Natalia Gavrilita, una experta en proyectos de inversión en gobernanza y desarrollo, fue la ministra de Finanzas de Moldova en el breve Gobierno encabezado por
Maia Sandu de junio a noviembre de 2019. Aquel Gabinete, de coalición entre el proeuropeo Partido de Acción y Solidaridad (PAS, centro-derecha liberal) de Sandu y Gavrilita, y el prorruso Partido Socialista (PSRM, primera fuerza del Parlamento) de
Igor Dodon, presidente de la República, quedó truncado al decidir este último entenderse con el Partido Democrático (PDM). Luego, en noviembre de 2020, Sandu batió a Dodon en las elecciones presidenciales y, tras asumir la jefatura del Estado, reiteró su intención de propiciar elecciones legislativas anticipadas con la expectativa de alumbrar una mayoría parlamentaria afín a su proyecto. El primer paso en esta estrategia fue el nombramiento el último día de 2020 de Aureliu Ciocoi como primer ministro en funciones para suplir al dimitido
Ion Chicu, y el segundo, el 27 de enero de 2021, la designación para el puesto de su estrecha colaboradora Gavrilita.
Al presentar al Parlamento su "programa integral de apoyo a la población y la economía en tiempos de crisis", Gavrilita precisó cinco prioridades: gestionar con más eficiencia la pandemia COVID-19; aumentar los ingresos de los ciudadanos y mejorar la protección social de los grupos vulnerables, lo que incluía elevar la pensión mínima un 15%; preservar los puestos de trabajo y apoyar a las pymes; dotar de más recursos presupuestarios a las corporaciones locales; y adecuar los presupuestos del Estado al paquete de apoyo social anticoronavirus y a la asistencia financiera internacional. En paralelo a estas acciones urgentes, el próximo Gobierno implementaría, manifestó Gavrilita, "duras medidas" para echar de las instituciones estatales a los funcionarios corruptos y "recuperar el dinero robado", y buscaría el adelanto electoral.
La necesidad de una "mayoría parlamentaria funcional para el pueblo" y que condujera a Moldova, el país más pobre de Europa, por las sendas de la modernización, el crecimiento económico, el aumento de los salarios y la atracción de inversiones era para Sandu, presidenta con atribuciones limitadas, un objetivo tan esencial como para supeditar al mismo la nominación de Gavrilita, en realidad mero instrumento de una operación ciertamente extravagante. Así, el 5 de febrero de 2021 la primera ministra designada anunció a los miembros de su Gabinete, pero seis días después instó a los diputados, empezando por los del partido del que era vicepresidenta, el PAS (con solo 15 de los 101 escaños), a que no la aprobaran absteniéndose de votar, con el único fin de anticipar las elecciones. "Necesitamos un Parlamento responsable (...) les invito a abandonar el Parlamento, háganlo por sus hijos. La gente quiere recuperar su país y los cambios comienzan con un Parlamento limpio y un Gobierno dedicado al interés público", dijo la ex ministra de Finanzas a los legisladores al arrancar la sesión de investidura.
En efecto, el 11 de febrero Gavrilita no obtuvo voto alguno y acto seguido, Sandu, de acuerdo con sus prerrogativas, volvió a nominarla. Según la Constitución, si un segundo candidato a primer ministro no recibía la aprobación del Parlamento en el plazo de 45 días, el presidente podía disolver este y convocar nuevas elecciones, las cuales, de acuerdo con los sondeos, el PAS estaría en condiciones de ganar. Ahora bien, los planes de Sandu y Gavrilita, con su insólito vericueto, podían quedar frustrados porque el PSRM anunció que estaba en condiciones de formar un Gobierno alternativo de mayoría conducido por la también ex ministra de Finanzas Mariana Durlesteanu, y que incorporaría a los partidos Sor y Pro Moldova. Además de Sandu en 2019, Moldova ya había tenido otras dos primeras ministras, Zinaida Greceanîi en 2008-2009 y Natalia Gherman en 2015.
El 23 de febrero, en uno de los típicos giros inesperados de la política moldava, el Tribunal Constitucional, fallando a favor del recurso presentado por los socialistas de Dodon, declaró inválida, por no ajustada a norma, la renominación de Gavrilita. La corte argüía que repetir la presentación de la candidatura de Gavrilita no buscaba la formación del Gobierno, sino la disolución del Parlamento. El 4 de marzo, horas antes de convertirse Moldova en el primer país europeo en recibir vacunas en el marco de la facilidad COVAX, el Tribunal rechazó la petición de la presidenta de poder colocar nuevos ministros en el Gabinete en funciones de Ciocoi. El 16 de marzo Sandu, resuelta a seguir dando la batalla pese a estos reveses, nombró primer ministro al diputado Igor Grosu, su sucesor en funciones al frente del PAS. La mayoría parlamentaria de izquierda, a su vez, nominó a Vladimir Golovatiuc, el embajador en Rusia, como su alternativa a Gavrilita. El Constitucional dictaminó que la designación de Grosu era legal y este presentó su lista de ministros, pero el 23 de marzo su confirmación parlamentaria fue abortada por falta de quórum. El 15 de abril Sandu se apuntó una gran victoria al zanjar el Tribunal que se daban las condiciones, de bloqueo institucional, para disolver el Legislativo. Dicho y hecho, el 28 de abril la mandataria, bajo una lluvia de recriminaciones del PSRM, que se vengó votando la remoción parlamentaria del magistrado jefe del Constitucional, tramitó la conclusión de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones para el 11 de julio.
Los comicios anticipados del verano marcaron el triunfo final de Sandu y su obediente colaboradora, Gavrilita, tras medio año de escaramuzas sin tregua con los socialistas. El PAS, superando sus mejores pronósticos y sin necesidad de alianzas, conquistó una mayoría absoluta de 63 escaños con el 52,8% de los votos y el 30 de julio la presidenta nombró primera ministra a la diputada electa. El 3 de agosto Gavrilita, reiterando el plan de intenciones expuesto cuando su primera nominación en enero y enfatizando su intención de "limpiar las instituciones de corruptos", anunció la composición de su Gabinete, monocolor y con varios ministros independientes, como los de Exteriores, Interior, Defensa, Economía y Salud, amén de dos viceprimeros ministros. Tres días después, el Parlamento, dominado por el PAS, dio luz verde al Gobierno Gavrilita con 61 votos. El nuevo Ejecutivo esperaba recibir de la UE 600 millones de euros hasta 2024. El paquete, entre asistencia macrofinanciera, subvenciones e inversiones, era la dotación del Plan de Recuperación Económica, diseñado por la Comisión Europea para ayudar a la frágil Moldova a capear la tremenda crisis de la COVID-19 y condicionado a mayores avances en las reformas estructurales, en el ámbito de la justicia y la lucha contra la corrupción.
(Texto actualizado hasta agosto 2021)