Desde hace décadas las epistemologías feministas han hecho trizas la mentira positivista según la cual era posible producir conocimientos objetivos, puros y neutrales. Si bien hay investigadores, frecuentemente en lugares de poder, que siguen atrincherándose en estas posiciones anacrónicas e intentan con todos sus (no pocos) medios frenar las proliferaciones de difracciones cognoscitivas, sus intentos no pueden más que fracasar en los espacios no institucionalizados. Sin embargo, los paradigmas feministas y sobre todo el uso que se hace de ellos no están exentos de contradicciones. Es por esto, siguiendo el espíritu indagatorio que ha caracterizado a las epistemólogas pioneras, que tenemos que seguir cuestionando nuestros quehaceres.
En este artículo queremos reflexionar sobre dos puntos neurálgicos:
• Las consecuencias que tiene para la producción de conocimientos feministas el hecho de que conceptos como el de género estén transformándose en mainstreaming.
• Las dificultades que encontramos en poner en práctica las enseñanzas teórico-epistemológicas feministas y la falta de sistematizaciones metodológicas, así como de espacios de formación/investigación colectiva que las sustenten, y los desafíos de las investigaciones situadas y sus contradictorias relaciones con el/los/las sujeto(s) productor/es/as de conocimiento.