Introducción

Fecha de publicación:
05/2019
Autor:
Pol Morillas, director, CIDOB
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Más que como un fenómeno estático, la politización debe entenderse como un continuo. Este proceso se plasma en indicadores tales como el aumento de la concienciación acerca de la centralidad política de ciertos asuntos, la movilización de distintas opciones como consecuencia de ello y, finalmente, la polarización discursiva protagonizada por diversos actores políticos –siguiendo la definición de De Wilde y Zürn (2012), una de las más aceptadas en la academia–. 

Estos tres indicadores –concienciación, movilización y polarización– conforman el continuo de la politización, según el cual puede existir una mayor toma de conciencia sobre la centralidad de ciertos asuntos de la agenda, sin que ello se traduzca necesariamente en una mayor polarización de las opciones políticas. En un extremo, la política exterior europea ejemplifica la convivencia entre altos grados de consenso entre actores políticos y una mayor centralidad de estos asuntos a ojos de la ciudadanía y, por lo tanto, de sus representantes.

En el extremo opuesto, el debate político y ciudadano sobre la inmigración y el refugio presenta un alto grado de polarización y moviliza a un número creciente de actores en buena parte de los países de la Unión Europea, incluso en aquellos donde a penas hay inmigrantes y donde si algo llama la atención es el aumento de la cantidad de los nacionales propios que han emigrado. 

Este CIDOB Report explora el tránsito de la politización, como mayor concienciación hacia ciertos aspectos de la agenda política, a la polarización del debate público en Europa. Sus textos abarcan políticas como las migraciones (Garcés Mascareñas), la contestación al Estado de derecho (Ungureanu y Popartan), la solidaridad (Sánchez Margalef ), el euro (Costa), las plataformas digitales (Vidal), el género (Widlak), la religión (Bourekba), la acción exterior (Bargués-Pedreny), las relaciones con Rusia (Claudín) o la desinformación (Colomina). CIDOB Report se cierra con una reflexión sobre el papel de los think tanks ante la politización (Morillas).

Para unos, la mayor politización de la agenda europea es una buena señal, muestra de la madurez política de la Unión. A medida que aumenta el número de asuntos sobre los cuales la UE tiene capacidad de agencia, estos requieren también una mayor dosis de discusión política a escala nacional y europea. En cualquier proyecto político democrático, el ejercicio de competencias debe ir acompañado de más debate e implicación ciudadana. Por lo tanto, la politización de ciertos asuntos podría ser un paso en la buena dirección para una Europa más política y para la emergencia, aunque incipiente, de un demos europeo.

Para otros, sin embargo, la politización conlleva un incremento de la polarización y acarrea el fin del consenso permisivo en torno a asuntos centrales de la agenda europea. A medida que aumenta la polarización, más difícil resulta construir grandes pactos para el avance de la integración, algo que puede actuar como un freno para el proceso de construcción europea. Y, a más polarización, más dificultades para la toma de decisiones. 

Ante el nuevo ciclo que arranca con las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2019, cabe preguntarse hasta qué punto la politización ha conseguido instalarse en la esfera pública europea. Tras una década de crisis, en la que la Unión se ha visto sometida a las fuerzas de la contestación desde múltiples frentes, ¿refleja la politización un grado de madurez necesario para una verdadera unión política, como ha preconizado la Comisión Juncker? ¿O es la creciente polarización una señal de la progresiva renacionalización del proyecto europeo, como pretenden las fuerzas euroescépticas? Ante el refuerzo electoral de la Europa radical, el debate adquiere aún mayor vigencia en el nuevo ciclo político.