1. Ejecutivo de la banca privada2. Carreras en la administración estatal y la política de Gobierno3. Salto a la política electoral con el movimiento CREO4. Candidatura presidencial en 2013 frente a Rafael Correa5. Candidatura presidencial en 2017 frente a Lenín Moreno
1. Ejecutivo de la banca privada
Guillermo Lasso Mendoza procede de una familia guayaquileña de clase media y es el benjamín de once hermanos. Aunque su padre, don Enrique Lasso Alvarado, ejercía como funcionario del Estado, sus ingresos no cubrían enteramente las necesidades de su numerosa prole. Para terminar de sufragar sus estudios en el Colegio San José La Salle, prestigioso centro docente de Guayaquil, el muchacho hubo de emplearse en trabajos auxiliares a tiempo parcial en la Bolsa de Valores de la capital costeña y en varias firmas financieras, donde, siendo aún un adolescente, se familiarizó con las cuestiones económicas y bancarias. Tras completar el bachillerato en 1974, Lasso se matriculó en la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), en Quito, pero en el segundo año de carrera decidió abandonar las aulas para emprender sin dilación una carrera profesional en el sector privado y el mundo de las finanzas.
Así, en 1977, con 22 años, fue contratado como gerente por ProCrédito, S.A., empresa que era la representante en Ecuador de FeCrédito, a su vez una firma financiera fundada en Panamá por Danilo Carrera Drouet, quien era cuñado de Guillermo al estar casado con una de sus hermanas, María Eugenia. Ese mismo año Lasso conoció a la joven María de Lourdes Alcívar Crespo, con la que contrajo matrimonio en 1981. Entre 1985 y 1997 la pareja iba a tener cinco hijos, tres varones, Guillermo Enrique, Santiago y Juan Emilio, y dos chicas, María de Lourdes y María Mercedes.
En 1978 el emprendedor veinteañero puso en marcha su primera compañía, la Constructora Alfa y Omega, que dirigió conjuntamente con su hermano mayor Enrique. Dos años después, ProCrédito y FeCrédito se fusionaron para dar lugar a la Financiera del Sur, S.A. (Finansur), donde Lasso pasó a ocupar la vicepresidencia ejecutiva. En 1984, aún veinteañero, Lasso alcanzó la presidencia ejecutiva de Finansur en sustitución de Danilo Carrera, el cual pasó a hacerse cargo de la presidencia del Banco Guayaquil, firma adquirida por Finansur en tanto que principal accionista. Transcurrido un lustro, Lasso se convirtió en vicepresidente ejecutivo y gerente general del Banco Guayaquil, que un año más tarde, en 1990, formó una única sociedad anónima con Finansur. En 1994, finalmente, asumió la presidencia ejecutiva del Banco Guayaquil para cubrir la baja de su cuñado, quien se integró en la directiva de la Corporación Andina de Fomento (CAF), banco interestatal de desarrollo regional.
En todo este tiempo, Lasso hizo incursiones empresariales fuera del ramo bancario en la filial ecuatoriana de Coca-Cola y en Maquinarias y Vehículos, S.A. (Mavesa). También, asumió funciones gremiales en la patronal ecuatoriana, como presidente de la Asociación de Compañías Financieras del Ecuador (AFIN) y, ya en la década de los noventa, mientras hacía del suyo el segundo mayor banco del país gracias a la adquisición del Banco Sociedad General, como director y vicepresidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE). En tanto que directivo de la ABPE, Lasso recibió una vocalía en la Junta Monetaria del Ecuador en 1994, durante la Administración presidencial de
Sixto Durán-Ballén. Por otra parte, en 1993 cursó un Programa Avanzado en Dirección de Empresa (PADE) impartido por la IDE Business School de Guayaquil.
En mayo de 1997, mandando en el Palacio de Carondelet
Fabián Alarcón Rivera, Lasso y la presidenta de la Junta Monetaria, Ana Lucía Armijos, fueron imputados por la Corte Suprema de Justicia por su visto bueno, el año anterior, a una operación de rescate crediticio del Banco Continental, el cual se hallaba al borde de la quiebra, por valor de 485.000 millones de sucres. El préstamo, concedido por el Banco Central del Ecuador, estuvo rodeado de irregularidades. En el caso de Lasso, no hubo orden de prisión y el sobreseimiento del caso extinguió cualquier actuación penal en su contra.
2. Carreras en la administración estatal y la política de Gobierno
Destacado miembro de la élite financiera del país andino, Lasso fue en 1998 uno de los donantes de la campaña presidencial que llevó al poder al político democristiano y ex alcalde metropolitano de Quito
Jamil Mahuad Witt. Tras imponerse al magnate guayaquileño Álvaro Noboa Pontón y al socialdemócrata serrano (y ex presidente de la República)
Rodrigo Borja Cevallos, Mahuad gratificó a su proveedor de fondos otorgándole su primer cargo en el servicio público del Estado, la gobernación de la provincia de Guayas, de la que Guayaquil es capital. El nombramiento, efectivo el 10 de agosto de 1998 coincidiendo con la asunción presidencial de Mahuad, dio lugar a un mandato regional de un año de duración en el que Lasso adquirió una fama de intransigente con las reclamaciones laborales de los trabajadores públicos y de represor de las protestas sindicales en la provincia. La reputación de responsable preocupado ante todo por hacer cumplir la ley y preservar el orden se labró también con su campaña policial contra el crimen organizado que operaba en Guayas.
El 17 de agosto de 1999 Mahuad reclamó a Lasso para el Gobierno nacional como titular del puesto, creado para la ocasión, de ministro secretario de Economía. Lasso tenía como misiones coordinar las acciones de los ministerios de Finanzas y Energía, y convencer al empresariado local de la necesidad de subir el IVA, en mitad de la gravísima crisis financiera que convulsionaba el país y que en marzo anterior había empujado a Mahuad a decretar un traumático feriado bancario. El 24 de septiembre siguiente, apenas cumplido un mes en el cargo, el
superministro presentó la dimisión irrevocable en desacuerdo con la decisión de Mahuad de declarar una moratoria en el pago de parte de la deuda externa adquirida en bonos Brady.
Su salida prematura del Gobierno le evitó a Lasso ver su nombre inextricablemente asociado a la dolarización total de la economía ecuatoriana y el abandono de la moneda nacional, el sucre, mudanza histórica que Mahuad, con inmediatas consecuencias fatales para su presidencia, iba a oficializar en enero de 2000. La medida, extraordinariamente polémica, tenía muchos detractores feroces, pero no menos defensores ardientes, quienes señalaban el beneficio de la estabilidad cambiaria y el final de la escalada de los precios. Lasso estaba entre los segundos.
Luego de abandonar el Gobierno, el propietario bancario siguió vinculado a la administración pública como presidente del directorio de la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG), donde se mantuvo hasta los primeros meses del Gobierno de
Gustavo Noboa Bejarano, investido por el Congreso Nacional a raíz del derrocamiento de Mahuad en la asonada indígeno-militar de enero de 2000. En enero de 2003, el nuevo presidente, el ex coronel
Lucio Gutiérrez Borbúa, ofreció a Lasso el puesto de embajador en Estados Unidos dentro de su estrategia de política exterior para tranquilizar a la superpotencia norteamericana en el sentido de que él, contrariamente a lo aventado durante la campaña, no era ningún valedor del proyecto chavista bolivariano en Ecuador. El banquero declinó ese alto cargo diplomático, pero aceptó ser asesor económico y "embajador itinerante" del nuevo Gobierno. En los meses que desempeñó esta labor, Lasso encabezó misiones a Washington para preparar la visita de su jefe a la Casa Blanca y desbrozar el terreno para la reanudación del diálogo crediticio con el FMI.
Tras la caída de Gutiérrez en la revuelta civil de abril de 2005, la conocida como
rebelión de los forajidos, el potentado guayaquileño no recibió nuevos nombramientos oficiales de los presidentes
Alfredo Palacio González, el sucesor constitucional de Gutiérrez, y, desde enero de 2007,
Rafael Correa Delgado, el economista de izquierda triunfador en las elecciones de noviembre de 2006, si bien mantuvo consultas con este último y renovó su membresía en la CAF, a la que se había incorporado en 2003. No obstante el rosario de encargos estatales entre 1998 y 2003, Lasso no dejó en ningún momento de presidir el Banco Guayaquil.
Lasso, además, inauguró una destacada faceta de impulsor de ONG. En 2005 presentó la Fundación Ecuador Libre,
think tank de Guayaquil dedicado al estudio y seguimiento de las políticas públicas y la coyuntura general del país, contempladas desde un prisma liberal. Como presidente del Banco Guayaquil y de la Fundación Ecuador Libre, el financiero ecuatoriano fue el promotor en 2009 del Programa de Liderazgo y Competitividad, curso académico impartido en el marco de la Latin American Board de la Universidad de Georgetown, en Washington, DC. A Ecuador Libre le iba a seguir en 2010 la Fundación del Barrio, encargada de ejecutar el Programa de Responsabilidad Social del Banco Guayaquil. Una tercera entidad privada guayaquileña sin ánimo de lucro, el Centro Técnico Laboral Montepiedra, fue concebida por Lasso para ayudar a jóvenes con escasos recursos en su capacitación profesional e inserción laboral. Aparte, entre 2002 y 2007, el banquero presidió una fundación pública, Terminal Terrestre, responsable de la reconstrucción de la Terminal Terrestre de Guayaquil y de la que eran socios la Municipalidad de Guayaquil, la Junta Cívica de la ciudad y la Comisión de Tránsito de Guayas.
3. Salto a la política electoral con el movimiento CREO
A comienzos de 2009 el nombre de Lasso circuló como un posible candidato de la oposición del centro-derecha para enfrentarse a Correa en las elecciones presidenciales convocadas tras promulgarse la nueva Constitución en 2008. La postulación, mencionada por dirigentes del partido liberal Una Nueva Opción (UNO) y del Movimiento Cívico Madera de Guerrero (MDG), no llegó a concretarse. Formaciones de nuevo cuño, el UNO y el MDG —cuyo ámbito de actuación se limitaba a Guayas—, representaban a los hombres de negocios y al conservadurismo tradicional de la región de la Costa, fuertemente vinculado a la empresa privada y a la doctrina de la Iglesia Católica. Dichos intereses se encontraban huérfanos de un valedor político fuerte a raíz del reciente hundimiento del Partido Social Cristiano (PSC). Hasta la llegada de Correa y su Alianza PAIS, el PSC había sido el más poderoso representante de la vieja
partidocracia ecuatoriana. Ahora, esta estaba desarbolada por el huracán Correa, cuyas divisas, rupturistas del esquema político vigente desde la restauración democrática de 1979, eran la
Revolución Ciudadana y
el Socialismo del Siglo XXI.
Lasso mantenía unas cordiales relaciones con el líder del regionalista MDG, el popular e influyente Jaime Nebot Saadí, alcalde de Guayaquil desde 2000, antiguo gobernador de Guayas y dos veces candidato presidencial del PSC. En las elecciones generales de abril de 2009 el binomio PSC-MDG no presentó candidato presidencial y la liza tuvo como principales contendientes a Correa (la izquierda neosocialista en el poder), Lucio Gutiérrez (centro populista) y Álvaro Noboa (neoliberalismo populista); al final, Correa se llevó la reelección en la primera vuelta. La siguiente votación presidencial tocaba en 2013 y el campo conservador se presentaba desierto de precandidatos con gancho. Solo el ex presidente Lucio Gutiérrez, del Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero (PSP), como en 2009, parecía ser el único jefe opositor capaz de disputarle significativamente votos a un Correa en el cénit de su popularidad y su poder.
El 7 de mayo de 2012 Lasso, doctor honoris causa por la Universidad de Las Américas amén de supernumerario del Opus Dei, dio su primera señal de que planeaba desembarcar en la política electoral al comunicar que, tras 18 años en el puesto, cesaba como presidente ejecutivo del Banco Guayaquil. Las especulaciones sobre los próximos pasos de Lasso eran fuertes porque en los últimos meses su hipotética postulación presidencial estaba siendo alentada por el movimiento Creando Oportunidades (CREO), nueva formación organizada en Guayaquil, inscrita en enero en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y listada para las elecciones con el número 21. CREO tenía como presidente al empresario César Monge Ortega y como vicepresidenta a la ex asambleísta constituyente Mae Montaño Valencia, quien había traído consigo a buena parte de la militancia del partido UNO. En el movimiento convergían sensibilidades liberales del centro-derecha y del centro-izquierda, así como emprendedores del sector privado.
CREO proclamaba con orgullo sus credenciales firmemente liberales, de corte clásico, en un sentido pro iniciativa privada y pro mercado en lo económico, y, en lo político, de adhesión a principios básicos de las democracias constitucionales como la garantía por el Estado de los derechos individuales, el imperio de la ley y la separación de poderes. "Desaprobamos toda forma de caudillismo, mesianismo o personalismo político", decía el movimiento en su declaración de principios ideológicos. El mantra de CREO era que el Estado no debía poner obstáculos a las fuerzas creativas y las energías productivas de las personas que quisieran prosperar en paz y con respeto a la legalidad.
El 13 de agosto de 2012 Lasso deshizo las últimas dudas sobre sus intenciones con el anuncio de que se afiliaba a CREO. Al día siguiente, el financiero confirmó su disposición a ser el candidato presidencial del movimiento, el cual tenía la palabra sobre la cuestión.
4. Candidatura presidencial en 2013 frente a Rafael Correa
La decisión orgánica sobre la oferta de Lasso no tardó en llegar: el 28 de septiembre de 2012, la Asamblea Nacional de CREO, integrada por 26 delegados en representación de las provincias y de los ecuatorianos en el exterior, eligió por unanimidad a Lasso su aspirante a la Presidencia de la República en las elecciones de febrero de 2013. En la jornada posterior tuvo lugar en Portoviejo, Manabí, la ceremonia de proclamación formal de Lasso, quien ante 6.000 partidarios explicó algunos de los ejes de su campaña, de inequívoco sabor liberal, aunque con guiños sociales.
Así, un Gobierno suyo acometería una profunda reducción del aparato estatal, empezando por la desaparición de seis ministerios; realizaría importantes bajadas de impuestos para "liberar el potencial creativo de nuestra gente" y eliminaría trámites burocráticos "que son una traba para los emprendedores". Pero Lasso no quería que se le viera como un candidato enfrascado en podar las ramas improductivas del Estado y en favorecer al sector privado y las rentas altas. Su programa estaba sinceramente comprometido con la protección social y, por ejemplo, incluía el compromiso de mantener el Bono de Desarrollo Humano, implementado inicialmente por Mahuad en 1998; más aún, él lo aumentaría a los 50 dólares desde los 35 actuales, una promesa que fue tachada de populista desde medios contrarios a Correa pero que el propio Gobierno de la Alianza PAIS se mostró dispuesto a aplicar, apropiándose así de uno de los mejores reclamos del opositor. Cuando se enteró que Correa le copiaba la subida del Bono, Lasso reaccionó con irónica satisfacción.
Con respecto a los puntos del equilibrio institucional del Estado, las libertades democráticas y el imperio de la ley, a su juicio en pésima situación bajo la presidencia de Correa, el candidato de CREO abogaba respectivamente por asegurar la independencia del poder judicial, garantizar la libertad de prensa y acabar con la "impunidad" de delincuentes y corruptos.
El 24 de octubre de 2012 una veintena de partidos, movimientos y personalidades políticas a título individual presentaron la coalición Unidos por el Ecuador para respaldar a Lasso. Entre los adherentes figuraban, además de CREO, una agrupación de mucha solera, perteneciente al anterior esquema de partidos dominantes, la Izquierda Democrática (ID) del ex presidente Rodrigo Borja. En una segunda fase se sumaron a Unidos por el Ecuador otros ocho sujetos políticos, entre ellos el Partido Liberal Radical Ecuatoriano (PLRE), lo que elevó la lista de adherentes a 31.
El 27 de octubre CREO presentó como compañero de fórmula de Lasso al indígena Auki Tituaña Males, procedente del partido Pachakutik, pero luego este renunció a la candidatura a vicepresidente, obligando a CREO a definir un sustituto en la persona del abogado Juan Carlos Solines Moreno, miembro del partido centrista Concertación Nacional Democrática y anterior presidente del Consejo Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). El 11 de noviembre la alianza formada por el PSC y el MDG bajo la batuta de Jaime Nebot dio su respaldo oficial a Lasso, sin que por ello se considerara parte de Unidos por el Ecuador. Tres días después, Lasso y Solines inscribieron ante el CNE su postulación, que en estos momentos obtenía entre un 15% y un 25% de apoyos en los sondeos, muy por detrás de la oficialista de Correa. El candidato publicó el libro, a modo de manifiesto político,
Otro Ecuador es posible, ensayo que seguía a la autobiografía
Cartas a mis hijos. Vivencias, aprendizajes y experiencias, editada el año anterior.
Los esfuerzos proselitistas del anterior jerarca bancario, que durante la campaña blandió el eslogan de
Ya viene el otro Ecuador, le permitieron destacarse con nitidez frente a sus contrincantes de la oposición, Lucio Gutiérrez (PSP), Álvaro Noboa (PRIAN), Mauricio Rodas Espinel (SUMA) y Alberto Acosta Espinosa (UPI), pero ninguna encuesta le presentaba capaz de obligar a Correa a librar con él una segunda vuelta, requerida si el candidato cabecero no sacaba más del 50% de los votos o bien el 40% más una diferencia del 10% al menos sobre su inmediato perseguidor. El 17 de febrero de 2013, sin sorpresas, Correa conquistó su tercer mandato con el 57,2% de los votos, mientras que Lasso, quien tuvo un buen perder, recibió el 22,7%.
Durante la campaña electoral se había apuntado que Lasso y CREO seducían fundamentalmente al electorado tradicional de la región de la Costa, pródiga en emprendedores hechos a sí mismos —de los que Lasso es un buen ejemplo— y en actividad comercial. Sin embargo, el opositor no consiguió superar a Correa, campeón del voto diversificado, en ninguna provincia del país, tampoco en las costeras, donde de hecho su rendimiento fue más flojo que en algunas provincias del interior serrano y amazónico, como Loja y Pastaza. En la que se suponía era su gran plaza, Guayas, Correa le sacó a Lasso la friolera de 42 puntos de diferencia.
5. Candidatura presidencial en 2017 frente a Lenín Moreno
La arrolladora victoria de Correa en las elecciones de 2013 no sumió en el desencanto a Lasso, firmemente decidido a dar la batalla parlamentaria a la Revolución Ciudadana del mandatario socialista y su nueva andanada de reformas, varias de las cuales, como el proyecto de Ley Orgánica de Comunicación, presentaban a su entender un preocupante sesgo autoritario. CREO se estrenó en la Asamblea Nacional con solo una decena de diputados, a los que podían sumarse los siete retenidos por un PSC en horas bajas, mientras que la Alianza PAIS disponía ahora de un centenar de bancas, una holgada mayoría absoluta. Aunque Correa tenía manos libres para legislar e incluso modificar la recién promulgada Carta Magna sin necesidad de apoyos, Lasso prometió un liderazgo combativo de la debilitada oposición.
A lo largo de la legislatura, el ex banquero, su aliado Nebot y otros dirigentes opositores, unidos desde 2014 en la plataforma Compromiso Ecuador, impulsaron movilizaciones callejeras de repudio a los nuevos gravámenes fiscales y, sobre todo, al proyecto de reforma constitucional que permitiría al presidente de la República postularse indefinidamente, junto con los demás cargos de elección popular. La presión social, de la que Lasso fue agente principal, resultó determinante para que Correa acabara plegándose a modificar ese controvertido punto del paquete de cambios constitucionales, que en virtud de una disposición transitoria no surtiría efecto en las elecciones de 2017; en otras palabras, Correa desistía de presentarse por cuarta vez consecutiva, la tercera vez bajo la actual Constitución.
En septiembre de 2016 Lasso fue demandado por el secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno, René Ramírez Gallegos, por difamación a su esposa, acusada por el opositor desde su cuenta de Twitter de cobrar indebidamente dos salarios públicos. Lasso perdió el juicio y fue obligado a retirar su video acusatorio. Sin embargo, por petición del demandante, quedó exonerado de cualquier sanción penal.
Lasso confirmó su segunda tentativa presidencia como candidato de CREO en las elecciones generales de 2017, donde intentaría batir al hombre designado por Correa para sucederle en el Palacio de Carondelet, el ex vicepresidente
Lenín Moreno Garcés. Lasso tenía ahora un referente inmediato en la región: el nuevo presidente peruano
Pedro Pablo Kuczynski, estadista amigo con un perfil ideológico y una trayectoria personal bastante similares a los suyos. Además, era conocida la afinidad del ecuatoriano al ex presidente del Gobierno español José María Aznar, del que admiraba su legado de reformas estructurales de la economía del país europeo.
Lasso afrontó su próximo reto electoral acompañado en la candidatura a vicepresidente por Andrés Páez Benalcázar, asambleísta por Pichincha y anterior presidente de la ID, y, desde octubre de 2016, coaligado con el movimiento centrista Sociedad Unida Más Acción (SUMA) de Mauricio Rodas, desde 2014 alcalde de Quito, y Guillermo Celi. Una treintena de minúsculas agrupaciones de ámbito localista se unieron también a la llamada Alianza por el Cambio. Esta vez, sin embargo, no quisieron supeditarse a CREO ni el PSC ni la ID, que optaron por concurrir con sus propios candidatos, la asambleísta nacional Cynthia Viteri Jiménez y el ex alcalde quiteño Paco Moncayo Gallegos, respectivamente. En el caso de los socialcristianos, prevalecieron en esta ocasión las pulsiones de rivalidad por la captación del voto conservador. Ahora bien, en esta particular contienda el que tenía todas las de ganar era CREO, una formación de implantación nacional y que, a diferencia de la colectividad de Nebot y Viteri, no estaba focalizada geográficamente en el Litoral y más en concreto en la populosa Guayas.
El programa de Lasso para las elecciones de 2017, titulado
Por un Ecuador Justo, Prospero y Solidario, no difería sustancialmente del de 2013. Pero ahora que Ecuador, una vez disipada la bonanza petrolera, sufría los embates de la contracción económica y la "crisis de liquidez", el líder opositor consideraba que sus recetas eran más necesarias que nunca. El documento se estructuraba en tres ejes, económico, institucional y social, y rebosaba fe en las bondades del liberalismo. Partiendo del diagnóstico de que "los actuales problemas económicos no pueden atribuirse solamente a factores externos como la caída de los precios internacionales de materias primas y la apreciación del dólar", y que la esencia de aquellos eran "el modelo basado en el gasto público, la inversión estatal y la deuda pública como motores de la economía", CREO sostenía que había llegado la hora de transformar el modelo de desarrollo y de extender la matriz productiva poniendo en el primer plano los otros tres componentes de la demanda agregada, a saber, el consumo de las familias, la inversión privada y las exportaciones, mejor diversificadas.
La noción de la economía de la oferta asomaba en el discurso del antiguo banquero cuando defendía las ventajas del alivio tributario y la desregulación burocrática, que darían como resultado una mayor provisión de puestos de trabajo, empleo de calidad y productos de consumo más baratos. Más crecimiento, en suma. Con esa fórmula, Lasso vislumbraba la creación de "un millón de empleos en cuatro años", ofrecimiento que la Alianza PAIS tachó de descabellado. A estas mayores facilidades para los emprendedores y los productores nacionales con mentalidad competitiva, Lasso añadía el levantamiento de barreras comerciales para insertar el país en los "principales mercados internacionales". De esa manera, Ecuador, claramente deficitario en inversión extranjera, ofrecería un clima muy favorable para los negocios, argüía el candidato. Como acciones concretas, Lasso propugnaba eliminar 14 tributos, promulgar sendas leyes
Emprende Ya y
de Oportunidad Laboral, la "independencia técnica" del Banco Central del Ecuador, el "reperfilamiento" de la deuda pública, la "racionalización administrativa" del sector público y la reforma de la Seguridad Social, para pasar a un sistema de pensiones mixto que conjugara el componente solidario de reparto y la capitalización individual.
Quien abominaba del bloque bolivariano y la alianza con la Venezuela chavista, y deploraba que el Gobierno de Correa hubiera cerrado las puertas al TLC bilateral con Estados Unidos, creía urgente suscribir acuerdos comerciales con las potencias de Asia y meter a Ecuador en la Alianza del Pacífico. Asimismo, aseguraba que el Impuesto a la Renta, más allá de los descuentos que un hipotético Gobierno suyo fuera a aplicar, descendería inexorablemente en la medida en que más personas se insertaran en el mercado laboral y dejaran de necesitar el Bono de Desarrollo Humano.
Según el cabeza de CREO, las instituciones republicanas, bajo el Gobierno de la Alianza PAIS, eran "débiles", "erráticas", "opacas" y generadoras de "desconfianza". Ecuador adolecía de una "politización de los órganos de control" y de una "erosión paulatina del Estado de Derecho" que las reformas constitucionales del mandatario saliente habían venido a consagrar. En consecuencia, urgía abrir un nuevo proceso de revisión constitucional para suprimir los puntos conflictivos y reponer el "sistema de pesos y contrapesos". Lasso quería someter a consulta popular cambios tales como la reelección indefinida de cargos sujetos a sufragio, con el presidente de la República a la cabeza, así como derogar la Ley Orgánica de Comunicación en aras de una "prensa libre" y cumplir de manera efectiva la Ley Orgánica de Transparencia y Acceso a la Información (LOTAIP) como instrumento para combatir la corrupción. No menos perentorio le parecía abordar la reforma de la administración de justicia, a fin de lograr una magistratura "independiente del poder político de turno". En cuanto al eje social de su programa, menos desarrollado que los otros dos, Lasso hablaba de superar carencias en los sistemas educativo, sanitario y de vivienda.
En febrero de 2017 Lasso terminó la campaña electoral convencido de que disputaría la segunda vuelta con Lenín Moreno, abanderado oficialista de la Alianza PAIS y el Frente UNIDOS, y que en ese balotaje, con los previsibles respaldos de los eliminados Viteri y Moncayo, a menos que operaran mecanismos de fraude, él se alzaría con la victoria.
Una vez cerradas las urnas e iniciado el conteo de las papeletas la noche del 19 de febrero, el retraso en la publicación de los resultados oficiales por el CNE, que adujo "inconsistencias" e "irregularidades" en las actas llegadas al organismo, generó incertidumbre general y levantó sospechas de una posible manipulación del proceso en las filas opositoras. Los sucesivos avances del escrutinio fueron confirmando la primera posición de Moreno y la segunda de Lasso, el cual aseguró que la situación le "olía mal". El 22 de febrero el presidente Correa, quien había anunciado su marcha del país para dedicarse a la docencia universitaria en Bélgica, vino a asumir el escenario de una segunda vuelta electoral con el aviso de que si al final la Presidencia se la llevaba Lasso, el rostro de "una nueva derecha, cavernaria, totalmente entregada al Norte”, él "probablemente tendría que regresar" a Ecuador para colocarse otra vez en la primera línea de la política y defender "lo logrado" por la Revolución Ciudadana.
Tuvieron que pasar tres días para que el CNE confirmara que Moreno no había podido igualar el registro de Correa en sus reelecciones de 2009 y 2013, es decir, que no había superado el 50% de los votos ni tampoco el 40% junto con una ventaja de al menos 10 puntos sobre su perseguidor más adelantado. Habría, por tanto, balotaje, tal como Lasso había predicho. Los resultados quedaron fijados en el 39,4% para Moreno y el 28,1% para Lasso. En la estacada quedaron Viteri (16,3%), Moncayo (6,7%) y otros cuatro contendientes. Días después, los dos primeros anunciaron públicamente su apoyo al aspirante de CREO, quien vio así potenciadas sus posibilidades. El escenario concebido por Lasso seguía tomando forma.
Vino a continuación una segunda campaña electoral de un mes largo de duración en la que Moreno, el socialista, y Lasso, el liberal, se intercambiaron abundantes pullas y denuestos con regusto a juego sucio. La segunda vuelta del 2 de abril transcurrió con normalidad y en la mañana de la jornada siguiente el postulante del Gobierno, sobre la base de un 97% escrutado por el CNE, salió a proclamarse ganador frente a Lasso con una ventaja de algo más de dos puntos porcentuales. Moreno, flanqueado por un contentísimo Correa, empezó a dirigirse a los ecuatorianos como su presidente electo. El candidato de CREO, esgrimiendo unos sondeos a pie de urna que nada tenían que ver con los porcentajes publicados por el CNE, refutó su condición de perdedor, denunció el "manoseo" de hasta 800.000 votos y exigió al CNE un recuento manual de todas las papeletas.
El 4 de abril el CNE, con el 99,65% escrutado y en medio de las protestas callejeras desatadas por los partidarios de la Alianza por el Cambio, proclamó a Moreno presidente electo de la República avalado por el 51,16% de los votos, frente al 48,84% cosechado por su adversario. La diferencia entre ambos había sido solo de 228.629 papeletas. Lasso, primero en la mitad de las provincias del país (y segundo en casi todas las de las Costa, Guayas inclusive), se apresuró a anunciar un pedido de impugnación de 1.795 actas electorales, representativas de casi 600.000 votos, y otro de auditoría del sistema informático del CNE, por la constatación de un fallo de su web que se había prolongado durante 18 minutos. Sin embargo, los equipos de observación de la OEA y la UNASUR dieron por válidos los resultados publicados por el CNE. Moreno indicó que Lasso estaba "ejerciendo un derecho al pataleo".
El 12 de abril Lasso materializó ante el CNE su impugnación de los resultados electorales, ya conocidos con el 100% escrutado y que básicamente confirmaban las cifras facilitadas el 4 de abril; los resultados supuestamente definitivos eran el 51,15% para Moreno y el 48,85% para Lasso. El ex presidente del Banco Guayaquil insistía en que él era el verdadero ganador y que Moreno, de tomar la banda presidencial el 24 de mayo, se convertiría en un mandatario "ilegítimo". Los recuentos de actas solicitados por la Alianza por el Cambio pero también por la Alianza PAIS, afectando al 11,2% de los votos, 1.275.450 papeletas en términos absolutos, fueron efectuado por el CNE el 19 de abril y el organismo, tras medio día de revisión, comunicó un mínimo reajuste de los porcentajes adjudicados a los dos candidatos: Moreno se quedaba con el 51,16% y Lasso con el 48,84%. En cuanto a las legislativas, la Alianza por el Cambio (CREO y SUMA) vio crecer su representación en la Asamblea hasta los 34 diputados.
(Cobertura informativa hasta 1/1/2018.