En el curso de este año hemos visto cómo los milagros asiáticos se convertían en espejismos y cómo algunas partes del mundo eran devastadas por calamidades naturales. Las ondas de la globalización continuaron transformando los paisajes económicos y sociales. Turquía, abierta a todas las corrientes globales, tuvo su agenda interior y exterior llena de acontecimientos fascinantes y excitantes que condujeron a un nivel de atención sobre el país casi sin precedentes. A comienzos de 1998 la mayoría de la opinión pública compartía la convicción de que se había llegado a un momento crucial y que las decisiones por tomar en esta coyuntura marcarán el curso del porvenir del país. Nacida de las cenizas del difunto imperio Otomano al final de la Primera Guerra Mundial, tras una guerra de independencia, la nueva Turquía eligió desde el principio modernizarse siguiendo el camino occidental. Después de la Segunda Guerra Mundial, Turquía se integró en la alianza occidental y en la OTAN. Tras haber realizado la transición hacia un sistema político multipartidista en 1946 y conseguido una alternancia pacífica en el poder en 1950, el experimento democrático en Turquía se ha visto interrumpido tres veces -en 1960, 1971 y 1980- por intervenciones militares relativamente cortas pero que dejaron huellas indelebles en la política del país.