Umut Özkirimli, investigador senior asociado a CIDOB reconoce que estas elecciones “son las más importantes de toda la historia de la República”, ya que “podrían decidir si Turquía será una democracia o no”; aunque reconoce que es difícil considerarla como tal en este momento. Con el paso de los años, sobre todo desde el intento de golpe de Estado de 2016, el viraje autoritario de Erdogan ha sido más notable. Ese hecho fue utilizado por el presidente para hacer una gran purga no solo en el Ejército, sino también en la judicatura y la administración. Otra de las críticas que ha recibido en la última década Erdogan es la falta de transparencia durante las sucesivas elecciones. En esta ocasión, la alianza opositora ha apuntado que el pasado 14 de mayo se vivieron irregularidades que habían empañado la jornada. “Las elecciones no fueron justas, pero eso ya lo sabíamos”, afirma Özkirimli. “Solo porque la gente pueda votar y hay una posibilidad, aunque sea ligera, de que tu posición pueda ganar, no significa que fueran justas. No sabemos cómo pudo votar la gente en las zonas del terremoto, ni la del sudeste y entre uno y dos millones de votos no están contabilizados”, concluye.
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