Desde el punto de vista interno, sólo en los meses finales 2013 ha dejado de ser un año de acontecimientos rutinarios para los siete estados de la parte europea de la ex Unión Soviética. Represión abierta en Bielarús, la Federación Rusa y Azerbaidzhán. Corrupción en todos los países, en particular en Ucrania, con la notable excepción de Georgia que ha conseguido, en los últimos años, apreciables resultados en su lucha contra esa plaga. Por último constantes luchas políticas entre partidos de Gobierno y oposición en aquellos que no han caído en el autoritarismo consolidado de sus vecinos postsoviéticos, a saber: Moldova, Armenia y, de nuevo, Georgia.