La emergencia de China e India: ¿qué significa para la economía mundial?

ASIA-PACÍFICO Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA - 22 may. 2012

CIDOB y Casa Asia colaboran en la organización, el 17 de mayo, de una presentación a cargo de Ravi Palat, profesor de la Universidad Estatal de Nueva York en Bringhamton e investigador senior visitante en CIDOB. Moderan el acto Jordi Vaquer, Director de CIDOB y Rafael Bueno, Director de Política y Seguridad de Casa Asia.


CIDOB y Casa Asia colaboran en la organización, el 17 de mayo, de una presentación a cargo de Ravi Palat, profesor de la Universidad Estatal de Nueva York en Bringhamton e investigador senior visitante en CIDOB. Moderan el acto Jordi Vaquer, Director de CIDOB y Rafael Bueno, Director de Política y Seguridad de Casa Asia.

Con el trasfondo del crecimiento económico de China e India y su impacto sobre las relaciones económicas y políticas internacionales, el Prof. Palat reflexiona acerca de la transformación fundamental del modelo productivo capitalista que no tiene precedentes desde la revolución industrial. Observando el auge de China e India desde una perspectiva histórica, el autor argumenta que el crecimiento de estas dos potencias es distinto al de otras “economías milagro” surgidas en los últimos 50 años, para entrar rápidamente en decadencia. El caso de China e India es distinto no solamente por su enorme peso demográfico, sino también por los cambios que han sido capaces de operar en su entorno. De hecho –afirma el ponente— tanto chinos como indios podrían constituir “un mundo” en sí mismos, si así fuera preciso. Durante su exposición, el autor acierta a señalar que existe una crisis del capitalismo, que no se limita al modelo “geriátrico” de occidente, que sufre víctima de la deslocalización de la producción y el desplazamiento del capital a la especulación financiera y la acumulación. China es hoy el principal productor de bienes para el comercio, pero también lo es de cadenas enteras de producción industrial que se han desplazado al país, gracias a la abundancia de ingenieros y trabajadores calificados y su capacidad de movilizar recursos con mayor rapidez y eficacia que el resto, lo que le otorga una gran ventaja comparativa. En el actual contexto, la producción industrial ya no genera la mayoría de los beneficios de las empresas, si bien seguimos identificando a los países más ricos con el G8, ya que los sistemas de creación de riqueza dependen cada vez más de la capacidad de controlar los flujos financieros que hoy les hacen vulnerables al contagio de la crisis financiera “global”. En paralelo, la creciente automatización de los procesos de producción se salta etapas del proceso de industrialización, en detrimento de la mano de obra. Esto sucede incluso en Asia, donde el crecimiento económico aumenta la desigualdad de riqueza e ingresos; Y es que si bien es cierto que se han conseguido mejoras para grandes bolsas de pobres, el sistema sigue premiando más a los que más tienen, estirando por los extremos la pirámide social y condenando a los pobres a nuevas formas de discriminación y abandono, como en las zonas rurales de la india donde 250.000 campesinos se han quitado la vida en los últimos 10 años agobiados por las deudas. Como conclusión de su exposición, y ampliando al máximo su foco de análisis, el autor afirma que nos encontramos al final de un proceso sistémico de acumulación y al principio de otro que se regirá por nuevas consignas, que necesariamente estarán moduladas por China e India, que juntas representan un 40% de la población del mundo.

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