Sobotka aceptó la propuesta de ANO 2011 de la figura de Ivan Pilny para la posición de ministro de Finanzas y siete días después Zeman hizo el nombramiento preceptivo.
Este mismo año, 2017, Babis contrajo segundas nupcias con su pareja formal desde hacía al menos dos décadas, Monika Herodesová, antigua secretaria personal y 20 años más joven. Con Herodesová, que tomó el apellido de Babisová, el político tuvo dos hijos, Vivien y Frederik. Ellos tenían dos hermanastros mayores, Adriana y Andrej, frutos del primer matrimonio del padre con la médico Beata Adamicová.
El primer período de Gobierno (2017-2021)
Andrej Babis, cabeza de un vasto holding empresarial basado en la industria agroquímica y dueño de varios medios de comunicación, se convirtió en primer ministro de la República Checa el 13 de diciembre de 2017, siete días después de ser nombrado por el presidente Milos Zeman, a raíz de los comicios celebrados el 20 y el 21 de octubre.
Entonces, su partido, ANO 2011, se alzó como la primera fuerza parlamentaria mejorando considerablemente sus ya brillantes resultados de 2013, cosechados en su debut electoral con dos años de existencia y que entonces le situaron en segundo lugar por detrás del ahora descalabrado CSSD del primer ministro saliente, Bohuslav Sobotka. ANO 2011 sacó 78 escaños en la Cámara baja, luego una ganancia de 31 diputados, con el 29,6% de los votos, 11 puntos más que la vez anterior. Sin embargo, se requerían 101 escaños para la mayoría absoluta.
En la legislatura precedente, Babis había sido el primer viceprimer ministro y ministro de Finanzas de un Gobierno de coalición con socialdemócratas y democristianos que había tenido el mérito de liquidar el déficit público y lograr superávit presupuestario no a costa de los recortes sociales. Las relaciones Babis-Sobotka, socios y a la vez rivales, discurrieron por un sendero razonablemente estable hasta que en la primera mitad de 2017 el popular multimillonario, en el punto de mira por su conflicto de intereses, un presunto cobro fraudulento de subsidios europeos y una atribuida evasión fiscal, fue primero obligado a ceder el control directo de su compañía, Agrofert, y luego a abandonar el Gabinete, donde sin embargo mantuvo a los ministros de su formación.
Presentándose como una víctima de las fuerzas del "sistema" y a la vez su alternativa, Babis triunfó en 2017 en las urnas difundiendo el mensaje de que un emprendedor rico, práctico y eficiente como él podía pilotar el Estado, manejar la economía (en aquellos momentos, entre las más boyantes de la UE en términos de crecimiento robusto, pleno empleo y saneamiento financiero) y luchar contra la corrupción (un problema bastante serio en Chequia) mucho mejor que los venales políticos tradicionales. Pero pasando por alto que él siempre había sido un miembro de las clases privilegiadas y la plutocracia, ya en los tiempos del régimen comunista.
La vaguedad ideológica, la habilidad innata y el oportunismo pincelaban el retrato de Babis, un magnate con un historial de negocios espectaculares no exento de aspectos turbios y metido a político carismático que jugaba con el liberalismo hostil a los impuestos altos, las apelaciones a la protección social y el vituperio de la vieja política. Como acrónimo, ANO venía de Acción de los Ciudadanos Insatisfechos, y como sustantivo significaba sí en checo.
El encumbramiento de Babis, el supuesto outsider asertivo y providencial, era ampliamente comparado con los casos de Silvio Berlusconi en Italia y de Donald Trump en Estados Unidos, analogías que sin embargo él rechazaba. La mudanza política en Praga podía ser vista como un refuerzo de la postura disidente del Grupo de Visegrad (Chequia, Eslovaquia, Polonia y Hungría) dentro de la UE, clamorosa en la impugnación del sistema de cuotas nacionales para la acogida de refugiados, cuyo fracaso Bruselas ya asumía
Babis, que no empleaba la retórica reaccionaria de sus colegas nacional-populistas e iliberales de Varsovia y Budapest, no era exactamente un político euroescéptico, aunque coqueteaba con esa condición: decía que no quería saber nada del ingreso del país en la Eurozona, advertía contra la implantación de una Europa a dos velocidades y criticaba tanto la adjudicación obligatoria de refugiados musulmanes como el dirigismo económico de Bruselas en tanto que área de las políticas comunitarias. También, atacaba con fiereza a los periodistas de casa que escribían en su contra y venía deslizando opiniones que parecían prorrusas. A su derecha tenía un partido nacionalista radical, Libertad y Democracia Directa (SPD), expresión de un ultraderechismo próximo al neofascismo, que podría prestarle soporte parlamentario.
Ahora bien, aunque su cabeza era la estrella sin rival de la política checa, el Gobierno Babis nacía vulnerable por partida doble: solo disponía de una mayoría simple, ya que ANO 2011 no había sido capaz de reclutar socios de coalición, y el empresario afrontaba una petición policial de desafuero parlamentario para ser procesado por fraude y malversación de fondos comunitarios, que era la segunda demanda en tal sentido después del suplicatorio aprobado por la Cámara de Diputados en septiembre de 2017 pero que las elecciones de octubre, al devolver el mandato legislativo al político-empresario, habían convertido en papel mojado. La Policía formuló su acusación el 9 de octubre, en plena campaña electoral.
El 16 de enero de 2018, Babis, quien decía estar listo para que se le levantara la inmunidad parlamentaria y así poder plantar cara al "montaje de la mafia que lleva mucho tiempo robando millones y a la que yo molesto", se sometió a la preceptiva votación de confianza parlamentaria y, con 117 votos en contra y solo 78 a favor (justamente, los del grupo parlamentario de su partido), la perdió, lo que acarreó su dimisión en la jornada siguiente. Días después, la Cámara aprobó el suplicatorio de desafuero con 111 votos contra 69.
Sin embargo, Babis salió airoso de los dos bretes. Primero, el 6 de junio de 2018, tras casi medio año ejerciendo en funciones, el presidente Zeman le encargó que formara gobierno de nuevo y el 27 de ese mes el magnate constituyó un segundo Gabinete, esta vez de coalición con el CSSD, ahora liderado por Jan Hamácek. Seguía sin tratarse de un Ejecutivo mayoritario, si bien el KSCM de Vojtech Filip accedió a concederle una "patente de tolerancia" legislativa que se prolongó hasta el 13 de abril de 2021, casi al final de la legislatura. El 12 de julio de 2018 el segundo Gobierno Babis superó la moción de confianza y en los tres años siguientes se impuso también en tres mociones de censura iniciadas por la oposición: el 23 de noviembre de 2018, el 27 de junio de 2019 y el 3 de junio de 2021.
Y en el frente judicial, calentado por una serie de manifestaciones multitudinarias en Praga contra su persona, las mayores movilizaciones populares desde la Revolución de Terciopelo, y por el informe de la Comisión Europea que le señalaba por conflicto de intereses en el conglomerado Agrofert, el primer ministro, quejoso constante de la "caza de brujas" de la que supuestamente era objeto, consiguió que la Fiscalía de Praga suspendiera la investigación y le levantara los cargos por el caso Stork Nest Farm en septiembre de 2019. En diciembre del mismo año el fiscal supremo Pavel Zeman ordenó reabrir el caso, pero este se mantuvo virtualmente congelado todo el tiempo en que Babis fungió de primer ministro.
No se le podía negar habilidad y resiliencia a Babis, que pudo agotar la legislatura a pesar del cúmulo de polémicas y contratiempos. El dirigente checo hizo piña con sus colegas del Grupo de Visegrad contra la política migratoria de la UE y gestionó con diligencia la fase inicial de la COVID-19. Sin embargo, su Gobierno lo hizo considerablemente peor en las olas posteriores del otoño de 2020 y de 2021, cuando el relajamiento prematuro de las medidas de protección y la prevalencia del enfoque populista de la crisis sanitaria por cálculos de conveniencia electoral provocaron una explosión de contagios que puso el sistema hospitalario al borde del colapso y colocó a la República Checa a la cabeza de los rankings europeos y mundiales de morbilidad y mortalidad por habitante.
En términos macroeconómicos, el período 2017-2021 mostró indicadores sólidos en crecimiento, empleo e inflación controlada, lo que algunos analistas atribuyeron a las políticas de atracción de inversiones y de subsidios practicadas por Babis. Los segundos, bastante generosos, tuvieron su contrapartida en la irrupción del déficit en el balance de las administraciones públicas, superavitarias hasta la llegada del coronavirus: en un ejercicio se pasó del 0,3% positivo al 5,6% negativo, tasa de déficit excesivo que prácticamente se repitió en 2021. La deuda pública también avanzó, pero el 40,7% del PIB con que cerró 2021 aún estaba 20 puntos por debajo del tope fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE y representaba la mitad del promedio de los 27 y de la Eurozona.
La economía checa, impulsada por las exportaciones de manufacturas industriales y el consumo interno, experimentó un crecimiento robusto hasta 2019, con tasas superiores al promedio de la UE. La recesión pandémica de 2020 marcó el -5,3%, pero la recuperación fue rápida en 2021 gracias a los estímulos fiscales del Gobierno (paquete Kurzarbeit checo), que incluyeron subsidios directos y créditos avalados por el Estado. El desempleo se mantuvo en niveles mínimos, en torno al 2%, los más bajos de la UE, en paralelo a una serie de alzas salariales, mientras que la inflación fue moderada hasta el final del cuatrienio.
Babis llegó a las elecciones legislativas del 8 y el 9 de octubre de 2021, en las que su partido perdió 2,5 puntos de voto y seis diputados, golpeado por el drástico agravamiento de la nueva ola de la COVID y la lentitud de la campaña de vacunaciones. También, personalmente salpicado por la aparición de su nombre en los Pandora Papers, donde se decía que el empresario no había declarado la compra en 2009 de 16 parcelas e inmuebles, incluidas dos suntuosas villas en Mougins, en la Riviera Francesa, por 15 millones de euros con dinero de sociedades de inversiones offshore en paraísos fiscales.
(Cobertura informativa hasta 17/12/2025).
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