La raíz de esta radicalización es tan clara como contundente. “Estamos en una época de gran malestar social y de policrisis”, señala Carmen Colomina, investigadora senior de CIDOB. En este contexto, “las redes sociales representan un espacio de desintermediación social y política que tiene la capacidad de diseminar mensajes alternativos y discursos de odio y de crear burbujas”. “Es una amalgama de situaciones que ha transformado el entorno político y social incrementando el nivel de emotividad en la confrontación de las opiniones”, afirma Colomina.
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