● 18 de agosto de 2020,
primer golpe en Malí: derrocamiento del presidente
Ibrahim Boubacar Keïta y asunción del poder por la junta militar del coronel
Assimi Goïta. El 27 de agosto Goïta se proclama jefe del Estado y el 25 de septiembre deja paso a
Ba N'Daou, oficial retirado, quien asume como presidente provisional de transición. Goïta se reserva el puesto de vicepresidente de la República. El 27 de septiembre Moctar Ouane es nombrado primer ministro interino.
● 20 de abril de 2021,
golpe sucesorio en Chad: fallecimiento del presidente
Idriss Déby. Asume el poder su hijo, teniente general
Mahamat Idriss Déby, al frente de una junta militar. El 26 de abril es nombrado primer ministro Albert Pahimi Padacké. Posteriormente, el 10 de octubre de 2022, Déby se proclama presidente de transición y tres días después reemplaza a Padacké por Saleh Kebzabo.
● 24 de mayo de 2021,
segundo golpe en Malí: el coronel Goïta derroca al presidente Ba N'Daou y al primer ministro Ouane, y retoma todo el poder como presidente de transición (26 de mayo). El 7 de junio jura formalmente el puesto y nombra primer ministro interino a Choguel Kokalla Maïga.
● 5 de septiembre de 2021,
golpe en Guinea: derrocamiento del presidente
Alpha Condé y asunción del poder por la junta militar del coronel
Mamady Doumbouya. El 17 de septiembre Doumbouya toma posesión como presidente de la República, de transición a partir del 1 de octubre, y el 6 de octubre nombra primer ministro a Mohamed Béavogui, que el 16 de julio de 2022 será cesado en favor de Bernard Gomou.
● 24 de enero de 2022,
primer golpe en Burkina Faso: derrocamiento del presidente
Roch Marc Christian Kaboré y asunción del poder por la junta militar del teniente coronel
Paul-Henri Sandaogo Damiba. El 31 de enero Sandaogo Damiba se proclama presidente de la República y el 2 de marzo adquiere la condición de presidente de transición. El 3 de marzo Albert Ouédraogo es nombrado primer ministro.
● 30 de septiembre de 2022,
segundo golpe en Burkina Faso: derrocamiento del presidente Sandaogo Damiba y del primer ministro Ouédraogo por el capitán
Ibrahim Traoré, quien constituye una nueva junta. El 5 de octubre Traoré se atribuye la condición de jefe del Estado y el 21 de octubre es investido presidente de transición a la vez que nombra primer ministro a Apollinaire Joachim Kyélem de Tambèla.
● 26 de julio de 2023,
golpe en Níger: derrocamiento del presidente
Mohamed Bazoum y asunción de poder, dos días después, por la junta militar del general Abdourahmane Tchiani. El 7 de agosto Ali Lamine Zeine es nombrado primer ministro.
● 30 de agosto de 2023,
golpe en Gabón: derrocamiento del presidente
Ali Bongo Ondimba y asunción del poder por la junta militar del general Brice Oligui Nguema. El 4 de septiembre Oligui Nguema toma posesión como presidente de transición y el 7 de septiembre Raymond Ndong Sima es nombrado primer ministro.
ANTECEDENTES Y CONTEXTO
En vísperas del golpe de Estado militar de agosto de 2020 —cuarto episodio de estas características desde 1968—, Malí era un clamor culpabilizando a Ibrahim Boubacar Keïta, presidente elegido democráticamente, de todos los males de un país que parecía a punto de desmoronarse.
Múltiples eran las patologías nacionales: el sombrío curso de la guerra en el desértico norte contra las poderosas bandas de la coalición JNIM/GSIM, amalgama de AQMI, Ansar ad-Dine y otras organizaciones alqaedistas, y del Estado Islámico en el Gran Sáhara (IS-GS); el conflicto, congelado pero no resuelto, con los tuaregs de Azawad, quienes decían renunciar al independentismo a cambio de un amplio autogobierno en un marco federal; la espiral de pogromos étnicos y represalias que enfrentaban a milicianos y "grupos de autodefensa" de las comunidades fulani/peuhl (ganaderos y pastores) y dogon/bambara (agricultores y cazadores); la policrisis de seguridad, económica, alimentaria y, a raíz de la COVID-19, también sanitaria; como consecuencia de todo la anterior, la agudización de los déficits del crónico subdesarrollo nacional; y, como funesto remate, un vendaval de acusaciones de corrupción, despilfarro, nepotismo y mal gobierno contra Keïta, cuyo partido, el Reagrupamiento por Malí (RPM), fue declarado ganador de las elecciones legislativas de marzo y abril con las previsibles quejas sobre irregularidades.
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El altavoz de este estado de ánimo airado fue el Movimiento del 5 de Junio-Reagrupamiento de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), plataforma popular que con sus manifestaciones diarias, inútilmente reprimidas por las fuerzas del orden con un balance de varios muertos, y sus actos de desobedienciai civil puso al presidente contra las cuerdas. Keïta ofreció un Gobierno de unidad y discutió otras concesiones al M5-RFP con la mediación de la CEDEAO, pero no aceptó la recomendación del bloque regional de repetir las elecciones legislativas. El M5-RFP exigía la salida incondicional del jefe del Estado y el diálogo naufragó. Privado de apoyos domésticos y solo con la comunidad internacional de su lado, Keïta, sin ningún soldado o guardia dispuesto a defenderle, sucumbió con toda facilidad a la sedición del grupo de coroneles y generales mandado por Assimi Goïta, los cuales justificaron su proceder por el "caos y la anarquía" que estaban engullendo a Malí.
EL PRIMER GOLPE
El
18 de agosto de 2020 soldados alzados tomaron el control de una serie de puntos neurálgicos en Bamako y del cercano campamento de Kati sin hallar oposición. El presidente Keïta fue detenido al igual que su hijo Karim y el primer ministro Boubou Cissé, y forzado a leer frente a las cámaras de televisión un mensaje de renuncia, acompañada de la disolución del Gobierno y la Asamblea Nacional. "Si hoy ciertos elementos de nuestras Fuerzas Armadas determinaron poner fin a esto con su intervención, ¿tengo acaso elección?. Me someto a ella, porque no quiero que se derrame sangre para mantenerme en el poder (...) No albergo odio hacia nadie, el amor por mi país me lo impide", explicaba serenamente el derrocado, con el rostro cubierto por la mascarilla anti-COVID.
Por la noche, el coronel Ismaël Wagué, subjefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, leyó una proclama en la que aludió a una "hoja de ruta que ponga los cimientos de un nuevo Malí" y anunció un
Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP). Al día siguiente, el
coronel Assimi Goïta se presentó a los periodistas como el cabeza de la junta. En su alocución, Goïta explicó que Malí atravesaba "una crisis de seguridad y sociopolítica", pidió a la población terminar con el "vandalismo" y retornar a la normalidad, y reiteró que el CNSP se proponía gobernar el país hasta la celebración de elecciones libres y democráticas "en un plazo razonable". Vicejefe del CNSP era el coronel Malick Diaw, compañero de promoción de su colega de escalafón. Miles de paisanos se echaron a la calle para celebrar los hechos, violando el toque de queda impuesto por los militares. El 27 de agosto Goïta, protagonista de un levantamiento en cierta medida previsible, se autoproclamó jefe del Estado mientras durase el período transitorio.
EL SEGUNDO GOLPE
El segundo movimiento de fuerza en Malí, con características de autogolpe, lo realizó Goïta, en ese momento vicepresidente de la República, el
24 de mayo de 2021 contra el presidente de transición
Ba N'Daou y el primer ministro interino Moctar Ouane, quien acababa de formar un nuevo Gabinete. Al día siguiente, el coronel salió a confirmar su captura del poder y en la jornada posterior, una vez arrancada la renuncia a N'Daou, se autoproclamó presidente de transición, condición validada por la Corte Constitucional el 28 de mayo. Al igual que Keïta el año anterior, N'Daou y Ouane sufrieron cautiverio domiciliario temporal, en sus casos prolongado hasta el 27 de agosto.
CONSECUENCIAS
En septiembre de 2023, el balance de los dos golpes de fuerza del coronel Goïta puede resumirse en cuatro hechos: virtual ruptura con Francia, Estados Unidos, la CEDEAO, el G5 Sahel y la misma ONU; alianza estratégica con Rusia rodeada de violaciones masivas de derechos humanos; ningún avance en la guerra contrainsurgente (al contrario, el yihadismo ha cobrado más ímpetu y el segundo frente armado, el de la rebelión tuareg, se ha reactivado); y un proceso de transición hacia elecciones que acumula retrasos y sobre el que gravitan serias dudas.
En el terreno político, Goïta y el CNSP hablaron inicialmente de una transición de tres años, plazo considerado desmedido por los actores de la sociedad civil y la comunidad internacional. Esta última, pese a las condenas diplomáticas y los primeros castigos (suspensión de membresía por la Unión Africana, sanciones financieras de la CEDEAO, suspensión por la UE de su misión de entrenamiento EUTM), se resignó ante el golpe como un hecho consumado. En septiembre de 2020, Goïta, sensible a las presiones externas e internas, accedió a una transición abreviada de 18 meses y a compartir el poder con los civiles en los términos marcados por la Carta de Transición, documento consensuado entre el CNSP, el M5-RFP y los partidos políticos. Si todo iba bien, Malí celebraría elecciones a comienzos de 2022.
El 25 de septiembre Goïta dejó paso a un respetado coronel retirado del Ejército (luego técnicamente civil) y ex ministro de Defensa con Keïta, Ba N'Daou, quien tomó la jefatura provisional del Estado en calidad de presidente de transición; a su vez, N'Daou nombró a Moctar Ouane, anterior ministro de Exteriores y diplomático independiente aunque persona no del gusto del M5-RFP, para pilotar un Gobierno interino. Goïta se reservó la posición de vicepresidente de la República, resuelto a seguir controlando el proceso político desde el segundo plano. Tranquilizadas por el curso aparentemente positivo de los acontecimientos, la UA levantó su suspensión y la CEDEAO hizo lo propio con sus sanciones en octubre. Además, Malí normalizó su participación, junto con Burkina Faso, Chad, Mauritania y Níger, en el foro G5 del Sahel, coordinado por Francia y fundamental para la seguridad antiterrorista en toda la región.
En diciembre se constituyó un Consejo Nacional de Transición (CNT) de 121 miembros a modo de sucedáneo de la disuelta Asamblea Nacional y con el coronel Diaw de presidente. Luego, el 26 de enero de 2021, Goïta volvió a transigir con la disolución del CNSP.
El volátil escenario maliense saltó otra vez por los aires el 24 de mayo de 2021 porque Goïta, descontento con la remodelación ministerial acometida por Ouane con la sanción de N'Daou (se apuntó en concreto el caso del coronel Sadio Camara, cesado como ministro de Defensa), derrocó a ambos acusándoles de "sabotear" la transición a la democracia y el día 26 se posesionó él mismo de la Presidencia transitoria. El 7 de junio juró formalmente el cargo y nombró primer ministro interino a Choguel Kokalla Maïga, líder del partido Movimiento Patriótico para la Renovación (MPR) y del M5-RFP. Aunque Goïta, que en julio escapó ileso a un intento de apuñalamiento en la Gran Mezquita de Bamako, aseguraba que su compromiso con las futuras elecciones era firme, la CEDEAO reaccionó suspendiendo a Malí e imponiendo a los militares un paquete de sanciones. La UA reactivó igualmente su anterior suspensión.
En septiembre de 2021 se advirtió a las claras que Goïta estaba impulsando un profundo viraje estratégico al aflorar informes sobre la presencia en Malí de numerosos mercenarios e instructores militares del grupo ruso Wagner; mientras, los yihadistas del JNIM y el IS-GS seguían tendiendo mortales emboscadas a los soldados malienses y de la misión de pacificación MINUSMA de la ONU, y cometiendo matanzas de paisanos. La evacuación unilateral por las tropas francesas de la importante ciudad norteña de Kidal, bajo control de Bamako desde febrero de 2020 —cuando las Fuerzas Armadas Malienses (FAMa) la recuperaron, en virtud del acuerdo de paz de 2015, tras seis años en manos de los rebeldes tuaregs— sirvió de pretexto para una furiosa diatriba antifrancesa del primer ministro Maïga, que desde la Asamblea General de la ONU acusó a París de dejar Kidal a merced de los yihadistas. El presidente Macron tachó de "vergüenza" esta imputación, aunque en diciembre los soldados galos abandonaron también Timbuktu. Al comenzar 2022, el Gobierno de Bamako expulsó al embajador francés.
La crisis diplomática franco-maliense vino a acelerar el final de la
Operación Barkhane, el dispositivo militar multinacional comandado por Francia, que en 2013 había continuado la misión de seguridad de la anterior
Operación Serval y que en los últimos años concitaba acusaciones de ineficacia desde el lado maliense. Ya en junio de 2021 Macron había anunciado el próximo final de
Barkhane, de ahí las retiradas de Kidal y Timbuktu. En febrero de 2022 el presidente informó que las unidades galas y canadienses de
Barkhane y de la Fuerza Operativa
Takuba de la UE, llamada a sustituir a la anterior, se retiraban de Malí ante la falta de "condiciones políticas, operativas y legales"; su nueva base de operaciones sería Níger. Goïta exigió que la evacuación estuviera completa para el 18 de marzo, pero el Ministerio de Defensa francés respondió que el proceso llevaría meses. Al final, iba a prolongarse hasta el 15 de agosto, fecha en que los últimos efectivos abandonaron la base de Gao. En mayo, Bamako se retiró también de la Fuerza Conjunta del G5 Sahel, creada en 2017 con los auspicios de París, y del resto de órganos y cuerpos del grupo regional.
A estas alturas, Goïta y los coroneles no ocultaban su acuerdo militar con el Grupo Wagner y el Kremlin, es más, lo exhibían. De Rusia comenzaron a llegar también municiones y armamento pesado. Simultáneamente, empezaron a menudear los informes y denuncias sobre la comisión en las áreas en conflicto de grandes masacres de civiles por parte de soldados de las FAMa y mercenarios rusos. Por otro lado, la delegación maliense en la Asamblea General de la ONU se abstuvo en las resoluciones de condena a Rusia por su invasión de Ucrania. En febrero de 2023 este voto abstencionista se trocó negativo en la resolución que exigía la retirada inmediata e incondicional de las tropas ocupantes. Así, Malí se alineó ostensiblemente con Bielarús, Corea del Norte, Eritrea, Nicaragua y Siria, únicos países, además de Rusia, que votaron en contra. En junio de este mismo año Bamako exigió a la ONU el final sin dilación de su misión de cascos azules presente en el país desde 2013, la MINUSMA, aduciendo una "crisis de confianza". El día 30, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la conclusión de la MINUSMA, cuyos efectivos debían abandonar Malí antes del 31 de diciembre. Los cascos azules iniciaron el repliegue y sus bases fueron ocupadas por las FAMa y Wagner. Desde Estados Unidos llegaron sanciones contra cargos públicos malienses relacionados con la organización mercenaria.
En el capítulo político, la deriva del régimen de Goïta ha sido igualmente tortuosa. El primero de enero de 2022, a menos de dos meses de la fecha barajada (27 de febrero) para celebrar elecciones, Bamako indicó que lo más apropiado era retrasar las votaciones hasta 2026. La CEDEAO liderada por Nigeria, airada, replicó con un duro paquete de sanciones consistente en el embargo comercial, la congelación de ayudas y el cierre de fronteras. La UE anunció sanciones selectivas. El coronel-presidente urgió a los gobiernos vecinos a reconsiderar sus medidas "ilegítimas, ilegales e inhumanas". En febrero, el CNT aprobó una nueva Carta de Transición que autorizaba presidir el país durante cinco años a Goïta, el cual no podría ser candidato para reelegirse. Llegado junio, Goïta se retractó y decretó una fecha límite para la transición más cercana, el 26 de marzo de 2024. Transcurrido un mes, la CEDEAO, de mala gana porque en lugar de los 24 meses hasta las elecciones consideraba suficientes 16, se plegó a levantar las sanciones, aunque no la suspensión de membresía. El 18 de junio de 2023, con un 96,9% de síes y una participación del 38,2%, fue aprobada en referéndum una reforma constitucional para, entre otros cambios, reforzar el sistema de gobierno presidencial.
IBRAHIM BOUBACAR KEÏTA (1945-2022)

© UN Photo/A. Voisard | |
Ibrahim Boubacar Keïta llegó a la política maliense trayendo una aureola de experto en los problemas del desarrollo, especialmente los que acuciaban a su paupérrimo país y a la region saheliana. Fue mano derecha y primer ministro del primer presidente democrático del país, Alpha Oumar Konaré. Tras lanzar el partido socialdemócrata RPM y fracasar en las elecciones de 2002 y 2007, IBK ganó triunfalmente las presidenciales de 2013, en medio de la emergencia nacional derivada de la revuelta secesionista tuareg de Azawad y la ofensiva paralela de las bandas yihadistas en el norte, crisis desencadenantes de un golpe militar en 2012. Con el sostén crucial de las operaciones combinadas del Ejército francés y las fuerzas africanas de la CEDEAO y la ONU, que habían revertido el avance hacia el sur de los yihadistas, el mandatario vendió como un éxito el acuerdo de paz y reconciliación firmado en 2015 con los tuaregs, pero el recrudecimiento del terrorismo amenazaba con arruinar sus promesas de seguridad e integridad territorial. Su imagen de seriedad y firmeza aún aguantó en las elecciones de 2018, ganadas con amplitud de votos y no sin protestas. Después, los alarmantes avances de los integristas y los quebrantos del Ejército maliense, más unos escándalos de corrupción, liquidaron la reputación del dirigente, blanco de las manifestaciones del M5-RFP. En agosto de 2020 los golpistas le obligaron a dimitir y por unos días le mantuvieron arrestado, hasta que le permitieron partir a los Emiratos para recibir tratamiento clínico. Con la salud quebrantada, el ex presidente falleció en su casa de Bamako en enero de 2022 a los 76 años (Ibrahim Boubacar Keïta en BLP CIDOB). |
ASSIMI GOÏTA (1980-)

© Reuters/F. Kokoroko | |
Apodado Asso por sus camaradas, Assimi Goïta presenta un historial de oficial fogueado en la guerra contra los yihadistas en las penosas condiciones del desierto y en las operaciones antiterroristas. Tiene experiencia en el trato con las Fuerzas Armadas de las otras naciones, Francia y Chad en particular, que socorrieron decisivamente al desbordado Ejército maliense en el año crítico de 2013. Sus servicios con el rango de coronel lucieron las insignias del Batallón Autónomo de Fuerzas Especiales-Centros de Guerra (BAFS-CA), unidad de élite acuartelada en Mopti y cuya comandancia estrenó en 2018. De paso, ascendió a vicejefe del Estado Mayor de las FAMa. Una vez convertido en dictador de facto, el barbudo coronel siguió cultivando esta imagen de hombre de acción y a la vez austero, a la luz de sus decisiones expeditivas y su querencia por la indumentaria de campaña con reminiscencias del desierto y sin distintivos de grado, alternada en ocasiones con el uniforme de gala. Desde 2022 se viste de civil, sobre todo en sus compromisos internacionales. Ha establecido una complicidad triangular con sus colegas golpistas de Guinea, coronel Doumbouya, y Burkina Faso, capitán Traoré, a la que acaba de sumarse el general nigerino Tchiani. En paralelo al repudio de Francia y el empleo de una dura retórica antioccidental, se ha convertido asimismo en un ardiente aliado de Putin, al que en julio de 2023 visitó en el Kremlin para agradecerle el suministro de grano y la cancelación de la deuda externa. Goïta se ha comprometido, tal como establece el marco de transición, a no ser candidato en las elecciones previstas para 2024 (Assimi Goïta en BLP CIDOB). |
ANTECEDENTES Y CONTEXTOIdriss Déby se presentó el 11 de abril de 2021 a su sexta elección presidencial desde 1996. Con el boicot de parte de la oposición, el veto judicial de otro sector de la misma y al cabo de una campaña caracterizada por la intimidación y la violencia, el presidente salió reelegido por otros cinco años con el 79,3% de los votos, según datos de la Comisión Nacional Electoral Independiente (CENI). Esta atribuyó el 10,3% al ex primer ministro Albert Pahimi Padacké, candidato del Reagrupamiento Nacional de Demócratas Chadianos-El Despertar (RNDT-le Revéil), un partido acomodaticio al régimen. El mismo día de las elecciones, el Frente para la Alternancia y la Concordia en Chad (FACT), insurgencia activa desde 2006 en la inhóspita región norteña de Tibesti y reforzada con combatientes libios fogueados en la guerra civil del país vecino, desencadenó una violenta ofensiva con el objetivo de conquistar la capital N'Djamena, 900 km al sur. La endeble economía, basada en la agricultura y en unas exportaciones petroleras que nunca cumplieron las expectativas de gran bonanza, seguía afectada por la recesión pandémica.
EL GOLPE
El 20 de abril de 2021, al día siguiente de anunciar la CENI los resultados provisionales de la elección presidencial, Déby se encontraba en el frente, dirigiendo la contraofensiva del Ejército Nacional Chadiano (ANT) para repeler el avance del FACT unos 280 km al norte de N'Djamena. Ese día, el portavoz del ANT, coronel Azem Bermandoa Agouna, anunció con pesar a la nación el fallecimiento del presidente a causa de unas heridas sufridas en acto de servicio, se entendía que durante un ataque de la guerrilla ese mismo día. Sin embargo, los militares no dieron ningún detalle de lo sucedido. "Fiel a su juramento al país, el mariscal de Chad, presidente de la República, jefe del Estado, jefe supremo de los ejércitos, Idriss Déby Itno, acaba de dar su último aliento mientras defendía la integridad del territorio en el campo de batalla", rezaba el comunicado leído por el oficial.
A renglón seguido de la necrológica, el ANT dio parte de la suspensión de la Constitución, el cese del Gobierno, la disolución de la Asamblea Nacional (que llevaba sin renovar desde 2011) y la formación de un Consejo Militar de Transición (CMT) para llevar las riendas del país en los próximos 18 meses. La junta castrense quedaba bajo la jefatura del hijo del mandatario fallecido, teniente general Mahamat Idriss Déby, flanqueado por otros 14 generales de conocida lealtad. El segundo del CMT era el general Djimadoum Tiraïna, jefe adjunto del Estado Mayor. El vacío de poder fue cubierto en violación de las previsiones legales: según el artículo 81 de la ahora suspendida Constitución, en caso de vacancia en la Presidencia de la República, las funciones —con ciertas limitaciones— de la jefatura del Estado pasarían provisionalmente al presidente de la Asamblea Nacional, quien tendría que convocar elecciones presidenciales en un plazo comprendido entre los 45 y los 90 días. En cuanto a los comicios legislativos previstos para octubre, quedaban cancelados.
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El 21 de abril el CMT decidió mantener en sus puestos a los ministros del Gobierno, hasta el nombramiento de un Gabinete de transición. El 26 de abril fue nombrado primer ministro Albert Pahimi Padacké, el reciente candidato presidencial frente a Déby padre y quien ya se había desempeñado como primer ministro entre 2016 y 2018, cuando el cargo fue abolido al entrar en vigor la nueva Constitución y el sistema presidencialista reforzado. Con rapidez también, se convocó el Marco Nacional para el Diálogo Político (CNDP), una instancia de interlocución con la sociedad civil ya creada por el anterior mandatario, y se emitió una Carta de Transición, que definía como órganos rectores de esta fase temporal al CMT, el Consejo Nacional de Transición (CNT, con 93 miembros designados por el presidente del CMT, es decir, Déby) y el Gobierno de Transición.
CONSECUENCIAS
Marcando el contraste con los golpes de Sudán y Malí y los posteriores de Guinea y Burkina Faso, la ruptura constitucional en Chad, todo un autogolpe del régimen, no acarreó la suspensión de la Unión Africana, que valoró lo sucedido en clave de proceso interno en circunstancias de emergencia nacional bastante excepcionales. En los primeros momentos no hubo de hecho condena internacional; al contrario, las reacciones fueron de apoyo. El 23 de abril, en los solemnes funerales de Estado en N'Djamena, el nuevo líder recibió los espaldarazos del presidente francés Macron y del alto representante europeo Borrell, que destacaron el valor de Chad como baluarte de la seguridad en esta parte del continente. "Nuestro objetivo es defender la integridad del territorio y evitar que el país se hunda en el abismo de la desestabilización y la nada", aseguró entonces a sus huéspedes Déby; el CMT, añadió, trabajaría "para consolidar la democracia, asegurar la paz y garantizar la seguridad".
El general Déby impuso un régimen militar que orillaba al componente civil del partido hegemónico fundado por su padre, el Movimiento Patriótico de Salvación (MPS), y actuó sin contemplaciones contra la doble oposición que le rechazaba: en el frente interno civil, sofocó (causando más de una decena de muertos, violencias sí condenadas por París) y prohibió las manifestaciones que, al hilo de las convocadas contra la reelección de Idriss Déby y desafiando el toque de queda, denunciaban la sucesión paterno-filial en la Presidencia con desprecio de la legalidad; y en el frente de la guerra, las tropas bajo su mando desbarataron con éxito la agresión del FACT, diezmado y puesto a la fuga para el 9 de mayo. Meses después, Déby accedió a abrir conversaciones con el FACT, proceso que alumbró una amnistía para cientos de guerrilleros presos y que se amplió con la incorporación a una mesa de diálogo en Doha del MDJT, la UFDD, el CCMSR y otras organizaciones rebeldes de mayor o menor peso. El 7 de agosto de 2022 el Estado chadiano firmó en la capital qatarí un acuerdo de reconciliación con 42 de los 47 grupos opositores representados en Doha; el FACT, liderado por Mahamat Mahdi Ali, fue uno de los que prefirió quedarse fuera. Por otro lado, cabecillas opositores acusados de instigar manifestaciones contra el CMT y contra la presencia militar francesa en el país fueron arrestados y condenados.
Sin despegarse de su estilo parco pero proyectando inteligencia y solidez, Déby nombró el 24 de septiembre de 2021 a los 93 miembros del CNT, un tercio de los cuales eran mujeres. El remedo de Parlamento echó a andar en octubre, pero luego Déby tomó nota de las débiles presiones exteriores e incumplió su promesa de celebrar elecciones "libres y democráticas" en 18 meses. El diálogo político que debía preceder las votaciones y que estaba abierto a los insurgentes del proceso de Doha arrancó oficialmente el 20 de agosto de 2022 con el boicot de sectores destacados de la oposición y la sociedad civil.
El 1 de octubre de ese año, el foro conocido como Diálogo Nacional Inclusivo y Soberano (DNIS), integrado por 1.500 delegados que en su mayoría eran miembros del MPS, concluyó sus sesiones con tres resoluciones adoptadas "por consenso" y que suponían todo un desaire a los socios internacionales: se prorrogaba la transición otros 24 meses con efecto inmediato, lo que entrañaba retrasar las elecciones hasta octubre de 2024, se confirmaba a Déby en el poder hasta entonces y, de paso, se le habilitaba para presentarse candidato a la Presidencia. El 10 de octubre siguiente Déby prestó juramento como presidente de transición por esos dos años extra y dos días después Saleh Kebzabo, jefe del partido Unión Nacional por la Democracia y la Renovación (UNDR), era nombrado primer ministro en sucesión del dimitido Padacké.
En el tiempo transcurrido desde entonces, el líder chadiano ha tomado medidas muy drásticas contra la oposición desafecta (suspensión de partidos, asalto y saqueo de locales políticos, represión brutal de manifestantes con el resultado de decenas de muertos —cientos según la oposición—, algunos infligidos a las fuerzas del orden) y ha acusado a quienes le repudian en la calle de buscar la "insurrección para sembrar el caos" con el apoyo de "grupos terroristas" y "poderes extranjeros". La jornada más sangrienta de la represión fue el 20 de octubre de 2022, fecha en que se cumplían los 18 meses de la transición inicialmente anunciada.
En relación con el golpe militar de julio de 2023 en Níger, Déby ha dejado claro que Chad no participará en una eventual intervención militar de la CEDEAO (Chad no pertenece al bloque) para expulsar a la junta que detenta el poder en el país vecino. Días después del golpe, Déby, llevando un mandato de la organización regional, se desplazó a Niamey para hablar con los militares y con el presidente civil depuesto, Mohamed Bazoum. Semanas más tarde, el líder chadiano recibió al primer ministro nombrado por la junta nigerina, Ali Lamine Zeine.
IDRISS DÉBY (1952-2021)

© Unión Europea | |
Para sus partidarios, el presidente-mariscal Idriss Déby Itno tuvo en abril de 2021 una muerte heroica, al resultar fatalmente herido por el enemigo mientras comandaba sobre el terreno las operaciones del Ejército Nacional Chadiano contra la ofensiva insurgente del FACT. El magnicidio sucedió tan solo nueve días después de ganar Déby, de 68 años, su quinta reelección consecutiva, realizada en un marco pluralista y competitivo pero en realidad de tintes plebiscitarios. A lo largo de tres décadas, Déby, antiguo coronel sublevado que en 1990 derrocó al dictador Hissène Habré por la vía guerrillera, estableció un régimen altamente autoritario, represivo y corrupto. En este largo período de tiempo, correspondiente a la mitad del transcurrido desde la independencia, la nación sahelo-sahariana registró un desarrollo humano decepcionante. Sin embargo, el musulmán Déby eludió la censura de las potencias occidentales y de Francia en particular por su enérgica y eficaz implicación en la lucha regional contra el yihadismo, convirtiéndose en el pilar africano de la Operación Barkhane, en el centurión de la fuerza militar del G5 del Sahel y en un aliado clave contra Boko Haram en torno al Lago Chad. El líder chadiano, maestro de la supervivencia política, se impuso a numerosas subversiones armadas (la de 2005-2010 alcanzó niveles de guerra civil) e intentonas golpistas, y su belicosidad le empujó a mandar a sus tropas a aventuras expedicionarias en los conflictos de la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, además de prestar auxilio antiterrorista a Malí, Níger, Camerún y Nigeria (Idriss Déby en BLP CIDOB). |
MAHAMAT IDRISS DÉBY (1980-)

© AFP/Brahim Adji | |
En el momento de hacerse con todo el poder en Chad para suplir a su padre muerto, el joven (37 años) teniente general Mahamat Idriss Déby Itno, retoño aventajado de una élite guerrera, era una figura descollante en la escena nacional, aunque esquiva a los medios y poco conocida por el público. Apodado Kaka, su perfil respondía al de un soldado profesional consagrado a la milicia a las órdenes de su progenitor. Estaba habituado a mandar tropas en el combate a campo abierto, en casa y en el extranjero, pero su experiencia en los asuntos civiles del Estado era nula. Antes de 2021, Déby hijo, ascendido a general de división con solo 31 años y a general de cuerpo de ejército de cuatro estrellas a los 34, ya tenía una hoja de servicios bastante espectacular. Comandó las FATIM, el contingente expedicionario chadiano que desde 2013 persiguió al yihadismo saheliano en Malí codo a codo con los ejércitos francés y maliense, y luego condujo la Dirección General del Servicio de Seguridad de Instituciones del Estado (DGSSIE), después de dirigir una serie de misiones en sus filas. Su hermano mayor, Brahim Déby, fue asesinado en oscuras circunstancias en París en 2007. Hay pocas dudas de que al término de una transición manchada por el autoritarismo y la violencia, Déby, al que los panegíricos oficiales describen como un "oficial dotado y patriota", "encarnación del dinamismo de un ejército que es el orgullo de África" y el hombre "capaz de liderar los destinos del país", se presentará a las elecciones presidenciales para continuar la férula familiar, más cuando el llamado Diálogo Nacional Inclusivo y Soberano le habilitó para ello (Mahamat Idriss Déby en BLP CIDOB). |
ANTECEDENTES Y CONTEXTO
La espoleta del golpe de septiembre de 2021 se remonta a las traumáticas elecciones presidenciales del 18 de octubre de 2020, que con el 59,5% de los votos confirieron el tercer mandato a
Alpha Condé, en la Presidencia guineana desde el 21 de diciembre de 2010. Los ánimos ya estaban caldeados porque meses atrás Condé había moldeado la ley suprema a la medida de sus ambiciones recurriendo a un referéndum constitucional que suscitó el boicot general de la oposición, aglutinada como Frente Nacional para la Defensa de la Constitución (FNDC).
El punto clave de la reforma, la implantación del mandato presidencial de seis años susceptible de renovación una sola vez —lo que invitaba a Condé, en una maniobra abusiva clásica, a interpretar que sus dos primeros ejercicios de cinco años no contaban para el límite legal—, fue inserto en un paquete de enmiendas diversas de signo marcadamente progresista y concebidas para la ocasión; entre otras, la prohibición de la mutilación genital femenina, la proscripción de los matrimonios forzosos y de niñas, la equiparación de los derechos de las esposas y los maridos en los divorcios, y la educación obligatoria y gratuita hasta los 16 años. Según el Gobierno, el 89,7% del 58,2% de electores que habían ido a votar se pronunciaron por el sí. El mismo día, 22 de marzo, tuvieron lugar los comicios a la Asamblea Nacional, ampliamente favorables al partido del oficialismo, el Reagrupamiento del Pueblo Guineano (RPG, miembro de la Internacional Socialista), merced al boicot de los partidos del FNDC. Las protestas masivas y la represión policial, responsable ya de la muerte de más de 40 manifestantes antes del referéndum de marzo, dominaron la escena guineana hasta la nueva cita con las urnas. En las violencias políticas se advirtió además un matiz etnicista.
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Ahora, el principal contrincante de Condé, Cellou Dalein Diallo, antiguo primer ministro y líder de la Unión de Fuerzas Democráticas de Guinea (UFDG), al que la autoridad electoral otorgaba el 33,5% de los votos, denunció un fraude masivo en favor de Condé y se atribuyó la victoria, prendiendo la mecha de una nueva secuencia de disturbios civiles y violencia policial que dejó otra docena de víctimas mortales. El 7 de noviembre el Tribunal Constitucional rechazó las apelaciones de Diallo y otros tres candidatos, y el 15 de diciembre Condé, imperturbable, prestó juramento de su nuevo mandato.
A lo largo de 2021, el Gobierno de Condé, al cabo de una década de notable despegue económico y tasas de crecimiento récord gracias a los acuerdos de inversión minera suscritos con empresas chinas, enfrentó más desafección popular por el encarecimiento de la canasta básica. En todo este tiempo de bonanza macroeconómica (un cuadro de números en verde inadvertido por el bolsillo de los ciudadanos) y deterioro político, Guinea no consiguió que los mayores ingresos por la exportación de bauxita y otros minerales compensaran el déficit agudo de la producción de alimentos, por lo que seguía siendo un importador neto de cereales. A la escasez y encarecimiento del pan se solapaban los efectos de la COVID-19, que sometía al frágil sistema de salud guineano a un estrés comparable al de la epidemia de ébola de 2014-2016, y, desde agosto de 2021, unos aumentos de impuestos y de los precios de los combustibles que el Gobierno introdujo para intentar ajustar los presupuestos en el marco de la facilidad crediticia del FMI. Los recortes del Estado no afectaban a los gastos corrientes de las instituciones políticas de la República (al contrario, la Presidencia y la Asamblea vieron incrementadas sus partidas presupuestarias), pero sí a las Fuerzas Armadas.
Al parecer, el coronel Doumbouya, desde su cuartel en la localidad de Forecariah, había iniciado una serie de movimientos para hacer de su Grupo de Fuerzas Especiales (GFS), dotado de un fuerte
esprit de corps, una unidad menos dependiente del Ministerio de Defensa. Esto debió de poner en guardia a sus superiores, y ya en mayo de 2021 corrieron rumores de que el oficial podía ser arrestado.
EL GOLPE
En la mañana del
5 de septiembre de 2021 los soldados a las órdenes del
coronel Mamady Doumbouya asaltaron el Palacio de Sékhoutouréya y, tras un breve intercambio de disparos con los guardias, capturaron al presidente Condé, luego exhibido ante las cámaras pero sin dispensarle mal trato. Mientras el mandatario derribado se negaba a firmar su dimisión, Doumbouya apareció para anunciar la disolución del Gobierno del primer ministro Ibrahima Kassory Fofana y de la Asamblea Nacional, la suspensión de la Constitución promulgada el año anterior, el cierre de las fronteras y la creación de una junta denominada
Comité Nacional de Reagrupamiento y Desarrollo (CNRD), por él presidido. "Si el pueblo es aplastado por sus propias élites, corresponde al Ejército darle su libertad", añadió. La caída de Condé generó reacciones de alborozo en las calles de Conakry y declaraciones condescendientes del FNDC y los partidos de la oposición.
Al día siguiente, Doumbouya aludió a la próxima formación de un "Gobierno de unidad nacional" para conducir el país durante un "período de transición" que no especificó. El golpista expuso el habitual argumentario, entre patriótico y salvífico, de las juntas golpistas africanas que irrumpen en momentos de crisis: la intervención del Ejército era necesaria para detener una funesta deriva nacional de escaseces, corrupción, abusos políticos y mal gobierno. En su primera alocución grabada en video y distribuida a los medios, Doumbouya instaba a la unidad de todos los miembros de las Fuerzas Armadas Guineanas para "satisfacer las legítimas aspiraciones del pueblo" y justificaba su toma del poder con estas palabras: "La situación sociopolítica y económica del país, la disfunción de las instituciones republicanas, la instrumentalización de la justicia, el atropello de los derechos de los ciudadanos, la falta de respeto de los principios democráticos, la politización excesiva de la administración pública, la mala gestión financiera, la pobreza y la corrupción endémicas han llevado al Ejército republicano de Guinea, a través del CNRD, a asumir sus responsabilidades frente al pueblo soberano de Guinea en su totalidad".
CONSECUENCIAS
El 8 de septiembre la CEDEAO suspendió a Guinea y ocho días después impuso un primer paquete de sanciones a la junta. La UA también suspendió al país el 10 de septiembre. Llamó la atención la condena, además de por Francia, la UE y Estados Unidos, de China, potencia con fuertes intereses económicos (minería de bauxita) en Guinea y que vio dispararse la cotización del aluminio en sus mercados. Ahora bien, los golpistas precisaron que todos los compromisos internacionales y contratos de inversión y comercio seguían vigentes.
El 17 de septiembre Doumbouya se autoproclamó presidente de la República y diez días después los militares presentaron una Carta de Transición. La misma designaba al coronel jefe del Estado a la vez que presidente del CNRD, junta que seguía funcionando, y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y establecía la formación de un Gobierno dirigido por un primer ministro civil y de un Consejo Nacional de Transición (CNT), cuerpo legislativo de 81 miembros. La misión del CNT, cuyos asientos estaban abiertos a los partidos políticos y demás actores de la sociedad civil pero vetados para los miembros del anterior régimen, era elaborar una nueva Constitución, sucesora que sería de los textos de 1958, 1982, 1991, 2010 y 2020. La Carta no aclaraba cuánto iba a durar la transición ni cuándo serían las próximas elecciones "libres, democráticas y transparentes", aunque acotaba que ningún integrante del CNRD, el Gobierno y el CNT podría presentarse a las mismas. Sobre el papel, el principal afectado por esta proscripción era el nuevo hombre fuerte de Guinea. La duración de la transición, señalaba el documento, se fijaría "de mutuo acuerdo entre las fuerzas vitales de la nación", aserto que los hechos se iban a encargar de desmentir.
El 1 de octubre de 2021 Doumbouya, en uniforme de gala y con sus características gafas ahumadas, prestó juramento como presidente de transición, en una solemne ceremonia donde habló de "refundar el Estado" a través de una nueva Constitución. Tampoco esta vez mencionó fechas, ignorando de nuevo las presiones internacionales. El 6 de octubre fue anunciado el nombramiento para el puesto de primer ministro de Mohamed Béavogui, un veterano funcionario internacional del área del desarrollo y sin nexos partidistas.
El régimen militar de Doumbouya, consolidado desde el primer momento, ha encontrado una actitud más bien tibia de la CEDEAO (a diferencia de la reacción beligerante del bloque frente al golpe en Níger en 2023), y su compromiso con el establecimiento del gobierno constitucional y la democracia choca con su intolerancia ante cualquier muestra de disidencia. Ello solivianta al frente civil, el cual desconfía también del personalismo del coronel, que cultiva una imagen carismática con toques de efecto.
El 22 de enero de 2022 la junta nombró al CNT pseudoparlamentario, con el doctor Kanso Kourouma de presidente, y por un tiempo siguió dando largas a la CEDEAO y el FNDC, que demandaban el retorno de una autoridad electa a corto plazo. El 30 de abril de 2022, por fin, Doumbouya se decantó por una transición de 39 meses, período que le parecía una fórmula intermedia entre el mínimo de 18 meses y el máximo de 52 recomendados por un foro de consultas convocado por el CNT y que recibió el boicot de los principales partidos. La CEDEAO rechazó el calendario, que implicaba elecciones para últimos de 2024, pero no impuso sanciones adicionales. En agosto, la junta reemplazó a Mohamed Béavogui por Bernard Gomou en el puesto de primer ministro.
El 21 de octubre Doumbouya, tras nuevas discusiones con la CEDEAO, precisó que el retorno del gobierno civil en el plazo de dos años empezaría a contar desde el 1 de enero de 2023. Repitió además que ni él ni ningún otro miembro del CNRD y las instituciones transitorias serían candidatos. Avanzado 2023, la junta enfrentó manifestaciones de protesta, convocadas por el colectivo sociopolítico Fuerzas Vivas de Guinea (FVG) en desafío de la prohibición impuesta, que han ido ganando contundencia. Los soldados responden a los disturbios con una cruda represión, provocando víctimas, y ahora las autoridades amenazan con aplicar a los revoltosos la legislación antiterrorista, que contempla la pena de cadena perpetua.
De cara al exterior, Doumbouya viene expresando la solidaridad golpista y compartiendo narrativa anti-
establishment con sus colegas de Malí (sobre todo) y Burkina Faso, aunque a diferencia de ellos no ha abierto un enfrentamiento con Francia ni ha reaccionado con agresividad a la amenaza de la CEDEAO de neutralizar por la fuerza a la junta que en julio de 2023 se hizo con el poder en Níger. Tampoco se constata la presencia de los mercenarios rusos de Wagner en Guinea, donde el Estado no enfrenta una subversión interna. Además de al coronel maliense Assimi Goïta, Doumbouya ha visitado al presidente rwandés Paul Kagame, al que describe como "modelo" a seguir en materia de "reconciliación nacional".
ALPHA CONDÉ (1938-)

© Alpha Condé/Flickr | |
Durante décadas, Alpha Condé fue símbolo de la lucha por la democracia en Guinea, pero después de subir al poder a través de las urnas incurrió en los mismos vicios autoritarios y represivos que con tanta energía denunció. El histórico opositor, jefe del partido RPG, se fajó contra las dictaduras de los dos primeros gobernantes del país, Ahmed Sékou Touré y Lansana Conté, costándole el exilio y la cárcel. Sus primeras candidaturas presidenciales fueron en 1993 y 1998. Colaboró con los militares en la transición posterior a golpe de 2008 y dos años después se alzó ganador en segunda vuelta de las primeras elecciones libres en la historia de Guinea, victoria que quedó empañada por la impugnación de su rival, Cellou Dalein Diallo. Reelegido en 2015 por otro quinquenio entre un cúmulo de irregularidades, en marzo de 2020, ignorando el boicot de la oposición, sacó adelante en referéndum una reforma constitucional que ponía a cero su contador de mandatos y le habilitaba para aspirar a uno nuevo de seis años. En octubre siguiente, su segunda reelección, de nuevo frente a Diallo, desató otra ola de protestas sofocada con brutalidad. Entre tanto, Guinea seguía en el furgón de cola del desarrollo, no obstante ser el segundo mayor exportador de bauxita y atesorar grandes reservas de oro y hierro. En septiembre de 2021 los soldados del coronel Doumbouya le mostraron por televisión, capturado y abatido, en el Palacio de Sékhoutouréya; en noviembre, le dejaron libre y le autorizaron a salir del país para recibir tratamiento médico. Desde 2022 Condé, de 85 años, está procesado por corrupción y asesinato (Alpha Condé en BLP CIDOB). |
MAMADY DOUMBOUYA (1980-)

© AFP/John Wessels | |
De físico imponente y acentuada pose marcial, Mamady Doumbouya es otro curtido oficial de fuerzas especiales. Su formación incluyó las aulas de la École de Guerre de París y la Universidad de Panthéon-Assas. Recibió entrenamiento y tomó parte en misiones y operaciones del Ejército francés en numerosos países, y hasta 2012 sirvió en la Legión Extranjera, donde se licenció con los galones de capitán. En 2018 obtuvo el mando del Grupo de Fuerzas Especiales (GFS), nueva unidad de élite del Ejército que Doumbouya debía capacitar para la lucha antiterrorista en la escena regional. Como comandante del GFS, tomó parte en el ejercicio militar multinacional Flintock 2019, conducido con la participación de una treintena de naciones africanas, enfocado en dar soporte a la Fuerza Conjunta del G5 Sahel y supervisado por el Mando de Estados Unidos en África (AFRICOM). En 2019 fue ascendido a teniente coronel y en 2020 a coronel. El golpe de 2021 lo perpetró con el también coronel Sidiba Koulibaly y puenteando al entonces jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Guineanas, general Namory Traoré. La vaguedad del proceso de transición constituyente y los desmanes represivos de los soldados hacen crecer la impresión, también en muchos que antes le aplaudieron, de que Doumbouya pretende "confiscar" el poder, no transferirlo, se supone que en 2024, a una autoridad electa. Doumbouya es marido de una oficial de la Gendarmería francesa, con la que ha tenido cuatro hijos (Mamady Doumbouya en BLP CIDOB). |
ANTECEDENTES Y CONTEXTO
La mecha del golpe militar de enero de 2022 en Burkina Faso fue la misma que trajo la liquidación del Gobierno civil de Malí 17 meses atrás: ambas las prendieron la inseguridad rampante y el debilitamiento del Estado frente a las guerrillas yihadistas, propagadas a Burkina Faso precisamente desde Malí. Pero aquí, la situación era incluso más dramática por el crecimiento explosivo del terrorismo y la acumulación de debacles militares en un corto período de tiempo, que dejaron a la ciudadanía en shock. En 2011 Burkina Faso figuraba en la posición 116ª en el Global Terrorism Index (GTI) del Institute for Economics and Peace; hoy, en 2023, Burkina Faso está considerado por el GTI el segundo país del mundo con mayor impacto del terrorismo después de Afganistán.
Como le había sucedido antes a su colega maliense Ibrahim Boubacar Keïta, el presidente
Roch Marc Christian Kaboré era el blanco de la ira ciudadana por la proliferación de atentados indiscriminados y masacres de sesgo anticristiano, y no solo desde las bandas islamistas, pues los propios regulares uniformados eran acusados de cometer atrocidades en áreas rurales del norte, escenarios a su vez de choques entre comunidades por la mengua de recursos. El Gobierno reconocía el desplazamiento de cientos de miles de personas de sus hogares en las áreas sacudidas por la violencia y el balance oficial de muertos superaba los dos millares. Las penurias financieras acuciaban al Estado, pese a que el crecimiento económico estaba aguantando mejor de lo esperado el doble embate de la guerra interna y la COVID-19.
Al igual que en la vecina Malí, los militares burkineses, oficiales de un Ejército más pequeño y peor armado que los de los otros países del Sahel, terminaron sublevándose empujados por una gran frustración y con un telón de fondo de manifestaciones populares reclamando la renuncia del Ejecutivo. Asimismo, había expresiones de rechazo a la subordinación a Francia en la conducción estratégica de la guerra. Entre octubre y diciembre de 2021 Kaboré, para aplacar a la población y en respuesta a la demanda de "medidas urgentes" por los partidos opositores, reorganizó la cadena de mandos de las Fuerzas Armadas y cambió a Christophe Joseph Marie Dabiré por el también tecnócrata Lassina Zerbo en el puesto de primer ministro. El 11 de enero de 2022 la tensión sumó nuevos grados con el anuncio del arresto de ocho militares sospechosos de organizar un "complot para desestabilizar con ramificaciones en el extranjero". El 22 de enero la Policía disolvió una manifestación no autorizada convocada por organizaciones sociales en protesta por el agravamiento de la inseguridad y en exigencia de que se dotara a las Fuerzas Armadas de más y mejores medios para luchar contra el terrorismo. En vísperas del golpe, Burkina Faso, con uno de los cuadros de desarrollo humano más sombríos del planeta, era el eslabón más frágil de la convulsa región saheliana.
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La historia de la antigua Alto Volta está plagada de intrusiones militares: desde la independencia de Francia en 1960, el país encadenó otras siete disrupciones golpistas, las de 1966 (general Sangoulé Lamizana), 1980 (coronel Saye Zerbo), 1982 (mayor Jean-Baptiste Ouédraogo), 1983 (capitán Thomas Sankara), 1987 (capitán Blaise Compaoré), 2014 (generales Honoré Traoré y Yacouba Isaac Zida) y 2015 (general Gilbert Diendéré). Solo el golpe de 2014 persiguió unos objetivos de normalización democrática cuya personificación acabó siendo Kaboré, inaugurado presidente constitucional el antepenúltimo día de 2015.
EL PRIMER GOLPE
En la noche del 23 de enero de 2022 los moradores de Ouagadougou fueron sobresaltados por el sonido de disparos y el sobrevuelo de helicópteros en el cercano Campamento Général Aboubacar Sangoulé Lamizana, sede del Estado Mayor del Ejército y cuyas instalaciones acogían también a los soldados condenados a penas de prisión por el golpe de 2015. Los tiroteos se extendieron al área donde tenía su residencia el presidente Kaboré y a otros barracones en los alrededores de la capital. Portavoces del Gobierno salieron al paso de los rumores sobre un motín de soldados descontentos o incluso un golpe de Estado, asegurando que no había una tentativa de toma del poder en curso, que el presidente se encontraba a salvo y que las autoridades controlaban la situación. Como mínimo, se trataba de un amotinamiento fuertemente reivindicativo, ya que los soldados hicieron saber un paquete de demandas, entre ellas el cese de los jefes del Estado Mayor y de la Inteligencia del Ejército, el despliegue de más tropas en los frentes de operaciones, mejores pagas y un trato más digno para los heridos en combate y las familias de los movilizados.
Sin embargo, la algarada ganó ímpetu y en la mañana siguiente, el
24 de enero de 2022, la impresión de un golpe de Estado en toda regla quedó confirmada. En Ouagadougou, elementos civiles salieron a expresar su apoyo a los militares alzados y prendieron fuego a la sede del Movimiento Popular para el Progreso (MPP). Voceros del partido gubernamental aseguraron que el presidente había sobrevivido a un intento de asesinato y que su vivienda había sido saqueada. La cuenta de Twitter de Kaboré invitó a los alzados a deponer las armas y a entablar un diálogo para "arreglar nuestras contradicciones", antes de quedar silenciada. Avanzado el día, se supo que Kaboré y otros miembros del Ejecutivo estaban detenidos por los sediciosos. Hechos con el control de los puntos neurálgicos de la capital y los medios de comunicación, los golpistas anunciaron en la televisión estatal la creación de un
Movimiento Patriótico para la Salvaguardia y la Restauración (MPSR), a cuya cabeza se situaba el
teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba. El presidente había sido depuesto y permanecía en un "lugar seguro", el Gobierno y la Asamblea Nacional estaban disueltos y la Constitución de 1991 quedaba suspendida. Igualmente, se cerraban las fronteras nacionales y se imponía el toque de queda nocturno hasta nueva orden.
El portavoz de los golpistas, capitán Sidsoré Kader Ouédraogo, leyó en un comunicado que el MPSR había "decidido asumir sus responsabilidades ante la historia", justificando la toma del poder por la "incapacidad manifiesta" de Kaboré de "unir a los burkineses para afrontar con eficacia" la "continua degradación de la situación de seguridad que amenaza los cimientos de nuestra nación". Ouédraogo habló también de proponer "dentro de un plazo razonable un calendario para el retorno al orden constitucional". El MPSR difundió además una carta de dimisión firmada por el mandatario derrocado, que renunciaba a la Presidencia "en el interés superior de la nación". Entretanto, una multitud de civiles celebraba en las calles la caída de Kaboré con vítores a los militares. La CEDEAO se apresuró a condenar el golpe y a exigir la liberación de Kaboré y los otros responsables institucionales, el primer ministro Zerbo y el presidente de la Asamblea Alassane Bala Sakande, que permanecían retenidos en el Campamento Lamizana, epicentro del levantamiento. En similares términos enérgicos se pronunciaron la UA, la ONU y Francia.
El 27 de enero Sandaogo Damiba tomó la palabra ante las cámaras. En su primer discurso televisado desde el Palacio Presidencial, con tono firme y algo tenso, el líder golpista leyó un comunicado lleno de alusiones patrióticas, vindicaciones, apelaciones y advertencias: "Pocas veces en su historia nuestro país ha enfrentado tanta adversidad (…) El advenimiento del MPSR fue impuesto por el curso de los acontecimientos en nuestro país, debilitado (…) y atacado desde todas partes por grupos armados radicales (…) Nuestra agenda es única y es clara: la salvaguardia de nuestro pueblo y la reconstrucción de nuestra nación (…) Me comprometo a convocar a las fuerzas vivas de la nación para acordar una hoja de ruta (…) Cuando se den las condiciones de acuerdo con los plazos que soberanamente haya definido nuestro pueblo, me comprometo a regresar a la normalidad constitucional. Si bien las prioridades son muchas, está claro que la principal prioridad sigue siendo la seguridad (…) La tarea que tenemos por delante es inmensa", manifestó
EL SEGUNDO GOLPE
El
30 de septiembre de 2022, esgrimiendo la necesidad de reconducir el curso calamitoso de la guerra contra los subversivos (es decir, el mismo pretexto explícito del primer cuartelazo de enero), un hasta entonces desconocido
capitán, Ibrahim Traoré, lideró una sublevación que, no sin algarada de tiroteos y explosiones, capturó el poder en Ouagadougou. El movimiento golpista de Traoré y sus compañeros de graduación pudo ser precipitado por la emboscada sufrida el 26 de septiembre por un convoy militarizado de suministros cerca de Gaskindé, en la carretera radial al norte de la capital, donde perecieron 27 soldados y una decena de civiles. Como la otra caravana atacada el día 5 en la misma vía con el resultado de 35 muertos, el convoy intentaba abastecer la ciudad de Djibo, asediada desde febrero por Ansar ul-Islam y el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM/GSIM).
En su primer comunicado ante las cámaras, los alzados anunciaron la remoción del presidente Sandaogo Damiba, la disolución del Gobierno de Transición que encabezaba el primer ministro civil Albert Ouédraogo, la disolución también de la Asamblea Legislativa de Transición y la suspensión de la Constitución, la baqueteada ley fundamental de 1991. Adicionalmente, toda actividad de los partidos políticos quedaba prohibida hasta nuevo aviso, se procedía al cierre de las fronteras y un toque de queda nocturno entraba en vigor, si bien esta última medida fue derogada al día siguiente. La junta militar creada cuando el golpe de enero, el MPSR, recobró plenos poderes, con Traoré al frente. El levantamiento castrense fue recibido con muestras de júbilo en las calles, donde los partidarios del capitán y sus hombres ondearon banderas rusas. Por añadidura, las turbas atacaron la Embajada de Francia en Ouagadougou y un instituto cultural francés en Bobo-Dioulasso. La CEDEAO condenó la "inoportuna" interrupción del curso para la restauración del orden constitucional.
El 2 de octubre, tras 48 horas de aparente resistencia y rumores, aventados por los golpistas, sobre un inminente contragolpe para recobrar el control de la situación con apoyo francés, Sandaogo Damiba, en paradero incierto, se avino a dimitir a cambio de garantías de seguridad personal y una vía libre para exiliarse en Togo. Entonces, el MPSR designó "jefe provisional del Estado" a Traoré, el cual apeló a la unión patriótica entre las Fuerzas Armadas y el pueblo burkinés para conseguir la "restauración de la seguridad y la integridad de nuestro territorio".
CONSECUENCIAS
Una semana después de consumar el golpe y coincidiendo con la suspensión de la Unión Africana, el 31 de enero de 2022, Sandaogo Damiba fue proclamado por el MPSR líder supremo de las Fuerzas Armadas, jefe del Estado y presidente de la República por un período temporal cuyas características y duración no se precisaban. Un "acta fundamental" de 37 artículos estipulaba también que la Constitución volvía a estar vigente. El toque de queda quedó levantado el 2 de febrero. Aparte, se decretó el cese de los jefes del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y de la Gendarmería Nacional nombrados en octubre por Kaboré, el general Gilbert Ouédraogo y el coronel mayor Hermann Marie Omer Bambara, a quienes reemplazaron respectivamente el coronel mayor David Kabré y el teniente coronel Evrard Somda. El 16 de febrero Sandaogo Damiba, uniformado de camuflaje, con su boina roja y la banda nacional roji-verde cruzándole el pecho, se sometió a una ceremonia de jura.
El 1 de marzo el MPSR presentó una Carta de Transición con la que los militares se arrogaban el gobierno del país durante tres años y que era el fruto del trabajo de una comisión de 15 miembros nombrados por ellos. El 2 de marzo Sandaogo Damiba adoptó la condición específica de presidente de la transición, con la salvaguardia de que no podría ser candidato en las futuras elecciones, y al día siguiente nombró un primer ministro técnico, el economista y contable Albert Ouédraogo. El 22 de marzo se dio a conocer una Asamblea Legislativa de Transición de 71 miembros. Con estas disposiciones, Sandaogo Damiba esperaba aquietar a la CEDEAO, que el 28 de enero, anticipándose a la UA, había decidido suspender a Burkina Faso y se reservaba aplicar sanciones —ya adoptadas por Estados Unidos en su ayuda al desarrollo— como las de Malí y Guinea si el diálogo abierto con la junta no llegaba a buen puerto. En julio el teniente coronel, instado por la CEDEAO, accedió a recortar el período transitorio en 12 meses, dejándolo por tanto en 24. El bienio empezaba a contar el 1 de julio de este 2022. Entre tanto, la ambigüedad envolvía el tema de la posible contratación de mercenarios de Wagner, sugerido por la profusión de proclamas antifrancesas y prorrusas desde los sectores populares adictos al golpe.
Sandaogo Damiba prometió conferir un "nuevo ímpetu" a la lucha contra el terrorismo, pero los burkineses no apreciaron ninguna mejora en la desastrosa situación de inseguridad. Solo en dos ataques, los perpetrados el 25 de mayo contra Madjoari (provincia de Kompienga, Región Este, junto a la frontera con Benín) y el 12 de junio contra Seytenga (provincia de Séno, Región del Sahel, cerca del límite de Níger), los yihadistas asesinaron a sangre fría a entre 150 y 200 paisanos. El 5 de septiembre, una bomba causó al menos 35 muertos en la carretera entre Bourzanga y Djibo en la región Centro-Norte, no lejos de la capital. El 12 de septiembre, luego de visitar al coronel Assimi Goïta en Malí y al presidente Alassane Ouattara en Côte d'Ivoire, Sandaogo Damiba tomó él mismo el Ministerio de Defensa, pero a estas alturas su credibilidad interna se había evaporado. 18 días después, fue derrocado por el capitán Ibrahim Traoré.
A los cinco días del segundo golpe, el 5 de septiembre de 2022, el nuevo mandamás militar de Burkina Faso se autoproclamó "jefe del Estado y jefe supremo de las Fuerzas Armadas". Estaba por ver qué pasaba con la Carta de Transición y el plan para celebrar elecciones democráticas en julio de 2024, tal como Sandaogo Damiba había acordado con la CEDEAO. Traoré salió a ratificar la vigencia de este calendario de la transición iniciado el 1 de julio, lo que evitó por el momento sanciones duras de los gobiernos del bloque. El 14 de octubre el MPSR anunció que su jefe era también presidente transitorio de la República por "designación unánime" de un foro nacional formado por 300 representantes de los partidos, las fuerzas de seguridad y los grupos sociales y religiosos, posición institucional que Traoré inauguró el 21 de octubre. Su primera disposición presidencial fue nombrar un primer ministro en la persona del intelectual sankarista Apollinaire Joachim Kyélem de Tambèla.
El cuartelazo del capitán Traore no ha tenido por el momento ningún efecto positivo en el curso de la guerra antiyihadista (nuevos ametrallamientos en masa de campesinos, hombres mujeres y niños, en abril de 2023 en las localidades Kourakou, Tondobi y Karma, con la posible autoría de fuerzas gubernamentales en el último episodio), a la que se están incorporando miles de milicianos organizados como Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP), y sí en cambio un impacto fulminante en las relaciones exteriores de Burkina Faso y su papel en la geopolítica africana, allí donde Sandaogo Damiba era partidario al parecer del continuismo. Las sospechas de una posible "conexión rusa" tras el segundo golpe ya fueron alentadas por el comentario de los capitanes sobre su "firme voluntad de acudir a otros socios dispuestos a ayudarnos en nuestra lucha contra el terrorismo". Las decisiones estratégicas adoptadas por Traoré desde entonces han venido a reforzar esas suposiciones.
En diciembre de 2022 el presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, aseguró que los efectivos de Wagner ya estaban operando en Burkina Faso, extremo que fue desmentido con indignación por su Gobierno. Hasta el día de hoy, Traoré ha negado enfáticamente que el Grupo Wagner esté tomando parte en la lucha para "salvar al pueblo de las hordas terroristas", pero su giro diplomático prorruso es espectacular. También en diciembre, el primer ministro Kyélem de Tambèla se desplazó a Moscú para tratar con el viceministro de Exteriores ruso el refuerzo de las relaciones bilaterales con su componente de seguridad. En mayo de 2023 Traoré calificó a Rusia de "aliado estratégico" y en julio siguiente no se perdió la II Cumbre de Foro Económico y Humanitario Rusia-África, presidida por Putin en San Petersburgo. En esta conferencia, el líder burkinés, evocando el discurso revolucionario y panafricanista de Thomas Sankara, el icónico capitán golpista de la década de los ochenta, arremetió contra los "títeres de Occidente" en el continente negro.
Paralelamente, las relaciones con Francia se han deteriorado hasta el borde de la ruptura. En enero de 2023 Ouagadougou demandó la retirada del embajador galo. La trifulca puso preámbulo a la suspensión unilateral del convenio militar franco-burkinés de 2018 y de la nueva exigencia soberana a París, acatada puntualmente por el Elíseo, de la repatriación en el plazo de un mes de sus 400 soldados de fuerzas especiales con base en Bila Zegré, poniendo fin así a dos décadas de presencia militar francesa y a la
Operación Sabre para la instrucción del Ejército burkinés. A finales de julio, el Quai d'Orsay se tomó la revancha suspendiendo todas las partidas de la ayuda oficial al desarrollo y el apoyo financiero. Por otra parte, Traoré ha cerrado filas con Goïta en la advertencia a la CEDEAO contra una intervención militar para deponer a la junta golpista de Níger, que sería considerada por ellos una "declaración de guerra" contra Burkina Faso y Malí.
ROCH MARC CHRISTIAN KABORÉ (1957-)

© Unión Europea | |
El protagonista de la primera transferencia pacífica y democrática en la historia de Burkina Faso, R. M. C. Kaboré, fue uno de los máximos colaboradores del presidente Blaise Compaoré, quien en 1989 le reclutó para su Gobierno, aún militar, para aportar su experiencia como directivo de la banca estatal. De 1994 a 2012 fungió sucesivamente de primer ministro, presidente de la Asamblea y presidente del partido oficialista CDP. Su ruptura en 2014 con el autócrata entre acusaciones de inmovilismo y corrupción se anticipó en unos meses a la revuelta popular que acabó con 27 años de blaisismo. Kaboré trabajó con las instituciones transitorias de la accidentada transición a la democracia y en diciembre de 2015, como candidato de su partido de centro-izquierda, el MPP, ganó limpiamente las elecciones presidenciales con el 53% de los votos. Voluntarioso y lleno de ideas, lanzó el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, presentó un proyecto de Constitución para una V República y aplicó medidas de buen gobierno, pero fracasó estrepitosamente en la contención de una amenaza alqaedista que al inicio de su mandato era incipiente. La multiplicación de los atentados y ataques de la organización JNIM le obligó a declarar el estado de emergencia en 14 provincias al concluir 2018. El imparable agravamiento de la inseguridad dominó las elecciones de 2020, que Kaboré no obstante volvió a ganar en primera vuelta sin señales de fraude. Tras ser defenestrado en enero de 2022, permaneció cautivo de los militares hasta el 6 de abril. Actualmente, goza de libertad de movimientos y no hay cargos contra él (Roch Marc Christian Kaboré en BLP CIDOB). |
PAUL-HENRI SANDAOGO DAMIBA (1981-)

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Miembro de la minoritaria comunidad católica e instruido en la Escuela Militar de París, Paul-Henri Sandaogo Damiba perteneció al Regimiento de Seguridad Presidencial, la temida guardia pretoriana de Blaise Compaoré, y luego comandó unidades del Ejército de Tierra. En 2015 fue al parecer uno de los oficiales que contribuyó a frustrar la inoportuna involución golpista del general Diendéré, en un contragolpe que permitió enderezar la transición post-Compaoré y llegar a las deseadas elecciones democráticas. La carrera del militar progresó bajo la presidencia de Kaboré. Su labor al frente del 30º Regimiento de Comando, Apoyo y Sostén (RCAS), volcado en la lucha antiterrorista, le acreditó como un soldado comprometido y duro, además de teórico de estrategias operativas. En su opinión, la Fuerza Conjunta regional del G5 Sahel y la Operación Barkhane de Francia no resultaban suficientes para derrotar a los yihadistas, y había que recurrir también a los paramilitares rusos de Wagner. Kaboré rechazó de plano esa posibilidad, pero siguió confiando en las capacidades del teniente coronel, así que el 3 de diciembre de 2021 le promovió a comandante de la 3ª Región Militar. 52 días después, Sandaogo Damiba derrocaba a Kaboré y transcurridos ocho meses fue depuesto a su vez por un oficial de rango inferior, el capitán Traoré. Evitó ser capturado y, previo pacto con Traoré, se exilió en Togo
(Paul-Henri Sandaogo Damiba en BLP CIDOB). |
IBRAHIM TRAORÉ (1988-)

© D. Sorokin/TASS/Kremlin | |
El treintañero Ibrahim Traoré realizó estudios universitarios de Geología y en 2010 entró en la Academia Militar Georges Namoano de Pô. En 2014 fue ascendido a teniente y luego figuró entre el millar de soldados burkineses despachados a Malí para servir en la misión MINUSMA de la ONU. Allí recibió una mención por valentía en la repulsión de los ataques sufridos por el contingente multinacional en la región de Timbuktu. De vuelta a Burkina Faso, fue movilizado en las operaciones antiterroristas ordenadas por el presidente Kaboré y en 2020 recibió los galones de capitán. En enero de 2022 tomó parte en el golpe de Estado que alumbró la junta del teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba. Dos meses más tarde se le encomendó el mando de la sección artillera del 10º Regimiento de Comando de Apoyo y Sostén (RCAS). Su levantamiento exitoso contra Sandaogo Damiba en septiembre de 2022 se incubó en los cuarteles, donde bullía la animosidad de los mandos medios y bajos contra la oficialidad de los rangos superiores, vista como incompetente en la conducción de la guerra. El cambio de guardia en Ouagadougou arrojó sombras sobre el plan de transición de dos años previamente acordado con la CEDEAO y que Traoré asegura acatar. Siempre con gesto imperioso y resolutivo, el capitán-presidente no tardó en dar portazo a la cooperación militar con Francia y en colocarse en la órbita de Rusia. Su modelo en esta estrategia rupturista es el coronel maliense Goïta, quien parece inspirarle también la estética castrense de curtido soldado del desierto (Ibrahim Traoré en BLP CIDOB). |
ANTECEDENTES Y CONTEXTO
De nuevo, la angustiosa situación de inseguridad provocada por la insurgencia y el terrorismo de las bandas yihadistas JNIM/GSIM (en la órbita de Al Qaeda), Boko Haram, IS-GS e ISWAP (ramas regionales del Estado Islámico) prefigura el escenario propicio para la toma del poder por el Ejército en Níger, país que desde 2015 vio cómo se extendía imparable el tumor de la violencia religiosa a su territorio, desbordándose desde Malí en el oeste y desde Nigeria en el este. Los ataques, atentados y masacres se intensificaron considerablemente a partir 2021, aunque en los meses anteriores al golpe del general Tchiani en julio de 2023 las tropas del Gobierno infligieron importantes reveses a los terroristas y el ritmo de sus sangrientas agresiones disminuyó.
Esta crisis se declaró en un contexto de estabilidad política y de robusto crecimiento económico (en torno al 5-6% anual, tasa del PIB que superaba la demográfica y que en 2022 llegó al 11% por el efecto rebote post-COVID), aunque la gran mayoría de los 23 millones de nigerinos seguían golpeados por alguna forma de pobreza y expuestos a los rigores ambientales. Los gastos militares derivados de la guerra se comían una parte ingente del modestísimo presupuesto del Gobierno. Punto a destacar, en el verano de 2023 el presidente Mohamed Bazoum, aunque fustigado desde la oposición, no enfrentaba una marea de repudio político-social; tampoco había una sensación generalizada de alarma por un hipotético hundimiento del Estado de manera inminente. Ambas situaciones sí se daban en Malí en 2020 y en Burkina Faso en 2022.
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En los últimos años, el árido Estado de 1,267 millones de km² sin salida al mar y limítrofe con siete vecinos era visto como el eslabón clave de la alianza regional G5 Sahel, donde la dimensión militar de la cooperación multinivel descansaba en la ya difunta
Operación Barkhane, comandada por las Fuerzas Armadas francesas. La importancia estratégica de Níger, país con potentes reservas de uranio (materia prima fundamental para la industria nuclear gala), en un panorama de precariedad general adquirió más relieve en 2020 ante el quebranto institucional sufrido en Malí y el riesgo de colapso estatal en Burkina Faso. En 2022 Bazoum, descrito como un "aliado privilegiado" de París, aceptó hacer de Níger el nuevo pivote del achicado dispositivo militar francés en el Sahel (los últimos efectivos de
Barkhane y los de la más reducida Fuerza Operativa
Takuba de la UE) luego de tener que evacuar Malí por orden de la junta militar allí instalada. Pero también diagnóstico que con el portazo de Bamako, la Fuerza Conjunta creada en 2017 por el G5 Sahel estaba "muerta". Níger, atravesado por una de las principales rutas migratorias hacia Europa, era también uno de los mayores beneficiarios del Fondo Europeo de Desarrollo (FED), enfocado en la economía y la sociedad resilientes, la buena gobernanza y la seguridad.
Desde su independencia nacional en 1960 y hasta los sucesos de 2023, Níger conoció cuatro golpes militares triunfantes (en 1974, 1996, 1999 y 2010, los dos últimos con propósitos de regeneración democrática) y un autogolpe civil (el del presidente Mamadou Tandja en 2009). Entre 1990 y 1995 el Estado hizo frente a la rebelión tuareg, finalizada con la firma de un acuerdo de paz. Al margen de cualquier contexto nacional adverso que invite a
objetivar las razones del golpe de 2023, el paso dado por el general Tchiani podría responder también a ambiciones puramente personales, alentadas por lo acaecido previamente en Malí, Guinea y Burkina Faso.
EL GOLPE
En la mañana del
26 de julio de 2023 elementos de la Guardia Presidencial a las órdenes del
general de brigada Abdourahamane Tchiani detuvieron al presidente Bazoum en su residencia oficial de Niamey. El presidente quedó cautivo junto con su esposa Hadiza y su hijo Salem. Aunque funcionarios de la Presidencia aseguraban que fuerzas lealistas del Ejército y la Guardia Nacional se disponían a intervenir para liberar al presidente, la sensación de que el golpe había triunfado se tornó casi certeza con la aparición por la televisión de un coronel de la Fuerza Aérea anunciando la deposición de Bazoum y la formación de un
Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CNSP). El portavoz golpista, identificado como Amadou Abdramane Sandjodi y flanqueado por altos oficiales de las demás ramas de las Fuerzas Armadas Nigerinas (FAN), es decir, el Ejército, la Guardia Nacional y la Gendarmería Nacional, explicó que los uniformados habían decidido intervenir "debido al deterioro de la situación de la seguridad y al mal gobierno". La Constitución de 2010 quedaba derogada y las instituciones del Estado, Presidencia, Gobierno (Gabinete del primer ministro Ouhoumoudou Mahamadou) y Asamblea Nacional, disueltas. También eran impuestos el cierre de fronteras y el toque de queda.
El día posterior al golpe fue de confusión, pues Bazoum, pese a estar detenido en el Palacio Presidencial, se puso en contacto con varios responsables extranjeros para decirles que seguía siendo el presidente y que no pensaba dimitir, mientras que su ministro de Exteriores, Hassoumi Massaoudou, llamó a la movilización de todas las fuerzas democráticas para frustrar el golpe. Sin embargo, el Estado Mayor de las FAN confirmó que suscribía la remoción del mandatario. El CNSP decretó la suspensión de las actividades de los partidos políticos y la anulación de la cooperación militar con Francia, acusada de violar el espacio aéreo nacional, mientras El Elíseo advertía que seguía reconociendo a Bazoum como el único presidente de Niger. En la capital surgieron las primeras manifestaciones de partidarios civiles de los golpistas, con agitar de banderas rusas y griterío de consignas contra Francia y en favor del Grupo Wagner.
El 28 de julio el golpe culminó con la intervención del general Tchiani para presentarse al país como el presidente del CNSP, junta de la que eran miembros también el general de división Salifou Modi (vicepresidente del CNSP), el general de división Abdou Sidikou Issa (jefe del Estado Mayor de las FAN), el general de brigada Moussa Salaou Barmou, el general de brigada Mohamed Toumba y el ya citado coronel Abdramane Sandjodi. En su mensaje, Tchiani dijo que la irrupción de las FAN obedecía a la necesidad de prevenir la "desaparición gradual e inevitable de nuestro país" como resultado del "continuo deterioro de la situación de la seguridad", la "mala gobernanza económica y social" y la "incoherencia e ineficacia de la gestión política" de la lucha antiterrorista por parte de las autoridades destituidas. En particular, denunció su falta de cooperación con Malí y Burkina Faso (gobernadas por sendas juntas militares) en dicho frente y ciertas decisiones de liberar a "bandidos fuertemente armados" para reclutarlos como "aliados" dentro de una "estrategia consistente en crear una especie de milicia para sus propios intereses".
El general explicó la "dura realidad de la inseguridad, con su cuota de muertes, desplazamientos, humillación y frustración", por los ataques de los Grupos Terroristas Armados (GAT) en múltiples puntos del país: en la región de Diffa al sudeste, Boko Haram e ISWAP, y en las regiones de Tillabéri y Tahoua al oeste, JNIM e IS-GS. También, reafirmó la voluntad de respetar todos los compromisos internacionales asumidos por la República de Níger así como los derechos humanos. "El Consejo, a través de mi voz, pide a los socios y amigos de Níger, en esta etapa crucial de la vida de nuestro país, que confíen en nuestras Fuerzas de Defensa y Seguridad, garantes de la unidad nacional, la integridad del territorio y los intereses superiores de nuestra nación. En estos tiempos difíciles por los que atraviesa nuestra patria, sabemos contar con vuestro espíritu de patriotismo para que la nación nigerina esté salvaguardada", remataba Tchiani en su proclama.
CONSECUENCIAS
Las reacciones internacionales al golpe en Níger fueron contundentes. Además de las condenas de la ONU, la UA y Estados Unidos (China y Rusia expresaron sus censuras de manera velada), la UE y Francia suspendieron sus cooperaciones económicas y de asistencia a la seguridad el 29 de julio, mientras que la Comisión de presidentes de la CEDEAO, reunida de urgencia en Abuja el 30 de julio, aprobó una dura declaración en la que daba a los golpistas un plazo de siete días para reponer a Bazoum y retirarse a los cuarteles, so amenaza de intervención militar. "Tomaremos todas las medidas necesarias para restaurar el orden constitucional en la República de Níger, y esas medidas incluyen el uso de la fuerza", advertían. Además, se imponían a Níger desde ya las siguientes sanciones: el cierre de fronteras; una zona de exclusión aérea para todo vuelo comercial; la prohibición de viajar a los miembros de la junta; la suspensión de todas las transacciones comerciales y financieras; y la congelación de las cuentas y depósitos del Estado en los bancos centrales del bloque regional.
Tchiani y sus generales no se arredraron y, jaleados por miles de civiles que reclamaban el acercamiento a Rusia, se atrincheraron en una actitud de lo más desafiante. Mantuvieron prisionero a Bazoum, al que se disponían a procesar por "alta traición" y por "minar la seguridad" del país, y denunciaron la, en apariencia, inminente invasión de las tropas de la CEDEAO, ligada según ellos a una intervención militar "neocolonial" de Francia y que prometieron combatir "hasta la última energía". Ante la "actitud impertinente" de la antigua metrópoli, rescindieron los acuerdos de cooperación en seguridad y defensa con Francia, que actuó recíprocamente y empezó a evacuar a sus nacionales. Además, la junta corrió a buscar el respaldo total de los regímenes de Bamako, Conakry y Ouagadougou, facilitado por estos de buena gana, y abrió contactos con Wagner.
El ultimátum de la CEDEAO expiró el 6 de agosto y al día siguiente el CNSP nombró un primer ministro, Ali Lamine Zeine, quien fuera titular de Economía y Finanzas entre 2003 y 2010 con el presidente Mamadou Tandja. La CEDEAO anunció la "activación inmediata" de una fuerza militar de reserva con vistas a una posible intervención, pero este escenario quedó aparcado por el momento ante las reticencias de varios gobiernos. El propio presidente de turno de la organización, el nigeriano Bola Tinubu, no obstante haber afirmado que la CEDEAO, tras las suspensiones de Malí, Guinea y Burkina Faso, no estaba dispuesta a permitir un golpe de Estado más en su seno, sucumbió a las dudas y optó por explorar la vía diplomática.
El 19 de agosto Tchiani, en una mínima concesión, recibió en Niamey a una delegación de la CEDEAO que también pudo reunirse con Bazoum. Tras el encuentro, el general mencionó la devolución del poder a los civiles en un plazo "no superior a tres años", parafraseando al maliense Goïta lamentó las sanciones "ilegales" e "inhumanas" impuestas por la CEDEAO y reiteró la determinación del CNSP de resistir por la fuerza cualquier intromisión armada de la organización. Dos días después, la Unión Africana notificaba la suspensión de membresía de Níger. El 23 de agosto la junta transmitió su decisión de echar a todos los efectivos militares franceses (unos 1.500, remanentes de
Barkhane) y estadounidenses (1.100) estacionados en el país. Hasta ahora, Estados Unidos operaba en la ciudad de Agadez una base de drones de ataque y transportes logísticos considerada clave para sus operaciones antiterroristas en el Sahel, además de haber invertido mucho en la formación de los soldados y mandos nigerinos, algunos de los cuales estaban en la junta golpista. En cuanto al contingente francés, estaba repartido entre Niamey, Ouallam y Ayorou. Agosto concluyó con la autorización por la junta a Malí y Burkina Faso para intervenir en su territorio en caso de "agresión" de la CEDEAO y con las órdenes de salida de los embajadores francés, estadounidense, alemán, nigeriano y marfileño por no responder a sus "invitaciones" para reunirse.
Transcurridos casi dos meses desde el golpe, Tchiani, más allá de la convocatoria de un "diálogo nacional" para "sentar las bases de la nueva vida constitucional", no ha puesto en marcha un proceso de transición. Tampoco se ha proclamado presidente de la República. El plan de intervención militar de la CEDEAO, que de ejecutarse emularía las acciones de su Grupo de Monitorización (ECOMOG) en Sierra Leona en 1998 y en Gambia en 2017, permanece congelado
MOHAMED BAZOUM (1960-)

© Unión Europea | |
En Níger, poco más de un bienio se sostuvo en el cargo el primer presidente elegido libremente que recibió el poder de otro presidente elegido en las mismas condiciones en 61 años de independencia nacional. Antiguo profesor de Filosofía, Mohamed Bazoum es árabe, etnia absolutamente minoritaria que reúne a menos del 1% de la población, y desde 1990 participó en la turbulenta política nigerina con el partido PNDS-Tarayya de Mahamadou Issoufou. Bazoum asistió a Issoufou en sus cinco tentativas electorales y juntos se opusieron al autoritarismo de los presidentes Ibrahim Baré Maïnassara y Mamadou Tandja. A partir de 2011 fue su ministro de Exteriores y, hasta que dimitió para preparar la candidatura presidencial de 2020 por el oficialismo, ministro del Interior. En 2013, además, recibió de su mentor la jefatura del PNDS, miembro de la Internacional Socialista. En febrero de 2021 Bazoum ganó el balotaje presidencial llevando las promesas de enfrentar con eficacia el agravamiento de la insurgencia islamista de múltiples rostros y los abrumadores hándicaps del desarrollo, haciendo un especial hincapié en la educación de los jóvenes. Antes de su inauguración el 2 de abril, fue diana de la protesta de los partidarios de su adversario en las urnas, el ex presidente Mahamane Ousmane, y de una asonada de soldados de la Fuerza Aérea con profusión de disparos. Si aquella intentona golpista fracasó, no sucedió lo mismo con el pronunciamiento del general Tchiani en julio de 2023. Aunque rehén en el Palacio Presidencial, Bazoum ha podido recibir visitas y acceder a la prensa internacional para denunciar los hechos (Mohamed Bazoum en BLP CIDOB). |
ABDOURAHAMANE TCHIANI (1964-)

© RTN | |
El general de brigada Abdourahamane Tchiani, el oficial de más edad (frisa la sesentena) de los cabecillas del cinturón golpista africano, es un viejo conocido de las Fuerzas Armadas Nigerinas (FAN). De etnia hausa, la mayoritaria en el país, se unió al Ejército en 1984, y en los 17 años siguientes sirvió en misiones de combate al narcotráfico en las desoladas regiones del norte, de pacificación de la ONU y la CEDEAO en Côte d'Ivoire, Sudán y la República Democrática del Congo, y, portando las insignias de la Fuerza Multinacional Mixta, de lucha contra la insurgencia de Boko Haram en la zona del Lago Chad. Curiosamente, carece de experiencia bélica en las campañas contra el extremismo islámico en suelo patrio. En 2011 el nuevo presidente de la República, Mahamadou Issoufou, le otorgó el mando de la Guardia Presidencial. Una imputación judicial de estar mezclado en la conspiración golpista desarticulada en 2015 pudo terminar con su carrera militar, pero Issoufou confiaba en él y tres años después propició su ascenso al generalato. El sucesor de Issoufou en 2021, Mohamed Bazoum, le confirmó en el puesto agradecido por su papel en el fracaso de la intentona de golpe realizada por soldados de la Fuerza Aérea del 31 de marzo, solo dos días antes de la transmisión presidencial. El taciturno Tchiani no volvió a dar que hablar hasta su inesperada acción de fuerza en julio de 2023, si bien en vísperas de la misma ya circuló el rumor de que Bazoum se disponía relevarle de la Guardia Presidencial.
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ANTECEDENTES Y CONTEXTO
A diferencia de Malí, Burkina Faso y Níger, y a semejanza de Guinea, el cuartelazo gabonés no acontece en un escenario crítico de subversión interna y terrorismo, sino que ha tenido como detonante los abusos políticos del presidente: la reelección para un tercer mandato —de cinco años esta vez en lugar de siete— de Ali Bongo el 26 de agosto de 2023 con el 64,3% de los votos, impugnada como espuria por su principal opositor, Albert Ondo Ossa de la Alternancia 2030. Puede hablarse de un efecto de transmisión por lo sucedido en los citados países, acicate para el aventurerismo de unos oficiales ávidos que en un contexto regional menos revuelto tal vez no se habrían movido.
De hecho, la acción del general Oligui Nguema constituye una sorpresa porque en Gabón la tradición golpista es bien escasa. Están los precedentes de 1964, cuando el padre de la independencia, Léon M'Ba, consiguió imponerse (con la decisiva intervención francesa) a un efímero comité revolucionario de 48 horas de duración, y, mucho más cercana en el tiempo, la fallida intentona de 2019, en plena convalecencia de Bongo, protagonizada por unos suboficiales mal organizados y rápidamente neutralizados por sus mandos. Con todo, el descontento de la población por la flagrante inequidad en el reparto de la renta petrolera, el ritual de elecciones cerradas a cualquier alternancia, la eternización de la saga de los Bongo y, en general, la sensación de profundo marasmo, crean un ambiente propicio, sobre todo entre la juventud, para esta ruptura constitucional.
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EL GOLPE
El
30 de agosto de 2023, minutos después de anunciarse los resultados que concedían la victoria a Bongo sobre el opositor Albert Ondo Ossa, soldados de la Guardia Republicana tomaron los medios de comunicación para anunciar la cancelación de la "falsa" elección presidencial, la disolución del Parlamento y el Gobierno del primer ministro Alain Claude Bilie By Nze, y la creación de un
Comité para la Transición y la Restauración de las Instituciones (CTRI), junta a cuyo frente se puso el
general Brice Oligui Nguema. Con la retórica habitual en estos casos, los sediciosos hablaban de salvar al país de la "degradación social" y el "caos" por la deriva de un Gobierno "irresponsable e impredecible". No hubo noticias sobre derramamientos de sangre o actos de resistencia desde elementos lealistas del Ejército y la Gendarmería Nacional. A Brice Oligui le secundaron los mandos uniformados supremos: el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Jean Martin Ossima Ndong; el comandante en jefe de la Gendarmería Nacional, general Yves Barrassouaga; y el comandante en jefe de las Fuerzas de la Policía Nacional, general Serge Hervé Ngoma.
CONSECUENCIAS
A primera vista, el golpe de Gabón presenta características revolucionarias porque ha liquidado de un plumazo una dinastía republicana que con sus 56 años de duración ha sido, a la par que la imperante en Togo, la más prolongada de África. Sin embargo, el general Oligui Nguema es al parecer un primo del presidente depuesto, lo que alienta las sospechas de un
putsch de palacio fruto de tensiones entre las camarillas del régimen nepotista y cleptocrático del PDG. Según este enfoque pesimista, compartido por analistas, observadores regionales y opositores políticos, la motivación principal de los militares alzados sería, más que traer la democracia real a Gabón, desplazar del poder al núcleo familiar de los Bongo, imponiendo por la fuerza un cambio en la estructura de las élites dirigentes con sus extensas redes de patrocinio; ello, aprovechándose del malestar social.
Imitando el proceder de sus homólogos maliense, guineano, chadiano y burkinés, Oligui Nguema se autoproclamó presidente transitorio el 4 de septiembre, en una colorista ceremonia de jura ante una improvisada Carta de la Transición, con la promesa de celebrar elecciones "libres y transparentes". A fin de "preservar los logros de la democracia y las libertades fundamentales", anunció también un nuevo Gobierno y un referéndum sobre una nueva Constitución que reemplazaría el texto de 1991. El llamamiento del opositor civil Albert Ondo Ossa para que se le entregara la Presidencia en acatamiento según él del veredicto de las urnas fue ignorado. Con la misma celeridad, el general golpista empezó a escenificar una campaña anticorrupción.
La Carta de la Transición es un documento de 62 artículos que invoca la "refundación del Estado", atribuye su adopción a las "Fuerzas Vivas de la Nación" y define las instituciones rectoras en esta fase (Presidente, Gobierno, Consejo Nacional de Transición, Parlamento de Transición bicameral), pero omite el dato clave, la duración de la misma. Lo que sí establece el texto es la prohibición de presentarse candidatos en las futuras elecciones a todos los responsables de las instituciones transitorias, con la única excepción, precisamente, del presidente. El 7 de septiembre Raymond Ndong Sima, anterior primer ministro y diputado del PDG con Ali Bongo que más tarde compitió contra él como independiente en las presidenciales de 2016, fue nombrado primer ministro. Según Sima, dos años es un plazo "razonable" para el retorno del Gobierno civil en Gabón.
Oligui Nguema tendrá que aclarar su estrategia con respecto a Francia, que mantiene un importante dispositivo en Libreville y Port-Gentil, puntal de su despliegue militar, cada vez más achicado, en el continente. El Elíseo suspendió su cooperación en aquel terreno luego de exigir que el resultado de las elecciones del 26 de agosto fuera "respetado". Sin embargo, nada sugiere que Oligui Nguema vaya a seguir los pasos de los uniformados al mando en Malí, Burkina Faso y Níger, decididamente antifranceses. Por lo que se refiere a la Unión Africana, esta suspendió a Gabón al día siguiente del golpe.
ALI BONGO ONDIMBA (1959-)

© Unión Europea | |
A lo largo de su vida, el musulmán Ali Ben Bongo Ondimba fue preparado para suceder un día a su autocrático padre, mientras le acompañó una imagen de playboy. El vástago de Omar Bongo Ondimba, segundo mandatario de Gabón desde 1967, se educó en colegios galos y desde 1983 fue sucesivamente miembro de la cúpula del Partido Democrático Gabonés (PDG, entonces el único legal), diputado, ministro de Exteriores y ministro de Defensa. En 2009 el dictador falleció a los 73 años y en las subsiguientes elecciones anticipadas Ali conquistó la presidencia entre denuncias de la oposición. El nuevo presidente, cantante ocasional de funk y de afable gestualidad, heredaba una tradición política conservadora, una Constitución que facultaba la reelección indefinida, una maquinaria de elecciones amañadas, un sistema profundamente corrupto regado por el petróleo y las relaciones lucrativas con París, que tenía aquí uno de los pilares de la llamada Françafrique. En 2016 Bongo obtuvo su primera y ajustada reelección, furiosamente contestada por los perdedores, y entre 2018 y 2019 un ictus le mantuvo varios meses fuera de foco; recibió el alta médica, pero quedó físicamente mermado. Por otro lado, adoptó medidas para proteger la selva virgen y en 2022 metió al país en la Commonwealth. Bajo arresto domiciliario, difundió videos implorando (en inglés) el auxilio internacional, hasta que el 6 de septiembre quedó en libertad. Los soldados retenían en un lugar aparte a su esposa Sylvia y detuvieron también al hijo de la pareja, Noureddin Bongo Valentin, acusado de traición y enriquecimiento ilícito a gran escala (Ali Bongo Ondimba en BLP CIDOB). |
BRICE OLIGUI NGUEMA (1975-)

© TV5Monde | |
El 30 de agosto de 2023 el general de brigada Brice Clotaire Oligui Nguema fue llevado triunfalmente a hombros por sus hombres, responsables materiales del golpe, para tomar posesión del flamante CTRI, mientras multitud de ciudadanos salían alborozados a las calles para celebrar la caída de Bongo. El nuevo hombre fuerte de Gabón no empezó a ser conocido por el público hasta 2020, cuando recibió la comandancia de la Guardia Republicana, cuerpo de élite de 2.500 uniformados adscrito a la Gendarmería Nacional, con funciones de guardia presidencial y columna vertebral de las pequeñas Fuerzas Armadas Gabonesas. Durante varios años fue el edecán del presidente Omar Bongo y en 2009 Ali Bongo, nada más tomar las riendas del país tras la muerte de su padre, le destituyó de este puesto eminente. En la década que siguió, Oligui Nguema permaneció en una especie de exilio como agregado militar en Marruecos y Senegal. La rehabilitación llegó en 2018 con el nombramiento para dirigir la inteligencia de la Guardia Republicana, sucediendo al propio hermanastro del presidente, Frédéric Bongo. Tras el abortado movimiento golpista de 2019, el mandatario se creyó más seguro rodeándose estrechamente de oficiales que, como Oligui Nguema, eran parientes y paisanos de la provincia de Haut-Ogooué. Por contra, Bongo despojó del cargo de alta representante personal a su hermana mayor Pascaline, a la cual algunos conectan ahora con los bastidores del golpe. En suma, Oligui Nguema procede del círculo interior del clan Bongo, al que sirvió con lealtad hasta la sublevación.
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(Texto actualizado hasta 15/9/2023)