Nacida en la capital del país en 1974 e hija de un ingeniero y una economista, Ingrida Simonytė vivió como adolescente los acontecimientos que desembocaron en el restablecimiento de la independencia estatal de Lituania tras medio siglo de dominación soviética. Un lustro después de este hito nacional, en 1996, la joven terminó en la Universidad de Vilnius una diplomatura en Administración de Empresas a la que en 1998 añadió la licenciatura en Finanzas.
Economista en la función pública del Estado
De inmediato, Simonytė entró directamente en los altos escalafones funcionariales del Ministerio de Finanzas, primero como economista jefe de la División de Impuestos del Departamento de Política Fiscal y al poco tiempo como responsable de Tributos Indirectos del Departamento de Impuestos. En 2000 fue ascendida a directora de dicho departamento y en 2004, durante el Gobierno del socialdemócrata
Algirdas Brazauskas, recibió el nombramiento de secretaria del Ministerio de Finanzas, en ese momento encabezado por
Algirdas Butkevicius, futuro primer ministro.
Simonytė desempeñó este cargo tecnocrático durante cinco años, la mayor parte del tiempo con los gobiernos de los primeros ministros Brazauskas y
Gediminas Kirkilas, ambos del LSDP, y últimamente, desde diciembre de 2008, de resultas de las elecciones legislativas de octubre, con el Gobierno, también de coalición pero orientado al centro-derecha, del primer ministro
Andrius Kubilius, líder de la Unión de la Patria-Cristianodemócratas Lituanos (TS-LKD). Meses después, en julio de 2009, el salto de Simonytė al frente del Ministerio de Finanzas le llegó como una inesperada carambola política: ella fue la escogida por Kubilius para reemplazar al titular de la cartera desde el cambio de Gobierno en diciembre, Algirdas Semeta, quien a su vez había sido designado sucesor en el puesto de comisario europeo de Programación Financiera y Presupuestos de
Dalia Grybauskaitė, a la sazón presidenta electa de la República. El nombramiento ministerial correspondió al presidente de la República saliente,
Valdas Adamkus.
Simonytė traía una reputación de conservadora fiscal y ahora tuvo más ocasión de poner en práctica sus nociones sobre cómo debían manejarse las finanzas públicas. Tras superar la república báltica con más rapidez de la prevista la descomunal contracción productiva sufrida en 2009 (en el año de la Gran Recesión, la economía lituana se achicó nada menos que un 14,8%), Kubilius y Simonytė fijaron como máxima prioridad la reducción del déficit en las cuentas del Estado, desmandado hasta el 9% del PIB por la caída de los ingresos. Para ello, pusieron en marcha un severo programa de austeridad presupuestaria, con el consiguiente impacto social. Los objetivos de consolidación fiscal perseguían sanear el erario por principios ideológicos, pero también tenían en mente el futuro ingreso en la Eurozona. La nueva ministra de Finanzas no tenía reparos en abogar por una "devaluación interna a través de los salarios y la deflación de los precios".
La excelente coyuntura económica, con unas tasas de crecimiento récord en una UE que, en conjunto, volvió a caer en la recesión, permitió al Gobierno lituano llegar al final de la legislatura con su meta fundamental, la reducción del déficit por debajo del 3%, prácticamente alcanzada, aunque el precio a pagar fue la desafección de electorado, enfadado por la catarata de recortes. Así, las elecciones de octubre de 2012 al Seimas o Parlamento depararon una contundente derrota a la TS-LKD y sus aliados, y a cambio trajeron de vuelta al poder de los socialdemócratas, con Algirdas Butkevicius de primer ministro y en heteróclita coalición con los laboristas prorrusos de Viktor Uspaskich y los populistas de derechas del ex presidente
Rolandas Paksas.
El 13 de diciembre de 2012, al constituirse el Gabinete Butkevicius, Simonytė dejó la administración del Gobierno tras 14 años de servicios. Sin embargo, el nuevo Ejecutivo, no obstante su deseo de pasar página a la austeridad con la elevación del salario mínimo, la revalorización de las pensiones y el aumento de los impuestos a las rentas más altas, seguía comprometido con los criterios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE a fin de poder adoptar el euro en una fecha postergada, el año 2015. La ex ministra de Finanzas era una oficial bien identificada con la estabilidad monetaria y el control de la inflación (empero, crecida mientras llevó el Ministerio), así que en julio de 2013 fue promovida al puesto de vicepresidenta del Lietuvos Bankas, el banco del Estado, cuyo presidente era Vitas Vasiliauskas. Además, se puso a dar clases en dos centros académicos, la Universidad ISM de Gestión y Economía y el Instituto de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de su alma máter, la Universidad de Vilnius.
Salto a la política electoral con el partido TS-LKD
En octubre de 2016, con 41 años, Simonytė dejó el Lietuvos Bankas al salir elegida en las votaciones legislativas celebradas a doble vuelta. Su entrada en la política representativa fue de la mano de la TS-LKD, ahora conducida por Gabrielius Landsbergis, nieto de Vytautas Landsbergis, el principal dirigente nacionalista de la lucha por la independencia de la URSS, si bien la economista no se hizo militante de la formación conservadora y técnicamente siguió siendo una independiente.
Diputada por el distrito capitalino de Antakalnis, hasta ahora representado por Kubilius, Simonytė ocupaba uno de los 31 escaños sacados por el partido, que, paradojas del sistema electoral de tipo mixto, vio disminuida su cuota a pesar de experimentar una enérgica recuperación en las urnas, pues saltó del 15,1% al 22,6% de los votos en la parte de las elecciones sujeta al sistema proporcional en circunscripción nacional, donde se decidían 70 de los 141 escaños del Seimas. En la segunda vuelta del 23 de octubre se dirimieron 68 de los 71 escaños regidos por el sistema mayoritario en las circunscripciones uninominales, y aquí la mayoría de los candidatos cristianodemócratas cayeron derrotados; precisamente, una de las pocas excepciones fue Simonytė, elegida en Vilnius ya el 9 de octubre sin necesidad del balotaje. Como resultado, reunió el mayor número de escaños (54) la Unión de Campesinos y Verdes Lituanos (LVZS), cuyo cabeza de lista, el ex jefe policial y ex ministro del Interior
Saulius Skvernelis, alineó en diciembre siguiente un Gabinete de coalición con los socialdemócratas.
Simonytė debutó en la política parlamentaria como legisladora de la oposición al Gobierno Skvernelis. Su perfil de economista rigurosa y perita en la función estatal, su estatus político semiindependiente y su excelente imagen en las capitales europeas convencieron a la TS-LKD de que era la candidata idónea del partido para las elecciones presidenciales del 12 de mayo de 2019, a las que la popular Grybauskaitė no se presentaba al haber agotado los dos mandatos de cinco años que establecía la Constitución. La diputada anunció su apuesta presidencial antes de ser nominada oficialmente por el partido de cuyo grupo parlamentario era miembro.
En la campaña, la anterior ministra de Finanzas contendió frente a un adversario de perfil similar al suyo y con un insospechado tirón personal a pesar de surgir del anonimato para el gran público: se trataba de
Gitanas Nauseda, otro economista y ex alto ejecutivo bancario (tanto del Lietuvos Bankas como de la banca privada comercial) sin filiación partidista, subrayada en su caso por una total ausencia de compromisos políticos en su currículum. También se presentaba a la Presidencia, entre otros aspirantes, el propio Skvernelis, pero el primer ministro de la liga de verdes y campesinos no salía bien parado en los sondeos. Estos concedían una ligera ventaja a la postulante de los democristianos. La competición entre los dos favoritos parecía muy apretada y la primera vuelta resultó en un virtual empate, quedando Simonytė primera con el 31,5% de los votos seguida de Nausėda con el 31,2%. Los electores simpatizantes de Skvernelis y de los otros candidatos eliminados tenían la llave del desenlace electoral. Así, en la segunda vuelta del 26 de mayo Simonytė sucumbió ante Nausėda, proclamado presidente de Lituania con el 66,5% de los sufragios.
Además de su lituano nativo, Ingrida Simonytė se expresa con fluidez en inglés, ruso y polaco. La política es soltera y no tiene hijos.
(Cobertura informativa hasta 1/1/2020)