Entre estos escenarios de tensión geopolítica más allá de Ucrania está el Sahel, una región de la que Francia se ha retirado tras años de intenso esfuerzo militar. Viviane Ogou, investigadora visitante junior de CIDOB, sostiene que “la situación es frágil y volátil pero con matices en cada país”. Por ejemplo, continúa, “Mauritania cuenta en general con una situación de estabilidad. Tiene grupos terroristas en las zonas más desérticas, pero en general es una situación estable y con una gobernanza que no pretende muchos cambios en el medio plazo”. Pero hay cuatro países que son “más complejos”. Es el caso, dice Ogou, de Níger y Chad, “que tienen una seguridad frágil, pero captan gran parte del proceso de securitización de Occidente”. Así, Chad maneja “importantes capacidades militares”, además de estar “en un proceso de transición tras la muerte del dictador”. En cambio, en Mali y Burkina Faso la situación es mucho más complicada “porque los yihadistas han tomado el control de buena parte del país”. En Burkina Faso hay una llamada al reclutamiento civil y se estima que ya se han alistado entre 60.000 y 90.000 efectivos. “Están pendientes de ver si Francia les facilita armamento militar”, añade la analista. Mali, por su parte, “cuenta con el grupo Wagner” porque a medida que los operativos franceses han ido saliendo, “Wagner ha ido ocupando ese espacio y tienen una estrategia contraterrorista basada en el terror”. La conclusión a todo esto es que la estrategia francesa ha sido fallida. “La idea era desplegar a los operativos militares, ‘limpiar la zona’, y cuando estuviera limpia empezar la provisión de desarrollo y de servicios”, recuerda Ogou. Pero esto no ha sido así. “Ha habido una parte muy centrada en los intereses europeos, con un plan de contención (referente a la migración, por ejemplo), pero eso no era lo que necesitaba la región”, concluye.
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