Elecciones presidenciales de 2017 en Francia

Actualización: 23 junio 2022

Francia

Candidatos y programas

  • EMMANUEL MACRON (En marche!) ● MARINE LE PEN (Front national) ● FRANÇOIS FILLON (Les Républicains) ● BENOÎT HAMON (Parti socialiste) ● JEAN-LUC MÉLENCHON (La France insoumise)

Presentación

El 23 de abril de 2017 la V República Francesa celebra sus undécimas elecciones al titular del Palacio de Elíseo, con un eventual balotaje el 7 de mayo. El ganador de las mismas sucederá al socialista François Hollande, quien declinó presentarse a un segundo mandato de cinco años. Con este documento, CIDOB presenta a los principales aspirantes presidenciales, con sus semblanzas personales y sus programas de campaña, de los que hacemos un minucioso escrutinio y trazamos una comparativa. Aparte, puede consultarse la sección dedicada a Francia en el servicio de información del CIDOB Biografías Líderes Políticos (Este documento tiene cobertura informativa hasta 23/4/2017).



CANDIDATOS
EMMANUEL MACRON (EM) - MARINE LE PEN (FN) - FRANÇOIS FILLON (LR) - BENOÎT HAMON (PS) - JEAN-LUC MÉLENCHON (FI)


TABLA-SUMARIO DE TEMAS Y CANDIDATOS


PERSONALIDADES APARTADAS DE LA CARRERA PRESIDENCIAL
François Hollande (PS) - Manuel Valls (PS) - Nicolas Sarkozy (LR) - Alain Juppé (LR) - Arnaud Montebourg (PS) - François Bayrou (MoDem)




© Unión Europea
EMMANUEL MACRON - En marche!

● Funcionario de finanzas y banquero, 39 años
● Secretario general adjunto de la Presidencia de la República (2012-14); ministro de Economía e Industria (2014-16); líder de EM (2016-)
● Centro progresista; social-liberalismo

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Perfil de Emmanuel Macron
Una inopinada secuencia de pinchazos ajenos ha hecho posible que el favorito para ganar las votaciones presidenciales de 2017 en Francia sea un candidato joven sin ninguna experiencia en procesos electorales, con un bagaje esencialmente tecnocrático y que ni siquiera pertenece a alguno de los partidos mayoritarios. El centrista Emmanuel Macron, ex ministro de Economía de 39 años, se postula al Elíseo como abanderado de un movimiento independiente de corte liberal progresista, irradiando telegenia, pregonando la "revolución democrática profunda" de un país "bloqueado por los corporativismos y la esclerosis", y convencido de poder doblegar, primero el 23 de abril y después en el balotaje del 7 de mayo, a la potente Marine Le Pen. La peculiar trayectoria, meteórica en estas lides, de Macron hace de él un outsider amable que viene a alterar, sin acritud ni demagogia pero presuroso y resoluto, ciertos esquemas arraigados en la V República, lo que él llama el "statuo quo" y un "modelo agotado", aunque algunos análisis gustan de describirlo como un candidato "prefabricado", producto del mismo sistema al que quiere someter a una "transformación radical".

Graduado en Filosofía por la Universidad de Nanterre, formado en la célebre ENA, inspector de hacienda y talentoso ejecutivo de la banca Rothschild, desde 2012 Macron se adiestró en el alto servicio de Estado de la mano de François Hollande, quien le colocó a su diestra como secretario general adjunto del gabinete presidencial para luego, en 2014, sentarlo como titular de la cartera de Economía en el Gobierno de Manuel Valls. Durante cuatro años, este ministro inquieto fue el ingeniero de las reformas para la liberalización y la competitividad de una economía voluminosa pero urgida de dinamismo. En particular, apadrinó la Ley para el Crecimiento, la Actividad y la Igualdad de Oportunidades Económicas, más conocida como Ley Macron. La orientación liberal de estas reformas desagradó vivamente al ala izquierda del Partido Socialista, formación de la que Macron fue miembro por corto tiempo, entre 2006 y 2009.

El treintañero destapó sus grandes ambiciones en 2016: en abril lanzó su movimiento político, ¡En Marcha!, en agosto se despidió del Gobierno y en noviembre hizo oficial su aspiración presidencial, dejando una imagen de desagradecido traicionero en sus jefes institucionales, Hollande y Valls, ambos descartados para la competición presidencial, y agravando las desdichas del socialismo francés, desnortado ideológicamente, fracturado y sin guías. Su plataforma, concebida para "liberar" las fuerzas creativas y las energías laborales de los franceses, es ampliamente descrita como social-liberal, si bien él prefiere eludir este tipo de etiquetas y, como Le Pen, arguye que su proyecto no es "ni de derechas ni de izquierdas".

Sin embargo, a diferencia de la líder ultraderechista, Macron, un individualista incómodo con cualquier conservadurismo, apunta no tanto a la ruptura como a un consenso transversal, una especie de síntesis hegeliana de lo mejor de cada escuela ideológica, superándolas en positivo para alumbrar una suerte de Tercera Vía a la francesa. En realidad, este enfoque pragmático no difiere sustancialmente del de Valls, quien, luego de llamarle con rencor "populista light", ha terminado por respaldarle, al igual que varias personalidades moderadas del PS y Los Republicanos, así como el centrista François Bayrou. El gran perjudicado de esta capacidad de Macron para seducir a doble banda es el candidato socialista que le ganó la partida interna a Valls, el ex ministro Benoît Hamon. Por otra parte, la óptica de Macron sobre Europa, las fronteras y la inmigración está en las antípocas de la de Le Pen. El parachutiste de la política gala, aventuran los sondeos, tiene opciones de ser el próximo presidente de Francia, pero cuesta imaginar que su novísimo partido pueda ganar las legislativas de junio. Es decir, Macron sería un mandatario sin mayoría en la Asamblea y obligado a grandes pactos.

(Para más información, puede consultarse la entrada de Emmanuel Macron en el servicio de Biografías de Líderes Políticos del CIDOB).
Propuestas de campaña
ECONOMÍA, FISCALIDAD, EMPLEO Y PROTECCIÓN SOCIAL
En su "contrato" con los franceses, rico en matices hasta el punto de sonar contradictorio, Macron invoca la "modernización del modelo de crecimiento". Este ambiciosa empresa requiere diversas actuaciones: una bajada moderada de los impuestos directos, principalmente el de sociedades, que pasaría del 33,3% actual al 25%, y de las cotizaciones de los trabajadores, mientras que el IVA no cambiaría; la reestructuración del aparato estatal con la supresión de hasta 120.000 plazas de funcionario y la "adaptación" de la maquinaria administrativa y la actividad de los profesionales del Estado a las "necesidades personales" de los ciudadanos; el abaratamiento de los costes empresariales de contratar trabajadores; la reforma, incorporando nuevas exigencias a los beneficiarios y al mismo tiempo extendiéndolo a los autónomos y a los cesantes voluntarios, del seguro de desempleo; y la "universalización" también del hoy por hoy "injusto" sistema de pensiones, aboliendo los regímenes especiales e introduciendo un nuevo método de cálculo de la cuantía para que "cada euro cotizado genere los mismos derechos". Ahora bien, el candidato promete no tocar la edad legal de jubilación (62 años) y el nivel de prestaciones de las prensiones, ni tampoco la semana laboral de 35 horas, si bien él restablecería la exoneración de cotizar por las horas extraordinarias. Lo mismo tiene que decir con respecto a la polémica reforma laboral de 2016, la llamada Ley El Khomri, motivo que fue de una huelga general.

Cuando pone números a su programa fiscal del Estado, Macron, erigido en el "candidato del trabajo", se presenta expansionista keynesiano con una mano y liberal conservador con la otra. Así, detalla un plan de inversiones de 50.000 millones de euros hasta 2022; de ese enorme montante, 15.000 millones se destinarían a mejorar la formación y capacitación de los trabajadores, y otro tanto a cubrir los costes de la "transición ecológica y energética". Partidas menores de 5.000 millones irían respectivamente a la sanidad, la agricultura, la reforma digital y los transportes e infraestructuras públicos. Colectivos concretos como los jubilados y trabajadores con pensiones y salarios mínimos, y los adultos con discapacidad verían mejorado su poder adquisitivo con la revalorización de sus ingresos en 100 euros. Pero al mismo tiempo, un Gobierno suyo acometería una reducción del gasto público por valor de 60.000 millones. Semejante ahorro vendría desde tres frentes: la "esfera social", a fuer de los menores dispendios del Estado en los subsidios por desempleo y la sanidad (alivios de cargas que Macron fía respectivamente a una caída del paro del 10% al 7% y a una "mejor prevención" en la atención médica); las colectividades territoriales (comunas, departamentos, regiones); y el Estado central, por la disminución del número de funcionarios.

Según Macron, toda esta batería de medidas fiscales debería dejar el déficit del Estado al final del quinquenio en solo el 1% del PIB, frente al 3% augurado para 2017. Su previsión es que hasta 2022 la economía nacional, pese a las liberalizaciones e incentivos que contempla, crezca un modesto 1,7% anual. Por lo que se ve, el ex ministro de Economía no aspira a lograr el equilibrio presupuestario en sus cinco años de mandato y está dispuesto a manejarse con una deuda pública que roza el 100% del PIB. Macron se cuida de que no le asocien a la palabra austeridad, un gran tabú en Francia, y sí a cambio a un perfil de gobernante prudente que vincula la deseable desaparición del déficit a unos objetivos de crecimiento sostenido.

INMIGRACIÓN Y SEGURIDAD
La política inmigratoria de Macron se guía por una "prioridad absoluta, la integración", poniendo los medios para la naturalización de los foráneos que ingresen en Francia de manera regular y para la obtención fácil de la residencia por los trabajadores y profesionales con "talento". Además, Francia, pese a la "crisis migratoria sin precedentes" iniciada en 2015, debe mantener su tradición de país "hospitalario" con los refugiados que cumplan los requisitos para el asilo, sin menoscabo del imperativo de reforzar la vigilancia de las fronteras exteriores de Schengen frente a la inmigración irregular y los tráficos ilegales. Su enfoque de este sensible ámbito puede considerarse por tanto como de puertas abiertas. Para combatir la delincuencia común, el candidato promete reclutar 10.000 policías y gendarmes, y construir 15.000 plazas carcelarias.

IDENTIDAD Y LAICISMO
La interpretación que Macron hace del laicismo del Estado republicano es ortodoxa, pero no dogmática. Cree que la actual legislación que prohíbe la presencia ostensible en las escuelas -no así en las universidades o los hospitales- de símbolos religiosos, considerados como tales el velo y otras indumentarias femeninas, resulta suficiente. En su programa, el candidato afirma que "aplicaremos estrictamente el principio del laicismo", y eso supondrá "desmantelar aquellas asociaciones que, con el pretexto de la religión, ataquen a la República". "Cerraremos definitivamente los lugares de culto donde algunos predican apología del terrorismo", manifiesta el texto.

EUROPA, POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA
El líder de ¡En Marcha! se muestra crítico con el estado actual de la UE, pero precisamente por europeísta, uno que desea "restablecer la confianza" ciudadana en las instituciones de Bruselas y reforzar la Unión en sus múltiples dimensiones y libertades, sin faltar la de la circulación de personas. Cree en los beneficios del Mercado Interior Único, el espacio de Schengen y la Eurozona, no se opone a la ratificación de los tratados de libre comercio TTIP y CETA con los norteamericanos (es el único de los candidatos importantes que piensa así) y asume la necesidad de adaptarse a los desafíos de la mundialización. Opina que la UE, pese a todos los fiascos y desajustes acumulados en los últimos tiempos, que han hecho del europeo un "proyecto confiscado", sigue siendo "la mejor garantía de la paz en el continente". Mercados abiertos, sí, pero incentivando el consumo de productos elaborados en el continente, adoptando una Buy European Act para frenar las deslocalizaciones y recurriendo a "instrumentos anti-dumping" para proteger los sectores estratégicos de las incursiones de las multinacionales.

Por lo que se refiere a los vínculos transatlánticos, Macron figura entre los que defienden la permanencia de Francia en el mando militar integrado de la OTAN y destinar el 2% del PIB a la defensa, si bien se opone a nuevas ampliaciones, excepciones hechas de los estados de la extinta Yugoslavia y, eventualmente, Suecia y Finlandia, y a que la Alianza Atlántica haga intervenciones militares fuera de su área geográfica. En cuanto a Rusia, aparente origen (medios RT y Sputnik, controlados por el Kremlin) del "bulo", aventado en plena campaña presidencial, de su infidelidad homosexual a su esposa Brigitte, juzga necesario mantener las sanciones, pues Moscú "no está cumpliendo los acuerdos de Minsk".
El Programa electoral de Emmanuel Macron puede descargarse en la Web de En Marche!.
Expectativa de voto en la primera vuelta

 Últimos sondeos, 16-23 abril: 23 - 25%






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MARINE LE PEN - Front national

● Abogada, 48 años
● Presidenta del FN (2011-); diputada europea (2004-); consejera regional (1998-); concejala municipal (2008-11)
● Extrema derecha; nacionalismo, populismo, estatismo

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Marine Le Pen y el Frente Nacional
La llegada en 2011 de Marine Le Pen a la jefatura del Frente Nacional en sucesión de su padre Jean-Marie Le Pen marcó un antes y un después en la trayectoria del archipolémico partido ultraderechista. Una combinación de capacidades personales -desenvoltura mediática, carisma, dureza de carácter con rostro de jovialidad-, actualización del discurso identitario y alejamiento calculado de las actitudes más chirriantes del caudillo fundador -antisemitismo, racismo, homofobia, chovinismo rancio-, pero manteniendo las consignas fundamentales -"preferencia nacional", triple repudio a la inmigración, en especial la musulmana, a la UE y a las fronteras abiertas-, permitió a Le Pen hija sacar a su formación de un declive que parecía terminal y catapultarla a sus cotas más altas. Ello ha sido a costa de las fuerzas predominantes tradicionales, el Partido Socialista y Los Republicanos, presas de las peleas internas, los escándalos de corrupción, el brujuleo ideológico y una crisis de liderazgo que minan su credibilidad. A su lado, Le Pen, acusada de demagoga y xenófoba pero atractiva para los descontentos, parece tener los conceptos bien claros.

Las elecciones europeas de 2014 hicieron del FN el primer partido de Francia, condición reforzada en las departamentales y regionales de 2015, cuando rozó el 28% de los votos. Esta supremacía conquistada en las urnas, sin embargo, no se ha traducido por el momento en una presencia acorde en los órganos nacionales de representación popular, ya que los frentistas salen muy perjudicados del mecanismo electoral de la doble vuelta, donde opera con rigor el front républicain en su contra. Desde las legislativas de 2012 el FN dispone en la Asamblea Nacional de dos diputados meramente (antes no tenía ninguno), uno de los cuales es la sobrina de la líder, Marion Maréchal-Le Pen. A lo largo de su carrera política, Marine ha intentado ser asambleísta en cuatro ocasiones (1993, 2002, 2007 y 2012), pero en vano, y su única ágora relevante viene siendo, desde 2004, el Parlamento Europeo, donde en esta legislatura encabeza el grupo de partidos de derecha populistas y euroescépticos Europa de las Naciones y las Libertades.

En 2015 Le Pen, abogada de profesión, rompió estrepitosamente con su octogenario padre, cuya terquedad antisemita y su virulencia verbal estropeaban la estrategia, para muchos meramente cosmética, de "desdiabolizar" el Frente, haciendo de él un partido sin estigmas y respetable, abierto a colaboraciones libres del cordon sanitaire y digno de gobernar. Su alianza europea con el holandés Geert Wilders, la ofensiva del terror yihadista, la crisis de los refugiados en Calais, el referéndum británico sobre el Brexit y la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump han dado energías a la autocalificada de "candidata antisistema" y "candidata del pueblo". Pueblo al que, proclama, defenderá de la "oligarquía financiera" y devolverá la "soberanía nacional" y el "poder de decisión" arrebatados por la "tecnocracia de Bruselas" y la "globalización neoliberal".

Le Pen, quien reconoce su admiración por el "modelo" de Putin en Rusia, quiere restablecer fronteras, un laicismo de Estado más riguroso y una sociedad de ciudadanos asimilados, auténticamente franceses. Y, al mismo tiempo, defiende un estatismo social y un antiliberalismo comercial que generalmente se asocian a las izquierdas radicales. Por eso, la plataforma lepeniana ha sido descrita en círculos académicos como una forma de "etno-socialismo". Ella insiste en que el FN ha trascendido la dicotomía clásica derecha-izquierda, que no tiene nada que ver con la extrema derecha o con el fascismo, y que su compromiso es con el viejo modelo del Estado-nación, al que asedian burocracias supranacionales, capitalistas deslocalizadores y "oleadas imparables de inmigrantes", situación esta última que engendra en Francia, advierte con catastrofismo, el "peligro de una guerra civil".

En su primera tentativa presidencial, en 2012, Le Pen, con el 17,9% de los sufragios, superó el techo marcado por su padre 10 años antes, pero no igualó su hazaña de pasar al ballottage. En la edición de 2017 vuelve a intentarlo como una casi segura contendiente en el segundo turno del 7 de mayo, aunque con escasas posibilidades, insisten las encuestas, de batir en este duelo final a un adversario que podría ser el social-liberal Emmanuel Macron. Aun llegando al Elíseo, lo que tendría un impacto sísmico en su país y en la UE, Le Pen acaso no dispondría de una mayoría presidencial en la Asamblea Nacional, pues en las legislativas de junio los republicanos de François Fillon podrían actuar de dique frente a la marea roja-azul marino. Entonces, la cohabitación en el Ejecutivo más insólita y tormentosa de la V República Francesa estaría servida.

(Para más información, puede consultarse la entrada de Marine Le Pen en el servicio de Biografías de Líderes Políticos del CIDOB).
Propuestas de campaña
ECONOMÍA Y FISCALIDAD
Le Pen tiene de la economía una perspectiva estatista y soberanista que ve con buenos ojos el intervencionismo del Gobierno y el proteccionismo comercial, y que recela del gran capital privado, los flujos financieros transnacionales y, en un sentido general, el modelo de libre mercado. Sus consignas aquí son la impugnación de los acuerdos de libre comercio y las normativas europeas, la protección de los pequeños productores nacionales frente a la competencia de las grandes firmas, la promoción del Made in France en los bienes de consumo, el freno a las deslocalizaciones y las inversiones especulativas, la penalización de la contratación de trabajadores extranjeros, la reindustrialización, la ayuda al I+D+i nacional y el restablecimiento de la moneda propia. Su diagnóstico es que Hollande lega una situación económica y presupuestaria "degradada", luego urge actuar en favor del crecimiento, aunque sea inflacionista, y "poner las finanzas en orden, atacando el mal gasto". Este "mal gasto público" no es otro que el derivado de los compromisos con la UE y los costes de la inmigración y el asilo, y lo que el Estado se ahorraría aquí, sumado a lo que obtendría de las luchas contra el "fraude" a la Seguridad Social y la evasión fiscal, alcanzaría, calcula, los 60.000 millones de euros.

El sistema tributario debe ser "más justo", lo que requiere recortar el impuesto sobre la renta, en un 10% para los tres primeros tramos, bajar el de sociedades que pagan las pymes, del 33,3% al 24%, y achicar el de los inmuebles con bajo valor catastral, y, por contra, mantener intactos el tramo superior del impuesto sobre la renta, el IVA, las cotizaciones CSG y el impuesto de solidaridad sobre las fortunas (ISF). Como resultado, los franceses se quedarían con 40.000 millones de euros en sus bolsillos, asegura la candidata, que hace estandarte del poder adquisitivo del francés de a pie. Le Pen formula una previsión de crecimiento para 2022 del 2,5% anual, con una inflación recrecida pero "controlada" del 2,5% y un déficit público del 1,3%, aunque al principio el desequilibrio financiero aumentaría, hasta un pico del 4,5% en 2018, pronostica. Aquel déficit moderado entraría plenamente en la horquilla autorizada por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de la UE, pero la eurófoba Le Pen insiste en que no tendría en consideración ese marco. En las presidenciales de 2012 la dirigente frentista propugnó la nacionalización temporal de la banca para "garantizar los ahorros de los franceses"; esta vez, se conforma con obligar a los bancos a conceder créditos a las pymes con tipos de interés preferenciales.

EMPLEO Y PROTECCIÓN SOCIAL
El izquierdismo de Le Pen colorea su programa social, donde llega a rivalizar con el socialista democrático Jean-Luc Mélenchon, como ella tachado de "populista". Aquí, el FN expone la revalorización de los salarios y las pensiones mínimos, la preservación de la jornada legal de 35 horas (pero quitando la tributación a las horas extraordinarias), la derogación de la Ley El Khomri sobre la flexibilización de las relaciones laborales, el adelanto de la edad de jubilación a los 60 años, la bajada en un 5% de las facturas del gas y la electricidad, y el blindaje "al 100%" de la sanidad pública "para todos los franceses" . Le Pen no oculta que cuando habla de "proteccionismo inteligente" y de "patriotismo económico" hace distinciones entre personas, priorizando o reservando a los franceses de pleno derecho los accesos al trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación y las ayudas sociales.

INMIGRACIÓN, SEGURIDAD E IDENTIDAD NACIONAL
En sus "144 compromisos presidenciales" Le Pen procura presentar un repertorio plural, pero la narrativa sobre la inmigración y la seguridad e identidad nacionales compone sin duda uno de sus platos fuertes (el otro, que va de la mano, es el Frexit), por el que capta millones de votos.

Aquí, la líder ultraderechista es directa y dura, llamando a "recuperar las fronteras que protegen", a "acabar con la inmigración incontrolada", a "erradicar el terrorismo" y a "romper las redes del fundamentalismo islámico". En concreto, advoca reducir el saldo migratorio anual a los 10.000 foráneos, limitar drásticamente el derecho de asilo, agilizar la expulsión de todos los extranjeros en situación irregular, privar de la nacionalidad a los franceses asociados al terrorismo o el yihadismo, y suprimir la agrupación familiar, el derecho de suelo (ius soli) en la adquisición de la nacionalidad y las opciones para la regularización o naturalización de sans-papiers, amén de proscribir toda organización de musulmanes y cerrar las mezquitas que se rijan por interpretaciones integristas del Islam. Para "restablecer el orden republicano", Le Pen incrementaría las plantillas de la Policía y la Gendarmería en 15.000 efectivos, dotaría al servicio de prisiones de otras 40.000 celdas, pondría fin al "laxismo judicial" en la aplicación de penas y echaría automáticamente del país a los delincuentes extranjeros. Con los criminales, "tolerancia cero" y "respuestas penales firmes y rápidas", arenga. A diferencia de las elecciones de 2012, Le Pen no menciona el restablecimiento de la pena de muerte, pero mantiene la demanda de la cadena perpetua efectiva para los delitos más graves.

En cuanto al laicismo, consagrado por la Ley de 1905 sobre la separación de las Iglesias y el Estado, este sería aplicado con rigor "en todas partes". Le Pen insta a "defender la identidad nacional, los valores y las tradiciones de nuestra civilización francesa". De manera explícita, contrapone el laicismo republicano al comunitarismo y la asimilación a la mera integración.

EUROPA, POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA
El nacionalismo ardiente caracteriza la visión que Le Pen tiene de Francia en Europa y el mundo. Desde 2013, ella se encuentra en una "campaña europea" para "liberar" a Francia de la UE, perturbador escenario que tras el Brexit británico ha tomado el nombre de Frexit. Aunque la noción de la salida de la UE ya fue agitada en el pasado por su padre Jean-Marie, ella la ha modernizado con una potente retórica populista que cala en el electorado y la ha sistematizado, convirtiéndola en el leitmotiv de su discurso identitario. Más aún, su deseo confeso es "destruir el superestado de la UE" para alumbrar una "Europa de las naciones independientes al servicio de los pueblos". De llegar al Elíseo, convocará un referéndum sobre el Frexit cuyo resultado acataría sin rechistar. Hasta entonces, y desde el primer día en la Presidencia, cabe deducir de sus palabras, se dedicaría al sabotaje activo de los compromisos de la Eurozona, el Acuerdo de Schengen y la Política Agraria Común (PAC). Urge "recobrar la soberanía" monetaria, económica, legislativa y territorial, pero para ella el restablecimiento de los controles de pasajeros en las fronteras intracomunitarias de Francia adquiere una dimensión críticamente vital. Le Pen vocea altiva que si los franceses la suben al poder, "la UE morirá".

Hostil desde siempre a Estados Unidos y amiga de la Rusia de Putin, Le Pen preconiza la salida del mando militar integrado de la OTAN, al que Francia volvió en 2009 por decisión de Sarkozy, en aras de una defensa autónoma en todos los dominios, y la casi duplicación del gasto militar, hasta alcanzar el 3% del PIB. El servicio militar obligatorio debe reponerse, los tres ejércitos precisan 50.000 soldados más, la Armada requiere de un segundo portaaviones y la fuerza de disuasión nuclear ha de ser "perenne". La "Francia orgullosa de su identidad nacional" debe ir de la mano de una "Francia poderosa que se haga respetar", asevera la líder ultraderechista, que desea una potencia gala "al servicio de un mundo multipolar".

INSTITUCIONES
Además de reescribir la Constitución para incorporar en su articulado sus polémicas nociones sobre la identidad nacional de los franceses, Le Pen aboga por una "democracia de proximidad", incluyendo en el sistema electoral elementos de proporcionalidad (tan necesaria para la representatividad del FN), reduciendo considerablemente el número de diputados y senadores, facilitando los referendos de iniciativa popular y suprimiendo duplicidades en los distintos niveles de administración territorial. Todas estas reformas pasarían por un referéndum constitucional que sería diferente del del Frexit.

ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Aunque el FN no es un partido ecologista, su programa se presenta teñido de verde. Le Pen suscribe el Acuerdo de París para la lucha contra el calentamiento global en la era post-Kyoto, abraza la transición energética y apuesta "masivamente" por todas las fuentes renovables salvo la energía eólica. El ambientalismo de Le Pen está bastante orientado a proteger de la "mundialización salvaje" la excelencia de unos productos agrícolas locales respetuosos con la naturaleza y procesados con recursos 100% franceses. Contrariamente a los ecologistas genuinos, Le Pen es favorable a la energía nuclear, pero también está en contra de extraer gas mediante el fracking, da mucha importancia a la protección animal y mira con sospecha a los transgénicos.
El Programa electoral de Marine Le Pen puede descargarse en la Web de la candidata.
Expectativa de voto en la primera vuelta

 Últimos sondeos, 16-23 abril: 21,5 - 23%






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FRANÇOIS FILLON - Les Républicains

● Jurista y periodista, 63 años
● Primer ministro (2007-12); ministro (1993-97, 2002-05, 2012); diputado nacional (1981-93, 1997-2002, 2007, 2012-); senador (2005-07); consejero y presidente regional (1998-2007); consejero y presidente departamental (1981-98); alcalde (1983-2001)
● Centro-derecha/derecha; conservadurismo, liberalismo, gaullismo

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Perfil de François Fillon
En la campaña para estas elecciones presidenciales, anómalas en tantos sentidos, contendía con mayores probabilidades de triunfar en la segunda vuelta el experimentado ex primer ministro François Fillon, candidato de Los Republicanos (LR), la principal formación del centro-derecha francés, en la oposición al Ejecutivo socialista. Eso fue así hasta que el 25 de enero estalló el escándalo de la asistencia parlamentaria presuntamente ficticia de su esposa Penelope, asunto que ha arrastrado a Fillon, al borde del procesamiento judicial pero empecinado en mantener a flote su candidatura con los argumentos de que no hizo nada ilegal cuando contrató a su mujer en la Asamblea Nacional (solo cometió un "error ético", reconoce) y que es víctima de una "operación de calumnia" urdida desde la izquierda y la mismísima judicatura, a una situación personal difícilmente sostenible, mientras en su partido cunde la desolación. Los beneficiarios de este affaire con tintes de psicodrama han sido la líder ultraderechista Marine Le Pen y el postulante social-liberal Emmanuel Macron.

Licenciado en Derecho por la Universidad de París y en Ciencias Políticas por la Sciences Po, y con una breve experiencia como corresponsal de prensa de AFP, Fillon inició su dilatada carrera política en la UDR, el partido gaullista antepasado de LR así como de las marcas intermedias entre 1976 y 2015, el RPR de Jacques Chirac y la UMP de Nicolas Sarkozy. Militante primero de la tendencia social y euroescéptica del neogaullismo, la encarnada por la corriente tradicionalista Séguin-Pasqua, posteriormente se convirtió al liberalismo económico bien casado con Europa sin abandonar el conservadurismo moral que siempre, y más en este envite electoral, ha impregnado su figura. A su plétora de cargos y funciones -ministeriales, regionales, departamentales, municipales- en toda la escala de la administración territorial Fillon añadió en 2007 el de primer ministro a las órdenes de Sarkozy. Durante cinco años, el natural de Le Mans (y corredor aficionado en su circuito automovilístico) encabezó tres gobiernos y se acreditó como un ejecutor fiable y tranquilo de las impopulares recetas de austeridad, dirigidas a domeñar el déficit en mitad de la Gran Recesión. Sorprendentemente, esta ingrata exposición pública apenas le causó una erosión personal, cosa que no pudo decir su jefe político, Sarkozy. El aplomo que le distinguió entonces contrasta con el tremendismo y la crispación que exhibe ahora al calor de las acusaciones del Penelopegate.

Tras llegar en 2012 el socialismo de François Hollande al Elíseo y Matignon, Fillon intentó sin éxito hacerse con las riendas de la UMP, tomadas entonces por Jean-François Copé, pero siguió en el candelero de un partido zarandeado por las trifulcas internas. Además, acentuó el liberalismo y el antiestatismo de sus planteamientos económicos, hasta el punto de propugnar la "terapia de choque" para una Francia necesitada de competitividad, además de ponerse muy duro en los temas de la inmigración y la inseguridad ciudadana. En noviembre de 2016 Fillon, que ya va por su octavo mandato en la Asamblea Nacional, ganó la elección primaria abierta de LR, doblegando contra pronóstico a dos pesos pesados de su familia política, el también ex primer ministro Alain Juppé y el resucitado, pero vuelto a las catacumbas, Sarkozy.

Ahora, la plataforma "rupturista" de quien inició la campaña alardeando de "integridad" y "transparencia" se estrella con la imputación judicial del 14 de marzo, por la que Fillon ha sido acusado formalmente de malversación de fondos públicos y apropiación indebida de bienes. Con su enroque, envuelto en un baño proselitista de masas en la plaza del Trocadero, Fillon ya consiguió días atrás desbaratar una operación en su partido para buscarle un reemplazo de urgencia en medio de un clima de deserción general de lugartenientes. Tras conocer su encausamiento, el candidato de LR insiste en que es objeto de un "asesinato político" y que va a "resistir hasta el final".

(Para más información, puede consultarse la entrada de François Fillon en el servicio de Biografías de Líderes Políticos del CIDOB).
Propuestas de campaña
ECONOMÍA, FISCALIDAD, EMPLEO Y PROTECCIÓN SOCIAL
Con más énfasis que Macron, Fillon insiste una y otra vez en la urgencia de "liberar" las fuerzas económicas de Francia, fuerzas que ahora mismo están "sofocadas por las normas y las cargas". La liberación del corsé que conforman los excesivos peso del Estado en la economía y gravámenes a las rentas del trabajo y empresariales será, pontifica el candidato de LR, el "trampolín del empleo", en tanto que la reducción de los gastos corrientes, el recorte de prestaciones sociales y la estricta consolidación financiera resultan ineludibles, de entrada para salvar al país de una "situación cercana a la quiebra" y ponerlo en órbita en tiempos de globalización, y a un plazo más largo para enfrentar el reto del envejecimiento poblacional y asegurar el crecimiento sostenido. "Competitividad", "innovación" y "eficacia" son unos conceptos que Fillon emplea constantemente en su discurso económico, liberal de principio a fin si se exceptúa la faceta comercial, donde coquetea con el proteccionismo. Él mismo describe su plataforma como "radical", mientras que las izquierdas y el Frente Nacional de Le Pen coinciden en tacharla de "thatcherista" y "ultraliberal".

El ex primer ministro es el único contendiente presidencial que se fija el objetivo de llegar al final del mandato en 2022 con el déficit suprimido y las cuentas públicas equilibradas. Un esfuerzo de envergadura, pues parte de un déficit que se resiste a quedar constreñido por debajo del 3% que estipula el PEC de la UE. Fillon pone un número tan rotundo como redondo a su previsión de caída del gasto público: 100.000 millones de euros de ahorro en cinco años. Para lograrlo, recurriría tanto a las políticas fiscales, con bajadas generalizadas de impuestos directos (el de la renta que pagan las familias, el de sociedades, al 25%, y el los beneficios de capital, unificándolo en el 30%, más la eliminación del impuesto sobre las fortunas) y cotizaciones (del orden de 350 euros por asalariado), el aumento en dos puntos del IVA general y la exención del pago de otros tipos de IVA en determinados casos, como a reformas de alcance estructural, incluidos la supresión de medio millón de plazas en el sector público, el abaratamiento de las prestaciones por paro, la sugerencia de elementos de privatización en la sanidad pública y el retraso progresivo de la edad de jubilación a los 65 años (ya en 2012, siendo primer ministro, la elevó a los 62 años actuales).

Fillon es un enemigo declarado de la jornada laboral de 35 horas, a la que desea dar la puntilla permitiendo la regulación por convenio de semanas de trabajo de entre 39 y 48 horas en el sector privado, mientras que la reforma específica adoptada por el Gobierno socialista en 2016, la controvertida Ley El Khomri, le sabe a poco, juzgando necesario profundizar la simplificación de legislación del trabajo.

INMIGRACIÓN, SEGURIDAD, IDENTIDAD Y LAICISMO
El liberalismo económico de Fillon se conjuga con un marcado conservadurismo social que invoca el "pilar" de la familia, se identifica con los valores católicos y hace una "defensa ardiente" de los principios de la autoridad y el laicismo , los cuales hay que "fortalecer" para, por de pronto, "luchar contra el totalitarismo islámico". Un Estado laico en correcto funcionamiento garantiza "la coexistencia armoniosa de las religiones con respeto a los valores de la república", explica. Su discurso republicano de derecha tradicional busca cautivar a votantes potenciales de Le Pen cuando llama a reducir la inmigración "al mínimo estricto para que nuestas capacidades de integración no se vean desbordadas", de reservar la nacionalidad francesa a los extranjeros "claramente asimilados", de "combatir sin desmayo el terrorismo", quitándoles la nacionalidad a quienes cometan tales actos en suelo patrio o vayan a luchar como yihadistas a países de Oriente Medio, y de afrontar la delincuencia con "tolerancia cero". Su extenso programa electoral no menciona ni una sola vez a los refugiados; en su lugar, se refiere a los problemas de la seguridad y a una "crisis migratoria" que requiere el "control sistemático" de las fronteras exteriores de Schengen.

EUROPA, POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA
En relación con Europa, Fillon abre francas distancias de Le Pen. Aunque para él es menester "renegociar el código de fronteras de Schengen para permitir controles específicos en las zonas vulnerables de las fronteras interiores" y, en un sentido general, reformar la UE para que los estados miembros puedan "protegerse de amenazas en todos los órdenes", Fillon, lejos de levantar el acta de defunción de la UE, arenga a su robustecimiento en todos los ámbitos de gobernanza e integración. Así, brinda por un euro fuerte, convirtiéndolo en moneda internacional de reserva en competencia con el dólar, dotando a la Eurozona de un "directorio político" compuesto por los jefes de Gobierno, avanzando hacia la convergencia fiscal y creando un "Fondo Monetario Europeo". Asimismo, a los gobiernos les corresponde invertir en defensa los esfuerzos necesarios para dotar a la Unión de una "capacidad de pesar militarmente en la escena internacional". Para "proteger nuestros intereses económicos y comerciales de la competición internacional", lo más sensato sería renunciar al TTIP con Estados Unidos, apunta Fillon, quien llega a invocar la reforma de las instituciones europeas a fin de de "preservar nuestros intereses" en las negociaciones Londres-Bruselas sobre el Brexit.

En esta campaña electoral, Fillon se muestra esquivo sobre la OTAN, aunque, por su trayectoria, parece obvio que no tiene nada que objetar a la pertenencia de Francia al mando militar integrado de la Alianza, retorno que tuvo lugar en 2009 siendo él el primer ministro con Sarkozy. Mucho más locuaz es con respecto a Rusia, con la que desea recomponer unas relaciones de "diálogo y confianza"; es más, desea convertirla en la socia de un "gran partenariado" que resultaría muy útil para destruir al Califato sirio-irakí del Estado Islámico. Para él, el enemigo número uno de Francia no es otro que el yihadismo, y para vencerlo (y de paso para "eliminar" al dictador sirio, Assad), París necesita a Moscú, a Teherán y a Ankara. Pero el cálculo puramente económico también pivota sobre esta rama de olivo que Fillon tiende al presidente Putin: las discusiones amistosas con Moscú tendrían que propiciar el levantamiento de las sanciones europeas, que "penalizan injustamente a nuestros agricultores y a nuestras empresas".

ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Defensor ferviente del Acuerdo de París de 2015, Fillon enfatiza en su manifiesto electoral la preocupación que le producen el calentamiento global, la contaminación en todas sus formas y la pérdida de biodiversidad, y su sensibilidad a los retos y oportunidades que conlleva la "revolución" de las energías renovables y la economía "decarbonizada", un terreno en el que Francia debe erigirse en "polo mundial de influencia diplomática". Puesto que se trata de ir eliminando la dependencia de los combustibles fósiles para la producción de electricidad y los transportes, Francia, entre otras estrategias, ha de abordar la extensión de la vida útil de los reactores nucleares que mantiene en activo, alentar el reciclaje de residuos, aumentar las cargas fiscales a los hidrocarburos y plantearse en serio la migración progresiva a los vehículos eléctricos. La protección de la fauna y la flora son para él una "prioridad nacional".
El Programa electoral de François Fillon puede descargarse en la Web del candidato.
Expectativa de voto en la primera vuelta

 Últimos sondeos, 16-23 abril: 18,5 - 20%






© Unión Europea
BENOÎT HAMON - Parti socialiste

● Analista de opinión, 49 años
● Ministro delegado y de Educación (2012-14); diputado nacional (2012, 2014-); diputado europeo (2004-09); consejero regional (2015-); concejal municipal (2001-08, 2014-16)
● Izquierda; socialdemocracia

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medium facebook.com/hamonbenoit
Perfil de Benoît Hamon
Luego de quedar meridianamente claro que el próximo presidente de Francia no va a ser del PS y, casi también, que el partido que desde 2012 gobierna el país ni siquiera va a disputar el balotaje del 7 de mayo, sobre Benoît Hamon -quien por supuesto no puede reconocer semejante escenario- recae la responsabilidad de evitar que su formación, piedra angular de la V República, aún tenga que cargar con la vergüenza de un resultado peor que el cosechado por Lionel Jospin en 2002 y que suponga su relegación al cuarto o incluso el quinto puesto, que es lo que avanzan todos los sondeos.

El bretón Hamon, crítico acerbo de las reformas económicas de François Hollande y rostro del abrupto giro a la izquierda que las primarias ciudadanas de 2017 imprimieron al socialismo galo en uno de los momentos más difíciles de su historia, ha ascendido al primer plano desde la periferia rebelde del aparato del partido. Licenciado en Historia por la Universidad de Bretaña Occidental, su educación política se forjó en el Movimiento de los Jóvenes Socialistas, del que fue primer presidente en 1993, el activismo antirracista y el círculo de asistentes de Michel Rocard, donde conoció a Manuel Valls. En los años del Gobierno de la gauche plurielle (1997-2002) ejerció en los equipos de asesores de Lionel Jospin y Martine Aubry, al tiempo que trabajó para el instituto de sondeos Ipsos. En 2004 ganó el acta de diputado europeo, en 2007 obtuvo una Secretaría Nacional en la dirección del PS y en el Congreso de Reims de 2008, encabezando la moción de la corriente minoritaria Nuevo Partido Socialista (NPS, luego denominada Un Mundo Avanzado), contendió por la Primera Secretaría con Aubry, a la que, una vez apeado en la primera votación, no dudó en respaldar frente a su adversaria Ségolène Royal; como gratificación, Aubry le nombró portavoz del PS.

En 2012 Hollande le reclutó para el Gobierno de Jean-Marc Ayrault como ministro delegado para la Economía Social y Solidaria (ESS), y al constituirse en abril de 2014 el Gobierno Valls asumió la cartera de Educación Nacional, Enseñanza Superior e Investigación. Este puesto le duró a Hamon solo cuatro meses: en agosto secundó a su colega de Economía y antiguo compañero en el NPS, Arnaud Montebourg, en la crítica abierta al rigor fiscal impuesto por Valls para reducir el déficit y, como castigo por esta disidencia, ambos fueron defenestrados del Ejecutivo. Tras esta virtual ruptura con el oficialismo, Hamon regresó a su escaño, ganado en 2012, en la Asamblea Nacional, desde donde dejó patente su rechazo a los proyectos de ley para el crecimiento (Ley Macron) y sobre la reforma laboral, llegando a votar en contra del Gobierno en la moción de censura presentada por la oposición conservadora en mayo de 2016.

En agosto de aquel año Hamon destapó su precandidatura para las primarias ciudadanas del PS y el 29 de enero de 2017, capitalizando la consigna, popularizada por una militancia descontenta, de "todo menos Valls" y una vez ganado para su causa al tercero en discordia, Montebourg, eliminado en la primera votación, consiguió vencer en segunda vuelta a su anterior jefe gubernamental, Valls. Estigmatizado por este último, Bertrand Delanoë, Jean-Yves Le Drian y otras personalidades del PS que le recriminan su huida hacia la "izquierda radical" (de hecho, todos ellos han reclamado el voto para el social-liberal independiente Emmanuel Macron, posicionamiento que ahonda la fractura en el socialismo francés), Hamon replica con una oferta de alianza a la portuguesa. Así, tiende la mano al movimiento Francia Insumisa del también candidato Jean-Luc Mélenchon, con cuyo programa vislumbra algunas "pasarelas", y el partido verde EELV de Yannick Jadot, hipotética convergencia a la que pide sumarse el líder comunista Pierre Laurent. Su insistencia en reforzar la identidad socialdemócrata del PS frente al riesgo de dilución ideológica en una suerte de Tercera Vía alimentan las comparaciones con el británico Jeremy Corbyn, si bien él prefiere evocar el caso del estadounidense Bernie Sanders.

El postulante del partido del mismo Gobierno al que él reprueba asegura que solo él puede contraponer un "imaginario político potente" al programa nacional-populista de Marine Le Pen. Sin embargo, su verdadero reto, complicadísimo, es impedir que el voto útil de muchos electores próximos al PS vaya para el centrista Macron en el primer turno solo para evitar un balotaje de derechas entre Le Pen (FN) y François Fillon (Los Republicanos). Dicho de otra manera, Hamon lucha por evitar quedar emparedado entre Macron a su derecha y el pujante Mélenchon a su izquierda.
Propuestas de campaña
ECONOMÍA Y FISCALIDAD
El capítulo tributario del programa de Hamon incide en el aumento de la presión fiscal a las rentas más altas por la vía de un nuevo impuesto progresivo único sobre el patrimonio, que vendría de la fusión del impuesto de bienes inmuebles y el impuesto de solidaridad sobre las fortunas (ISF). También, destaca su idea de fusionar el impuesto sobre la renta y la Contribución Social Generalizada (CSG, cotizaciones sociales descontadas en las nóminas). En cuanto al impuesto de sociedades, prevé aliviarlo en función de los beneficios. El candidato socialista, contrario por principios a cualquier exigencia de austeridad, contempla un aumento de la inversión pública en múltiples partidas y propugna que a la hora de calcular el déficit presupuestario para el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de la UE no se tengan en cuenta los gastos militares y algunas inversiones públicas.

EMPLEO Y PROTECCIÓN SOCIAL
La propuesta estrella de Hamon, tachada de "utópica" e "irreal" desde su propio partido (Valls), en tanto que él habla del "futuro deseable y a la vez posible", es crear el Ingreso Social de Existencia (RUE), una renta básica mensual de 750 euros para todos los franceses mayores de edad encuadrados como población activa y cuyos ingresos no superen los 2.200 euros netos. Estos ingresos suplementarios, que al principio solo cobrarían los jóvenes, crecerían gradualmente en cuantía y cobertura, y su coste para el erario el candidato lo estima en unos 35.000 millones al año. Hamon cree que la digitalización y la robotización destruyen trabajo de manera irreversible, así que recomienda ir hacia la semana laboral de 32 horas, tres horas menos que en la legislación vigente desde 2000, la cual él ayudo a elaborar como asistente de la ministra Aubry en el Gobierno Jospin. Para ganar tiempo e ingresos, quiere aplicar un impuesto especial sobre los robots en la industria (taxe robot). Además, desea reemplazar por otra ley la reforma laboral de 2016, ampliar a los autónomos la cobertura del seguro de desempleo y subir el salario mínimo (SMIC), y prefiere mantener los 62 años como edad legal de jubilación. Calcula que en un lustro podrían crearse medio millón de empleos bajo el esquema de la Economía Social y Solidaria (ESS). Su concepción de la sanidad y la educación públicas es nítidamente protectora.

INMIGRACIÓN Y SEGURIDAD
Hamon, como el resto de la izquierda francesa y al igual que Macron, se manifiesta a favor de atender debidamente todas las demanda de asilo, y es contrario a las cuotas de inmigrantes y a cualquier reforma constitucional que permita despojar de la nacionalidad a los ciudadanos franceses reos de terrorismo o yihadismo, aunque no ha terciado en la polémica en relación con el derecho de suelo, esto es, la concesión automática de la nacionalidad a los hijos de foráneos nacidos en Francia. Sí reconoce el derecho de los residentes extranjero a votar en las elecciones municipales. Llama a luchar contra la violencia de género -y las inequidades salariales- que sufren las mujeres, propone poner más policías y gendarmes a patrullar las calles y confía en una política penitenciaria menos rigurosa, con penas de cárcel más cortas y sanciones alternativas a la prisión, en la línea de la Ley Taubira, para favorecer la reinserción de los condenados.

IDENTIDAD Y LAICISMO
Sus contrincantes conservadores recriminan a Hamon su "ambigüedad" en torno a los temas, más candentes que nunca, de la presencia del Islam en la sociedad, la exhibición de símbolos religiosos en público y el tan traído y llevado laicismo republicano. Su tesis es que no se puede trazar una equivalencia entre el fiel musulmán y el que se une a la yihad violenta. "El Islam no es un problema de la República", ha dicho. El programa del PS añade que la Ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y el Estado debe "respetarse escrupulosamente".

INSTITUCIONES
Hamon recoge un plantel de importantes reformas de las instituciones y el sistema político encaminadas a limitar los mandatos y atribuciones, y a transparentar las actividades de los miembros del Ejecutivo y el Legislativo, con el jefe del Estado a la cabeza, para el que reclama un mayor control parlamentario, un menor poder discrecional y el mandato septenal no renovable, y también con el fin de dar más cancha a la participación ciudadana en los procesos de decisión política. Tanto es así que llega a vislumbrar el advenimiento de una "VI República", que podría surgir de una "conferencia nacional".

EUROPA, POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA
A diferencia del euroescéptico Mélenchon, Hamon cree que el proteccionismo debe ser ejercido más que nada "en las fronteras europeas y no el interior", por lo que se abona a la propuesta de la Buy European Act, dirigida a proteger los sectores estratégicos europeos de una mundialización sin vuelta atrás. Sin embargo, repudia los acuerdos de libre cambio entre la UE y Estados Unidos (TTIP) y Canadá (CETA), ya que vulneran el "comercio justo". Insiste en que a Francia siempre le irá mejor quedándose en la UE y en la moneda única, pero siempre que los poderes europeos pongan remedio al actual "déficit democrático" y pasen página a la austeridad. En concreto, llama a firmar un "tratado de democratización de la gobernanza de la zona euro", a hacer realidad la armonización de las políticas fiscales, a mutualizar parte de las deudas soberanas del euro y a cimentar unas Europas de la defensa y de la energía. Aunque no ha explicado cómo ve el control de las fronteras exteriores y la libre circulación de personas en el espacio de Schengen, sí estima necesario revisar el Reglamento de Dublín para introducir un "visado humanitario europeo". La empresa de "refundar Europa" requerirá también, añade, una "pausa" en el proceso de ampliación a nuevos estados miembros.

En materia de defensa, el izquierdista Hamon vuelve a disentir de su potencial aliado, Mélenchon: permanencia en el mando militar integrado de la OTAN, consagración del 2% del PIB, tal como recomienda la Alianza Atlántica, al gasto militar y "perennidad" de la disuasión nuclear estratégica "para garantizar nuestra soberanía". En añadidura, el socialista advierte contra cualquier acercamiento al Kremlin, que al anexionarse Crimea "violó la legalidad internacional". "Francia", reza el manifiesto electoral del PS, "mantendrá su compromiso con las Naciones Unidas, lejos del unilateralismo y la brutalidad exhibidos por la Rusia de Putin, la China de Xi Jinping o los Estados Unidos de Donald Trump".

ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Hamon se describe como "ecosocialista" y subraya su compromiso con la transición ecológica y económica para "transformar el modelo de desarrollo". En esta línea, plantea el objetivo de que para 2025 la mitad de la generación eléctrica del país provenga de las energías renovables y que en 2050 esa cuota cope el 100%. El IVA habría de modularse a estas necesidades y en 25 años todas las centras nucleares del país tendrían que estar apagadas. Por otro lado, quiere prohibir el uso de pesticidas agrícolas.

OTROS
Acaso para atraer el voto joven, Hamon incluye en su programa la legalización del cannabis. También, es partidario de regular la eutanasia.
El Programa electoral de Benoît Hamon puede descargarse en la Web del candidato.
Expectativa de voto en la primera vuelta

 Últimos sondeos, 16-23 abril: 7 - 8%






© jlm2017.fr
JEAN-LUC MÉLENCHON - La France insoumise

● Profesor de escuela y periodista, 65 años
● Ministro delegado (2000-02); senador (1986-2000, 2004-10); diputado europeo (2009-); consejero departamental (1985-92, 1998-2004); concejal municipal (1983-2001)
● Izquierda radical; socialismo democrático, ecosocialismo

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medium @JLMelenchon
medium facebook.com/JLMelenchon
Perfil de Jean-Luc Mélenchon
Tras romper con el PS y afanarse en reinventar una alternativa radical de izquierdas para Francia que aúne socialismo democrático, antiliberalismo económico, soberanismo euroescéptico y altermundialismo, Jean-Luc Mélenchon, gratificado por los sondeos a una semana de la primera vuelta del 23 de abril tras brillar en los debates televisivos, sueña con dar la gran sorpresa y colarse en el balotaje del 7 de mayo. De conseguir esa gesta, y si es que tiene que verse las caras con Marine Le Pen (o con François Fillon, es decir, la ultraderecha y la derecha, pero no en el caso de contender con el centrista Emmanuel Macron), entonces, avisan las encuestas, vería abiertas las puertas del Elíseo.

Con ancestros españoles (Mélenchon es una forma afrancesada del murciano Melenchón) e hijo de una pareja de clase trabajadora que le alumbró en Tánger, el joven estudió Filosofía en la Universidad del Franco Condado en Besançon y ejerció como profesor de instituto. Partiendo de una primera militancia comunista, en 1976 se adhirió al PS de Mitterrand, con el cual obtuvo sus primeros mandatos municipales y departamentales en la región de Isla de Francia, así como el escaño de senador por Essonne, que ocupo en dos períodos entre 1986 y 2010. Ubicado en el ala izquierda del PS, admirador de Jean Jaurès y propagandista periodístico de la union de la gauche en aras de un proyecto de gobierno común con los comunistas y los radical-socialistas, Mélenchon figuró durante un par de años (2000-2002) en el Gobierno de Lionel Jospin como ministro delegado de Formación Profesional, supeditado a Jack Lang. En 2005 votó en contra del Tratado Constitucional Europeo y en el Congreso partidario de 2008 defendió una moción de síntesis de las corrientes internas neosocialistas cuyo cabeza, Benoît Hamon, cayó derrotado ante Martine Aubry en la elección para la Primera Secretaría.

La decepción por los resultados del Congreso de Reims llevó a Mélenchon y a un puñado de correligionarios a dar portazo al PS. En febrero de 2009, inspirados por la Die Linke alemana, presentaron el Partido de Izquierda (PG) con la intención de presentar batalla a la globalización, los "neoliberales" tratados de la UE y las recetas anticrisis de austeridad prescritas por la Comisión Europea y el eje Merkel-Sarkozy, campaña en la que el afanoso político francés adquirió visibilidad gracias a su nuevo escaño de eurodiputado. Recostado en el Frente de Izquierda, contendió en las presidenciales de 2012 y quedó cuarto con el 11% de los sufragios. Aunque pidió el voto para él en la segunda vuelta contra Sarkozy, más tarde Mélenchon acusó a Hollande de "capitular" ante Merkel en las cuestiones del Pacto Fiscal Europeo y el pago de las deudas soberanas del euro, y se erigió en portaestandarte y tribuno de las movilizaciones sociales contra las reformas económicas de sus gobiernos, al tiempo que estrechaba la coordinación con los partidos y personalidades amigos del Partido de la Izquierda Europea, como los griegos SYRIZA y Alexis Tsipras. Al comenzar 2016, Mélenchon, en la cresta de la notoriedad dentro y fuera de su país, lanzó La Francia Insumisa, nombre bien ilustrativo de su deseo de conectar con los movimientos de rebelión ciudadana contra las élites y el sistema, a modo de vehículo extrapartidario de su segunda candidatura presidencial.

Jean-Luc Mélenchon es masón -pertenece al Gran Oriente de Francia desde 1983- y autor de una copiosa obra ensayística.

(Para más información, puede consultarse la entrada de Jean-Luc Mélenchon en el servicio de Biografías de Líderes Políticos del CIDOB).
Propuestas de campaña
ECONOMÍA, FISCALIDAD, EMPLEO Y PROTECCIÓN SOCIAL
El programa económico y social de Mélenchon se presta a pocas o ninguna duda: compacto y contundente, evoca el sentimiento de una izquierda radical que se aferra a la validez de los postulados de la socialdemocracia clásica, a su juicio completamente devaluados, si no "traicionados", por unos partidos de la Internacional Socialista (el PS en particular) "rendidos al liberalismo". Los temas tratados son la redistribución social de la riqueza, la salvaguardia del estado del bienestar y la intervención del Estado en la economía, pero a la vez trascendidos y modernizados con toda una paleta de matices socialistas democráticos, anticapitalistas, antiglobalistas y ecologistas. Ideológicamente, Mélenchon y Le Pen parten de situarse en los extremos opuestos, tal que resulta paradójico el evidente paralelismo de sus respectivas propuestas en este terreno, en algún punto calcadas, si bien tales similitudes obedecen fundamentalmente al deseo de la líder ultraderechista de presentarse como la campeona del pueblo, la gran defensora de la clase trabajadora, lo que requiere la apropiación por el FN de muchos elementos del discurso social y estatista típicos de la extrema izquierda. El caso es que el marchamo de populismo recae siempre en Le Pen y muy a menudo también en Mélenchon.

Dos son los grandes mecanismos, previsibles a la luz de sus credenciales, de la política económica y fiscal del líder de La Francia Insumisa. Por una parte, habla de destinar 100.000 millones de euros a "grandes proyectos de interés nacional", junto con otro paquete de gasto público en vivienda. Tales inversiones del Estado se financiarían exclusivamente con muy fuertes alzas impositivas a los ricos, los bancos y las grandes corporaciones. Estos contribuyentes tributarían en virtud de un impuesto sobre la renta mucho más progresivo (los cinco tramos actuales pasarían a ser 14, con un tipo del 100% para los ingresos salariales de más de 33.000 euros al mes), y además les afectaría un nuevo IVA especial para productos de "gran lujo" (mientras que los bienes de primera necesidad se beneficiarían de un IVA superreducido), un también nuevo "impuesto ciudadano" sobre los ingresos "basado en la nacionalidad" (luego aplicado a todo francés "donde quiera que se halle en la Tierra"), la eliminación de los "nichos fiscales injustos, socialmente ineficaces y ecológicamente perjudiciales", el endurecimiento del impuesto de sociedades para los beneficios no reinvertidos en Francia, y el encarecimiento igualmente del impuesto de solidaridad sobre las fortunas (ISF) y de los derechos de sucesión en los grandes patrimonios. A esto, Mélenchon lo llama su "revolución fiscal".

Por otra parte, Mélenchon preconiza las renacionalizaciones de compañías de sectores que, como el energético, el bancario o el de los transportes, tengan carácter "estratégico", así como la mano dura contra el fraude, la evasión tributaria, los paraísos fiscales y las operaciones financieras de carácter especulativo. Controlar los "dividendos exorbitantes de los grandes accionistas", tasar las transacciones de capital y perseguir a los "delincuentes financieros" son acciones que responden a la meta de "liberar la economía de las finanzas". La norma general, transmite Mélenchon, es que el Estado ha de intervenir en el sector privado siempre que lo crea oportuno y en nombre del "interés general". De igual manera, la administración pública está obligada a garantizar la prestación de unos servicios avanzados, universales y gratuitos en la sanidad y la educación.

Mélenchon encuentra escandaloso que en Francia haya 6 millones de trabajadores (el 10% de la población activa) en paro. Para impulsar la actividad, crear 3,5 millones de puestos de trabajo, proteger los puestos existentes y llegar al pleno empleo, se imponen, entre otras, las siguientes medidas: reducir y repartir el tiempo de trabajo en las empresas con el acatamiento estricto de la jornada de 35 horas, el inicio de la transición a la semana de 32 horas y la penalización severa de las horas extraordinarias; abolir la reforma laboral de 2016; permitir la jubilación a los 60 años con 40 años de cotización para tener derecho al 100% de la pensión; prohibir el reparto de dividendos en las empresas que despidan trabajadores; dar a los sindicatos el poder de vetar los ERE; acelerar la transición energética; y abrazar un "proteccionismo solidario" dirigido contra las multinacionales, la globalización financiera y tratados de libre comercio como el TTIP, que quiere arrojar a la papelera. Además, toca aumentar el salario mínimo y la pensión contributiva mínima hasta los 1.326 euros al mes, revalorizar las pensiones básicas a los 1.000 euros y descongelar los sueldos de los funcionarios. Y prohibir los desahucios hipotecarios si no hay alojamiento alternativo.

INMIGRACIÓN Y SEGURIDAD
Aquí, el líder de La Francia Insumisa ve las cosas con un prisma diametralmente opuesto al de la caudillo del FN. Mélenchon se opone de manera tajante a cualquier reforma restrictiva de las regulaciones sobre la inmigración, el asilo y la nacionalidad, temas que le parecen "demasiado serios como para dejarlos a las pujas de oportunistas y los impulsos incontrolados". Él pone el dedo en las raíces del problema y le da rostro, la suma de innumerables dramas personales que son, arguye, la consecuencia de un orden internacional injusto impuesto por la fuerza ("guerras y acuerdos comerciales desiguales"). El candidato izquierdista invoca la "dignidad humana" de quienes han de huir de sus países, y pide tanto reafirmar el derecho de asilo que asiste a los refugiados como "refundar la política europea sobre el control de las fronteras", poniendo fin a la "militarización del control de los flujos migratorios". Adicionalmente, Mélenchon reclama unas fuerzas policiales orientadas al servicio cercano de los ciudadanos y a las tareas de prevención y disuasión, así como una estrategia antiterrorista "consecuente", desligada de la "política aberrante de los números". Dice que es hora de levantar el estado de urgencia, declarado por Hollande en noviembre de 2015 con motivo de los atentados de París, porque "con la lógica de la excepción no se protege mejor el estado de derecho"

INSTITUCIONES
Uno de los siete ejes del programa El Futuro en común de La Francia Insumisa es la convocatoria de una Asamblea Constituyente para la fundación de la VI República Francesa. Esta noción la maneja también el candidato del PS, Benoît Hamon, pero Mélenchon rehúye toda vaguedad y le da un argumentario radical: se trataría de "cambiar de arriba abajo" la Ley Fundamental para "abolir la monarquía presidencial" en favor de la Asamblea Nacional, "restaurar el poder de la iniciativa popular" y librar al país "de la oligarquía financiera y de la casta que está a su servicio".

EUROPA, POLÍTICA EXTERIOR Y DEFENSA
Sobre la UE, Mélenchon recorta de nuevo trecho con Le Pen. Su posición aquí, de rechazo también, no es tan extrema y visceral como la de ella (la ruptura total y por las bravas, únicamente sujeta a un referéndum); él mantiene un cierto margen de posibilismo, pero a cambio de resultar un tanto confuso. El soberanista euroescéptico que Mélenchon siempre ha sido, más desde que los poderes europeos, con sus "obsesiones ideológicas" y en su "soberbia", se decantaron por la austeridad a rajatabla y los formatos tipo Troika para responder a la crisis deudora de la Eurozona, se revuelve contra una Unión que impone políticas de recortes "sin inversiones públicas" y "con el pretexto de una deuda que todo el mundo sabe que no se puede pagar", y cuyo ordenamiento jurídico consagra "la austeridad presupuestaria, el libre cambio y la destrucción de servicios públicos". Para recobrar "nuestra independencia de acción" y la "soberanía de nuestras decisiones" frente a instituciones como esa Comisión Europea "compuesta de burócratas y dominada por Alemania", Francia tiene que "librarse de los Tratados Europeos", desobedecer la "regla absurda" del tope del 3% de déficit que fija el Pacto de Estabilidad y forzar una modificación de los estatutos del BCE para que el emisor monetario pueda prestar dinero directamente a los Estados.

Mélenchon ofrece su particular hoja de ruta para este gran viraje, consistente en un Plan A y, si falla este, un Plan B. El Plan A es que el Gobierno de París convoque una "refundación democrática, social y ecológica" de la UE" con vistas a una "salida concertada" de los Tratados, y que luego presente los resultados de esta "renegociación de las reglas" al pueblo francés, el cual decidiría "de manera soberana" sobre la conveniencia de seguir participando en la UE o no. El Plan B consiste en proceder a la "salida unilateral" de los Tratados, lo que supondría suspender la contribución nacional (22.000 millones de euros por año) al presupuesto de la Unión, "transformar el euro en una moneda común y no ya única" (es decir, recuperar el franco y ponerlo en cocirculación), y aplicar controles de mercancías y capitales en las fronteras nacionales.

La causa de la soberanía nacional impele también al abandono de la OTAN, organización que no es más que la "herramienta de la tutela militar de Estados Unidos y sus locuras imperiales". Francia, afirma Mélenchon, debe preservar una defensa autónoma al margen de toda "alianza militar permanente" y, como la "nación universal" que es, hacer banderas de la diplomacia al servicio de la paz, el entendimiento entre los pueblos, la cooperación con los países emergentes y las relaciones especiales con las naciones ribereñas del Mediterráneo y del África francófona. La "vocación" de Francia no está en la OTAN, sino en la ONU, asevera el candidato, para el que "construir la paz en Siria e Irak" es una tarea que corresponde a una "coalición universal bajo la égida de la ONU", no a "alianzas hipócritas con las petromonarquías del Golfo".

ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
La Francia Insumisa abraza el ecologismo en la interpretación socialista de que este y el capitalismo son irreconciliables. Mélenchon desgrana las actuaciones de su "planificación ambiental" para la transición energética y la acción contra el cambio climático, que abarca desde la desnuclearización de Francia hasta la consecución de un cambio profundo en los hábitos de consumo y la conciencia medioambiental. Para 2050, toda la electricidad que consuma el país tendrían que generarla las energías renovables.

OTROS
Mélenchon cree que el Gobierno tiene que hacer lo necesario para que la igualdad legal de los sexos llegue también a los salarios, suscribe a pies juntillas el principio de la excepción cultural francesa y hace gala de una auténtica pasión por los asuntos de la exploración espacial. En su programa electoral dedica un apartado específicamente al espacio, "nuestra ambición" y un "formidable desafío para la humanidad", amén de "nuestro bien común". Entre otras metas astronáuticas y científicas, tan positivas para el desarrollo del I+D, menciona un programa de lucha contra la contaminación lumínica que impide la buena observación nocturna de los astros, una nueva estación espacial internacional, una base permanente en la Luna y las misiones tripuladas a Marte.
El Programa electoral de Jean-Luc Mélenchon puede descargarse en la Web de La France insoumise.
Expectativa de voto en la primera vuelta

 Últimos sondeos, 16-23 abril: 18 - 19,5 %


Tabla-sumario de temas y candidatos



MACRON

LE PEN

FILLON

HAMON

MÉLENCHON
Gasto públicoReducirlo en 60.000 mil. €, junto con inversiones por 50.000 mil. € Reducirlo solo en relación con la inmigración y la UE; reservar, aumentándolo, el gasto social para los francesesReducirlo en 100.000 mil. €Aumentarlo Aumentarlo; inversiones por más de 100.000 mil. €
Objetivo de déficit en 20221% del PIB1,3%, pero no en el marco del PEC0%Desvinculación parcial del tope del 3% del PECDesvinculación del tope del 3% del PEC
Impuesto sobre la rentaMantenerlo, pero individualizándolo en las parejas de contribuyentesReducirloReducirloAumentar su progresividad y fusionarlo con las cotizaciones sociales (CSG)Aumentar su progresividad
Impuesto de sociedadesReducirloReducirloReducirloModularlo en función del destino de los beneficios Modularlo en función del destino de los beneficios
Impuesto de solidaridad sobre las fortunasAplicarlo solo al patrimonio inmobiliarioMantenerloSuprimirloTransformarlo en un impuesto progresivo único sobre el patrimonio Aumentarlo
IVAMantener las tasas actualesMantener las tasas actualesSubir el tipo general y eximir del pago en otros casosReducirlo para los productos verdes Reducirlo para los productos de primera necesidad y aumentarlo para los de "gran lujo"
Edad legal de jubilación Mantenerla en los 62 años Adelantarla a los 60 años Retrasarla a los 65 años Mantenerla en los 62 años Adelantarla a los 60 años
Funcionarios Suprimir 120.000 plazasMantener los derechos laboralesSuprimir 500.000 plazasIncrementar las plantillas Incrementar las plantillas
Reforma laboral (2016) Mantenerla Derogarla Profundizarla Reemplazarla Derogarla
Jornada legal de trabajo Mantener la semana de 35 horas, pero incorporando flexibilidad Mantener la semana de 35 horas Regular por convenio jornadas de entre 39 y 48 horas Mantener la semana de 35 horas, pero con opción de reducirla a 32 horas Mantener y hacer cumplir estrictamente la semana de 35 horas, e iniciar la transición a las 32 horas
Salario mínimo Mantenerlo Revalorizar los bajos salarios Mantenerlo Aumentarlo Aumentarlo
Subsidio del paro Ampliar la cobertura, pero con más condiciones ? Reducirlo Ampliar la coberturaMantener la cobertura
Restricción de la inmigración y barreras a los refugiados En contra A favor A favor En contra En contra
Derecho de suelo para adquirir la nacionalidad Mantenerlo Suprimirlo Limitarlo ?Mantenerlo
Privación de la nacionalidad en caso de terrorismo En contra A favor A favor En contra En contra
Laicismo republicano "Aplicarlo estrictamente" "Restaurarlo en todas partes" "Fortalecerlo y luchar firmemente contra el totalitarismo islámico" "Respetarlo escrupulosamente" ?
Control de las fronteras de Schengen Reforzarlo Restablecer las fronteras nacionales Reforzarlo drásticamente ?"Desmilitarizarlo"
Estatus de Francia en la UE y la Eurozona Permanencia, con reformas para "reforzar la UE en sus cinco dimensiones de soberanía" Salida total sujeta a referéndum; exclusividad monetaria del franco Permanencia, con reformas para "protegernos de las amenazas en todos los órdenes" Permanencia, con reformas para "refundar Europa" Salida de los Tratados, "concertada" o "unilateral"; eventual recuperación del franco
Proteccionismo comercial En contra, aunque a favor de la Buy European Act A favor ("proteccionismo inteligente")  Reglas proteccionistas de carácter europeo Reglas proteccionistas de carácter europeo; Buy European Act  A favor ("proteccionismo solidario")
Tratados de libre comercio TTIP/CETA A favor En contra En contra En contra En contra
Estatus de Francia en la OTAN Permanencia en el mando militar integrado Salida del mando militar integrado Permanencia en el mando militar integrado Permanencia en el mando militar integrado Salida completa
Presupuesto de defensa Aumentarlo al 2% del PIB Aumentarlo al 3% del PIB Aumentarlo al 2% del PIB Aumentarlo al 2% del PIB Mantenerlo en el 1,77% del PIB
Relaciones con Rusia Mantener una posición de firmeza Propiciar un acercamiento Propiciar un acercamiento Mantener una posición de firmeza Propiciar un acercamiento
Transición a las renovables y lucha contra el cambio climático A favor A favor A favor A favor A favor
(Fuentes consultadas: Programas de los candidatos y © Le Monde.fr)

Personalidades apartadas de la carrera presidencial


François Hollande (PS) @fhollande
El 1 de diciembre de 2016 el socialista François Hollande comunicó su renuncia a presentarse a la reelección. El primer presidente de la V República que no busca el segundo mandato ha arrastrado prácticamente de continuo unos sondeos de popularidad entre malos y pésimos. Al poco de asumir en 2012, Hollande transigió con la austeridad de Merkel para la Eurozona, luego imprimió un sesgo liberal a las reformas de casa para dinamizar la economía y domeñar el déficit, y desde 2015 enfrentó, con fuertes críticas también, la ofensiva del terrorismo yihadista. A nivel internacional, París lideró la lucha contra el calentamiento global, se sumó a los bombardeos contra el Estado Islámico en Irak y Siria, e intervino militarmente, con resultados positivos para la seguridad africana, en las crisis de Malí y la RCA. Con todo, en mayo de 2017 Hollande se despide del Elíseo dejando una sensación de presidencia fallida.
Manuel Valls (PS) @manuelvalls
Cuando en abril de 2014 Hollande, acuciado por las penurias electorales del socialismo y su menguada popularidad personal, le nombró primer ministro, Manuel Valls, un centrista pragmático criado en la corriente rocardiana del PS, era el único miembro del Ejecutivo que conservaba unas altas cotas de aceptación popular debido a su gestión rigurosa de la inmigración irregular como responsable de Interior. Como jefe del Gobierno, sin embargo, esta valoración positiva fue desinflándose a medida que el Gobierno adoptaba reformas económicas de regusto liberal. Con un estilo sobrio nada dado a los ademanes mitineros, Valls abandonó el Gabinete en diciembre de 2016, justo después del anuncio por Hollande de su autodescarte, para preparar su aspiración presidencial por el PS, pero en la primaria ciudadana de enero de 2017 fue batido por el izquierdista Benoît Hamon.
Nicolas Sarkozy (LR) @NicolasSarkozy
El hiperactivo Nicolas Sarkozy anunció su marcha de la política ("seré un francés más") tras ser derrotado por Hollande en el balotaje de mayo de 2012, pero luego cambió de parecer. Su rentrée a lo grande llegó en 2014 al hacerse con la presidencia del partido del centro-derecha posgaullista que ya dirigiera en la década anterior, la UMP, y al que un año después rebautizó como Los Republicanos. Sin embargo, siguió metido en líos con la justicia por un rosario de presuntos actos de corrupción y no consiguió imponer su autoridad a unos conmilitones en permanente reyerta interna. Su plataforma derechista radical, casi un clon de la del FN en las cuestiones de seguridad, inmigración e identidad nacional, se estrelló de manera humillante en las primarias abiertas de noviembre de 2016, que brindaron la candidatura presidencial de 2017 a su antiguo primer ministro, François Fillon.
Alain Juppé (LR) @alainjuppe
Político conservador liberal de talante moderado y abierto a contemporizar, el ex primer ministro y ex ministro de Exteriores (dos veces) y de Defensa Alain Juppé lleva tres décadas siendo uno de los pesos pesados del centro-derecha francés, donde jugó el papel de delfín de Jacques Chirac. A pesar de sus habilidades diplomáticas y su porte de patricio republicano, nunca ha podido realizar la ambición de dirigir el Elíseo, horizonte hipotético que un denso dosier de procesos y condenas judiciales vino a ensombrecer. En noviembre de 2016 el alcalde de Burdeos contendió en la elección primaria abierta de su partido, Los Republicanos. Su cartel centrista gozó de buena acogida y los sondeos sostuvieron su condición de favorito durante un año, pero en el último momento cayó estrepitosamente ante François Fillon.
Arnaud Montebourg (PS) @montebourg
Arnaud Montebourg, barón de la corriente renovadora del PS, ya disputó las primarias de 2011, cuando recibió menos apoyos que Hollande y Martine Aubry, pero más que Ségolène Royal y Manuel Valls. En 2012 Hollande le sentó en el Gobierno Ayrault como ministro de Recuperación Productiva y en abril de 2014 vio extendidas sus competencias a Economía y Asuntos Digitales en el primer Gabinete Valls. Montebourg, un izquierdista muy crítico con las nociones de la austeridad y la globalización, no tardó en chocar con Valls por la medida del control del gasto presupuestario para reducir el déficit, de manera que en agosto sus jefes resolvieron sustituirle por el social-liberal Emmanuel Macron. Compitió en las primarias ciudadanas de enero de 2017, obteniendo exactamente el mismo porcentaje de votos (el 17%) que en 2011 y quedando otra vez tercero, ahora a la zaga de Valls y Benoît Hamon, el ganador.
François Bayrou (MoDem) @bayrou
El habitual "tercer hombre" de las competiciones presidenciales en Francia (candidateó en 2002, 2007 y 2012, finalizando en las posiciones 4ª, 3ª y 5ª, respectivamente), prefirió no inscribirse de nuevo para la elección de 2017, en la que no tendría que medirse con su acerbo enemigo personal, Nicolas Sarkozy, y a cambio ofreció una alianza condicionada a Emmanuel Macron. Veterano adalid de un espacio político de centro progresista y raíces democristianas autónomo tanto del conservadurismo neogaullista como del republicanismo giscardiano, el actual alcalde de Pau fue el último valedor de la extinta UDF, finalmente engullida por el RPR-UMP de Chirac y Sarkozy, y desde 2007 anima el Movimiento Demócrata (MoDem).

(Este documento tiene cobertura informativa hasta 23/4/2017)