Crisis de los refugiados: ¿Y ahora qué?

MIGRACIONES - 25 nov. 2015

¿Cuáles son las condiciones de llegada de los refugiados? ¿Cómo se acogerá a los que lleguen? Son las dos preguntas fundamentales que el pasado 18 de noviembre se trataron de responder en la última de las tres conferencias que el Ciclo “¿Qué pasa en el mundo?” ha dedicado a la crisis de los refugiados. La sesión centró su atención en dar a conocer las características de los refugiados, sus expectativas y necesidades como población vulnerable, así como profundizar en la necesidad de dar una respuesta de forma integrada y coordinada entre todos los actores involucrados. 


Acomodar a los refugiados va mucho más allá de proveer un alojamiento o una manutención. Este fue uno de los mensajes más repetido durante las intervenciones de Ignasi Calbó, coordinador del área de refugiados del Ayuntamiento de Barcelona y Miguel Pajares, presidente de la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat (CCAR). Ambos advirtieron de la complejidad del proceso de acogida y posterior integración de los refugiados en un debate que estuvo moderado por Elena Sánchez-Montijano, investigadora senior de CIDOB y coordinadora del área de migraciones. 

¿Quiénes son los refugiados?   

Para Miguel Pajares que ahora se hable de “refugiados” es un “paso adelante” ya que anteriormente a los que llegaban a Europa en barcos vía el Mediterráneo o saltaban la valla de Melilla se les calificaba de inmigrantes y en la mayoría de los casos de “inmigrantes irregulares”. Pero, ¿quiénes son los refugiados? Aludiendo a la definición de ACNUR, Miguel Pajares quiso enfatizar que no hay un único tipo y que dependerá principalmente de los motivos de su huida –guerras, persecuciones por razones políticas o religiosas, por causas de género u orientación sexual– y del lugar de procedencia. Hay que tener en cuenta que “no son sólo sirios” subrayó Miguel Pajares. Ucrania, Siria, Pakistán, India, Venezuela y Ruanda son según datos del SAIER (Servei d'Atenció a Immigrants, Emigrants i Refugiats) del Ayuntamiento de Barcelona los principales países de procedencia de los solicitantes de asilo en Barcelona, explicó Ignasi Calbó.  

¿Cuándo y cuántos refugiados llegarán a España?   

9.323 es el número de refugiados que acogerá España dentro de la cuota de reubicación asignada por la Unión Europea, de los cuales hasta la fecha sólo han llegado 12 personas procedentes de Italia. No obstante, los dos ponentes quisieron enfatizar el hecho de que en España ya había solicitantes de asilo antes de que estallara la actual crisis: según CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) en 2014, 5.947 personas solicitaron protección internacional en España, frente a las 4.502 de 2013, lo que supuso un incremento del 32%.  

Más allá de las cuotas de reubicación y reasentamiento asignadas por la UE “los refugiados han venido y seguirán viniendo por su cuenta” –advirtió Miguel Pajares–. En este marco quiso denunciar la vulneración del derecho de asilo de muchos de los países firmantes de la Convención de Ginebra, un incumplimiento que impide que los solicitantes de asilo lleguen a los países por vías más seguras y que acaben recurriendo a las mafias para alcanzar suelo europeo.      

¿Cómo se acogerá a los refugiados una vez lleguen? 

Desde la perspectiva de las organizaciones que están atendiendo a los refugiados en nuestro país los dos principales problemas a los que se enfrentan son: la falta de visión política para abordar la crisis, y la escasez de recursos con unas estructuras colapsadas y reducidas a la mínima expresión por culpa de los recortes. 

Ignasi Calbó enumeró las 4 instituciones que están atendiendo a los refugiados en Cataluña con apoyo institucional: ACSAR a través del servicio jurídico SAIER, CEAR, ACCEM y Cruz Roja. Sin embargo, de estas tan sólo las tres últimas tienen programas de acogida (alojamiento, manutención) de acuerdo con la legislación estatal de asilo y reciben subvenciones del Estado. 

En estos momentos en Cataluña sólo hay 28 plazas disponibles para solicitantes de asilo y más de 800 solicitudes. En este sentido, tanto Ignasi Calbó como Miguel Pajares subrayaron la necesidad de ampliar el número de plazas para los refugiados que “ya están aquí” (no sólo en Barcelona sino también en el conjunto del Estados, especialmente en Melilla) así como “para los que va a traer el Estado” en el marco de las cuotas asignadas por la Unión Europea. Ambos apelaron a la igualdad de derechos de todos los peticionarios de asilo. 

Ignasi Calbó explicó que las entidades encargadas de acoger a aquellas personas cuyas solicitudes son admitidas a trámite para la concesión del estatuto de refugiados perciben 34€ por persona y día. Este “escaso presupuesto” como bien apuntaron ambos ponentes debe cubrir tanto el alojamiento, como la manutención, y una atención personalizada (psicológica, laboral, idioma) por un período mínimo de 6 meses, pero que se convierte en máximo en el caso de España por el escaso presupuesto asignado. Pasados estos 6 meses reciben el permiso de trabajo y “se unen al ciclo de un inmigrante más”. 

Otra de las dificultades a las que se hizo mención durante el debate es el colapso de la Administración Pública a la hora de atender a los solicitantes de asilo. En comunidades como Cataluña hay una espera de unos tres meses para obtener una cita en la Delegación de Gobierno que será cuando se inicie el proceso de solicitud. Durante este período de espera los refugiados están sin protección –“están sin nada” denunció Miguel Pajares–. 

Tanto en el caso de los reubicados como de los solicitantes de asilo que llegan por otras vías, es el Estado el que asigna las plazas en función de la disponibilidad, sin que se tengan en cuenta las necesidades o la situación familiar de estas personas. Es por ello que muchos refugiados a los que se les concede una plaza deciden finalmente no aceptarla si ésta implica un desplazamiento por los vínculos que ya han establecido “quedando fuera del sistema de acogida”. De ahí que veamos el fenómeno de los “refugiados en tránsito” que son aquellos que no desean establecerse en España y cuyo destino final es Alemania o los países nórdicos donde tienen redes sociales y donde el proceso de acogida es más favorable por la mayor cobertura social. 

Sobre las denegaciones de asilo, Miguel Pajares hacía dos distinciones: las que no son admitidas a trámite y que convierten automáticamente al solicitante de asilo en un inmigrante en situación irregular; y las que sí son admitidas a trámite pero finalmente son desestimadas, en cuyo caso finalmente también estarían en situación irregular pero con derecho a solicitar residencia por arraigo.   

Solidaridad con los refugiados: la respuesta de la ciudadanía 

La crisis de los refugiados ha despertado, gracias en parte a la atención mediática recibida, una oleada de solidaridad que para Miguel Pajares es necesaria saber gestionar “para que quede algo” y sea de utilidad una vez disminuya el interés por la cuestión. Y ponía como ejemplo las múltiples iniciativas ciudadanas que se han puesto en marcha para recoger ropa sin contar con organizaciones como la Federació Catalana de ONG’s o el Fons Català de Cooperació, y cuyos promotores desconocen las condiciones de almacenaje y transporte al extranjero de este material. También comentó que en España la primera acogida de los refugiados debe llevarse a cabo a través de las estructuras existentes y por profesionales. En referencia a la acogida directa de refugiados por parte de la ciudadanía, Miguel Pajares se mostró contundente: “En Atenas ha sido eficaz, pero aquí no”. La convivencia con familias sí puede darse en un segundo estadio siempre que sea conforme a unos protocolos de acogida y seguimiento. 

Ignasi Calbó explicó el proyecto del Ayuntamiento de Barcelona para convertirse en Ciudad Refugio y la red europea de ciudades refugio que se basa en el intercambio de buenas prácticas, la cooperación entre ciudades y que pretender tener incidencia a nivel europeo y estatal. “Tenemos una ciudadanía crítica y ahí debemos volcar la solidaridad” manifestaba Ignasi Calbó para quien la sociedad civil es libre de crear sus propias redes en las que el papel de las administraciones debe ser el de facilitar los instrumentos para coordinarse.

 

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