Lech Kaczynski

El conservadurismo, la defensa de los valores tradicionales, el revisionismo de la transición poscomunista y una fijación patriótica por los padecimientos históricos de su país guiaron el controvertido mandato de Lech Kaczynski, presidente de Polonia desde 2005 hasta su trágico fallecimiento en el desastre aéreo de abril de 2010 en Smolensk, donde pereció junto con su esposa y decenas de autoridades estatales. La fundación en 2001 del partido Ley y Justicia (PiS) con su inseparable hermano gemelo Jaroslaw, como él procedente del sindicato Solidaridad, fue el arranque de una espectacular arribada al poder que culminó en 2006 con el nombramiento del segundo como primer ministro. 

En su inédito cogobierno fraterno de 16 meses, los Kaczynski, aliados inestablemente a la extrema derecha ultracatólica y los populistas agrarios, desataron sendas campañas de moralización social, anticorrupción y depuración anticomunista en el servicio público, dando pábulo a las acusaciones de sectarismo, revanchismo y homofobia. En política exterior, Lech fue un nacionalista que arrancó concesiones al Tratado de Lisboa, apostó por el escudo antimisiles de Estados Unidos, miró con susceptibilidad a Alemania y mantuvo una actitud militante frente a Rusia.

(Texto actualizado hasta 4/5/2010)


Asesor de Lech Walesa e interlocutor de Solidaridad

Si ya es del todo inusitado que un político que alcanza un puesto cimero del poder ejecutivo en su país tenga un gemelo monocigótico, el caso de Lech Kaczynski, presidente de Polonia desde 2005 hasta su muerte en 2010 junto con su esposa y otras 95 personas, con la consiguiente conmoción nacional e internacional, en un accidente de aviación en las proximidades de la ciudad rusa de Smolensk, se torna excepcional porque él y su hermano, Jaroslaw Kaczynski, fueron de la mano en todo lo que emprendieron, especialmente en sus respectivas carreras políticas. Así que trazar la biografía y recorrer la trayectoria del primero obliga a no perder la pista al segundo.

En 2005, el año en que se dieron a conocer al público internacional, los Kaczynski se mostraban como dos hombres físicamente idénticos, con su corta estatura (poco más de 1,60 metros de altura), su rostro redondo y su cabello plateado por las canas. No les gustaba subrayar esta peculiaridad genética —aunque tampoco introducían distinciones cosméticas o de indumentaria— y eran reacios a aparecer juntos en público para no levantar comentarios chocarreros.

De entrada, a los observadores extranjeros, y a no pocos polacos, les resultaba prácticamente imposible distinguirles a través de una fotografía o de unas imágenes de televisión. Pero durante la campaña electoral sus colaboradores facilitaron a los medios de comunicación el "truco" para saber quién era quién: a Lech le delataban dos lunares que tenía en la nariz y en la mejilla izquierda, así como su anillo de casado, que portaba desde su matrimonio en 1978 con Maria Helena Kaczynska, apellidada de soltera Mackiewicz, a la que había conocido en Gdansk en 1976 cuando ella trabajaba en el Instituto Marítimo (la pareja concibió una hija, Marta, en 1980). En cambio, Jaroslaw, que vino al mundo 45 minutos antes que su hermano, permanecía soltero y al cuidado de su anciana madre en Varsovia.

Jadwiga Kaczynski trabajó de filóloga para la Academia Polaca de Ciencias. El padre, Rajmund Kaczynski, fue ingeniero de profesión y veterano de la Segunda Guerra Mundial, cuando combatió con el uniforme de soldado del Ejército polaco contra la invasión alemana de 1939 y luego como resistente durante el levantamiento popular de Varsovia en 1944. El matrimonio inculcó a sus hijos un catolicismo muy devoto, que no fue menor al sentimiento de patriotismo.

Los gemelos estudiaron en la misma escuela de la capital y en 1962, cuando tenían 13 años, tuvieron una experiencia de lo más peculiar: actuaron de protagonistas en una película de aventuras destinada al público infantil y realizada por el Estado comunista. Se trataba de una adaptación llevada a la gran pantalla por el director Jan Batory del relato O dwóch takich, co ukradli ksiezyc (Los dos que robaron la Luna), una de las obras más populares del novelista y cuentista Kornel Makuszynski. El aspecto rubicundo y angelical de los niños debió de decidir su selección por los productores de una película que tuvo mucho éxito y que convirtió a los gemelos en celebridades, dejando una impronta en la memoria colectiva de aquellos años grises que cuatro décadas más tarde iba a resultarles muy útil a sus ambiciones políticas. En el filme, Lech y Jaroslaw interpretaban a Jacek y Placek, dos gemelos revoltosos y avariciosos que conciben el plan de capturar a la Luna para venderla a buen precio y convertirse en millonarios.

Tras completar el bachillerato, los Kaczynski, inseparables, se matricularon en la Universidad de Varsovia para estudiar Derecho y Administración Pública. Una vez obtenida la licenciatura, Lech continuó su formación hasta sacarse el doctorado en Derecho Laboral por la Universidad de Gdansk en 1976, tras lo cual empezó a dar clases en la ciudad báltica; años más tarde, en la década de los noventa, iba a impartir docencia también en Varsovia, en la Universidad Cardenal Stefan Wyszynski. Jaroslaw se doctoró asimismo en 1976, pero en la especialidad de Derecho Administrativo y por la Academia Polaca de Ciencias, en la que ya venía ejerciendo de investigador. Hasta 1981 impartió clases en el campus de la Universidad de Varsovia en la ciudad de Bialystok.

Lech y Jaroslaw se involucraron en el activismo político y sindical de signo anticomunista, que fue ganando ímpetu en el país tras los graves disturbios antigubernamentales de 1970, los cuales obligaron al Partido Obrero Unificado Polaco (PZPR), la formación marxista que detentaba el monopolio del poder desde 1947, y a la potencia tutelar, la URSS, a reemplazar en la Primera Secretaría al sexagenario Wladyslaw Gomulka por un dirigente teóricamente más acorde con los tiempos, Edward Gierek.

En la segunda mitad de la década de los setenta los Kaczynski cooperaron con dos organizaciones opositoras que jugaron al gato y el ratón con un régimen que no las toleraba, el Comité de Autodefensa de los Trabajadores (KOR), puesto en marcha en 1976 por un grupo de intelectuales independientes entre los que destacaban Józef Lipski, Jacek Kuron y Adam Michnik, y los Sindicatos Libres, que en 1980 lanzaron una vasta campaña de huelgas y movilizaciones en protesta por el deterioro de las condiciones de vida, la mezquindad de los salarios y las serias restricciones impuestas a los derechos de los trabajadores. Uno de ellos, el electricista industrial Lech Walesa, se reveló como un dirigente nato que arrastró al Gobierno a la mesa de negociaciones y que simbolizó en todo el mundo la lucha emprendida por los obreros polacos contra un régimen político que se llamaba a sí mismo obrerista.

Los hermanos se unieron al Sindicato Autogestionado Independiente "Solidaridad" (Niezalezny Samorzadny Zwiazek Zawodowy "Solidarnosc", a veces citado por su sigla NSZZ), activado por Walesa, sus compañeros de Gdansk y otros 29 comités regionales el 17 de septiembre de 1980. Fue inmediatamente después de prestar ambos asesoría jurídica al Comité Interempresarial de Huelga, que en agosto, con cuartel general en los astilleros de la urbe portuaria y bajo el liderazgo carismático de Walesa, había entablado un pulso muy duro con el Gobierno, el cual se vio obligado a firmar el célebre Protocolo de 21 puntos, un paquete de garantías de derechos y libertades de ámbito laboral que no tardó en ser sobrepasado por las reivindicaciones de calado más político. Lech, que en estos años lucía un moreno bigote, se convirtió en miembro de la Comisión Regional de Solidaridad en Gdansk.

En el I Congreso Nacional de Solidaridad, transcurrido en Gdansk en septiembre y octubre de 1981 entre fuertes tensiones por el desencuentro de las alas maximalista y gradualista del movimiento, Lech fue elegido para encabezar el Comité de Enlace con el PZPR, pero los puentes de diálogo con el Gobierno, mediados por la jerarquía católica, fueron rompiéndose, abocando a las partes a una confrontación crítica. Alarmado por el cariz subversivo que estaba tomando la última ola de agitación sindical y apremiado por Moscú, el general Wojciech Jaruzelski, que acababa de sumar al cargo de primer ministro el de primer secretario del PZPR, rompió la baraja el 13 de diciembre de 1981 con la solución dictatorial del golpe de Estado, la formación de un Consejo Militar de Salvación Nacional, la declaración de la ley marcial y la prohibición de Solidaridad.

Lech, como muchos miles de sindicalistas, empezando por Walesa, sufrió arresto y confinamiento hasta diciembre de 1982, cuando la suspensión por Jaruzelski del estado de guerra supuso el principio del levantamiento de la ley marcial. En el período de normalización comenzado en julio de 1983, mientras Jaroslaw se introducía en la ONG Comité de Helsinki por los Derechos Humanos en Polonia, Lech continuó activo en el círculo de colaboradores de Walesa, al que sirvió como asesor legal, y en el entramado clandestino del sindicato. En 1987 integró la Comisión Ejecutiva Provisional de Solidaridad, que se fusionó con el Comité Temporal de Coordinación creado en abril de 1982, y en diciembre de 1988 estuvo presente en una organización sociopolítica creada por Walesa, el Comité de Ciudadanos de Solidaridad (KOS).

Entre febrero y abril de 1989 Lech fue miembro de la delegación de Solidaridad que sostuvo con el Gobierno de Mieczyslaw Rakowski las negociaciones llamadas de Mesa Redonda, que produjeron un histórico acuerdo para la vuelta del sindicato a la legalidad (17 de abril) y la apertura de un proceso de transición política desde la dictadura del partido único hasta un sistema pluralista y, por el momento, semicompetitivo.

De la dirigencia sindical al activismo político; la experiencia del Centrum

En las elecciones directas pero parcialmente democráticas del 4 y el 18 de junio de 1989 a la nueva Asamblea Nacional bicameral, los hermanos figuraron entre los 99 candidatos del KOS que ganaron el escaño en el Senado de 100 miembros (el escaño restante fue para un independiente). Tan apabullante triunfo de Solidaridad, que humilló a los comunistas y que preocupó al propio Walesa porque podía poner en peligro el consenso nacional, tan laboriosamente forjado, en pro de las reformas democráticas, tuvo su reflejo también en la elección para la Cámara baja, el Sejm, de 460 miembros, sólo que allí las reglas del juego pactadas en abril estipulaban que el 35% de los escaños, es decir, 161, quedaba abierto a la libre competencia en las urnas y que el otro 65% era de designación no electoral por el PZPR y sus organizaciones satélites. El resultado fue que el KOS se adjudicó la totalidad de esos 161 escaños

Lech desempeñó su mandato electoral hasta el final de la legislatura, en octubre de 1991. Entre medio, una serie de promociones y movimientos le situó en la primera fila de la política nacional, siempre al lado de Walesa, quien destapó sus ambiciones de poder puramente político lanzando diatribas contra el Gobierno de coalición con los ex comunistas (en enero de 1990 el PZPR se transformó en la Socialdemocracia de la República de Polonia, SdRP) que desde agosto de 1989 presidía el intelectual católico y ex consejero de Solidaridad Tadeusz Mazowiecki, un dirigente de ideas centristas y liberales mal casadas con el conservadurismo y el personalismo de que empezaba a hacer gala su antiguo jefe.

En abril de 1990, en el II Congreso Nacional de Solidaridad, Lech resultó elegido miembro y vicepresidente primero de la Comisión Nacional del sindicato (KKS), en cuya presidencia Walesa fue renovado. A continuación, el 12 de mayo, los hermanos presentaron un partido llamado Acuerdo de Centro (Porozumienie Centrum, PC), que a pesar de su nombre tenía una orientación claramente conservadora, de derecha democristiana. El PC empezó siendo presidido por Jaroslaw y desde el primer momento fue visto como una plataforma al servicio de la aspiración de Walesa de sustituir a Jaruzelski en la Presidencia de la República, en lo que encontró como contrincante a Mazowiecki.

En la segunda vuelta electoral, el 9 de diciembre, Walesa se proclamó presidente y tres días después cesó en la jefatura del sindicato. La KKS decidió que la vacancia fuera cubierta a la par por Kaczynski y el otro vicepresidente, Stefan Jurczak, responsable de Solidaridad en Cracovia, con carácter interino, hasta la elección por los delegados del nuevo presidente. La mudanza tuvo lugar en el III Congreso Nacional, del 22 al 24 de febrero de 1991. Kaczynski disputó el puesto a Marian Krzaklewski, que contaba con el respaldo de la poderosa sección sindical de la minería del carbón de Alta Silesia, y a Bogdan Borusewicz, cabeza de la sección de Gdansk y la persona escogida por Walesa para sucederle. La participación de Kaczynski como el tercero en discordia pareció ser una estratagema de Walesa destinada a frenar a Krzaklewski, que abogaba por concentrar los esfuerzos de Solidaridad en el frente propiamente sindical. Sin embargo, los compromisarios se decantaron por Krzaklewski.

Kaczynski dimitió al punto como vicepresidente primero de Solidaridad y en marzo siguiente se puso al servicio personal de Walesa como ministro de Estado para Asuntos de Seguridad Nacional en la Cancillería de la Presidencia, pasando a trabajar codo con codo con su hermano, que desde el año anterior estaba al frente de la propia Cancillería. Ninguno de los dos dejó de apuntarse a las listas del PC, que venía participando en el Gobierno de coalición presidido desde enero por el liberal Jan Krzysztof Bielecki, para las elecciones al Sejm del 27 de octubre de 1991, que a diferencia de los comicios de 1989 fueron enteramente democráticas. El sistema electoral proporcional benefició al PC, que con sólo el 8,7% de los sufragios —el atomizado sistema de partidos polaco produjo un Parlamento también atomizado— recibió 44 escaños, siendo la cuarta fuerza más votada.

En los cabildeos partidistas que siguieron, los Kaczynski se las arreglaron para que uno de los suyos, el abogado Jan Olszewski, fuera designado en diciembre primer ministro de un Gobierno de coalición minoritario que incluyó a la Alianza Campesina (PL) y a la Unión Nacional Cristiana (ZChN), otra formación de derechas nacida del semillero de Solidaridad, aunque más próxima a la Iglesia Católica. Lech se despidió del gabinete presidencial al estrenar la condición de diputado del Sejm, y en febrero de 1992 asumió la presidencia de la Cámara Superior de Control (NIK), un órgano encargado de auditar y supervisar todos los organismos y corporaciones del Estado.

Rupturas con Walesa y Olszewski

Aquel fue el prólogo de un paulatino distanciamiento de Walesa que se hizo irrevocable en junio de 1992, cuando el presidente de la República, que no dejaba de interferir en la labor del Gobierno con tics autoritarios, azuzó una moción de censura parlamentaria y arrancó la dimisión de Olszewski porque el Ministerio del Interior amagaba con incluirle, nada menos que a él, en una lista negra de antiguos colaboradores del régimen comunista susceptible de ser judicializada por el Ministerio Público. El caso era que Olszewski estaba generando mucha crispación en la Asamblea Nacional con su campaña demagógica de desenmascaramiento de supuestos confidentes y chivatos de la policía política de la dictadura, una iniciativa que contaba con la aquiescencia plena de los Kaczynski.

La irritación de los hermanos por el fracaso del Gobierno de Olszewski, a quien recriminaron su incapacidad para ganar el apoyo de la Unión Democrática (UD) de Mazowiecki al plan presupuestario y con el que terminaron rompiendo, se manifestó a las claras en la negativa a participar en el nuevo Gobierno de coalición presidido por Hanna Suchocka, una miembro de la UD. El PC fue el único partido parlamentario relevante salido de Solidaridad que se mantuvo fuera de este ejecutivo, el cual resultó ser tanto o más conflictivo que el anterior. En el Sejm, el Centrum polaco pasó a ejercer una oposición calificada de "suave", a pesar de las denuncias tremendistas por Jaroslaw de una "contraofensiva comunista" en el país y de una supuesta alianza tácita entre la "nomenklatura" y el campo de Walesa para satisfacer sus respectivos intereses.

A las elecciones legislativas anticipadas del 19 de septiembre de 1993 el PC llegó muy debilitado por las defecciones, en buena parte relacionadas con el estilo de mando intransigente de Jaroslaw. La escisión capitaneada por Olszewski, devenida partido independiente con el nombre de Movimiento por la República (RdR), accedió a apartar los rencores y acudir a las urnas en alianza con el PC, pero el nuevo sistema electoral, que exigía el 5% de los votos a las listas solas y el 8% a las coaliciones para obtener representación, penalizó a ambos. La lista PC-RdR sólo recabó el 4,4% de los sufragios, así que los hermanos perdieron sus escaños. El Gobierno quedó en manos de la coalición formada por la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD, cuyo principal integrante era el SdRP) y el Partido Campesino Polaco (PSL).

Tras esta debacle, el PC —Jaroslaw fundamentalmente—, emprendió conversaciones con partidos doctrinalmente afines para recomponer el maltrecho y fragmentado campo del centro-derecha católico. El resultado fue, en mayo de 1994, una no muy convincente "confederación" denominada Convenio por Polonia (PdP), en compañía del RdR, la ZChN, la PL y la Coalición Conservadora (KK). Entonces, ya funcionaba otro bloque de derechas, el integrado por la Unión por una Política Real (UPR), el Partido Conservador (PK), el Partido Cristiano Demócrata (PChD) y el Partido Cristiano Campesino (SLCh).

Lech continuó al frente de la NIK hasta el 26 de mayo de 1995, fecha en que la mayoría izquierdista del Sejm le desposeyó del puesto. En septiembre del mismo año, haciendo oídos sordos a quienes, desde el campo de la antigua Solidaridad, pedían cerrar filas tras de la aspiración reeleccionista de Walesa, inscribió su candidatura en la elección presidencial del 5 de noviembre. A últimos de octubre, consciente de sus nulas posibilidades, retiró la postulación y anunció que el PC endosaba la candidatura de Olszewski, pero esta mudanza de última ahora no impidió la victoria en la segunda vuelta del socialdemócrata Aleksander Kwasniewski.

Partícipe de la AWS y ministro de Justicia con Buzek

Tendría que transcurrir un lustro antes de que Lech volviera a ejercer alguna función institucional. Por lo que se refiere a Jaroslaw, después de meter al PC en la Acción Electoral de Solidaridad (AWS), la más vasta y prometedora coalición de partidos del centro y la derecha emanados del movimiento Solidaridad (que bajo la batuta de Krzaklewski empezó a articularse en junio de 1996, coincidiendo con el VIII Congreso Nacional del sindicato), retornó al Sejm como candidato independiente en la lista del nuevo partido de Olszewski, el Movimiento por la Reconstrucción de Polonia (ROP), que, paradójicamente, no formaba parte de la AWS. Fue en los comicios del 21 de septiembre de 1997, que invirtieron las tornas de 1993. En octubre, la AWS formó gobierno con Jerzy Buzek de primer ministro y en coalición con la Unión de la Libertad (UW, sucesora de la UD).

Lech retornó a la política activa, y de manera bien conspicua, en junio de 2000, cuando Buzek le ofreció la cartera de Justicia que liberaba la cesante Suchocka, en el contexto de la ruptura entre el núcleo duro de la AWS y la UW, que reclamaba una política económica liberal sin complejos. Kaczynski aceptó al punto y el 12 de junio debutó en el servicio gubernamental.

Para entonces, su partido, el PC, había quedado reducido a la mínima expresión por la decisión de un sector mayoritario leal al presidente desde enero de 1998, Antoni Tokarczuk, de fusionarse con el PChD de Pawel Laczkowski y los restos del RdR que no habían seguido a Olszewski en el proyecto del ROP, dando lugar, en septiembre de 1999, al Partido Polaco de Cristianodemócratas (PPChD), con Tokarczuk de presidente y la voluntad de seguir insuflando vida a una AWS que ya estaba dando síntomas de agotamiento. En cuanto a Jaroslaw, tras dimitir como presidente del PC dio el paso, en mayo de 1998, de darse de baja de la militancia. Tal era su grado de frustración por la pérdida de autoridad e influencia en la formación que había fundado y por las desconfianzas que su persona concitaba en los demás dirigentes de las AWS.

En los trece meses escasos que fungió como ministro de Justicia y por ende como fiscal general del Estado, Lech tuvo tiempo de mostrar sus credenciales de servidor público implacable con la criminalidad común y partidario de endurecer los castigos de cárcel contemplados en el Código Penal. Su corta pero enérgica gestión fue, según los sondeos de valoración de líderes, aplaudida por los ciudadanos, convirtiéndole en uno de los pocos ministros del Gabinete que no concitó antipatías populares.

El proyecto Ley y Justicia y el asalto al poder de los gemelos Kaczynski

Las contradicciones del "doble liderazgo" de Buzek, jefe del principal integrante de la AWS, su Movimiento Social (RS AWS), y Krzaklewski, jefe de la AWS propiamente dicha y que en octubre de 2000 fue vapuleado por Kwasniewski en las presidenciales, unidas a los escándalos de corrupción y a las incertidumbres sobre el curso de la economía y sobre la fecha del ingreso en la Unión Europea (UE), sumieron en un pandemónium de recriminaciones, dimisiones y deserciones a una alianza que, a pesar del ancestro común, siempre había sido heterogénea y rica en capitanes con ganas de mandar.

Los Kaczynski eran de los que más descontentos estaban con la presente situación. Ya en marzo de 2001, con la mirada puesta en las elecciones legislativas de después del verano, empezaron a operar unos comités provinciales que proponían la creación de un nuevo partido de derecha consagrado a la "regeneración" de la turbulenta política nacional. La agrupación tomó un nombre contundente que epitomaba las intenciones de sus promotores: Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwosc, PiS). Lech fue elegido por su hermano y otros diez legisladores y políticos presidente del primer Comité Nacional del PiS el 26 de abril, tras lo cual rechazó el llamado, hecho por Buzek y Krzaklewski casi con tono suplicante, de que encabezara el comité electoral de la AWS, ahora apellidada "de Derecha" (AWSP). Los gemelos estaban decididos a pilotar su propio proyecto de reorganización del campo conservador sin la servidumbre que suponía trabajar desde dentro de la jaula de grillos en que se había convertido la AWS.

La convención constitutiva del PiS tuvo lugar el 9 de junio de 2001 y en ella participaron representantes de la familia política del ministro de Cultura y Patrimonio Nacional, Kazimierz Michal Ujazdowski, que acababa de establecer el partido Alianza de Derecha (PP) a partir de sendas disidencias de la ZChN y el Partido Popular Conservador (SKL), más algunos tránsfugas del ROP. Aunque el PiS era en una empresa conjunta de los dos hermanos al igual que lo había sido el ahora disuelto PC, esta vez la jefatura nominal del partido recayó en Lech.

Montados en un discurso polemista y sin hacerle ascos al populismo y a ciertas insinuaciones rupturistas más propias de los partidos anti-sistema, los hermanos Kaczynski preconizaban la dotación de amplias prerrogativas al Estado para combatir la corrupción (de proporciones cancerosas en la función pública, las instituciones políticas y los actores económicos), castigar severamente la delincuencia común (entre otras medidas, pedían restablecer la pena de muerte para los crímenes más nefandos), reforzar el control de las fronteras nacionales, universalizar la asistencia sanitaria y la educación escolar, así como expandir la vivienda socialmente protegida, todo con cargo al erario público, y divulgar las identidades de quienes habían estado a sueldo de la policía política comunista.

Cuando vislumbraban el advenimiento de una "Cuarta República" en Polonia, los Kaczynski expresaban su deseo de revisar y superar una forma de hacer política en el país eslavo basada en el amiguismo y en el reparto endogámico de prebendas cuando unos u otros alcanzaban el poder, así como algunas herencias de la transición pactada en 1989, fundamentalmente el borrón y cuenta nueva hecho de los abusos y violaciones del régimen comunista, que había resultado muy injusto para tantísimos polacos represaliados. No ponían en tela de juicio ni el libre mercado ni las privatizaciones, pero incidían machaconamente en la transparencia del sistema, en los controles públicos y en los mecanismos de corrección social, lo que invitaba a algunos comentaristas a calificar su visión económica de "izquierdista", incluso de "socialista", unas etiquetas que, naturalmente, no les hacían ninguna gracia.

En materia de costumbres sociales, el PiS pintaba un autorretrato muy conservador, con constantes apelaciones a la moralidad y la defensa de la familia, y una oposición tajante a la liberalización del aborto y a la legalización de la eutanasia o los matrimonios homosexuales, en la línea de lo proclamado por el episcopado polaco y la Santa Sede. En política exterior, el partido se mostraba más atlantista que europeísta, estando su lectura del próximo ingreso en la UE restringida a la optimización de las ventajas para Polonia en forma de recepciones de fondos netos, por lo que podía hablarse de un enfoque a caballo entre el euroescepticismo y el eurorrealismo, de carácter eminentemente práctico y utilitarista. Si algo les inquietaba de la futura membresía comunitaria era la sujeción del Estado polaco a los "burócratas" de Bruselas. En resumidas cuentas, el PiS propugnaba que la solución de los problemas de Polonia pasaba por una vuelta a los principios tradicionales de orgullo nacional, orden social, imperio de la ley y Estado protector.

Despido del Gobierno y debut electoral del PiS

Lech adoptó una línea de colisión con el primer ministro. El 4 de julio de 2001, después de demandar por calumnias a la televisión pública polaca por haber difundido la información de que el PC había ingresado de manera ilegal fondos por valor de 600.000 dólares al cambio durante las elecciones de 1990 y 1991, el ministro de Justicia fue destituido por Buzek por haberle acusado de "cuestionar el principio de ilegalidad" al salir a defender la honorabilidad de un funcionario de la Oficina de Protección del Estado que había sido arrestado en el curso de una investigación anticorrupción supervisada por él, en tanto que fiscal general. Kaczynski hizo de esta expulsión virtud, ya que le permitió acelerar las conversaciones para la fusión del PiS y la PP —Ujazdowski, solidario con él, dimitió como ministro de Cultura— y concentrarse en la campaña de las elecciones legislativas.

A pesar de su gran potencial electoral, su todavía cortísima vida impidió al PiS dar la campanada en los comicios del 23 de septiembre de 2001, aunque la cuota que sacó, el 9,5% de los votos y 44 diputados, entre ellos Jaroslaw, pareció más que meritoria.

Además, en estas elecciones, que depararon un éxito sin precedentes a la SLD y su adlátere habitual, la pequeña formación izquierdista Unión del Trabajo (UP) —si bien los ex comunistas no alcanzaron la mayoría absoluta—, el PiS hubo de competir por el enorme botín de votos conservadores desmovilizados por una AWSP en vías de extinción con otras tres formaciones outsider en el sistema de partidos polaco, a saber: la Plataforma Ciudadana (PO), una opción más moderada y proeuropea, próxima al centro liberal, que animaban personalidades procedentes de la UW, la AWS y el entorno de Walesa; la sección partidista del sindicato agrario Autodefensa de la República Polaca, Samoobrona, liderado por el carismático Andrzej Lepper y exponente de un conservadurismo rural anarquizante, demagógico y con asomos xenófobos; y, la Liga de las Familias Polacas (LPR) de Marek Kotlinowski, aún más escorada al ultranacionalismo y el clericalismo, que más que euroescéptica era eurófoba.

En adelante, el PiS, situado como la tercera fuerza de la oposición tras la PO y el Samoobrona, ejerció una fiscalización dura de los gobiernos socialdemócratas, crecientemente baqueteados por contratiempos de todo tipo, que presidieron sucesivamente Leszek Miller y Marek Belka, y se apuntó una serie de éxitos en las urnas que le auguraron lo mejor para el gran año electoral de 2005. Lech, con sus incesantes llamamientos a pararles los pies a corruptos y delincuentes, y a desatar una "revolución moral" en Polonia, era una estrella ascendente de la política nacional, aunque prácticamente cabía decir lo mismo de Jaroslaw.

Un observador podía imaginar que los gemelos trabajaban como si fueran una sola persona, pero con dos cerebros, lo que aportaba unas sinergias insospechadas. Tampoco resultaba fácil decidir cuál de los dos era menos punzante en sus manifestaciones públicas o concitaba menos irritación en sus adversarios: en junio de 2001 Lech airó a su antiguo jefe, Walesa, al evocar la opinión de su hermano de que el ex presidente de la República tenía a sus espaldas diversos delitos que no especificó, lo que le valió ser demandado por el aludido (en septiembre de 2002 el juez falló que Kaczynski le debía a Walesa una disculpa y una reparación de 10.000 szlotys por daños morales); en cuanto a Jaroslaw, en mayo de 2003 fue asimismo denunciado por la SLD por haberse referido a este partido como una "organización criminal".

Controvertido alcalde de Varsovia

En junio de 2002 Lech negoció con su homólogo de la PO, Maciej Plazynski, la presentación de candidaturas conjuntas en las elecciones municipales del otoño, pero el acuerdo no incluyó la alcaldía de Varsovia, una oficina que ambicionaban él y el número tres de la PO, el ex ministro de Exteriores Andrzej Olechowski. El 27 de octubre, al presidente del PiS le faltó menos de medio punto porcentual para proclamarse alcalde en la primera vuelta; a su inmediato perseguidor, el socialdemócrata Marek Balicki, le sacó más del doble de votos. En la segunda vuelta, el 10 de noviembre, operó el pacto con la PO y Kaczynski se llevó el puesto con el 70% de los sufragios.

El 18 de enero de 2003, en el congreso del partido, Lech, con el objeto de tener las manos más libres para ejercer su mandato municipal, cedió la presidencia orgánica a Jaroslaw, que venía dirigiendo la bancada en el Sejm. Lech se quedó como presidente de honor del PiS, que de paso decidió solicitar el voto afirmativo, aunque sin efusividad, en el referéndum del 8 de junio sobre el ingreso de Polonia en la UE.

Como primer edil de Varsovia, Kaczynski generó abundantes controversias. En enero de 2004 canceló una visita a Estados Unidos porque no estaba dispuesto a someterse en el aeropuerto de destino a los controles biométricos que pesaban sobre todos los visitantes extranjeros sujetos al régimen de visado para visitas de corta duración, cual era el caso de los polacos. En junio siguiente, y de nuevo en la edición de 2005, prohibió el desfile festivo en la capital en el día del orgullo gay, alegando que estas paradas perseguían "propagar la orientación homosexual". Los bandos fueron desafiados por los convocantes de las marchas, que de paso acusaron al alcalde de violar su derecho constitucional a la libre expresión.

Por otro lado, a lo largo de 2004, coincidiendo con los actos conmemorativos del sexagésimo aniversario de la insurrección antinazi de Varsovia, en la que perecieron 200.000 patriotas y en la que había luchado su padre, Kaczynski fue el azuzador de un debate nacional sobre el tipo de resarcimiento que Polonia debía exigir a Alemania por la terrible devastación humana (más de cinco millones de muertos, entre militares, civiles y judíos polacos víctimas del Holocausto, esto es, el 16% de la población de entonces, lo que hizo de Polonia la nación combatiente más sufridora en proporción) y material infligida en la Segunda Guerra Mundial. La comisión de indagación histórica creada por el alcalde cuantificó en 45.300 millones de euros, de acuerdo con el cambio actual, las destrucciones ocasionadas por las tropas de Hitler sólo a la martirizada ciudad de Varsovia.

Firme rechazo a la Constitución Europea

En las elecciones del 13 de junio de 2004 al Parlamento Europeo, celebradas mes y medio después de ingresar Polonia en la UE, el PiS ascendió al 12,7% de los votos, quedó tercero tras la PO y la LPR, y aventajó a la SLD, que sufrió un descalabro. Las desventuras del Gobierno dirigido por los socialdemócratas, con un rosario de escándalos de corrupción, dimisiones ministeriales, escisiones partidistas y desavenencias presupuestarias, amén del paro desaforado y la impopular participación del Ejército polaco en la ocupación de Irak, brindaban munición constante a las recriminaciones del PiS. En especial, los Kaczynski hicieron su agosto político a costa de la delicada posición de Polonia en las negociaciones intergubernamentales sobre el nuevo sistema de voto para la toma de decisiones no unánimes en el Consejo de la UE, que era el elemento crucial de la reforma institucional contemplada en el borrador del Tratado de la Constitución Europea.

El primer ministro Miller, con su defensa a ultranza del sistema de cuotas nacionales de votos fijado por el Tratado de Niza de 2000, que privilegiaba a Polonia pero cuya validez había sido circunscrita por la Convención Europea al quinquenio 2004-2009, hizo fracasar el Consejo Europeo de Bruselas en diciembre de 2003. Entonces, el PiS alabó la firmeza mostrada por el gobernante socialdemócrata en la defensa de los intereses nacionales, ya que la alternativa presentada por la Convención Europea y asumida por la Conferencia Intergubernamental, según la cual la aprobación de las decisiones ministeriales no unánimes requería una doble mayoría —representando la primera al 50% de los estados y la segunda al 60% de los habitantes de la UE—, era vista como una grave pérdida de poder para Polonia, que con sus 38 millones de habitantes era un estado miembro de tipo medio-grande, de la categoría de España.

Pero el sucesor de Miller en mayo de 2004, Belka, toda vez que el cambio de gobierno en España había dejado a Polonia completamente sola ante el resto de socios en su rechazo a la doble mayoría en las votaciones no unánimes del Consejo, se plegó a la urgencia de aprobar el texto final de la Constitución Europea en el Consejo Europeo de Bruselas en junio, donde aceptó un sistema de voto por mayoría cualificada basado en los umbrales elevados al 55% de estados y el 65% de población. Los Kaczynski reaccionaron de manera furibunda contra la "capitulación" y la "traición" de Belka, quien no sólo se había rendido a una reforma institucional que, según ellos, pese a las modificaciones, seguía siendo lesiva para Polonia, sino que además había transigido con la no mención en la futura Constitución de las raíces cristianas de Europa, algo inconcebible para los partidos católicos polacos.

A raíz de la actuación del Gobierno socialdemócrata en el Consejo de Bruselas, y entonando con las corrientes de euroescepticismo y nacionalismo que barrían Polonia, Lech y Jaroslaw hicieron campaña en contra de la Constitución Europea, que tenía por delante un complicado proceso de ratificación país por país. Así que no pudieron menos que felicitarse del resultado negativo del referéndum celebrado en Francia en mayo de 2005, ya que este no, junto con el que siguió en Holanda días después, hería de muerte a un texto europeo en el que no creían.

Los coqueteos de los Kaczynski con el euroescepticismo se manifestaron también en su rechazo a un programa que persiguiera la adopción del euro en un plazo más o menos corto. El planteamiento de que no había prisa para la mudanza monetaria fue uno de los puntos de fricción con la PO que ahora presidía Donald Tusk, poniendo de relieve que, tal vez, a estos dos partidos del centro-derecha les separaban más cosas de las que les unían, aunque también era cierto que el PiS no se sentía capaz de establecer una alianza electoral más que con los liberales. Otra divergencia importante se suscitó a propósito de las propuestas en fiscalidad: aunque los dos partidos estaban de acuerdo en bajar los tributos, el PiS se opuso a la pretensión de la PO de introducir un tipo de retención único, el polémico flat tax, del 15% en los impuestos a las rentas, las empresas y el consumo (IVA), por parecerle antisocial. Además, la PO no se privó de presentar candidato a las presidenciales, el propio Tusk.

Doble victoria en las legislativas y las presidenciales de 2005

El 19 de marzo de 2005, tal como se esperaba, el alcalde de Varsovia, subido en una cresta de popularidad, anunció su decisión de disputar las elecciones presidenciales de octubre. Simultáneamente, su hermano presentó el llamado Programa para una Nueva Polonia, que incluía nada menos que un borrador de nueva Constitución, la cual podía y debía "poner los cimientos de un nuevo Estado y de un nuevo contrato social". El texto manifestaba que Polonia era un país basado en los valores cristianos y contemplaba una profunda reforma política, con la reducción de los diputados del Sejm a 360 y los senadores a 30, y el desequilibrio del actual sistema de gobierno, de tipo mixto, en favor del presidente de la República, que recibiría atribuciones hasta ahora privativas del Consejo de Ministros.

Un gobierno dirigido por el PiS, además, establecería una Comisión de la Justicia y la Verdad que se encargaría de investigar y sacar a la luz todas las irregularidades, sinecuras y abusos cometidos por los funcionarios del Estado y los partidos desde 1989. Según Lech, Polonia andaba necesitada de "sentido común, restauración de la justicia y observancia de la ley". El 16 de julio el partido le proclamó formalmente su candidato presidencial bajo el eslogan de Un presidente honesto, una Polonia fuerte y honesta.

En la larga cuenta atrás de las presidenciales, las encuestas situaron en cabeza unas veces a Kaczynski, otras veces a Tusk y otras al aspirante de la SLD, el mariscal del Sejm y ex primer ministro Wlodzimierz Cimoszewicz, a quien el justicialista quiso ningunear tachándole de "muñeca Barbie del poscomunismo". Después de retirarse Cimoszewicz, la carrera de las presidenciales quedó reducida a dos corredores, Kaczynski y Tusk, quien en las últimas semanas se puso por delante. Aunque no podía hablarse de una lucha fratricida, la división del voto un día acaparado por la extinta AWS era un hecho. Así, Tusk recibió el respaldo de Walesa y sus simpatizantes, en tanto que Kaczynski se aseguró el parabién del sindicato Solidaridad, que valoraba positivamente la importancia dada a las políticas sociales. Pero al candidato del PiS le salieron apoyos adicionales desde la extrema derecha; así, algunos sectores ultracatólicos y rurales apelaron al voto útil en su favor para impedir la victoria de Tusk, detestado en los ambientes reaccionarios por sus credenciales liberales, proeuropeas y laicas.

No obstante, antes del envite personal del 9 de octubre estaba la elección legislativa del 25 de septiembre. Allí, el PiS, según los sondeos, concurría en situación claramente desventajosa con respecto a la PO, que nutría su electorado de las clases medias urbanas. El 21 de septiembre Jaroslaw volvió a encender las acusaciones de homofobia ultramontana dirigidas contra su hermano por afirmar que a los gays no se les debería permitir ejercer de profesores en las escuelas. Al día siguiente, un responsable del PiS, Adam Bielan, realizó unas declaraciones que dejaron en el aire la duda sobre si su partido, en el caso de llegar al poder, emprendería acciones para impedir que profesionales de orientación homosexual trabajaran en puestos que requiriesen el contacto directo con niños.

El 25 de septiembre de 2005 los hermanos Kaczynski trastocaron las expectativas sobre las identidades del primero y el segundón: con el 27% de los votos y 155 escaños, el PiS ganó por mayoría simple, seguido de cerca por la PO, que obtuvo respectivamente el 24,1% y 133. A considerable distancia quedaron el Samoobrona (11,4% y 56), la SLD (11,3% y 55, unos resultados que, aun siendo pésimos, no fueron la catástrofe anunciada), la LPR (8% y 34) y el PSL (7% y 25). Se vio claramente que el PiS, en buena parte, había basado su espectacular rebote en la succión del voto previamente destinado al partido extremista LPR, que ahora dirigía Roman Giertych, y a la centrista UW, cuyo sucesor, el Partido Democrático (PD, puesto en marcha en mayo por Wladyslaw Frasyniuk y que, entre otros, había conseguido el fichaje del propio primer ministro saliente, Belka), se quedó fuera del Parlamento. La PO se había estancado en relación con las europeas de 2004, cuando obtuvo exactamente la misma cuota de votos.

El PiS ganó el derecho a formar el nuevo Gobierno, que tendría que ser de coalición con los liberales si quería ahorrarse las servidumbres de la minoría parlamentaria. Con Lech ocupado en las presidenciales, el candidato natural al puesto de primer ministro era Jaroslaw. Pero si éste se ponía a dirigir el Consejo de Ministros y su hermano se convertía en el sucesor de Kwasniewski, entonces se produciría una situación verdaderamente insólita, susceptible de alimentar estupor incesante y comentarios maliciosos sobre dos titulares del Ejecutivo bicéfalo mutuamente sustituibles (aunque, en realidad, las pecas de Lech no permitirían semejante escenario de política-ficción). Jaroslaw salió a atajar la incertidumbre asegurando que si su hermano ganaba en las presidenciales, él no sería primer ministro.

Lo que sucedió el 9 de octubre fue que Tusk se puso en cabeza con el 36,3% de los votos. Kaczynski recibió el 33,1% y se aseguró el paso a la segunda vuelta. En la estacada quedaron el anarco-agrario Lepper, el socialdemócrata Marek Borowski, el campesino Jaroslaw Kalinowski y otros siete aspirantes. Ya se sabía que ningún candidato iba a poder proclamarse presidente a las primeras de cambio, así que la noticia más destacada de la jornada fue la baja participación, el 49,7%, 11 puntos menos que en 2000. Aunque Lech aún podía perder y Jaroslaw, por ende, verse exonerado de su autorrestricción, el PiS no quiso supeditar el calendario del nuevo curso legislativo al desenlace de las presidenciales. Además, encargar a Jaroslaw la formación del Gabinete a buen seguro no beneficiaría a Lech en la segunda vuelta del día 23.

Así que el 19 de octubre, tan pronto como Belka presentó la dimisión formal, Kwasniewski, de acuerdo con la notificación realizada por los justicialistas, nombró primer ministro a uno de los capitanes del PiS, Kazimierz Marcinkiewicz, un economista y diputado poco conocido que días atrás había acrecentado la fama del PiS, ganada a pulso, como partido homófobo por comparar a los gays con una especie de infección social que era necesario frenar.

Mientras Marcinkiewicz intentaba articular un programa de gobierno con la PO, tarea que no tardó en ponerse cuesta arriba por los mensajes enfrentados en la campaña de las legislativas y por la repetición de los altercados en la campaña de las presidenciales, Kaczynski invirtió los esfuerzos finales para imponerse a Tusk, no dudando en echar mano del repertorio más acerbo de la retórica de derechas. Los guiños a los seguidores del Samoobrona y la LPR dieron sus frutos y el 23 de octubre Kaczynski batió a Tusk con el 54% de los votos.

En su primera alocución como presidente electo, Kaczynski se refirió a las dos tareas fundamentales de su mandato quinquenal, en lo que no fue muy concreto. Había, en primer lugar, que "detener unos fenómenos que se dan en el conjunto de Europa y en el mundo entero, pero que en tiempos recientes se han convertido en peligrosos en Polonia; [son] enfermedades que afectan a un país moderno". En segundo lugar, estaba "la cuestión de un acuerdo, no entre Lech Kaczynski y Donald Tusk, que, creo, no es difícil [de alcanzar]", sino sobre "la sutura de ciertas fracturas que han aparecido en los últimos 16 años; ciertamente, debemos llevar a quienes sean culpables ante la justicia, sin lo cual no puede haber reconciliación".

En política exterior, apostó por regresar al mecanismo institucional del Tratado de Niza, reforzar los lazos con Estados Unidos (en su opinión, merecía la pena prolongar a todo 2006 la misión de seguridad en Irak, después de celebrarse allí elecciones generales) y remover suspicacias en las relaciones con Alemania y Rusia, si bien en la campaña electoral había puntualizado que primero correspondería al presidente Vladímir Putin visitarle en Varsovia, tras lo cuál él se desplazaría a Moscú. En cuanto al euroescepticismo que le adjudicaban, matizó: "sólo soy euroescéptico si se define así a quienes no quieren un Estado europeo mañana mismo".

A pesar de la estimación de Kaczynski, las conversaciones con la PO naufragaron por la incapacidad de las partes para consensuar el programa económico, siendo la reforma fiscal el obstáculo más rocoso, y el reparto de los puestos clave del Gobierno y la Asamblea. Tusk creó una situación insoluble cuando exigió que el primer ministro fuera Jaroslaw, pero éste respondió que su decisión en sentido contrario era irrevocable. El PiS contribuyó a la ruptura al imponer a uno de los suyos, Marek Jurek, para presidir el Sejm. Así que el 31 de octubre, al filo del plazo legal superado el cual Kwasniewski tendría que convocar nuevas elecciones, Marcinkiewicz formó un gobierno de minoría integrado sólo por conmilitones, aunque ocho ministros no estaban afiliados a partido alguno.

El 10 de noviembre, el flamante Ejecutivo, del que su presidente dijo que era "pragmático" e iba a volcarse en la salvaguardia de un crecimiento económico robusto para crear empleo (el paro oficial se situaba en el 17,8%) y redistribuir riqueza, superó la confianza del Sejm gracias al respaldo de la LPR, el Samoobrona y el PSL. En la UE, que ya había amonestado a los vencedores de las elecciones por sus comentarios homófobos y su terca defensa de la restauración de la pena de muerte, un castigo incompatible con el acervo comunitario, algunos poderes traslucieron el temor a que el Gobierno polaco se convirtiera en rehén de las fuerzas parlamentarias extremistas que veían en la UE la fuente de todas las desgracias.

El 23 de diciembre, luego de desprenderse de la alcaldía de Varsovia, Kaczynski prestó juramento como el cuarto presidente de la República desde el final del régimen comunista en 1989. En su discurso inaugural ante el Sejm, el mandatario prescindió de los tonos más ásperos y quiso transmitir un mensaje de ilusión principiado con la afirmación de que en Polonia comenzaba un cambio basado en "la justicia, la solidaridad y la honestidad", recordando que la primera no podía existir sin la segunda, ni la segunda sin la tercera.

La contundencia asomó cuando expuso la necesidad de "diversas patologías de nuestra vida", a las cuales pasó lista. Estaba "la delincuencia, que tan grandes proporciones ha asumido, en particular la corrupción (…), esa fiebre por enriquecerse injustamente, fiebre que está envenenando a la sociedad (…), degenerando las instituciones de mercado y, lo peor de todo, degenerando el aparato del Estado", con el consiguiente descuido de sus obligaciones de "asegurar la seguridad nacional, la seguridad personal de los ciudadanos, la seguridad social más elemental, la seguridad en la salud, las condiciones básicas para el desarrollo de la familia y, finalmente, la seguridad en el comercio y las condiciones básicas para el desarrollo económico". En su opinión, la adopción de una nueva Constitución "facilitaría enormemente la mejora del Estado y coronaría también la construcción de lo que llamamos la Cuarta República".

El primer bienio en la Presidencia: alianza con la extrema derecha y nombramiento de su hermano como primer ministro

La primera decisión de calado del presidente, adoptada el antepenúltimo día del año en calidad de jefe de las Fuerzas Armadas y tras recibir la solicitud de Marcinkiewicz, fue extender hasta el 31 de diciembre de 2006 la misión de los 1.500 soldados polacos integrados en la Fuerza Multinacional de Irak bajo el mando supremo de Estados Unidos, si bien el contingente sería paulatinamente reducido. La medida, que derogaba el plan de retirada inmediata heredado del Gobierno de la SLD, tuvo el efecto de encrespar al partido Samoobrona, que advirtió al PiS que se jugaba su apoyo parlamentario.

En las semanas y meses posteriores a su asunción, se hizo notar cómo Kaczynski, ajustado al rol, pretendidamente suprapartidista, de "presidente de todos los polacos", comedía su discurso y centraba su actividad en las relaciones internacionales, con visitas oficiales a Estados Unidos, la República Checa, Francia, Ucrania (donde expresó a su anfitrión, Viktor Yushchenko, el respaldo de Varsovia a las aspiraciones atlantistas de Kíev), Alemania, Lituania, Eslovaquia y Hungría. Su primera salida al exterior, el 25 de enero, fue para recibir audiencia en el Vaticano por el papa Benedicto XVI.

Sin embargo, la minoría parlamentaria del PiS, que amenazaba la gobernabilidad, no dejó de requerir una implicación en la política doméstica que el presidente desarrolló por los cauces institucionales formales. Entre tanto, en la arena partidista, Jaroslaw ejercía una influencia de primer orden en el curso político, hasta el punto de atribuírsele un fuerte ascendiente en las decisiones de su hermano, además de en la gestión de Marcinkiewicz, proyectado como un factótum tecnocrático a sus órdenes. Jaroslaw era visto también como un político más radical y expeditivo que Lech. Los nuevos intentos de arrastrar a Tusk a un Gobierno de coalición no prosperaron y a principios de abril el PiS tampoco consiguió que el pleno del Sejm aprobara su autodisolución prematura para acudir a elecciones anticipadas.

Jaroslaw, jefe del Gobierno en coalición con el Samoobrona y la LPR

Quienes pensaron que la ambición personal de Jaroslaw ya estaba satisfecha, se equivocaron. Los gemelos llevaban años acariciando la idea de titularizar las supremas magistraturas del poder ejecutivo. Una de las sillas, la Presidencia de la Republica, ya la había alcanzado Lech; quedaba por conquistar la otra, la jefatura del Gobierno, y sin intermediarios. Jaroslaw, en lo que mostró tanto talento como desparpajo, fue preparando el terreno para realizar lo que a finales de 2005 habría parecido de todo punto inaceptable, por mucha legitimidad democrática que tuviera el procedimiento.

El tándem Kaczynski, con Jaroslaw tomando las decisiones políticas y Lech ejecutando los formalismos institucionales, aceleró su pedaleo. El 27 de abril el PiS firmó con el Samoobrona y la LPR un pacto de coalición que alumbraba un bloque parlamentario de 240 diputados, nueve por encima de la mayoría absoluta. El 5 de mayo Lech nombró a Lepper y a Giertych viceprimeros ministros y ministros respectivamente de Agricultura y Educación. Además, el Samoobrona recibía los ministerios de la Construcción y de Trabajo y Política Social, y la LPR el de Economía Marítima, creado para la ocasión. La entrada de estos dos partidos extremistas en el Gobierno polaco, que suscitó viva preocupación en las capitales comunitarias, fue protestada por el ministro de Asuntos Exteriores, el europeísta independiente Stefan Meller, quien presentó la dimisión. Días después, el PiS designó para sucederle a una de los suyos, Anna Fotyga.

El siguiente y definitivo paso consistiría, lisa y llanamente, en defenestrar a Marcinkiewicz, que según los estudios demoscópicos gozaba de la aprobación popular y venía ofreciendo una línea pragmática en las relaciones exteriores de Polonia, si bien el presidente y miembros del Gabinete estaban criticando en duros términos el acuerdo ruso-germano para la construcción de un gasoducto directo entre los dos países a través del Báltico que soslayaba a Polonia, lo que era susceptible de interpretarse como una amenaza para la seguridad nacional. A pesar de todo, Kaczynski insistió en su deseo de mantener unas relaciones de buena vecindad con rusos y alemanes.

El 7 de julio de 2006 Marcinkiewicz presentó la dimisión tan pronto como el Consejo Político Nacional del PiS, sin explicar las razones de este cambio de parecer, se pronunció a favor de que el presidente del partido asumiera las riendas del Gobierno de coalición. La rapidez con que Lech nombró primer ministro a su hermano, el 10 de julio, vino a confirmar que la decisión ya estaba tomada desde tiempo atrás, y que los gemelos tan sólo estaban aguardando el momento propicio para desembarazarse de Marcinkiewicz con cualquier pretexto, o incluso sin él.

El 14 de julio tuvo lugar la insólita ceremonia, contemplada con estupefacción por la opinión pública: Lech Kaczynski recibiendo a su hermano Jaroslaw en el Palacio Presidencial de Varsovia para tomarle juramento y entregarle el acta de nombramiento como primer ministro de Polonia. Con la asunción por quienes popularmente eran apodados los patitos por su físico achaparrado y su bamboleante forma de caminar (pero también porque kaczynski es una derivación gramatical de kaczka, que significa pato en polaco), de las dos máximas oficinas del poder ejecutivo, Polonia se convertía en el primer país del mundo en ser gobernado al alimón por dos hermanos gemelos. La única analogía que acudía a la mente era la de Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de Roma en el 753 a. C.

El flamante primer ministro comunicó su plan de intenciones, que, salvo el punto de la reforma constitucional, puesta en el congelador, reincidía en el programa electoral de 2005: defensa firme de los intereses nacionales en la UE; resguardo de la "plena soberanía" en todo lo relacionado con los valores morales y familiares; fortalecimiento de la estrategia nacional de seguridad energética; lucha sin cuartel contra la corrupción y la burocracia parásita estatal; inversiones públicas para el aumento de la producción y la creación de empleo; y la cuestión más peliaguda de todas, ajustar las cuentas con los antiguos colaboradores de los servicios secretos, lo que podía verse como una vuelta de tuerca en la purificación de las instituciones de su pasado comunista.

Los hermanos hicieron una demostración de solvencia, ya que no tardaron en realizar el grueso de sus promesas. Pero el precio fue muy elevado: un gobierno sumido en el desbarajuste y el negativismo, que terminó naufragando prematura y estrepitosamente entre la crispación generada por sus políticas sectarias, su nacionalismo obstruccionista en el seno de la UE y las tormentosas relaciones de sus integrantes.

Una porfiada estrategia de reafirmación nacional, moralización social y depuración anticomunista

La "revolución moral" preconizada por el PiS dio un paso firme con la aprobación por la Asamblea y su firma por el presidente, en noviembre de 2006, de la nueva Ley del Blanqueo o Ley de Lustración, que otorgó al Instituto de la Memoria Nacional (IPN), custodio de los archivos de los servicios secretos del antiguo régimen, la titularidad del registro de los ex confidentes de la policía comunista y la capacidad de expedir certificados de "limpieza política", sin los cuales no podían ejercer en la administración y las empresas del Estado ni desempeñar funciones públicas en el derecho, el periodismo o la academia, incluso si se trataban de profesionales privados, hasta 700.000 personas, incluidas en 53 categorías laborales y nacidas antes de 1972.

La nueva ley, en vigor desde el 15 de marzo de 2007, sustituía a la anterior de 1997-1998, más suave, que afectaba a los aspirantes a cargos de elección popular y a otros de alto nivel en los tres poderes y la administración civil del Estado. Con la nueva ley, quienes no superasen la "lustración" por mentir en sus currículos podían ser despedidos, inhabilitados por un período de años y sus identidades ser divulgadas en Internet.

El 22 de septiembre, la Ley de Lustración no había terminado de tramitarse cuando Lech destituyó a Lepper como viceprimer ministro y ministro de Agricultura en respuesta a la petición de su hermano, que estaba molesto por las críticas del sindicalista agrario a la labor del Gobierno en múltiples campos. Se trató de un puñetazo en la mesa para renegociar la continuidad del Samoobrona en el Gabinete, en efecto renovada el 16 de octubre.

A continuación, el presidente y el primer ministro entablaron un duro pulso con los socios comunitarios, quienes no sabían muy bien a cuál de los dos recurrir para arreglar el desencuentro, al condicionar la luz verde polaca al arranque en Helsinki de las negociaciones comerciales y energéticas entre la UE y Rusia (las cuales debían allanar el camino para la adopción de un nuevo Acuerdo de Asociación y Cooperación) a la garantía por el país vecino de un doble cumplimiento: la ratificación de la Carta de la Energía, que aseguraba a las empresas europeas el acceso al mercado ruso de la energía, y el levantamiento del bloqueo a las exportaciones polacas de productos cárnicos y agrícolas.

A partir de febrero de 2007 los tratos con Moscú se deterioraron mucho más desde el momento en que Varsovia —al igual que Praga— anunció su disposición a acoger la instalación de elementos del sistema del escudo antimisiles proyectado por Estados Unidos. El principio de cooperación de Kaczynski con el polémico plan armamentístico de la Administración de George Bush, confirmada en persona al mandatario en su visita a Polonia en junio, no ayudó tampoco a disipar la desconfianza que seguía flotando en las relaciones con Berlín, donde la canciller Angela Merkel, presidenta de turno del Consejo Europeo, intentó infructuosamente que su homólogo polaco se implicara en el proyecto de reactivar el Tratado Constitucional europeo transmutado en un Tratado de Reforma.

La obstinación de los Kaczynski, que aseguraban estar "dispuestos a morir" por ello, en oponerse a la propuesta alemana del Tratado de Reforma porque conservaba el sistema de voto definido por el difunto Tratado Constitucional (al tenerse en cuenta la población, el peso porcentual de Polonia en el Consejo bajaba al 7,6% desde el 7,8% otorgado por el Tratado de Niza como equivalencia de sus 27 votos fijos) y pretendía ponerlo en marcha en 2009, se prolongó hasta el Consejo Europeo de Bruselas del 21 y el 22 de junio de 2007. Entonces, Merkel, cuyo país era el que más se beneficiaba con el nuevo sistema de voto (Alemania duplicaba su peso decisorio en el Consejo, hasta el 16%), arrancó el visto bueno de Lech a estas condiciones: se mantenía el mecanismo de 55%-65%, pero su entrada en vigor se postergaba hasta 2014; además, el sistema de Niza podría seguir usándose de manera transitoria hasta 2017 si Polonia o cualquier otro Estado lo solicitaba para determinadas votaciones.

Kaczynski, en un éxito inesperado, vio satisfecha también su demanda de introducir una excepción o "cláusula de moralidad" en la Carta de los Derechos Fundamentales proclamada por el Tratado. Así, la Carta "no afecta en modo alguno al derecho de los Estados miembros a legislar en el ámbito de la moral pública, el Derecho de familia y la protección de la dignidad humana y el respeto de la integridad física y moral humana", rezaba la Declaración unilateral de Polonia, incluida como un furtivo pie de página en las Conclusiones de la Presidencia.

La interpretación inmediata de esta dispensa era que facilitaría la presentación en la Asamblea polaca de proyectos de ley como el patrocinado por el viceprimer ministro Giertych, quien quería prohibir la divulgación de cualquier referencia a la homosexualidad en todos los centros educativos del país y expulsar a gays y lesbianas de las plantillas docentes de escuelas y universidades. La propuesta del líder de la LPR, hecha en marzo, había concitado fuertes críticas de la Comisión Europea y la ONG Human Rights Watch, y empeorado la mala imagen europea e internacional de la Polonia de los Kaczynski, por lo que el Gobierno se avino a darle carpetazo.

El asentimiento in extremis de los hermanos en Bruselas, obtenido tras unas gestiones contrarreloj que involucraron además al francés Nicolas Sarkozy, al británico Tony Blair, al español José Luis Rodríguez Zapatero y al presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, permitió la aprobación del borrador del Tratado de Reforma y el arranque de una Conferencia Intergubernamental para la adopción del mismo.

Fracaso del Gobierno del PiS, cohabitación con el liberal Tusk y nuevas exigencias europeas

La determinación de los Kaczynski a hacer pagar a todo antiguo informador de la policía de la dictadura con la revelación pública, la exclusión laboral y el oprobio contextualizó las dimisiones en febrero de 2007 de los ministros de Defensa, Radoslaw Sikorski, e Interior, Ludwik Dorn. Sus bajas (Dorn continuó como viceprimer ministro hasta abril, cuando fue elegido mariscal del Sejm), más allá de las informaciones sobre determinadas desavenencias e intrigas de despacho, quedaron también sin explicar y causaron tanta más extrañeza cuanto que estaban considerados dos oficiales fidelísimos a los hermanos, cuyos postulados compartían en un cien por cien; de hecho, Sikorski había generado un pequeño escándalo al comparar el gasoducto ruso-germano del Báltico con el Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 para el reparto de Polonia.

Los reveses políticos empezaron a acumularse en 2007. El 11 de mayo, el Tribunal Constitucional dictaminó que la parte de la nueva Ley de Lustración que obligaba a confesar antes del 15 de mayo, bajo amenaza de despido, a cientos de miles de profesionales liberales y empresarios (todos los afectados, salvo los políticos, los jueces y los altos funcionarios) si habían espiado para el aparato de seguridad comunista, violaba la Carta Magna. También era inconstitucional publicar los nombres de los ex colaboradores en Internet. Kaczynski, el presidente, defendió hasta la víspera la polémica ley, que "no amenazaba la democracia" y cuya anulación sería "muy triste y lamentable". Pero una vez conocida la sentencia de la alta corte, mantuvo un respetuoso mutismo institucional.

A continuación, Lech fue testigo del imparable naufragio del Gobierno que presidía su hermano. El 9 de julio Jaroslaw despidió a Lepper del Gabinete, aparentemente para zafarse del daño político que acarreaba la implicación del líder agrario en un presunto caso de soborno. El 5 de agosto el Samoobrona anunció su retirada de la coalición, mientras su líder culpaba de la ruptura a los hermanos, que les habían "declarado la guerra" con su práctica sistemática de decidir por su cuenta las medidas importantes sin consultar con los socios y saltándose el programa común.

Los Kaczynski, puesto que el PiS y la LPR quedaban en minoría, se pronunciaron a favor de celebrar elecciones anticipadas y sus siguientes movimientos, verdaderos torpedos contra el propio Gobierno, precipitaron precisamente ese desenlace. El 8 de agosto, a los seis meses después de nombrarle, el primer ministro destituyó al popular titular del Interior, el ex fiscal nacional Janusz Kaczmarek, por resultarle sospechoso de haber alertado a Lepper de que estaba siendo investigado por la Oficina Central Anticorrupción. El 11 de agosto Jaroslaw, previo pacto con Tusk, anunció la convocatoria del adelanto electoral para el 21 de octubre y dos días más tarde Lech comunicó a Giertych y su colega Rafal Wiechecki, así como a los dos ministros del Samoobrona, que ya no formaban parte del Gobierno. El tripartito salido de los comicios de 2005 había terminado.

Revancha electoral de la Plataforma Cívica

Los Kaczynski (aunque sólo Jaroslaw se jugaba el puesto) afrontaban las elecciones adelantadas en unas circunstancias hasta cierto punto paradójicas. Su legado económico era positivo, incluso fasto, ya que la producción crecía a buen ritmo (por encima del 6% interanual) y apenas generaba inflación (la tasa andaba en el 2%), el paro se había reducido considerablemente (hasta el 9%) y el déficit público había descendido a la mitad (hasta el 2% del PIB). Pero su gestión política, cuajada de destemplanzas y hostil a las fórmulas de compromiso, había provocado desconcierto, irritación y caos tanto en casa como en la UE. Como resultado, los sondeos eran claramente desfavorables al PiS, que casi con seguridad sería derrotado por la PO de Tusk.

A finales de agosto, aún antes de votar el Sejm la expiración de la legislatura, le estalló al oficialismo un sonoro escándalo político: la denuncia por varios diputados, entre ellos el ex ministro Kaczmarek (al tiempo que era detenido por orden de la Fiscalía acusado de entorpecer la investigación sobre el presunto caso de corrupción en el Ministerio de Agricultura que afectaba a Lepper, el cual, por su parte, juraba ser víctima de una encerrona), de que el Gobierno había utilizado los servicios secretos para espiar con fruición a políticos y periodistas. En septiembre, el presidente viajó por primera vez a Rusia, al bosque de Katyn, al oeste de Smolensk, para rendir homenaje a los 22.000 oficiales polacos prisioneros de guerra asesinados por orden de Stalin en 1940. En Katyn, Kaczynski pidió a Rusia que no olvidara esta masacre cometida por la URSS, que se enmarcaba "en el periodo más cruel de la historia de nuestra civilización", pero rehusó continuar viaje hasta Moscú para entrevistarse con las autoridades del Kremlin.

Una vez comenzada oficialmente la campaña, el PiS remontó posiciones con brío, obligando a reaccionar a Tusk, que, al revés de lo sucedido dos años atrás, fue virulento en sus ataques a los Kaczynski. Sin embargo, en la recta final de la campaña, el opositor consiguió deshacer el virtual empate, tal que el 21 de octubre de 2007 los justicialistas, con el 32,1% de los votos y 166 escaños, fueron superados por los cívicos, ganadores de la jornada con el 41,5% de los votos y 209 diputados. Para los Kaczynski, se trató de una derrota no amarga, ya que incluso mejoraron notablemente los resultados de 2005. Los platos rotos del fracaso del Gobierno de la derecha los pagaron el Samoobrona y la LPR, que vieron evaporarse la práctica totalidad de sus votos y se quedaron fuera de la Asamblea.

El 5 de noviembre Jaroslaw presentó la dimisión a su hermano y éste, cuatro días más tarde, encargó formar gobierno a Tusk, quien el 16 de noviembre se estrenó como primer ministro coaligado con los campesinos de Waldemar Pawlak y con un programa de revisión o ruptura de las políticas precedentes, lo que se traduciría en un liberalismo económico sin complejos, la normalización de las relaciones constructivas con los socios europeos, la fijación de un horizonte para el ingreso en la eurozona (en 2012), el relanzamiento del diálogo con Rusia, la ponderación de las ventajas e inconvenientes del escudo antimisiles, el paso de página al revisionismo histórico y fin del ajuste de cuentas anticomunista. Dadas sus limitadas atribuciones constitucionales, ya que el sistema polaco concentra los poderes ejecutivos en el Gobierno, poco o nada era lo que Kaczynski podía hacer para frenar este programa, salvo en el terreno de las relaciones internacionales.

Contrariamente a lo apuntado por algunos observadores, Kaczynski no se opuso al nombramiento como ministro de Exteriores de Sikorski, a quien consideraba un traidor por haberse pasado a la PO tras su marcha del Gobierno, pero el presidente no tardó en marcar su cota de potestad en política exterior expresando su rechazo al anuncio por el flamante primer ministro de que estaba dispuesto a levantar el veto polaco al ingreso de Rusia en la OCDE a condición de que Rusia hiciera lo mismo con el embargo a las importaciones de carne polaca.

Renuencia a ratificar el Tratado de Lisboa

En el contexto de la campaña de las legislativas, Lech y su hermano, para consternación de los gobiernos socios, volvieron a ensombrecer los trabajos europeos al exigir para su país más margen de maniobra en el Consejo sobre la base del llamado compromiso de Ioánnina de 1994 (la facultad de suspender, en circunstancias excepcionales, la aplicación de un acuerdo que genere cierto rechazo y someterlo a nuevo examen aun cuando el Consejo no alcance la minoría de bloqueo preceptiva, de cuatro estados miembros), así como la presencia de un abogado general polaco en el Tribunal de Luxemburgo y la capacidad de vetar los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Los Kaczynski volvieron a salirse con la suya y en el texto definitivo del Tratado de Reforma, aprobado el 19 de octubre en la cumbre informal de gobernantes en Lisboa, figuraba un protocolo adjunto que resucitaba el compromiso de Ioánnina, al que el Tratado de Niza había puesto término. El 13 de diciembre en la capital portuguesa, los plenipotenciarios del presidente, Tusk y Sikorski, unieron sus rúbricas a la página de firmas del Tratado.

Ni la tercera gran concesión a Polonia, luego del retraso de la entrada en vigor del nuevo sistema de voto en el Consejo y de la excepcionalidad nacional (también protocolizada) en la vinculación jurídica de la Carta de los Derechos Fundamentales, ni la baja gubernamental de su hermano, con el que ya no podría hacer una formidable piña institucional ante los mandatarios europeos, disuadieron al presidente de seguir poniendo pegas en relación con el Tratado de Lisboa y la Carta de los Derechos Fundamentales.

Pero Kaczynski también sabía componer. El jefe del Estado polaco asumió sin estridencias el levantamiento por Tusk de los vetos a las negociaciones que afectaban a Rusia para su ingreso en la OCDE y la renovación de su Acuerdo de Asociación y Cooperación con la UE, y acordó con el primer ministro dar el impulso necesario a la ratificación parlamentaria del Tratado de Lisboa; de hecho, Lech se encargó de convencer al siempre recalcitrante Jaroslaw, que venía arremetiendo contra el nuevo posibilismo diplomático de Tusk, de la necesidad de que el PiS votara a favor del texto, declaración hecha de la supremacía de la Constitución polaca frente a la Carta Europea. Como resultado, el Tratado fue ratificado por el Sejm el 1 de abril de 2008 y por el Senado en la jornada siguiente.

El 9 de abril Kaczynski validó en ley la ratificación parlamentaria, pero todavía le quedaba firmar, conforme a la Constitución, el instrumento de ratificación específico de la Presidencia. El 12 de junio de 2008 el proceso de ratificación polaco, prácticamente ultimado, se hallaba en ese compás de espera cuando Irlanda hizo sonar las sirenas al ganar el no en su referéndum sobre el particular. El resultado de la consulta irlandesa hizo resurgir con fuerza en Kaczynski sus nunca superados recelos con el Tratado. El 1 de julio el presidente, en una reacción que no por temida dejó de sorprender a los socios comunitarios, anunció que no tenía la intención de firmar el Tratado hasta que éste no superara el bloqueo irlandés. De todas maneras, advertía, el documento de Lisboa, visto lo sucedido, "ya no tenía sentido".

Durante un año largo, Kaczynski se mantuvo en sus trece, aunque la sensación general fue que el presidente no estaba realmente decidido a llevar su actitud hasta el final, sino que su objetivo real sería adquirir popularidad entre los votantes de la derecha nacionalista y marcar las distancias de Tusk, quien le pidió una y otra vez que reconsiderara su posición. Ya el 4 de julio, en conversación telefónica, Kaczynski aseguró a Sarkozy que su país "no sería un obstáculo" en el proceso de ratificación del Tratado. Justamente, esa era la condición que parecía asumir y de manera deliberada el presidente checo, Václav Klaus, al que sí podía llamársele con toda propiedad euroescéptico.

Manifestaciones de resquemor con Rusia

A la espera de un desenlace en el embrollo irlandés, Kaczynski endureció el tono de sus apreciaciones sobre Rusia. Durante la invasión rusa de Georgia en el mes de agosto a causa del separatismo de Osetia del Sur, el polaco fue, junto con el ucraniano Yushchenko y los presidentes de las tres repúblicas bálticas, el dirigente europeo que con más vehemencia condenó el "acto de agresión" del Kremlin y apoyó al presidente georgiano, Mijeil Saakashvili. Asimismo, transmitió su firme protesta por el reconocimiento por Moscú de las independencias de las repúblicas georgianas de Osetia del Sur y Abjazia.

Kaczynski, además, echó en cara a la UE que no fuera "mucho más decidida" en esta crisis, haciendo saber a Rusia que "los tiempos imperiales han terminado", y se quejó de que las decisiones comunes de la organización fueran tomadas "una vez más" por el eje franco-alemán. "Decir que la UE tiene una política común hacia Rusia es una broma. Porque, ¿qué política sería esa? ¿de sumisión?", manifestó al diario Rzeczpospolita. También, opinó que Bruselas no debía reanudar las negociaciones del nuevo pacto comercial, suspendidas por el Consejo Europeo extraordinario del 1 de septiembre como medida de presión a Rusia para que evacuara sus tropas de Georgia, lo que le granjeó la amonestación de Tusk y Sikorski. En octubre, el presidente hizo caso omiso de las exhortaciones de Tusk, que esta vez quería defender los intereses nacionales en solitario, y se plantó por su cuenta en el Consejo Europeo de Bruselas que debía hacer balance del acuerdo ruso-europeo sobre Georgia, adoptar el Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo, y evaluar el estado de los trabajos en materia de seguridad energética y lucha contra el cambio climático.

El 23 de noviembre de 2008 el malestar de Kaczynski con Rusia se puso al rojo vivo por los disparos efectuados a unas decenas de metros del vehículo blindado que le conducía junto con su anfitrión, Saakashvili, desde el aeropuerto de Tbilisi a las proximidades de la línea de demarcación sudosetio-georgiana, en el curso de una visita de inspección y respaldo político que, por lo que se veía, no estaba exenta de riesgos. Pese a que la zona oficialmente ya estaba desalojada de tropas rusas, el presidente polaco no dudó en acusar a Moscú de orquestar el tiroteo con intenciones intimidatorias. El Gobierno ruso negó categóricamente la imputación y responsabilizó del incidente a las propias autoridades georgianas, que habrían montado una maniobra de provocación. A los pocos días, los servicios secretos polacos, en un informe de investigación filtrado a la prensa, daban una versión del suceso que coincidía con la tesis de Moscú.

En enero de 2009 Kaczynski diagnosticó que la UE tenía "un problema de blandura política" con respecto a Rusia y pidió explicaciones a Yushchenko por el último acuerdo ruso-ucraniano en materia de gas. En mayo siguiente, de visita en Serbia, el presidente indicó que aunque el Gobierno de su país, dentro de sus competencias constitucionales, había reconocido la independencia de Kosovo, él no creía correcto dar ese paso.

El primero de septiembre de 2009, la conmemoración conjunta por una veintena de gobernantes europeos en el puerto de Gdansk, la antigua Danzig, del 70º aniversario de la invasión alemana de Polonia y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial la vivió Kaczynski con decepción y un punto de amargor porque el primer ministro ruso, Putin, si bien ensalzó "la valentía y el heroísmo" de los polacos en la contienda, condenó como "inmoral" el pacto nazi-soviético de 1939 y calificó de "crimen" la matanza perpetrada en Katyn por la NKVD estalinista, no pidió perdón por tales hechos como representante del principal heredero estatal de la URSS.

Kaczynski, al referirse a la "puñalada en la espalda" que supuso la invasión de Polonia oriental por el Ejército Rojo el 17 de septiembre de 1939, apuntó a la URSS como directa responsable, junto con el III Reich, del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y del martirio de Polonia. El presidente comparó también a Katyn con el Holocausto, subrayando su sensibilidad con la tragedia particular de los judíos polacos y dejando claro que su interés en el tradicionalismo incluía una ruptura radical con el pasado antisemita.

Tragedia nacional en los bosques de Smolensk

La abrumadora victoria del  en el segundo referéndum de Irlanda, el 2 de octubre de 2009, tuvo inmediatas repercusiones en Varsovia. Kaczynski anunció que era el momento de ratificar el Tratado de Lisboa. Las reacciones de alivio y satisfacción recorrieron las capitales comunitarias, que se aprestaron a concentrar sus presiones en el último escollo nacional, Praga.

El 10 de octubre el presidente, en un acto revestido de solemnidad, bajo la mirada atenta de Durão Barroso, el primer ministro sueco y presidente de turno del Consejo Europeo, Fredrik Reinfeldt, y su compatriota el ex primer ministro Buzek, ahora presidente del Parlamento Europeo, efectuó el esperado movimiento de estilográfica. La ceremonia incluyó un discurso del mandatario, que hizo votos porque la UE se mantuviera como una "unión estricta de estados-nación" y continuara ampliándose con las inclusiones de Ucrania, Georgia y los países balcánicos del sur.

Como abriéndose a una nueva etapa de posibilismo exterior, a principios de enero de 2010 Kaczynski invitó a su colega de Rusia, Dmitri Medvédev, a visitar Auschwitz el 27 de ese mes con motivo del 65º aniversario de la liberación por el Ejército soviético del campo de exterminio nazi. El mandatario ruso optó por no asistir, aunque durante la ceremonia emitió un discurso en video. Días después, al comenzar febrero, Putin invitó a Tusk a los actos del 70º aniversario de la matanza de Katyn, que tendrían lugar en el bosque próximo a Smolensk el 10 de abril. El primer ministro aceptó, pero además Kaczynski terció indicando que él también quería ir para homenajear a las víctimas, repitiendo la visita efectuada en 2007, pero dándole un rango oficial y de la máxima solemnidad. El Gobierno ruso, cogido por sorpresa, aceptó.

El 7 de abril Tusk se adelantó e inició los actos en Katyn junto con Putin, quien, en un gesto sin precedentes, rindió tributo a los oficiales polacos asesinados en 1940. Kaczynski programó su llegada para el 10, sábado, día de la conmemoración oficial que organizaba el Consejo Polaco para la Protección de los Sitios de Lucha y Martirio (ROPWiM), acompañado de su esposa Maria y al frente de una nutrida delegación nacional que incluía a representantes del Parlamento y las instituciones del Estado, los máximos mandos de las Fuerzas Armadas, eclesiásticos y personalidades de la vida cultural y la preservación de la memoria histórica polaca.
 

El 10 de abril de 2010 el avión presidencial, un Tupolev Tu-154M, con 96 personas a bordo (89 pasajeros y 7 tripulantes), despegó de Varsovia pasadas las siete de la mañana. Cuando se aproximaba al Aeropuerto Norte de Smolensk, se encontró con unas pésimas condiciones meteorológicas. Una densa niebla cubría las pistas del antiguo aeródromo militar y la visibilidad era casi nula, así que la torre de control recomendó al piloto que desviara el vuelo y tomara tierra en Moscú o bien en Minsk, la capital de Bielarús, que se encontraban respectivamente a 370 y 300 km de distancia.

Pese a reiterar su advertencia los controladores, el piloto se empeñó en mantener el plan de vuelo. El personal de tierra y paisanos de los alrededores fueron testigos de cómo el trimotor polaco efectuó tres pasadas en círculo a muy baja altura. Al cuarto intento, el avión chocó contra las copas de unos árboles que se encontraban a unos pocos cientos de metros del final de la pista, perdió el control y se estrelló minutos antes de las once de la mañana, en hora local. El lugar del siniestro se encontraba a 19 km al este del memorial del bosque de Katyn.

Tras una breve incertidumbre, los equipos de rescate confirmaron los peores pronósticos: el aparato estaba completamente destrozado, fragmentado en pedazos en llamas, y no había supervivientes. Las noticias de la tragedia aérea en Rusia provocaron una conmoción indescriptible en Polonia, que encajó la desaparición de golpe de su presidente y una parte de su clase dirigente política e intelectual, precisamente —y esto hacía la pérdida más dolorosa— cuando acudían a conmemorar la aniquilación, aquella vez deliberada, de otra élite histórica. La lista de víctimas, debido a la relevancia de los pasajeros y su única nacionalidad, no tenía precedentes en la historia de la aviación mundial en tiempos de paz (o en cualquier tiempo). Además del matrimonio Kaczynski, perecieron en el accidente:

El último presidente de la República en el exilio (1989-1990), Ryszard Kaczorowski; el presidente del Banco Nacional, Slawomir Skrzypek; el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Franciszek Gagor, junto con los comandantes en jefe del Ejército de Tierra, la Fuerza Aérea y la Armada, y otros altos oficiales; los viceministros de Defensa, Stanislaw Komorowski, de Asuntos Exteriores, Andrzej Kremer, y de Cultura y Patrimonio Nacional, Tomasz Merta; los vicemariscales del Sejm Krzysztof Putra y Jerzy Szmajdzinski (también ex ministro de Defensa), y la vicemariscal del Senado Krystyna Bochenek; un total de 18 diputados y senadores de cinco partidos (sin faltar el PiS, que quedó diezmado), incluidos los ex viceprimeros ministros Przemyslaw Gosiewski e Izabela Jaruga-Nowacka, otros dos ex ministros y Maciej Plazynski, el antiguo mariscal del Sejm y líder de la PO; 16 responsables civiles y militares adscritos a la Cancillería presidencial y su servicio de protección, entre ellos el propio jefe de la Cancillería y ex ministro del Interior, Wladyslaw Stasiak; otros altos funcionarios del Estado, como el jefe de la Oficina de Seguridad Nacional (Aleksander Szczyglo, asimismo ex ministro de Defensa), el Defensor del Pueblo y el jefe del Comité Olímpico Polaco; clérigos y capellanes castrenses de las iglesias católica, luterana y ortodoxa; una docena de artistas, historiadores, ex combatientes y cabezas de organizaciones relacionadas con los episodios de la Segunda Guerra Mundial; y una decena de representantes de las familias de las víctimas de Katyn.

A la lista de víctimas habría podido sumarse Jaroslaw Kaczynski, quien tenía reservado asiento en el Tupolev junto con Lech pero que en la víspera del vuelo decidió quedarse en tierra a causa del delicado estado de salud de su octogenaria madre, ingresada en un hospital de la capital con una obstrucción pulmonar, y a la que ahora se le ocultó lo que le había sucedido a su otro hijo. El malhadado sustituto de Jaroslaw fue Przemyslaw Gosiewski, vicepresidente del partido.

En Varsovia, pese a la vacancia en masa de titulares institucionales, los mecanismos constitucionales democráticos empezaron a operar de manera automática, disolviendo el temor a un vacío de poder con consecuencias perniciosas. Además, el Consejo de Ministros, puesto que ningún responsable de cartera había estado a bordo del aparato siniestrado, permanecía plenamente funcional.

La baja de Kaczynski en la jefatura del Estado fue cubierta por el mariscal del Sejm desde 2007, Bronislaw Komorowski, de la PO. Como presidente de la República en funciones, la primera disposición de Komorowski fue decretar siete días de luto nacional. Ahora, Komorowski tenía un plazo de 14 días para convocar elecciones presidenciales anticipadas, a celebrar en los 60 días posteriores a su anuncio. El adelanto electoral sólo sería de tres o cuatro meses con respecto a la fecha inicialmente prevista, ya que los comicios originales iban a tener lugar en septiembre u octubre. A los mismos iba a presentarse Kaczynski, que ya había obtenido la nominación de su partido y al que sólo restaba hacer oficial su candidatura reeleccionista. Su compañero de infortunio de la SLD, Jerzy Szmajdzinski, iba a enfrentársele en las urnas. Komorowski mismo era el candidato del partido gobernante y hasta el accidente era favorito en las encuestas.

Mientras se procedía a la recuperación e identificación de los restos mortales de Kaczynski y los demás ocupantes, y comenzaban los preparativos de la repatriación de los cuerpos, un aluvión de declaraciones de consternación y mensajes de pésame inundó a la estupefacta opinión pública polaca. Kaczynski no había sido un presidente especialmente popular, y los últimos sondeos, muy poco propicios, hacían improbable su reelección en el otoño. Sin embargo, su trágica muerte junto con la flor y la nata del liderazgo polaco en diversos ámbitos desató un sentimiento suprapartidista de respeto y unidad nacional. La emoción y la tristeza embargaron a quienes habían sido adversarios políticos y detractores implacables del estadista fallecido.

Así, Tusk afirmó que "el mundo moderno no ha visto nunca un drama como éste" y que el país vivía "el acontecimiento más trágico desde la Segunda Guerra Mundial", antes de trasladarse de urgencia a Smolensk junto con su desolado predecesor en el cargo, Jaroslaw Kaczynski, quien se encargó de identificar el cadáver de su hermano. Para Walesa, sólo podía hablarse de una "tragedia inimaginable" y una "desgracia inconcebible".

Desde el exterior, Medvédev y Putin presentaron sus condolencias, se pusieron a disposición de las autoridades polacas y ordenaron la creación de una comisión especial de investigación para precisar las causas del desastre, aunque ya resultaba bastante claro que éste se había tratado de un accidente provocado por una climatología adversa y una maniobra temeraria del piloto, aunque al punto surgió la hipótesis de que el comandante del vuelo habría podido ser urgido por Kaczynski a que intentara aterrizar a toda costa, para no llegar tarde al homenaje en Katyn o forzar su retraso. Según otro piloto presidencial, Kaczynski había dado instrucciones así en el pasado. Otra pregunta que se formulaba la opinión pública era por qué tantas autoridades viajaban en un mismo vuelo. En Polonia, a diferencia de otros países, no existían reglas de precaución sobre la composición de pasajes oficiales. El ex presidente Kwasniewski declaró que, indudablemente, se habían cometido errores logísticos de esa índole.

Los forenses y peritos polacos obtuvieron pleno acceso al lugar del siniestro para trabajar en equipo con sus colegas rusos, y la rápida recuperación de las cajas negras permitió descartar averías, incendios a bordo o cualesquiera problemas técnicos en el Tupolev, un aparato construido en Rusia para la Fuerza Aérea Polaca hacía 20 años y que según la autoridad competente se encontraba en óptimas condiciones para volar. Los comentaristas destacaron que la catástrofe aérea, se veía desde ya, estaba sirviendo para acercar a Polonia y a Rusia hasta cotas nunca vistas de solidaridad y complicidad. La televisión estatal rusa Rossiya-1 emitió en horario de máxima audiencia la película Katyn, filme de recreación histórica realizado en 2007 por el director polaco Andrzej Wajda (quien de hecho contó con el "patrocinio honorífico" de Kaczynski para este rodaje) y que todavía no se había distribuido comercialmente en Rusia.

Los gobernantes de la UE y de numerosos países del resto del mundo transmitieron sus pésames a Polonia. Muy sentido y agradecido fue el del georgiano Saakashvili, quien condecoró a Kaczynski a título póstumo con la Orden del Héroe Nacional de Georgia. Aparte de Polonia y Rusia, 22 países decretaron uno o más días de luto oficial.

El 11 de abril, tras recibir el emotivo homenaje floral de Tusk y Putin (quien tuvo el gesto de abrazar al afligido gobernante polaco, rompiendo con su habitual frialdad) en el lugar del accidente y horas más tarde honores militares en el aeródromo ruso con Putin de nuevo presente, el ataúd con el cuerpo del presidente fue introducido en un avión de la Fuerza Aérea Polaca y repatriado desde Smolensk a Varsovia. No le acompañaba el féretro de Maria Kaczynska, que no se encontraba entre las 24 víctimas identificadas hasta el momento. En la pista del aeropuerto militar de Varsovia le aguardaban sus familiares y los principales responsables políticos, con Tusk, Komorowski y el viceprimer ministro Pawlak, así como Buzek, a la cabeza. Jaroslaw y Marta Kaczynska, la huérfana, se arrodillaron ante el féretro, envuelto en la bandera polaca y escoltado por cuatro oficiales con los sables desenvainados, y lo besaron.

Seguidamente de la recepción y los honores, el cortejo fúnebre recorrió las calles de la capital hasta el Palacio Presidencial, ya arropado por miles de flores, velas, crucifijos, banderas y fotos de los fallecidos, en cuya capilla el ataúd fue depositado. A lo largo del recorrido, decenas de miles de polacos rindieron tributo a Kaczynski lanzando flores al paso del coche funerario. El 13 de abril se recibieron los restos de la esposa del presidente y la capilla ardiente, con los dos ataúdes, fue abierta al duelo de los varsovianos.

Ese mismo día se anunció que, por voluntad de la familia, Kaczynski y su esposa serían enterrados, no en la Catedral de Varsovia, última morada de los presidentes republicanos, sino en la histórica Basílica Catedral de San Estanislao y San Wenceslao anexa al Castillo Real de Wawel en Cracovia, que era el mausoleo reservado a los reyes, glorias literarias y grandes dirigentes políticos y militares. En este santuario nacional estaban inhumados entre otros el general Tadeusz Kosciuszko, héroe de la lucha contra los repartos de Polonia en el siglo XVIII, el mariscal y jefe del Estado Józef Pilsudski, forjador de la moderna Polonia independiente, y el general Wladyslaw Sikorski, primer ministro en el exilio y líder de la resistencia antinazi durante la Segunda Guerra Mundial, la última personalidad enterrada allí. La decisión no gustó a extensos sectores de la población que habían discrepado de las políticas de Kaczynski pero que a raíz de su muerte habían abrazado una actitud de unidad patriótica. A juicio del diario Gazeta Wyborcza, se trataba de una elección "precipitada" y "emocional".

Los preparativos del sepelio nacional siguieron su curso, pero, sin solución de continuidad, se planteó el problema de la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull, que provocó el cierre de buena parte del espacio aéreo europeo y que amenazaba con impedir la asistencia a los funerales de muchos jefes de Estado y de Gobierno que habían confirmado su presencia en Cracovia. La familia Kaczynski y el Gobierno acordaron que el calendario fúnebre siguiera adelante sin retrasos ni modificaciones. La decisión sobre el entierro en Wawel pudo motivar que al servicio religioso conducido el 17 de abril en la varsoviana plaza de Pilsudski por el decano del Colegio Cardenalicio y representante vaticano, Angelo Sodano, acudieran algo más de 100.000 personas en lugar del millón y medio que las autoridades habían esperado. Por la tarde, los féretros con los restos de la pareja presidencial fueron trasladados a la Catedral de San Juan, donde el arzobispo de Varsovia, Kazimierz Nycz, y el primado de Polonia y arzobispo de Gniezno, Henryk Muszynski, oficiaron un funeral con la asistencia de la plana mayor de la clase política polaca.

Al día siguiente, 18 de abril, tuvo lugar en Cracovia el funeral de Estado propiamente dicho. En primer lugar, el cardenal Sodano celebró una misa de réquiem en la Basílica de Santa María. En el exterior, siguieron la ceremonia 150.000 personas. Concluida la ofrenda, los féretros fueron acarreados en un armón de artillería hasta el complejo de Wawel, precedidos por una parada militar y seguidos del cortejo mortuorio a pie encabezado por unos serenos Jaroslaw y Marta. Ya en la Catedral de Wawel, tuvo lugar una despedida litúrgica a cargo del cabeza de la archidiócesis, cardenal Stanislaw Dziwisz.

Varios mandatarios extranjeros, la mayoría centroeuropeos, pudieron personarse en Cracovia para dar su último adiós al estadista polaco, la mayoría al cabo de fatigosos viajes por carretera de cientos de kilómetros. Fueron los presidentes de Albania, Alemania, Eslovaquia, Eslovenia, Georgia, Hungría, Kosovo, Letonia, Lituania, Moldova, República Checa, Rumanía, Rusia y Ucrania, más los primeros ministros de Azerbaidzhán, Eslovaquia, Estonia, Hungría, Marruecos, República Checa y Ucrania. De los ex presidentes de la III República, no faltó Kwasniewski, pero se ausentó Walesa.

Cancelaron sus desplazamientos con antelación o se vieron bloqueados por las perturbaciones aéreas causadas por la nube de ceniza volcánica los presidentes de Afganistán, Austria, Bulgaria, Chipre, Croacia, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Irlanda, Islandia, Israel, Macedonia, Serbia, Suiza y Turquía; los primeros ministros de Alemania, Canadá, Corea del Sur, España, Grecia, Holanda e Italia; los monarcas de Dinamarca, España, Luxemburgo, Mónaco, Noruega y Suecia; así como el príncipe Carlos de Inglaterra, el presidente de la Comisión Europea, el presidente del Consejo Europeo y el secretario general de la OTAN.

Tras finalizar la ceremonia religiosa, los Kaczynski fueron sepultados en un sarcófago de alabastro colocado en la antecámara de la cripta catedralicia de Pilsudski. El 26 de abril, Jaroslaw, desmintiendo a quienes habían estimado que no se sobrepondría al golpe como para dar ese paso, anunció su decisión de presentarse a las elecciones convocadas el 20 de junio porque era menester "completar la misión" de su hermano.

(Cobertura informativa hasta 4/5/2010).

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