FRANCESCA MUNT (CESCA), EL ESTILO CIDOB

Fecha de publicación:
11/2017
Autor:
Carmen Claudín
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Si Pep desprendía serenidad, Cesca era energía y calor humano. Cualidades raras en quien tiene que mandar y dirigir. Pep, y el equipo de investigadores, ponían los contenidos, Cesca aportaba la forma y la manera y, con ello, también contribuía a construirlos. 

Cesca era también elegancia y buen gusto: tanto en el trato con las personas como, por pocos medios que tuviera, en la decoración del espacio de trabajo o en la organización de un evento. Los momentos difíciles de falta de recursos que se repitieron más de una vez, los problemas internos que toda organización atraviesa, su dolorosa enfermedad de huesos que la fulminaba cada tanto, todo era sobrellevado sin mal humor ni tensión sobre el equipo, con una energía vital y un dinamismo que se transmitía a través de su sonrisa. Y eran raras las veces en que Cesca no sonreía.

En efecto, la manera de hacer las cosas era la marca distintiva de CIDOB, el secreto de su éxito: entrega en el trabajo y búsqueda de calidad, siempre dentro de una filosofía que se infundía al resto del equipo y que se basaba en dos ideas aparentemente sencillas: sumar los esfuerzos de todos, dentro y fuera de la casa, y perseguir el beneficio público común.

Y todo ello, se apoyaba en mucho sentido común (mucho seny), una gran capacidad de escuchar lo que uno/a tenía que decir o proponer y de aceptar ideas nuevas. Pero muchas de esas ideas nuevas venían de la propia Cesca, con el Anuario Internacional CIDOB ocupando un lugar destacado. Cesca estuvo unos cuantos años insistiendo en la necesidad de elaborar una publicación insignia, que sería, decía ella, «nuestra carta de presentación en el mundo». Y, añadía, nosotros teníamos la capacidad de hacerlo. Lo cierto es que el Anuario se convirtió –bajo su batuta paciente pero sostenida– en una de las obras de referencia de CIDOB que se podía encontrar en las estanterías de centros de estudio, profesores universitarios y en casi todas las embajadas de España en el mundo.

Cesca era un exponente máximo de la manera de relacionarse con el mundo y con los demás por parte de CIDOB. Como subraya Noureddine Affaya en su texto, la hospitalidad era una de las grandes cualidades de Pep y del CIDOB, y Cesca era, sin lugar a duda, el artífice de la simpatía y la cordialidad que acompañaban a los diversos visitantes de CIDOB, fueran ponentes, colaboradores o amigos de paso. Ambos se implicaban como personas, iban más allá de la pura cordialidad institucional.

La filosofía que transmitían Pep y Cesca se basaba en la idea de que, si bien la competición existe, esta puede ser incluso enriquecedora y beneficiosa, y nunca ha de ser enfocada en una lógica de rivalidad entre instituciones sino en la excelencia del trabajo que se hace. Para ellos, y nos lo recordaban a menudo, lo importante era sumar y, con este enfoque, siempre se buscaba mantener relaciones activas y mutuamente provechosas con todas las instituciones afines a CIDOB.

Si Pep fue el compositor, Cesca era la directora de orquestra que armonizaba los instrumentos y los hacía tocar todos a una con flexibilidad, pero con energía, sin apartarse de la meta y del interés común.