Cuatro hechos notables marcan el 1999 chino. El primero es la espectacular importancia asignada por Pekín a la secta del Falun Gong (Ley Budista), considerada el enemigo político número uno pese a ser una organización de artes marciales que carece de programa de gobierno alternativo y cuyo dirigente máximo vive en el extranjero. Cuando el régimen daba sus primeros
pasos para acabar con ella, la secta reaccionó organizando la mayor manifestación en la capital en diez años. Tras meses de persecución sigue en pie la pregunta de saber si tiene más seguidores que el Partido Comunista Chino (PCCh), la razón de su atractivo, y por qué miembros de alto rango de una organización de rígida disciplina son seguidores de la secta. El segundo
hecho es la materialización de un acontecimiento largamente esperado. Se trata del acuerdo de comercio alcanzado con EEUU tras 13 años de negociaciones, que sitúa a la República Popular China (RPCh) a las puertas de entrar en la Organización
Mundial del Comercio (OMC). De lograrse, implicaría la mayor reforma desde 1978.