Reseña de libros | Un estudio sobre el terror
Reseña de libro
Stampnitzky, Lisa. Disciplining Terror: How Experts Invented «Terrorism». Cambridge University Press, 2014, 246 págs.
En 1974 tuvo lugar una serie de vistas en el Congreso de Estados Unidos con el objetivo de abordar un fenómeno en auge: el terrorismo internacional. Tan solo dos años después del atentado durante los JJOO de Múnich, el discurso terrorista había entrado a formar parte del dominio público. Legisladores y académicos provenientes de múltiples disciplinas participaron en las vistas que, como se ha mencionado, tenían por objetivo generar una mayor comprensión del terrorismo y sus adeptos. Sin embargo, este objetivo bienintencionado inicial desembocó en desacuerdos respecto a la naturaleza del fenómeno, dado que senadores y representantes insistían en identificar al terrorismo con algo malvado, irracional e inexplicable; mientras que los expertos, por el contrario, intentaban racionalizar las actividades propias del terrorismo. A modo de ejemplo de la postura de este segundo grupo, Richard Falk, del Center for International Studies de Princeton, expresó: «considero que es cierto que a menudo los autores de actos terroristas son individuos fanáticos, tal vez psicológicamente inestables, pero creo que es más acertado reconocer que su recurso a políticas desesperadas tiene su origen en demandas objetivas». Frente a este posicionamiento, el representante Benjamin Gilman objetó: «Señores, el objetivo principal de su declaración conjunta parece ser que examinemos con más detalle las razones del terrorismo (...) Estamos estudiando actos criminales contra la sociedad (...) ¿No debería ser nuestro primer objetivo detectar el crimen e imponer un castigo con el fin de disuadir futuros crímenes?».
En su libro Disciplining Terror: How Experts Invented «Terrorism», Lisa Stampnitzky nos ofrece una perspectiva sobre la emergencia de la disciplina de los estudios sobre terrorismo. Más concretamente, la autora aborda cómo la temprana interacción entre académicos interesados en el terrorismo y los intentos de gobernarlo resultó en una política de (des)conocimiento asociada a la disciplina; es decir, a pesar de casi medio siglo de estudio y análisis del terrorismo, el grado de comprensión del terrorismo se ve restringido por la persistente creencia de que se trata de un fenómeno que no puede ser racionalizado. Los estudios sobre terrorismo empezaron a tomar forma a mediados de los setenta. El Estado desempeñó un papel clave en la formación temprana de conocimiento experto en este campo, a través de un apoyo que se materializó en forma de conferencias y financiación. No obstante, se ha demostrado que fueron las redes formadas entre individuos en las etapas iniciales del nacimiento del objeto de estudio, en particular, las que fueron decisivas en los intentos de racionalizar el fenómeno. Con un origen marcado especialmente por el eclecticismo académico, en torno a los estudios sobre terrorismo se formó una red de académicos fuertemente unida, como señala Stampnitzky en su análisis de las historias bibliográficas de estas conferencias iniciales y de las publicaciones que inicialmente abordaron el terrorismo. A pesar de la existencia de conocimientos sobre este fenómeno provenientes de múltiples disciplinas, su estudio no ha sido institucionalizado (hasta el día de hoy) y las personas que han llevado a cabo tal estudio lo han hecho a través de las lentes de sus respectivas disciplinas, en lugar de en las fronteras donde estas se cruzan en el contexto del terrorismo. Aunque hay que reconocer que esto no fue solamente culpa suya, los primeros estudios sobre terrorismo se vieron afectados por la combinación de tres problemáticas: la ausencia de datos, la falta de una definición concreta y la controversia generada en la opinión pública por el intento de racionalizar los actos de terrorismo. Desde la consideración de estas cuestiones, los tres primeros capítulos del libro establecen que los retos actuales relativos a los intentos de racionalizar el terrorismo no son un hecho reciente, sino que han estado presentes desde su comienzo.
Tan importante como la dinámica de la comunidad académica, el libro expone cómo los desacuerdos entre los proclamados expertos en este campo han obstaculizado los intentos de gobernar el terrorismo y cómo este hecho ha reforzado la consideración del terrorismo como un acto irracional. A través del análisis del discurso, la segunda mitad del libro (capítulos del 4 a 8) presenta y profundiza en siete técnicas gubernamentales de lucha contra el terrorismo características de etapas históricas concretas y de la forma actual del terrorismo : 1) marco jurídico; 2) gestión de crisis; 3) gestión de riesgos; 4) guerra; 5) precaución; 6) interrupción, y 7) ataque preventivo. Si bien cada enfoque es único, el argumento común que los une se basa en la creencia creciente de que el terrorismo no puede ser gobernado y, por tanto, tampoco comprendido. En la década de los setenta tuvieron lugar los primeros intentos de utilizar instrumentos legales para criminalizar los actos de terrorismo; a este respecto, el libro señala que la incompatibilidad de las diferentes legislaciones estatales y la ausencia de una definición comúnmente aceptada de terrorismo impedirían un enfoque jurídico eficaz. Durante la década de los ochenta, autores como Claire Sterling vincularon el terrorismo a la Guerra Fría y apuntaron a la Unión Soviética como el facilitador de tales actividades. El consecuente cisma que surgió en el área entre partidarios y detractores obstaculizó los intentos posteriores de racionalizar el terrorismo, desplazando la discusión hacia la politización de los expertos. A principios de la década de 2000, la longevidad del terrorismo pese a los intentos de gobernarlo, junto con la violencia cada vez mayor de ataques como el 11-S, llevaron a individuos como el presidente George W. Bush a expresar que «nuevas amenazas (…) requieren de un pensamiento nuevo» y a enfatizar que los terroristas son «malvados». Mientras que no hay nada fundamentalmente nuevo en la idea de asociar al terrorismo con el mal, los capítulos finales del libro destacan que el fracaso de los intentos anteriores de gobernar el terrorismo han consagrado esta asociación en la mente de los responsables políticos y del público en general. En consecuencia, si los terroristas son malvados, estos son irracionales, y si son irracionales uno no debería tener conocimiento sobre ellos (o incluso estudiarlos). Como resultado, los intentos de racionalizar el comportamiento de los terroristas son desechados a expensas de la generación de conocimiento y de posibles soluciones .
Stampnitzky identifica la falta de cohesión en términos de generación de conocimiento, tanto entre los investigadores como entre los legisladores, durante los años de formación de la disciplina de los estudios sobre terrorismo y demuestra cómo este hecho ha influido en las medidas para intentar gobernar el terrorismo en el pasado y en el presente. De esta manera, la autora nos proporciona una visión acerca de por qué este campo ha planteado más preguntas de las que ha podido responder. Desafortunadamente, el libro no aborda la cuestión sobre cómo proceder ante el callejón sin salida al que parece haber conducido la postura que rechaza la posibilidad de comprender el terrorismo y a los terroristas. Tampoco logra una aproximación sustancial en lo que se refiere a si abordar o no estos dos elementos interdependientes –terrorismo y terroristas– podría revertir las dificultades que persisten en esta disciplina. El establecimiento de una definición única de terrorismo, ¿pondría fin a la discordia entre académicos y legisladores? ¿Es siquiera posible llegar a esta definición? A su vez, ¿permitiría la adopción de tal definición el desarrollo de un método de gobernanza que reconociera la racionalidad de los actos terroristas? A pesar de estas limitaciones, la decisión de analizar cómo ha sido estudiado el terrorismo, en lugar de centrarse en las deficiencias actuales de este estudio, independientemente de cómo surgieron, es un paso necesario en la buena dirección. Puede que el libro no ofrezca una introducción a este controvertido campo de estudio adecuada para el lector novel, pero resulta de utilidad para las personas realmente interesadas en el estudio de este fenómeno.
DOI: https://doi.org/10.24241/rcai.2016.112.1.263