El pasado domingo 18 de septiembre, Rusia Unida, el partido de Vladímir Putin, consiguió una victoria arrolladora con la que recupera la mayoría cualificada en la Duma para acometer reformas constitucionales. El resto de miembros de la Duma, aunque adscritos a otros partidos políticos, también respaldan al presidente Putin. Las elecciones han estado marcadas por las sospechas de fraude y, sobre todo, la baja participación –alrededor del 47% del censo y sin alcanzar el 30% en ciudades como Moscú y San Petersburgo–. Rusia: una victoria con sombras Nicolás de Pedro, Opinión CIDOB “¿En qué escenario mínimamente realista podía haberse producido la derrota de RU? Si competía con alguien, era exclusivamente consigo mismo y, con respecto a 2011, RU ha perdido 4 millones de votos, pasando de algo más de 32 a 28 millones en total. Lo que unido a la escasa participación urbana –cuyo dato real puede ser aún menor– no trasluce adhesión”. Gana la Rusia “una, grande y libre” Carmen Claudín, El País “Para muchos rusos, Putin ha recuperado la grandeza del país y lo “ha levantado de sus rodillas”. Rusia vuelve a ser grande y temida -dos conceptos estrechamente ligados en la mentalidad rusa- y pugna, legítimamente, por recuperar su espacio de influencia natural, es decir, sus vecinos ex soviéticos”. Resultados previsibles en una Rusia imprevisible Nicolás de Pedro, El País “El Kremlin ha dispuesto todo para evitar un escenario de protestas y lo ha hecho combinando seducción y coerción. Por un lado, reforzando, aparentemente, la transparencia y limpieza del proceso con vistas a aumentar el nivel de confianza popular en los resultados. Por otro lado, se han puesto todas las trabas administrativas posibles para dificultar –cuando no impedir– la concurrencia de algunos candidatos de la oposición real”. Vídeo análisis:
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